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Reconocer

Nozomi llevaba ya dos días en la Tierra, si bien se había acostumbrado a ver los nuevos avances de los mortales, mas no generaban una gran confianza en ella algunos así que prefería mantener su distancia.

Gracias a uno que otro truco logró invocar en una parte bastante alejada de Hakodate una de las miles de casas que habían en el Inframundo donde antes vivían los antiguos héroes que merecían un descanso casi divino, lógicamente la adaptó a la época actual para pasar desapercibida en aquel lugar que estaba a 3 kilómetros de la ciudad.

Ella había tomado una simple decisión, crear una rutina, no muy compleja por ahora pero que pudiera ayudarla en adaptarse un poco más, se levantaba temprano tipo 8 de la mañana.... caminaba hasta Hakodate, robaba un poco de dinero... por el momento, para después desayunar en algún street food como lo llamaban los mortales, prefería comer en esos lugares que en un restaurante o cosas así.... ya terminado su desayuno iría a la biblioteca leería hasta las cuatro de la tarde, iría a un minimarket robando dinero de nuevo, compraría bolsas con comida y bebestibles para su almuerzo y cena, para después finalizar visitando tiendas de ropa u otras cosas antes de irse a su casa pero sin comprar obviamente.

-Una vida tranquila mediante métodos fáciles pero no tan problemáticos- fue lo único que dijo cerrando la puerta de su casa-

La pelimorada había descubierto que a los humanos no les molestaba perder su efectivo, sino que esos rectángulos de plástico que llamaban tarjeta eran más importantes para ellos y si bien robar era su opción predilecta estaba vez no había tanta gente en las calles así que entró a una tienda que compraban oro al parecer.

-Buenos días- dijo un anciano-

-Buenos días caballero- dijo arreglando su chaqueta- quisiera saber a cuanto me compra el oro-

-Bueno dependiendo de la cantidad, la pureza y otras cosas podríamos llegar a un acuerdo sobre su valor final- dijo arreglando sus lentes-

-¿Qué me dice de estos 6 lingotes? Pensan 10 quilates cada uno- dijo sacándolos como si nada de su chaqueta- ¿cuánto pueden darme en efectivo?-

-¿Me permite revisarlos primero?- dijo el anciano sorprendido por la simpleza con la que mostraba aquellos minerales-

Nozomi solo asintió para alejarse del mesón, primero caminó por aquel local mirando sus botines mientras tenía las manos dentro de su chaqueta... estaba pensando que el conjunto; botines, jeans, polera, polerón, chaqueta no eran una mala opción ya que en esta ciudad hacía bastante frío en las mañanas... incluso miró detenidamente aquellos botines pensando si mañana cambiaba el color o los mantenía con esa tonalidad café claro.

-S-señortia- dijo el hombre nervioso-

Fue ahí cuando Nozomi al fin se acercó al mostrador donde estaba el anciano junto con más empleados mirando maravillados y asustados aquellos lingotes de 10 quilates cada uno.

-Normalmente la pureza de los lingotes de 10 quilates no es tan grande... pero los suyos, tiene una pureza de primera ley absoluta- dijo arreglando sus lentes-

-¿Los comprarán?- fue lo único que dijo-

-N-nos encantaría comprar sus 6 piezas únicas y perfectas... pero.... pero con nuestro efectivo actual... aunque usemos todo el dinero que hemos ahorrado... solo podremos comprar uno-

-No importa, ¿cuánto me da?- dijo tomando los otros cinco-

-Son varios millones- dijo el anciano- un empleado fue a reunir el direno... por casualidad ¿cuántos de estos lingotes tiene?-

-Varios, tengo de 24 quilates también-

-¡24 quilates!- dijo sorprendido- eso.... eso es mucho... bastante oro a decir verdad-

La pelimorada vio el local, para después ver a los empleados detenidamente... ahí supo que este era un negocio de un simple anciano tratando de sostener económicamente a sus nietos de a lo mucho 17 años el mayor.... un lugar viejo como el caballero, descuidado, desgastado... pero aún así se mantiene y protege el futuro de aquella familia.

-Señor, vendré todos los meses a vender uno de mis lingotes, cuando se acaben los de 10, traeré los de 15 y así hasta llegar a los 24 quilates ¿está de acuerdo?-

-¿De verdad nos venderá a nosotros y no a una gran empresa?- dijo sorprendido-

-Sí- dijo tomando el dinero- tenga... con esta suma me basta- dijo dejando dos tercios del total en el mesón-

-P-pero...-

-Hasta luego señor- dijo retirándose antes que protestaran-

Con calma contó la suma... tenía más que suficiente para su comida del mes completo sin tener que robar ni un peso... y solo al precio de un simple lingote de 10 quilates, cortesía de sus griegos miedosos a morir... en cuanto guardó el dinero en su chaqueta sintió una conocida presencia pasar al lado suyo, así que levantó su cabeza y buscó a su alrededor.... pero no vio a nadie... confundida caminó hasta la biblioteca.

-Buenos días- dijo una joven que ni siquiera Hades se dignó a ver-

-Buenos días- fue lo único que dijo Nozomi para después adentrarse al lugar-

La pelimorada dedicó todas las horas de su mañana en leer sobre el Renacimiento en especial de Da Vinci y un poco de Donatello, aunque también estudió sobre Miguel Ángel junto con Sanzio... terminados todos los libros sobre aquellos cuatro seres talentosos, Nozomi decidió irse a comer no sin anter sostener en sus manos El Príncipe de Maquiavelo.

-Disculpe- dijo la joven- ¡señorita pelimorada!- gritó-

-¿Si?- dijo Nozomi-

-Necesito su credencial de la biblioteca para que pueda llevarse el libro-

-No tengo....- dijo acercándose-

-¿No tiene una credencial? Pero... lleva dos días seguidos viniendo ¿no la pidió antes?-

La única respuesta que recibió fue un libro en la mesa junto con una pelimorada mirándola, la joven de lentes suspiró.... al parecer aquella joven no sería fácil de tratar.

-¿Quiere que le haga un credencial para llevarse algún libro de la biblioteca?-

-Sí-

-Perfecto.... ¿su nombre?-

-Nozomi-

-¿Apellido?-

Y de nuevo recibió silencio... la joven que Nozomi descubrió por la credencial se llamaba Hanayo estaba teniendo un difícil momento y sus nervios podían jugarle en contra si hacía enojar a la deidad.

-¿Fecha de nacimiento?- recibe una mirada- ¿trabajo?-

-No tengo...-

-¿Dirección?- al menos era un avance tener una respuesta y no silencio pensaba la mujer-

-3 kilómetros al norte de Hakodate... en las motañas-

-Perfecto... Nozomi...- dijo terminado de ingresar los datos en su computadora- su pongo que correo no tiene... y lo demás tampoco... ¿me permite sacar su foto?-

La pelimorada solo asintió, tenía curiosidad de ver cómo funcionaban las cámaras y si bien desconfiaba de todo eso tenía orgullo así que en cuanto la luz blanca desapareció dejó de sonreír para ver como en aquella pantalla salía ella.... para después ver su misma imagen en un rectángulo de plástico recién salido de otra máquina.

-Aquí tiene, mi nombre es Koizumi Hanayo... cualquier cosa el libro lo puede devolver a partir de la próxima semana ya que es complejo y todo eso...-

-No se preocupe, lo devolveré mañana... gracias- dijo guardando su credencial-

Cuando salió, con su dinero compró su almuerzo y su cena para después irse directo a uno de los miles de parques que tenía la ciudad... ahí empezó a leer tranquilamente sintiendo una suave brisa en su cara hasta que sintió una tenue presencia más que familiar a varios kilómetros de distancia... suspirando cerró su libro confirmando una de sus miles de hipótesis.

-Sin tus fieles seguidores la diosa de la guerra supera por poco la fuerza del ser humano más poderoso...- dijo viendo el cielo- la hijita orgullosa y fanfarrona de Zeus sigue con vida... pero bueno- se levanta- no planeo relacionarme con ella tampoco... así que pobre de ti si destruyes la tranquilidad que tengo aquí Ares.... ¿o debería llamarte Umi?-

Umaruuu fuera!!

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