Capitulo Único
Quiero aclarar que el one shot de este ship no me pertenece, yo no escribí esta historia, simplemente lo encontré y lo subí ya que no hay muchas historias de este ship que, sinceramente, me gusta.
Sin mas que aclarar, disfruten ^-^
Sencillamente lo notó y rápidamente se enamoró.
Aunque decirlo tan apresuradamente es ingenuo y tonto para una mujer de su edad. Sin embargo no podía quitarle los ojos de encima cuando aparecía en el cuartel, deambulando por los pasillos con su "maestro" que sólo le robaba la atención y pasaba sin siquiera notarla, haciéndola enfurecer y odiarlo. Pero cuando él la notaba y volteaba para verla, aquella pequeña mancha verde, y la llamaba por su nombre de heroína por mera formalidad mientras mantenía esa estoica mirada, gélido acento como el resto de su cuerpo propio de un cyborg, Tatsumaki sentía sus poderes telequinéticos aumentar porque terminaba golpeándose la cabeza en el techo. Encantada y feliz, sin odiarlo ni un centímetro.
Por obvias razones ella respondía con un desdeñoso: Demon Cyborg. Cruzándose de brazos, desviando la mirada.
Él continuaba el viaje para el calvo de mirada muerta y la pasaban de largo. Dejando así un golpe en el orgullo de la peliverde, pero también una pronta necesidad de volverlo a ver.
Verlo aunque sea unos segundos, no importa si sólo lo veía correr por la ciudad para destruir un monstruo o realizar alguna misión, entregado a su trabajo como héroe. Devoto a salvar vidas que no se pueden salvar a sí mismas.
Tatsumaki sonrió. A pesar de que Genos ya no tenía un corazón bombeando sangre y el 90% de su cuerpo era metal y cableado, era generoso y protector. Ella lo supo cuando peleaban contra la Asociación de Monstruos.
Genos apareció al campo de batalla por deseo propio. Brindó apoyo e incluso la ayudó a destruir a esa abominable conjunción de la zorra tetuda y la asquerosa masa de carne Orochi. La protegió, cooperó y luchó a su lado, cargándola y protegiéndola de los Ejecutivos que sólo buscaban mancillar y molerla a golpes.
Tatsumaki no creía en el trabajo de equipo, en el compañerismo ni en los amigos y hoy podía decir que sigue pensando lo mismo sólo que la gratitud y el alivio de saberse en los brazos del cyborg que Fubuki confiaba era reconocer por primera vez el nacimiento de un amor que nació en momentos desesperados.
Efusiva y cansada, el calor de su pecho le dio los ánimos suficientes para sonreír alegre. Estaba al límite de sus fuerzas y se aferró al calor momentáneo para seguir luchando a su lado.
A su lado.
Su lado.
Rompiendo una maldición que el más fuerte de los héroes le heredó, maldición que había atado su alma desde los 10 años de edad.
Maldición que la salvó pero que también la dejó en soledad, incluso apartada de su pequeña hermana.
Cuando despertó de la pérdida de consciencia, en los hombros del King, miró de reojo a Genos que también era socorrido por el más fuerte de los hombres. Genos nunca la dejó sola, cuidando de su espalda sin importar que él sólo era un torso y cabeza averiada apunto de apagarse por completo.
Blast era un mentiroso.
Los más fuertes pueden ser salvados. No se necesita un gran poder.
Genos no era el más fuerte y aún se mantenía en las últimas posiciones de la clase S, pero era valiente y un héroe.
Un héroe más débil que ella pero aún así la salvó.
Hubo un momento en el que se maldijo así misma por ser tan débil y permitirse ser salvada por alguien como Genos, King y su propia tonta hermana. Era una notable herida en su orgullo como la segunda más fuerte de la clase S, la mujer más fuerte en la tierra. Una genio, llena de talentos y belleza. Una mujer inalcanzable, imposible de conquistar.
Ni King, aunque lo respetaba por su fuerza y su aspecto de lobo solitario tal como ella, no le permitiría jamás acercarse.
Miró al techo de su habitación.
Tatsumaki podía parecer pedante y quisquillosa con todo, no obstante a ella le venía bien todo con respecto a la vida diaria, cuando no era una heroína. Tatsumaki era sencilla: viviendo en los cuarteles de la ciudad A, usando siempre pijamas, calcetines y sandalias, sudaderas calentitas y comiendo comida por envío a domicilio. Un pequeño departamento con todos sus caprichos que los ejecutivos cumplían devotamente.
Veía programas de televisión, burlándose del drama innecesario. Veía películas de terror sin importar el título y qué tan malas eran. Se aburría leyendo novelas en el móvil y cantaba alguna molesta canción de Sweet Mask pero ella seguía convencida de que no le gustaban sus canciones. Sólo eran muy pegajosas con letras ridículamente románticas. Además, Sweet Mask no era tan guapo y menos si le conocías como héroe.
Insoportable, ególatra y apático.
Suspiró.
Genos era lo contrario y mucho más atractivo. Suspiró nuevamente.
Era una diosa en el control telequinético, esper de fuerza monstruosa, sin embargo no podía apartar de sus pensamiento al cyborg rubio que patrullaba la ciudad y de vez en cuando se abalanzaba en los descuentos de la ciudad.
No, no es que lo siguiese. Sólo, sólo lo sabía… (Fubuki era un poco bocafloja pero cuando mencionaba a Demon Cyborg, Tatsumaki paraba las orejas). Ella jamás preguntaría por él tan a la ligera.
De hecho, recordó la peliverde desde el suelo de su habitación, cuando Fubuki corrió a su departamento para contarle que King y Saitama, ese calvo maestro de Genos, la habían invitado por unas sodas (aunque ella misma se había incluido a la salida de esos dos amigos). Tatsumaki pensaba en lo patética que podía ser Fubuki al querer siempre encajar, pero una vez que mencionó el nombre de Genos dejó atrás la mirada aburrida y sintió sus mejillas arder.
Fubuki le contó que Genos los había alcanzado al restaurante después de una misión, comió sólo papas fritas y anotaba furiosamente en una agenda personal la discusión entre King y Saitama acerca de cómo incrementar los poderes (de los personajes en un videojuego).
Entonces Tatsumaki sabía algo de Genos:
1. Tiene un maestro, uno muy calvo.
2. Le gustan las papas a la francesa.
3. Le gustan los videojuegos.
No cabía duda, a pesar de su aspecto temerario, Genos no era más que un adolescente.
Ah, Fubuki también comentó que Genos y ella se habían acercado más, que incluso él la ayudó a entrenar sus poderes de control de energía en forma de agradecimiento por haberlo ayudado a no autodestruirse en la pelea contra los ejecutivos.
PERO, sí, eso no le agradó para nada a Tatsumaki. De hecho, todos sus sartenes se doblaron como resortes en segundos.
Tatsumaki le prohibió a Fubuki a reunirse con esos perdedores otra vez, que ella le enseñaría a cómo verdaderamente usar sus poderes para controlar la energía. Acto seguido Fubuki salió entre lágrimas en ese mismo momento, desilusionada de compartir que probablemente tenía verdaderos amigos. Tatsumaki sólo rió amargamente, consciente de que celaba a su hermana por pasar tiempo con Genos. No por otra cosa.
Pero nunca lo admitiría.
Genos era el tonto por no acercarse a ella. Hizo un mohín, molesta. Genos era un idiota por no invitarla a comer.
Se puso de pie y tomó el celular. Cuando lo vea en los cuarteles, le pediría su número. El pretexto sería cualquiera, podía pedirlo a Sitch, sin embargo prefería ser directa.
Era una mujer de 28 años y por supuesto podía pedirle el número al chico que le gusta o eso pensó.
Cuando por fin lo encontró mudándose al cuartel central de la Asociación de Héroes, sobrevoló los pasillos, lo espió por unos segundos, mandó a callar a los curiosos con sus poderes. Las manos le sudaban, el celular se resbalaba y no podía decir ni un hola con la confianza que suele escupir con facilidad.
Fue él quien la notó y se acercó a ella, curioso.
—Tornado del Terror. —Saludó con ese rictus serio de siempre. La peliverde se sintió en llamas por la vergüenza pero se sobrepuso como pudo.
—Eh, así que ya dejan entrar a cualquiera al cuartel. —ella no quería sonar así de ruda pero sólo así podía evitar comportarse como una adolescente con las hormonas alocadas. Además, ella en realidad era así de ruda. Ser dulce y agradable no era parte de su personalidad. Esas flaquezas momentáneas de carácter eran culpa de Genos.
—¿Necesitas algo? Estoy ocupado. —Respondió sin darle importancia a las palabras de Tatsumaki, ella era una buscapleitos sin remedio, pero, sincera. Al menos esa era la impresión que tenía de ella.
—¡Deja que yo te ayude porque parece que tu eres un caracol con esto que es tan fácil! —Gritó con efusividad. Entró al departamento de Genos y activando sus poderes, abrió las cajas simultáneamente y sacó los objetos, colocándolos en donde ella creía que iban. Genos sólo miró desde el umbral de la puerta cómo Tornado incluso acomodaba los muebles. No dijo nada, un poco fastidiado por las libertades que se tomaban las hermanas espers.
—¡Já, ya está listo! No me agradezcas aunque deberías. —Puso sus manos en su cadera, orgullosa y con una petulante sonrisa.
—No lo iba a hacer, yo podía hacerlo por mi cuenta.
—Te iba a tomar años, caracol pc-gamer.
—Al punto, ¿qué necesitas, Tornado? —Genos estaba así de perder la paciencia.
—Toma mi celular. —exigió Tatsumaki extendiendo su celular hacia Genos que estudió la pequeña mano de la peliverde. Era tan pequeña pero escondía tanto poder. —Escribe tu número personal.
—No. Puedo localizarte usando la radio que nos conecta para las misiones.
A este punto Tatsumaki había ya jugado todas sus cartas, pensar que se negaría no estaba en el plan porque ¿¡quién carajos se atreve a decirle que no a Tornado del Terror!? Mierda. Pensó en todas las veces que escuchó a Fubuki hablar de Genos, de que era discípulo del calvo llamado Saitama, de cómo siempre busca actualizaciones y se interesa mucho por cómo ser más fuerte. Tatsumaki sonrió con astucia.
—¡Necesitas que alguien te enseñe tu lugar!
—No cabe duda que tú y tu hermana son iguales.
Bien, Tatsumaki quedó en blanco, indignada. Genos era difícil. Tatsumaki bajó la mano, miró el suelo. —Sólo quería darte una bienvenida como tu superior.
Aunque en realidad sólo quería invitarlo a comer papas fritas con sodas. Lo miró a los ojos, molesta. —Pedazo de chatarra idiota.
Voló lejos. Estar enamorada era una tremenda joda. Sin poder decir lo que se quiere decir, ser insistente y entrometida, intentar ser buena para agradarle y sentir cómo el estómago da vuelcos al tan sólo verlo desde lo lejos. Vaya, sin poder ser tú misma.
Sobrevoló la ciudad en sandalias y sudadera que Fubuki le había comprado para navidad. La ciudad era el mismo desastre de siempre pero la gente intentaba vivir con normalidad.
Dejaría que los sentimientos por Genos la invadieran por unos días o semanas.
Después, sólo sería un enamoramiento fugaz que sólo se explicaba porque él había sido su único y primer compañero en un combate que ella creyó podría ganar de manera solitaria. Que cuidó de ella por una promesa a Fubuki sólo por sentirse en deuda.
No era especial.
Sólo era una misión y una deuda que pagó al salvarla.
Él sólo era un héroe cyborg con una búsqueda personal mientras que Tatsumaki sólo era una heroína porque era tremendamente fuerte y no lo suficientemente perversa para usar sus poderes para perjudicar a los demás aunque le parecían insignificantes.
Miró el caos de la ciudad.
La ciudad la necesitaba.
Se sentó en una torre de luz, estirando sus piernas para relajarse y ver con cuidado el atardecer.
El cyborg rubio apareció nuevamente en sus pensamientos.
Por un segundo, Tatsumaki añoró la comodidad de la soledad. Esa soledad cómoda en la que uno puede sentirse bien sin necesidad de nadie. Ahora, sólo era una soledad que remarcaba que su primer enamoramiento fue con alguien que ni siquiera estaba aquí. Lejos, buscando poder y salvando la ciudad con su maestro. Jugando videojuegos con King e incluso entrenando con Fubuki.
Ella estaba aquí, mirando como cuando lo veía todo a través de una ventana, apartada del resto pero sin estar necesariamente atrapada por una organización que la compró.
Se vanagloriaba en su fuerza. Era lo único que necesitaba.
Era lo único que tenía.
Con este pensamiento blindó su corazón nuevamente. Si no tenía la suficiente fuerza para salvarse a sí misma, no podría contar con que Genos o cualquiera viniera a salvarla.
Salió volando a toda velocidad, perdiendo una sandalia en el camino pero no lo notó hasta que llegó a su departamento, en el cuartel general. Miró su pie descalzo.
Extrañando esa insignificante sandalia rosada que no hace mucho Fubuki le compró al verla usar esos mismos crocs verdes y viejos.
Llevó la mirada al frente, a su departamento oscuro, vacío y frío. Se le había olvidado de prender el clima antes de salir.
El suelo estaba helado y por un momento quiso llorar como lo hacía cuando veía por esa ventana cuando era niña. La dejaron, todos la dejaban y se tiró al sillón para ver televisión.
Después de un reality show de Sweet Mask dando sus opiniones de las mejores acciones heroicas de la semana el cual Tatsumaki sólo veía para reírse del engreído héroe clase A. Alguien llamó a su puerta.
Tatsumaki frunció el entrecejo, si eran los ejecutivos los castigaría diciéndoles que se tomaría el resto de la semana en descanso. Levantó la mano a la altura de su pecho y deslizó el dedo índice en el aire, abriendo la puerta.
Dos amarillas lentes militares la miraron fijamente. Recto y con los brazos que no eran más que armas sofisticadas sosteniendo una bolsa de papel.
Genos estaba allí.
Tatsumaki olvidó su pie descalzo y comenzó a flotar, con ello su cabello ondeó en el aire, ¿preparándose para la batalla? Se preparó para atacar de manera instintiva. La había tomado por sorpresa de manera muy placentera.
Demasiado placentera que no atacó.
Tatsumaki no sabía que a veces ser emboscada por el amado era emocionante para un solitario corazón.
—Tatsumaki. —La llamó y Tatsumaki sintió en su pecho el poder necesario para levantar con un sólo chasquido todo el complejo de la Asociación de Héroes para llevarla a la luna. Poderosa y repentinamente soberbia de escuchar su nombre de la voz de Genos.
Era una terrible mujer.
—¿Qué quieres? —Dijo resentida, haría lo mismo que él le hizo hace unas horas. Genos sólo elevó las manos de manera muy formal para entregarle dicha bolsa de papel. Tatsumaki la miró con recelo, evaluandola. —¿Qué es?
—Me dirigía a sacar a pasear a Pochi, la mascota de mi maestro, cuando la vi llegar y se le cayó. —Tatsumaki tomó la bolsa con sus poderes telequinéticos y sacó el contenido.
Al ver la sandalia rosada dejó escapar una pequeña risita. Dejó de flotar y tomó la sandalia entre sus manos. Mirando más de cerca.
—¡LO MORDIÓ TU MALDITO PERRO! -Gritó furiosa, levantando sus puños y torciendo la boca.
-Perdón, Pochi lo tomó primero. -comentó sin un ápice de culpa, no obstante, divertido de ver cómo la temible Tatsumaki perdía los estribos como una niña berrinchuda. Los más fuertes son siempre excéntricos.
—Como sea. —Se colocó la sandalia sin importarle los nuevos hoyos.
—Si no te importa, aún puedo escribir mi número de teléfono, es positivo que los restantes clase S se vuelvan más cercanos. Disculpa por precipitarme a mi respuesta. —Genos a veces era un poco apático pero suele corregir sus errores con prontitud. Tatsumaki no era una mala persona, sólo no ha conocido una verdadera derrota. Es fuerte, vanidosa y terca, sólo le faltaba un poco de humildad. O eso creía Genos. —Además, me gustaría saber cómo te volviste tan fuerte.
Tatsumaki sintió sus mejillas arder de la emoción mientras el ego crecía a cada segundo. ¡Genos quería saber de ella! Ahogó su acalorado grito.
—¿Por qué ese repentino interés, Demon Cyborg? —se cruzó de brazos, alzando la barbilla. —¿Has decidido dejar a ese incompentente maestro tuyo para pedirme a mi, la grandiosa Tatsumaki, ser tu nueva maestra? —Sentía su pecho hervir de soberbia.
—No seas ridícula. Jamás abandonaría a mi maestro.
Y Tatsumaki comenzó a celar a un calvo con capa porque acapara a su querido, y algún día, discípulo Genos.
Lo invitó a pasar, intercambiaron número y vieron la televisión, terminando de ver el programa donde Sweet Mask regaña al entrevistador al hacerle la incómoda pregunta de si se ha sometido a cirugías. Tatsumaki rodaba por el suelo, muerta de la risa. El entrevistador tuvo los huevos demasiado grandes para preguntarselo a ese narcisista en directo. Genos sólo miraba curioso.
Ella y Saitama se parecían mucho. Se aislaban del resto viendo la televisión o leyendo manga. Absurdamente poderosos pero muy solitarios con un sentido del humor extraño.
Genos se relajó un poco. Tatsumaki resultó ser alguien no sólo de confianza y fuerte sino también divertida. Haciéndolo olvidar que tenía una venganza personal que apagaba sus más mundanos pensamientos, esos pensamientos de un chico de tan sólo 19 años de edad.
Pasar el rato era divertido cuando esta pequeña gremlin verde hacía mohines al ser rechazada.
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