Capitulo V
-Por favor...-
Estática.
-Aléjate...-
Más estática.
-No te entiendo-habló el chico, que parecía ser más un susurró aquella frase.
La chica junto sus manos, como una súplica, y cerró sus hermosos ojos.
-Por favor...-estática-Aléjate-
De repente, él se encontraba en un muro alto y ella se sostenía con sus manos mediante la orilla de esté.
El joven se acerco a la orilla y extendió su mano.
-Vamos, tómala-
-No. Por favor....-estática-Aléjate-
La chica se soltó cayendo al líquido negro, que se familiarizaba con el chico, y lentamente se hundía.
-¡Noo!-exclamó el chico.
Retrocio unos pasos, tomando impulso, y comenzó a correr con la intención de auxiliar a la chica, pero cuando llegó a la orilla de aquel lugar perdió el equilibrio y retrocedió.
Esos ojos blanco que ya conocía de hace días atrás, lo observaban con tristeza.
-Aléjate-
Despertó agitadamente.
Otra vez.
La misma chica vuelve a invadir sus sueños.
.
.
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Una bella loba.
Quien caminaba al compás de su amado, a paso lento, ya que esté por su elevada edad, no podía caminar a la perfección.
Observaban sus cultivos en su andar mientras se dirigían a su hogar, pues una tormenta su avecinaba.
Aquel día era muy diferente a todos los que la loba fue capaz de vivir. Algo sucedería y estaba más que claro que luego de eso todo cambiaría.
La tormenta se desató en plena tarde. Para aquel entonces, en anciano se encontraba sentado en el sillón acariciando el suave pelaje de su loba, quien tenía su cabeza acurrucada en sus piernas.
Parecía ser un día normal para ellos, donde vivían en paz como de costumbre.
Parecía...
Eso era lo que ellos creían...
Unos golpecitos en la puerta, acompañados de los sonidos de los truenos, llamo la atención de los dueños.
-Que extraño. No esperábamos a nadie-dijo el anciano mirando a la loba, en busca de una respuesta que jamás pudo obtener ya que ella también creía lo mismo.
Los golpecitos volvieron hacer su aparición.
La loba se bajo del sillón y ayudo al anciano a levantarse haciendo de soporte. No quería saber quien era el responsable de esos sonidos, presentía que era algo malo, pero conocía a su amado, y sabría que este, llenó de curiosidad, abriría la puerta de todas manera aunque esto también implicará arrastrarse hasta la puerta.
Una vez enfrente de la dichosa, el anciano abrió la puerta.
Una delicada figura joven, de melena verdosa oscura y orbes esmeralda, pero empapada de pies a cabeza, fueron recibidos por el hombre.
-Hola. Disculpe las molestias pero necesito ayuda para mi orientación-hablo la chica de manera calmada.
-Emm.... claro, dime-
La chica sacó un papel, que milagrosamente estaba seco, y se lo entregó al hombre. Esté lo alejó un poco para visualizarlo mejor, a pesar de que no lo consiguió con mucho éxito logró entender una cosa.
-Mi niña, el lugar donde quiere ir es hacia el Sur y estás en el Norte-hablo el hombre entregándole el papel.
La chica quedó con la mejor expresión de seriedad que había hecho y dejo caer una gotita estilo anime mientras un aura de desánimo la rodeaba.
-Lo suponía desde un principio-susurró-Okay-guardo el papel y acomodó su mochila-Retomare el camino correcto. Gracias-giró sobre sus talones dándole la espalda al hombre y encaminándose hacía su nuevo rumbo.
Para la loba, que aquella joven extraña se alejara era la mejor solución, había algo que la inquieta. Sin embargo, al anciano esa idea no le agrada, ella podría ser su hija, su nieta, su sobrina, y dejarla varada en medio de una semi tormenta no era nada agradable.
El anciano iba hablar pero un fuerte relámpago lo interrumpió, luego una fuerte lluvia hizo su aparición acompañada de un brisa que logró despeinar por completo a la chica y que a su vez detuviera sus pasos.
Ésta se dio media vuelta para ver al hombre.
-¿Me podría quedar en su casa hasta que pase la lluvia?-
El anciano sonrió y gentilmente aceptó.
La lluvia no cesó y la noche cayó.
El anciano insistió a la joven que se quedará en su casa.
-No te haré ningún tipo de daño. Puedes confiar en mi y en palabra-le decía de manera amable la joven.
A pesar de recibir un gran daño, usted no lo devuelve como otros.
Luego de tanto insistir, aceptó, a cambio de que él aceptará la ayuda que ella le brindaba sin protestar, cuestión que hizo dudar al hombre.
Prepararon la cena juntos, entre platicas.
Ella sentía como si estuviera con un familiar y él como si ella fuera su dulce niña.
Entre medio de los dos humanos, se encontraba la hermosa loba y el hurón de la joven.
-Es hermosa-dijo la chica acariciando el pelaje del animal. Está, con tan solo sentir su cálido tacto, presumió haberla conocido con anterioridad aunque esta fuera la primera vez que la veía.
-Ella es mi fiel amiga, Nina. Espero que no le moleste, siempre la llevó conmigo-presentó la chica, una vez que se cambió su vestimenta mojada por una que guarda con seguridad en su mochila.
Ahora, se encontraban cenando, tranquilos, acompañados del fuego que les brindaba la chimenea.
Cada animal con su amo pero sin quitarse las mirada de encima, como si se estuvieran hablando mediante aquel contacto.
-¿Y tus padres?-
Esa pregunta le fue inevitable para el hombre, no comprendía como una jovencita podía estar sola vagando por estos lugares que aún siendo desolados eran peligrosos.
-Mi mamá murió cuando me dio a luz y papá lo mataron-
O más bien, lo maté.
El hombre quedó impresionado, no por las palabras de la chica, sino en la forma en la que se lo comunicó, como si fuera lo más normal de mundo, aunque en su tono de voz además de expresar seriedad y frialdad notó la tristeza escondida.
Iba a pedir perdón pero la chica se adelanto, y mirándolo con una sonrisa dijo:
-Pero no estoy sola. Tengo a mis hermanos, a mis modistas, mis cocineros, mis sirvientes, mis guardas espaldas, y fiel amiga-dice lo último mirando al hurón-Y aunque no parezca somos una familia, una gran y numerosa familia. Como todo, tenemos nuestros lado bueno y malo, pero eso es lo más lindo. Somos diferentes y así es una familia, con diferencias y semejanzas, siempre permanecemos juntos-
-Que lindo pensamiento-
-Gracias-susurró con una sonrisa.
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La joven peliverde, doblaba su ropa-ya seca al igual que su mochila-dejando todo preparado para la partida del día siguiente por la mañana. Le fue difícil pero logró convencer al anciano de dormir en el sillón de la casa, debido a que no tenía una habitación de huéspedes y esté le ofreció su cama.
Al lado suyo, su hurón que tanto quería.
-Deberías disimular un poco más tu disgusto-su mirada verdoza se dirigió hacía el animal, quien lentamente abrió sus ojos para verla-Ya sé que no te agrada este plan pero al menos trata de disimularlo-
Una vez acomodadas sus cosas, tomó al hurón y se acomodó en el sillón para luego colocarlo al lado suyo. Acarició el pelaje del animal unos segundos para decir:
-No deberías vivir tanto en el pasado. Ellos no tienen la culpa de algo que iba a ser inevitable. Recuerda, todo sucede por un motivó-
La joven, con una sonrisa, cerró los ojos.
-Buenas noches, Nina-
Fue a la medía noche, cuando una mujer hermosa de cabellera morada y orbes rojos, observaba a la chica entre las sombras del corto y único pasillo de la casa.
Aquella niña se le hacía tan familiar a pesar de haberla conocido ese día. También, tenía la intuición de haber visto a aquel hurón, quien ahora dormía pacíficamente en el pecho de su dueña.
Si sobrevives hasta el amanecer es porque tus intenciones son buenas.
Se dio media vuelta y camino hacía la habitación de su esposo, sin antes haber chasqueado los dedos.
El hurón abrió los ojos de mala gana.
Alguien se despertará de malas mañana.
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