1. Comienzo
Disclaimer: AMOLAD pertenece a The snipster.
En una era distinta, en un mundo lejano, se cuenta que hace mucho tiempo existieron tanto dragones como humanos, muchos textos se han perdido desde aquella época, sin que nadie recuerde bien como es que el mundo fue creado, sin embargo algunos eruditos de la época, aun conservan en sus memorias el pasado, narrando las historias a sus descendientes, según como le convenga al que la cuente.
Está en especial, trata sobre el eterno juramento que se firmo al principio de los tiempos, cuando todo era roca solida, granito y magma, en donde los huevos de los dragones se formaron; entre piedras preciosas en el centro de la tierra, o en los tumultos llamados volcanes, entre ardiente magma o mareas, en las profundidades del océano; en ríos eternos que conectaban el núcleo terrestre con la atmosfera; trayendo consigo el color y las virtudes al mundo humano. Antes de ellos existieron sus creadores; Dos almas unidas, que cedieron sus vidas para formar otras nuevas; creando, primero; la tierra.
Uno abandono su forma inmortal reinando en el mundo de los mortales, convirtiéndose en el soberano de aquel inhóspito lugar y dando origen a la primera raza: la humana. El otro permaneció en el cielo, entre los volcanes más altos, ahí donde el humano no podría llegar, donde el sulfuro hacia al aire imposible de respirar y donde las densas nubes hacían a los que lo vieran; pensar, que era un espejismo por haber respirado los gases tóxicos del volcán; Ahí, él viviría, donde sus hijos no lo podrían ver; su deber, mantener las vidas frágiles de aquellos y adornar el mundo, para que ellos y su compañero; vivieran; creando a sus iguales a los: dragones. Protectores y guardianes de la tierra y los humanos.
De los huevos de piedra nacieron aquellos seres, que a diferencia de su creador, adaptaban formas humanas, aquellos estaban destinados a encontrar algún día a un compañero humano, sin embargo tenía un trágico destino el hallar a su compañero, al igual que sus creadores, estar juntos indicaba pagar un precio por la pareja destinada; el dragón debía cederle su corazón, para hacer al humano un dragón y consecuentemente inmortal; para compartir sus vidas eternamente y ayudarlos a pintar el mundo de magnificencia, sin embargo no todas las virtudes son buenas, el nuevo ser creado debería cumplir con la función opuesta de su compañero destinado, y aquél que quedo sin corazón, debería sumergirse en un letargo; para no convertirse en un ser sin sentimientos, ajeno a todos los seres que habitaban la tierra.
Seguramente, han escuchado; que los dragones del oriente no son como los de occidente, que aquellos son benévolos y los otros malvados; pero, esto no es cierto, un dragón como lo es el de la vida, al volver a su compañero a su semejanza, lo convertirá entonces en el dragón de la muerte. Siendo entonces, los dos lados de la balanza.
Es una historia de hace mucho tiempo, al principio; el eterno pacto jurado se cumplió, dando más color y vida a la tierra, sin embargo todo cambio cuando este se rompió y en la actualidad; está historia, ya no sé cuenta como debería; distorsionándose en la época, como que los dragones arrancan los corazones de los guerreros en batalla, desangrándolos hasta la muerte, para consumir su sangre y de esta manera; adquirir vida eterna.
El Rey de Terra Nova, decreto hace muchos siglos, que cualquier dragón que fuera visto debería ser eliminado, nadie cuestiono la autoridad del soberano en su tiempo y todos los caballeros armados partieron, buscando dragones... arrancándoles las cabezas y sus corazones... dejando a sus compañeros en la eterna soledad; precio caro para un dragón sin corazón.
—Sus alas están bañadas por la sangre de aquellos que perdieron la batalla, reflejando un oscuro matiz; sus ojos han asesinado al sol de la mañana, enterrándolo en un cobrizo ámbar; aquella mirada nunca reflejara misericordia a sus enemigos, detrás de los rosales, después del bosque y la tundra, cerca de los volcanes, él vive... "Mortem" — es lo que un anciano hombre había proclamado mientras, alarmado avisaba a los transeúntes.
Los mormullos en la ciudad empezaban a incrementar, muchos decían que el dragón negro, el dragón de la muerte, vivía a las afueras del reino, aterrando a tanto caballero como asesino apareciera cerca de su guarida. Centenares de guerreros habían caído entre las garras de aquel ser mitológico, los huesos que se incrementaban al llegar cerca de su recinto, eran una advertencia hacía los vivos, un mensaje claro para ellos: "No vengas o acabaré contigo".
La población había entrado en pánico colectivo, pocos eran los que se aventuraban a las afueras de la ciudad, sólo los caballeros, guerreros formados por su soberano tenían el privilegio y la audacia para ir a recorrer el inexplorado mundo.
—Leo, eres al único que le confiaría esta misión; tráeme la cabeza de ese dragón. —mencionaba desde su ostentoso trono, adornado con rubís y esmeraldas, el rey de todo lo que se veía, el soberano de la nueva tierra, Nim. — y muestra tu lealtad a tu rey.
—Como usted lo ordene majestad, traeré la cabeza de ese dragón en su honor y su corazón en nombre de aquellos que perecieron ante él. —Inclinado frente al trono, un caballero juraba, remarcando volver únicamente, cuando hubiera matado al dragón de la muerte.
Terra nova era un supercontinente con un único gobernante, Nim; cuyo reino estaba dividido en cuatro zonas que representaban de manera perpetua las cuatro estaciones, en el centro todos estos, se confluía la ciudad, donde se erguía su palacio y donde tenía a su escolta privada, llena de los más valerosos y leales guerreros.
La familia Spindler contaba con una larga generación de caballeros, que habían servido durante años al Rey, siempre tenían a un hombre joven que suplantará a su predecesor, tan parecidos todos... Realmente no importaba, cada cincuenta años un joven siempre llegaba a su lado para incrementar las filas y liderar las batallas.
Leo pulió su armadura, tomo su escudo familiar y su espada, iría a acabar con la Muerte misma, se monto en su caballo blanco, sus ojos oliva resplandecían por el calor de la batalla que le esperaba. —¡Por el rey! — Grito, saliendo por las puertas de la ciudad.
Abriéndose paso entre la muchedumbre de la urbe, cientos de campesinos la habitaban, herreros, granjeros, galenos, todos ellos continuaban apacibles sus vidas, creyendo que los caballeros acabarían con la más grande amenaza de su mundo: los dragones.
Todos siempre habían tenido miedo, las zonas fuera de las fronteras de la mega urbe eran inexploradas y peligrosas; grandes árboles y animales salvajes aguardaban en silencio, esperando el momento para atacar, los ciudadanos no conocían nada más que su enorme ciudad, sin saber que aquellos lugares sin explorar, no eran tan salvajes, era difícil caminar por ellos, pero ofrecían un sinfín de alimentos y esplendorosas vistas a quien las viera. Escenarios que Leo amaba desde el fondo de su alma.
Leo era conocedor de casi toda terra nova, desde las tundras del este, hasta los volcanes del oeste, perdiéndose en las selvas del sur, o explorando los bosques en el norte. El mar era enorme y decían los grandes sabios, que en él vivían algunos dragones, dormidos en las profundidades, sosteniendo en sus espaldas a la tierra nueva, y cuando estos se movían, grandes terremotos azotaban a aquellas.
Nadie nunca se había aventurado al mar, pero no existían islas en en la tierra, el mundo apenas había sido creado, los millones de años, que habían pasado no significaban una evolución constante o veloz; la humanidad avanzaba a paso lento, con rudimentarias armas forjadas en hierro y peligrosos tratamientos, de los cuales los más efectivos eran dados por plantas, plantas que sólo podían ser cultivadas fuera de la ciudad; era ahí el porqué los caballeros debían destruir a las amenazas.
Cabalgo durante largo tiempo, adentrándose en la ventisca, perdiéndose entre la nieve hasta alcanzar la tundra, largos parajes adornados de celeste y blanco, cuyo cielo reflejaba el atardecer de ese día, el cálculo del tiempo era dictado por el astro rey que se erguía y se ocultaba sin retraso al acabar un día, recorrió rápidamente el llano, animales pequeños y carnívoros aguardaban en silencio en sus madrigueras sin atreverse, a enfrentar al caballero, quien no tardo en llegar al bosque, debía recobrar fuerzas, estaba ansioso, esperando encontrarse con aquél, para poder al fin, tomar su revancha.
"Cobraré venganza" pensaba, había esperado tanto esa misión, el último dragón sería suyo, su espada se empaparía con la gloria y sangre de su adversario.
La figura de Leo se perdió en el inmenso bosque, parecía una hormiga ante gigantescos arboles, sus ramas se extendían al cielo intentando tocarlo, como brazos de guerreros irguiéndose con su ultimo respiro e intentando llevar con ellos, a sus adversarios; admiro el verdoso monte, deseaba ser libre como las aves, que seguramente habrían visto más que él en sus viajes; con el galopear de su corcel, sentía la adrenalina recorrerlo, el sudor resbalaba por su piel morena, y el brillo de su armadura, reflejaba a la luna, una luz más brillante que una estrella era aquel caballero, pasando por el oscuro bosque.
Cabalgo durante largo tiempo, y tomo un descanso a la intemperie, con el manto nocturno cubriéndolo con sus innumerables estrellas. Leo Spindler no conocía nada más que ser un Guerrero, así había vivido durante tantos años, no sabía cuándo sería el día que regresaría a dormir, y despertaría... para encontrar todo nuevamente diferente...
Alimento a su caballo, y cayó en un profundo sueño, que más bien era una pesadilla, había olvidado las veces que le había sucedido, siendo devorado por la oscuridad de un ser distinto, cayendo profundamente, moribundo, taciturno, sin vida... el culpable de su terrible destino... Mortem.
Debía ser él, confiaba ciegamente en su soberano, quien era la persona más longeva de Terra nova y por lo tanto... la más sabía, él se lo había dicho, estaba condenado. Maldecido por aquél dragón cuyos iris resplandecían como el sol. Él le creería, sus pesadillas eran repetitivas, aquel oscuro dragón, devorándolo, hundiéndolo en fuego infernal, consumiendo su sangre y llevándose su corazón...
—"Es nuestro destino"—Retumbaba en sus oídos mientras seguía dormido, aquél siempre decía lo mismo.
En vano intentaba defenderse, no importaba que supiera que no era real lo que veía, su sueño continuaría, sin embargo, todo se empezó a tornar diferente; En algún momento su pesadilla comenzó a cambiar, nunca le había sucedido.
Estaba siendo seducido por el causante de su dolor, no podía ser el dragón, los dragones no tenían formas humanas, era una verdad innegable; así lo habían decretado los textos de aquellos seres, pero aquel personaje de su sueño, era sumamente hermoso, piel blanca cual porcelana, andar delicado y sonrisa cálida, ojos color ámbar, más brillantes que la miel; sus labios no pronunciaban ni una sola palabra, pero lo atraían para ir hacia él y tomarlo; quien se encontraba desnudo en el lago, camino con convicción, siendo hechizado por la belleza que se levantaba ante sus ojos verdes.
El crujido de una vara al romperse, lo hizo despertar alarmado, dos orbes doradas que brillaban con intensidad lo veían; se levanto con velocidad, alejándose de aquellos y tomando su espada, apuntando al ser que lo miraba; nunca espero encontrarse con alguien en el bosque, no era posible todos los humanos vivían en la ciudad de Terra nova.
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Créditos: The call~ Regina spektor.
N.A:
Morachan reportandose.
Mucho tiempo sin escribir, bueno esta historia estará con actualizaciones lentas.... es un capricho mio, y es bastante extraña.... espero les guste, y advierto una gran cantidad de referencias mitologicas de varias partes.
Agradecimientos especiales a zadrac, que me permitio usar su bello dibujo de portada, todos los créditos a mi compadre¡¡¡ <3 <3
Muchas gracias zadrac te quedo fabuloso¡¡¡
Dudas, comentarios, jitomatazos... (Me disculpo por ser lenta contestando....) es el comienzo de algo raro...
Los ama....
morachan
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