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2. Encuentro.


Disclaimer: AMOLAD pertenece a The snipster.

Leo lo miro incrédulo, no podía creer que aquel hombre frente a él, si es que lo era; fuera humano.... no debía ser una persona quien estaba delante suyo, Leo estaba dispuesto a atacar, afilo su mirada, haciendo cálculos precisos y certeros; empuño su espada, hasta rozar con el agudo filo el cuello del contrario, una clara advertencia; fue rápido y decidido, podría haberlo herido más, sino hubiese retrocedido aquel joven de singulares ojos color ámbar, que con una mueca de desdén arrojo a sus pies, la cabeza de una ninfa de agua.

—Interesante manera en la que muestras gratitud, —Menciono aquel joven de piel blanca como la luna, observó la armadura de Leo junto a él y sus ojos se fruncieron en una extraña emoción — Caballero—Mascullo con reproche aquel joven, quien miró impasible a Leo, con un gesto de completo desprecio.

—¿Qué es eso? — Pregunto el caballero con notoria confusión; Leo sintió un terrible horror, al observar el lago junto al cual había decidido descansar, decenas de seres parecidos al que estaba a sus pies, aquellos se asomaban entre las cañas, su piel azulada y sus ojos negros les daban un aspecto extraño, sonrieron tristes mientras que con risas agudas y armónicas aquellas volvían a hundirse en la profundidad del agua. La cabeza de la Ondina se convirtió en agua, dejándolo aun más extrañado.

—Sólo estaban jugando, pero pudiste morir en medio de sus travesuras, ellas no saben que es bueno o malo...—Dijo aquel joven dándole la espalda y retomando sus pasos hacía la profundidad del bosque.—No como ustedes... humanos...

—¿A qué te refieres?—Pregunto el joven de ojos chartreuse.

Leo corrió hacia aquel extraño, sujetó su muñeca con brusquedad haciendo que volteara a verle, se le hacía inusualmente conocido, era idéntico al joven de sus sueños, de sus pesadillas con el dragón.... sin embargo aquél esquivo su agarre, dándole un fuerte golpe, que lo hizo caer al piso, su mano no lo había tocado ¿Cómo lo había rechazado? Sobó su mejilla con dolor, no creyó que ese joven que se veía tan delicado fuera tan fuerte.

—¡No me toques!.. —Estaba alterado, había perdido la cuenta de los humanos que había salvado, esperando encontrarlo, ¿Por qué todos se parecían a él? El tiempo lo había llevado a olvidarlo... y sin embargo, el hueco que había dejado su corazón seguía doliendo intensamente como el primer día, odiaba sentirse así, tan roto... e incompleto; cayendo siempre a salvar a "aquellos" que lo había apartado de su lado... —¡¿Sabes, cual es el problema con ustedes? Que creen que el mundo les pertenece, que no hay nada más que ustedes!... —Grito con autoridad, haciendo a los animales que aguardaban atacar a Leo, escapar de ese lugar.

El caballero se sintió intimidado, definitivamente no estaba delante de un igual, aunque aquel ser se le asemejara demasiado, era bello, pero al parecer peligroso —¡Demonio! ¡Hechicero! —Grito Leo con enojo, recuperando su posición, mirándolo fijamente, "Un guerrero no siente miedo" se repetía mentalmente, el hombre frente a él se cubría de una extraña energía oscura, que le producía escozor. Clavó sus hermosos iris a su atacante. —¡Jirafa!—Eso ultimo había salido de manera espontanea, un caballero nunca es bueno con las ofensas y Leo Spindler era terrible.

El interpelado lo miro perplejo, soltó una risa discreta, cubriendo con su mano su sonrisa, no había ser vivo que lo hubiese ofendido que se hubiera mantenido en ese estado, todos habían encontrado su trágico final ante sus garras; sin embargo... esa frase atizo a sus más profundos recuerdos, haciéndolo olvidar su despecho, se acerco a paso lento al humano.

—Equivocado—le afirmo, mientras golpeaba con su índice la nariz de Leo. —Suelta eso—apunto a su arma, —¿Por qué todo lo quieren solucionar con batallas épicas?—se sentó en el suelo, al pie del árbol donde el caballero había descansado. Invitándolo a tomar asiento junto a él.

Desde hacía cuanto tiempo no había mantenido una conversación con alguien, había sido demasiado, incluso los otros dragones lo evitaban, lógico; un dragón que está a la par de "él" y sin corazón, significaba una terrible amenaza... sin embargo ellos no dirían nada, aun lo respetaban, siempre y cuando él se mantuviera alejado.

—¿Qué eran los seres del lago?—Pregunto Leo, tomando posición frente al joven, se cruzo de piernas y lo miro fijamente, inspeccionándolo, realmente lucia muy normal, si no fuera por ese extraño mechón ámbar que sobresalía de su bien acomodado cabello color caoba.

Sonrió divertido el joven de ojos ámbar, —Primero, Soy Des; Un gusto— extendió su mano en señal de saludo—Y ¿Tu eres?—Cuestionó invitando al caballero presentarse.

Leo se sonrojo, se sentía torpe ante su desconfianza y poco delicadeza, no conocía mucho de dialogo, sus conversaciones se limitaban a asentir con su cabeza las ordenes de su soberano y a responder con firmeza "Si, su majestad" —Mi... Mi... nombre es Leo...—Soltó en una tímida oración y ambos comenzaron a conversar.

Pesé a su torpeza aquél caballero era uno de los más educados de los que se había topado en su vida, elocuente, sincero, enérgico y con mucho conocimiento; ¿Qué los humanos eran esponjas que absorbían la información? Un hombre interesante, Qué era el cosquilleo que se arremolinaba en su piel y estomago, no lo sabía, pero le gustaba...

Los ojos de aquel joven de piel canela le recordaban tanto a él, pero... era una lástima que aquel tono de piel e iris estuvieran en cientos, se perdió un instante en las estrellas que adornaban a sus sienes, recordando por un breve instante, la primera vez que lo conoció en su forma de dragón... ¿Cómo había olvidado a vitae? ¿Cómo lo confundía con un simple humano?

Una terrible lágrima escurrió de los ojos dorados de aquel joven misterioso, Leo sin poder evitarlo se aproximo a él, recogiendo aquella con su mano, "¿Estás bien?" pregunto el caballero, el joven de piel blanca se levanto, separándose de él, afirmo con su cabeza, sonrió con tristeza, y después de un beso en la mejilla de Leo se despidió.

—Hasta siempre, Leo. Cuídate del bosque; Hay cosas extrañas desde que él no está. —Murmuro para después desaparecer en la oscuridad de la noche, como si aquella fuera parte de ese hombre, la luna se había ocultado entre densas nubes, dejando al caballero, solo y en silencio.

Leo no podía procesar lo que había pasado, su rostro se cubrió de un rojo brillante, y donde Des había posado sus labios se transmitía una corriente eléctrica, una hormigueo en su piel, tan familiar, tan entrañable... tan lejano....

Des camino a través de los rosales que crecían cerca del volcán, rosas de lava, así él las había llamado, brillaban con la intensidad de sangre fresca y sus hojas pardas, en marcaban su magnificencia, una entrada hacia su hogar, y el sendero hacía el recinto de todos ellos, donde podían vivir hombres y dragones; Una pequeña ciudad diferente a la mega urbe de Terra nova.

Camino lentamente tomando el camino que lo llevaría a su casa, cuando se cruzo con alguien.

—Mortem, ¿Cuándo me darás tu corazón?—serpenteante llego hasta Des, enredando su brazo por la estrecha cintura de él, atrayéndolo.

¿Por qué eran tan insistentes? Aquél ser mitad serpiente, era la segunda ocasión que lo asediaba hasta su casa, "molesto" pensó, no estaba de humor para lidiar con sus tontos cortejos. — quita tus manos de mí, antes de que te haga comida de arpía.

—¿No estás de humor, amor? ¿Tu humano tenía mucho picante?—Menciono el interpelado alejándose del dragón, que estaba a punto de degollarlo.

Una energía oscura salió disparada dispuesta a acabar con la vida de aquel miserable Naga, los odiaba, desde que Vitae no estaba las criaturas empezaban a salirse de control. Su compañero tenía numerosos ayudantes, entre los cuales radicaban aquellos seres más fuertes que los humanos y más débiles que los dragones.

Sin embargo, con la desaparición del dragón de la Vida, todos esperaban tomar su lugar junto a su compañero, el de la Muerte, volviéndose soberanos y creadores del bosque, la tundra, el desierto, el volcán y el mar.... Era un alto privilegio para un dragón, mucho más que ser el rey de Terra nova.

Más de uno quería esa posición; Era una lástima que Des no tuviera un corazón que dar, decirlo sería estúpido, un dragón sin corazón queda a merced de los cazadores, quien al quitarles sus cabezas, acabarían con sus vidas, puesto que su inmortalidad fue puesta en algún humano junto a su corazón.

Des dio un largo suspiro, estaba cansado de lidiar contra todos ellos, —Vitae... dame una señal de que sigues aquí... —Abandono su forma humana transformándose en Mortem, decidiendo dormir en su forma de dragón en la cueva.

Al cerrar sus ojos la imagen de aquel imponente dragón de piel turquesa aparecía en sus recuerdos, nunca tuvo miedo de aquel, y nadie lo tenía, él había nacido hacía muchísimos años como humano, y vio en más de una ocasión a Vitae bendecir mujeres y anunciar la fertilidad, no recordaba cómo era su forma humana, sin embargo sabía que tenía ojos oliva y piel canela, pensó que nunca olvidaría a su pareja, pero el tiempo es cruel... y su mente sólo recordaba las escamas verde azuladas de su espalda... los ojos oliva clavados en los suyos...las noches de cuentos a las orillas del lago, y las innumerables muestras de afecto que se tuvieron bajo la luna como testigo....


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Creditos: Of monster and men ~ I of the storm.

"Si pudiera hacerles frente Si pudiera redimirme con todas mis sombras Bajaría la cabeza y las recibiría... Pero siento que arde Como cuando el viento invernal Detiene mi respiración ¿De verdad vas a quererme cuando ya no esté? Me temo que no lo harás Me temo que no..."


N.A:

Regresamos con esté drama reptiliano, dragoniano... ya ni sé que es... jajaja no se lo crean, bueno, espero lo esten disfrutando y vendrán más cosas, wuajjaa...

Dudas, comentarios, reclamos, jitomatazos... adelante... los recibiré.

Muchas gracias por su paciencia  y continuar esta pequeña historia.

<3

Atte:

Morachan la mujer tardista...

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