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King (parte 2)

—¿Te llevó a algún lugar?— preguntó la misma caballero de cabellos naranjas después de unos días de haberse "conocido", ya no se sentía tan solo, su cuarto ahora sí que parecía una habitación decente en la cual descansar, le habían llevado ropas para cambiar ese vestido amarillo con el que había llegado y el rey...bueno, aún no hablaban mucho pero al menos ya no la ignoraba. Ya prestaba más atención a sus conversaciones mañaneras sobre lo poco que había visitado, sobre su hermano e incluso le comentó que había comprado noticias a el poeta para saber lo que sucedía en su reino natal.

Ya no estaban tan mal, estaban rompiendo el hielo al menos y las esperanzas habían vuelto a su cuerpo una vez más. Puede que estuviera loca, pero incluso le había parecido que sus ojos tenían un brillo verde que no se notaba de lejos, como si la oscuridad los estuviera abandonado lentamente mientras su cuerpo se relajaba.

—Escuche que el jardín real es hermoso—

—Oh sí que si— habló la mujer— El rey lo tiene muy bien cuidado en memoria de la difunta reina, lo llena de rosas rojas y rosadas y no se puede marchitar un rosal porque desata su ira con aquel que lo descuidó —la reina difunta, ella había llegado ahí cuando apenas tenía unos mese de reinado, claramente no conocía aquello de "la reina difunta" ¿había tenido esposa? Eso explicaba la soledad en su mirada con la que tanto se había identificado. Hizo una mueca, sentía pena por el soberano, tanta, que incluso arriesgó su pellejo para darle algo de compañía—Es aquí—habló abriendo la puerta de cristal que las hacía entrar a aquel bello lugar y soltó un gruñido cuando el sol caló sus ojos —Puedes estar aquí, pero no te recomiendo tocar algo a menos que quieras que te decapiten—la rubia rió nerviosa.

—Gracias derieri—

—Descuida, iré a hacer mis rondas—gelda asintió con la cabeza y la miró alejarse con tranquilidad colocando si casco. En ese momento suspiro y avanzó un poco más. El olor a las rosas y demás flores empalagaron su nariz a tal grado que tuvo que sostenerla para no estornudar, el pasto verde acariciaba sus tobillos con suavidad, el sol la deslumbró y aunque al inicio le molesto, consiguió acostumbrarse

Soltó el aire que tenía guardado, se sentó en el pasto y dejó que la paz gobernara su cuerpo y alma. Si había algo que extrañaba de su reino natal era eso, estar en las praderas acompañada de su hermano sin que su padre estuviera cerca, no tenía buenos recuerdos.

*

Zeldris firmó un último contrato, le pagó a el último caballero que le había ayudado a recuperar su reino perdido y se tallo la nuca con estrés formando una mueca en sus rosados labios, estaba aburrido, no creía que reconstruirlo todo sería tan cansado. Debía de recibir a los refugiados y darles asilo, encontrar a las familias perdidas, poner a niños en orfanatos, darles de comer y ropa limpia. Era demasiado, quizá con el baile que se celebraría en un mes podrían comer todo lo que quisieran pero mientras tendrían que recibir ayuda de el reino vecino

—Melascula—

—¿Si majestad? —habló la caballero sacro de tono dulce

—Por favor solicita una audiencia con el rey estarossa y con su hermano el príncipe mael. Necesito algo de ayuda —

—Danafor asistirá a el baile en un mes mi señor, ¿no desea esperar a eso? —una mirada oscura se posó sobre la mujer, que sólo pudo sentir su piel retorcerse en un escalofrío, pero cuando pensó que terminaría por insultarla irónicamente por contradecirlo, el rey sólo suspiro y negó pacíficamente

—No, el reino no tiene la suficiente comida para alimentar a tantas personas por un mes, necesitamos ayuda ya—

—Como ordene—

—Fraudrin—

—Si majestad—se acercó un sirviente poniendo la espalda recta sin mirar directamente a su gobernante

—Por favor, llama a gelda y llévala a mi habitación—

—Me temo que eso no será posible—el soberano suspiro por segunda vez con cansancio y miró a su sirviente —Derieri informó que la bruja está en el jardín real, dudo que quie...—pero ni siquiera pudo terminar de decir eso, pues zeldris ya se había levantado ignorando las demás labores que tenía para hacer y salió corriendo dispuesto a ir hacia aquel lugar que debía estar estrictamente prohibido

Mierda, iba a descontar a derieri por eso, nadie podía tocar ese lugar estaba prohibido, no sólo porque lo cuidaba mucho sino porque ahí estaba enterrado el cuerpo de su difunta madre. Ella pidió que la sepultaran en el lugar que tanto había amado y cuidado así que cumplieron su orden cuando dejó de respirar. Casi que aventó a una dama que llevaba cobijas en sus manos, tiro las toallas que tenía un mayordomo en brazos y cuando abrió la uretra de cristal, lo que vio le dejó pasmado.

Era contrario a los que esperaba ver, la imaginaba tocando todos los rósales o incluso arrancando las flores, pero no, solo estaba recostada con una sonrisa mirando hacia el cielo azul adivinando silenciosamente la forma de las nubes esponjosas, no supo cómo reaccionar, pero su cuerpo empezó a moverse hasta estar detrás de la femenina. Se veía celestial que incluso la confundió con un ángel por un momento, su cabello rubio suelto ondulando con el viento, sus ojos rojos mirándolo algo confundida, un par de mariposas revoloteando a su alrededor y sus labios entre abiertos. Solo pudo sentarse sobre aquella mata verde sin apartar su mirada

—¿Qué miras?—preguntó algo confundida, zeldris no contestó, solo suspiro un poco y empezó a pasar su verde mirada por todo el lugar. Había olvidado lo empalagoso que podía resultar pero así era como lo recordaba, lleno de flores y dulces animales con los que su madre se entretenía. Arrugó la nariz por aquel olor dulzón y finalmente parpadeo recobrando la razón

—No tienes permitido estar aquí —

—Oh—la mujer hizo una mueca y se puso de pie sacudiendo su vestido—Lo lamento, no sabía que estaba prohibido y siempre quise visitarlo—

—Es un lugar muy especial para mi—

—Hmmm—gelda suspiro un poco mordiendo su mejilla interna—L-Lo se, derieri mencionó que era de la difunta reina...—zeldris reprimió un jadeo y se recostó en el pasto cerrando sus ojos—¿Cómo era su esposa? —la sonora carcajada que salió de los labios de él soberano fue suficiente para que la rubia se pusiera rosa por la vergüenza y desviara la mirada. No sabía de que se reía pero ver la emoción con la que lo hacía aceleraba su corazón y le producía un mareo insólito

—¿Esposa? No gelda, yo no he tenido una esposa—

—Hum—se sintió tonta por su apresurada boca que no pensó sus palabras y se sentó de nuevo cuando él rey le hizo una ceña para que se sentase

—Mi madre es la difunta reina, ella amaba este jardín cuando estaba con vida y su última voluntad fue que la enterraramos en su jardín—un suspiro de ensoñación acompañó aquel momento pacífico mientras gelda ponía más atención en su relato—Por eso cuido tanto este jardín y lo tengo tan prohibido. Siento que si lo mantengo con vida, mi madre sigue con vida—

—No lo sabía majestad—

—Zeldris —

—¿Eh? —

—Olvidemos el "majestad"—le sonrió a la chica que sonrió de oreja a oreja y causó ternura en el azabache, ella no era tan mala, el estereotipo de las brujas que tenía se estaban rompiendo con la hermosa actitud de la chica y, aunque lo mas probable es que ella haya hecho un pacto con el diablo para que se abriera así con ella, no le importaba, no había hablado con esa sinceridad con alguien desde que su madre había cerrado los ojos—Solo zeldris, gelda—

—Esta bien zeldris—ambas sonrisas resplandecieron con los rayos de el sol que se reflejaban en ellos. Pasaron sólo 10 segundos que lo sintieron como varios años mirándose a los ojos sin aburrirse, pero se rompió en pedazos cuando alguien aclaró su garganta detrás de ellos y los hizo voltear

—Majestad—la cara enojada que le dedico el soberano fue suficiente para que el sirviente de cabellos morados tragara en seco molesto—L-La comida está servida—

—Ya vamos—jadeo con molestia poniéndose de pie con algo de torpeza tras tropezar se con la capa y voltear hacia la mujer para extenderle su mano—¿Me acompañas gelda? Creo que hoy han preparado algo delicioso—

—Iré con gusto zeldris, muero de hambre—sonrió con felicidad deslizando su mano por la fría palma de el azabache haciendo una mini reverencia. La corriente eléctrica que sintieron fue lo único que les aseguro que ese momento era real y que estaban cayendo en un juego peligroso

*

Estaba pensando y cada vez lo veía como algo menos riesgoso, su cabeza no dejaba de forzar su propio cuerpo a cosas que en el fondo no deseaba, tenía ojeras negras debajo de sus cuencas verdes, firmaba y leía documento por documento pasando a los que consideraba más importantes, uno para aprobar la reconstrucción de castelion, uno para los refugiados, uno sobre lo que harían con todo lo de valor que tenía la familia real.

Todas esas joyas serían repartidas entre los ciudadanos, caballeros y él incluso, era justo y no iba a convertirse en el tirano que su padre había sido. Su corazón era malvado pero su alma no lo era y no podía hacer sufrir a quienes no tenían la culpa de una niñez sin calidez

—¿Zeldris? —levantó la cabeza con agotamiento al escuchar la voz de la dama rubia y sonrió levemente

—¿Qué haces despierta tan tarde? —

—Tenía hambre—se alzó de hombros con indiferencia y dejó ver finalmente el pan que traía en su mano, seguramente había escuchado sus suspiros frustrados y se asomó con curiosidad. Agradecía que lo hubiera hecho pues rápidamente le ofreció de lo que tenía en la mano y se colocó detrás de él empezando a masajear sus hombros. Un gruñido de placer salo de los labios del soberano que jadeo después y mordió su labio, en verdad necesitaba eso—¿Mejor?— apenas pudo hablar por lo que solo asintió con la cabeza sonriéndole agradecido, cerró los ojos relajando se completamente ante un tacto tan cercano como lejano pero se tuvo que enderezar cuando escucho como la dama tomaba una de las hojas que debía de analizar

—¿Qué haces? —

—Ayudarte—una risa oscura brotó de el pecho de el soberano que le quito el objeto con delicadeza y negó burlesco—¿Qué pasa? —

—¿Ayudarme? Tu no puedes hacer eso, no tienes ni el más mínimo conocimiento—ese comentario hizo que la dama frunciera su ceño molesta y se cruzara de brazos—¿Por qué no mejor haces algo que si puedes hacer? —

—¿Disculpa? —

—Ven—la atrajo delicadamente de la cintura para sentar la en sus piernas y luego hundió su cabeza en su hombro. Gelda no pudo evitar su sonrojo pero lo indignada que se sentía no cambió pese a lo fuerte que su corazón bailaba, la cercanía del rey era algo que siempre había deseado, pero no de esa forma—Esto me va a ayudar mas, además, serias la primera en compartir cama con el rey—

—¡Idiota! —

¡PLAP!

Sonó por todo el lugar de aquella oficina, la mujer le había dado una cachetada sin dejar de estar roja y se había levantado con furia de sus piernas. Le quito su comida de media noche, le aventó sus papeles con los que quería ayudarle y se fue hacia la puerta sin disminuir su enojo

—¡No soy quien para que te insinues así! ¡Trato de ayudarte! ¿¡Y crees que quiero...quiero...!?—el rey rodó los ojos y se cruzó de brazos. Joder, ella era realmente especial pero prefería terminar con todo y ya...solo acabar con todo y ya

—Gelda...—

—¡Que pase buena noche majestad! —y sin decirle más solo cerró la puerta creando un enorme sonido en medio de la oscuridad y se fue de ahí, dejando a el soberano con una silencio y su mente trabajando.

*

Sin duda había sido estúpido, empezando porque había sido cortante desde lo que había pasado iban tan bien, unas semanas siendo cercanos para que él lo arruinara de esa forma tan tonta. Se arrepentía y mucho pero por más que intentaba arreglar las cosas, ella lo alejaba con una mirada hostil y el cuerpo tenso. Sus pláticas se habían vuelto más frías, apenas y hablaba, intentaba sacarle platica conversando sobre su día pero ella solo a sentía indiferente o permanecía estática como si no lo escuchara. Cada vez estaba más y más harto de ese asunto y como no sabía nada de chicas, solo pudo recurrir a lo que sabía, poder.

Seguía repitiéndose mentalmente porque hacía eso, seguía diciendo que no valía la pena y que si ella quería ser así entonces él dejaría de creer que existe, ignorarla, dejar que el tiempo pase y luego asesinarla frente a todos como era la costumbre. Lo peor de todo era que no tenía la fuerza de voluntad como para hacerlo, tosio un poco escandaloso sujetando su pecho por un dolor ácido que lo recorrió y tras reponerse volvió a ver a el sastre

—Trata de ponerle algunos rubíes—exclamo ligeramente ronco, estaba preparando le un regalo que sabía que iba a desechar, pero valía la pena intentarlo. ¿Donde estaba ese poeta seguidor del amor cuando lo necesitaba? Necesitaba uno de sus poemas, pero por lo visto no estaba ahí, se había ido ya un tiempo atrás y quien sabe en cuanto tiempo volvería. Si es que volvía

Sacudió su cabeza poniendo más atención en el hombre que seguía utilizando sus habilidades y frunció su ceño, más valía que le gustara porque iba a pagar una buena cantidad por aquel capricho suyo para perdonarse.

Suspiró y se retiro con la mente ocupada en la de cabellos amarillos, quizá, había otra forma de conseguir lo que su corazón anhelaba, la soledad lo mataba por dentro y no era una metáfora cuando decía que estaba muriendo desde adentro, el tiempo se le terminaba y quería cumplir uno de sus sueños antes de partir, quería hacer feliz a aquella que cuidara su corazón y si esa mujer era la que había recibido con él seudónimo de "bruja" iba a hacerlo

*

—No iré —

—Por favor gelda—insistió la caballero de largos cabellos anaranjados mirando a su amiga. El baile que el rey había estado organizando por la recuperación de una tierra perdida hace siglos al fin estaba ahí, se escuchaba a los sirvientes yendo de un lado a otro con esmero para dejarlo todo listo, se alcanzaban a escuchar los murmullos de los invitados entrando a el palacio y el delicioso sabor de la comida llegaba hasta sus fosas nasales. Pero pese a todo eso, no estaba dispuesta a arreglarse o salir de su habitación. Seguía molesta e indignada

Amaba a zeldris, lo hizo desde hace mucho tiempo al ver la soledad en los ojos del rey, pero lo que había hecho no se lo había perdonado aún. Había ido de buena fe a ayudarle para relajar un poco su trabajo y lo único que él pensó que quería era sexo, ¿quién carajos piensa que alguien te ayuda para conseguir placer? Al menos ella no creía que fuera asi

Ni siquiera había abierto la caja que le había entregado en persona con un bello sonrojo en sus mejillas, mi leído la carta que le había dejado sobre aquel regalo. Se estaba esforzando para que lo perdonará, ahora el que no se quedaba callado era él, le pedía a los cocineros su comida favorita e incluso llegó a descubrirlo intentando cocinar él, claramente fue un desastre pero fingió que nunca lo había visto para no hacerlo sentir mal.

—Se molestara mucho si no te presentas —

—Pues que se moleste, no pienso salir de aquí en toda la noche —

—¿Por qué? Se nota a kilómetros que derramas corazones por el rey—la dama solo se sonrojo fruncir do más su ceño y se cruzó de brazos clavando más sus pies sobre el piso

—¿Y si es así que? —

—Pero no seas tan hostil—rio la caballero—No deberías de avergonzarte de eso—

—Seamos realistas derieri—la de cabellos anaranjados se sentó al lado de la invitada de su rey y le presto atención—No tengo oportunidad, es un rey y yo una campesina, es demasiado terco y soberbio como para permitir que alguien llegue a su oscuro corazón —

—Bueno, un consejo que no pediste...—gelda soltó una risa—Te recomendaría hacer tu mayor esfuerzo e intentar perdonarlo—se quedó en silencio esperando algo que pudiera hacerla cambiar de opinión y suspiro rendida, le sonrió con pena y luego la tomó de las manos clavando su penetrante mirada en los rojos de la contraria—Haz hasta lo imposible para hacerlo feliz, debo decirte algo—

*

El ambiente era ambiguo, no sabía decir si era algo de júbilo, impresión, decepción o incluso mal interpretado. Había miembros de la realeza, ciudades importantes como el gran rey Arturo de camelo tomaba una copa de vino acompañado de su fiel sirviente, la maga de su corte, El rey estarossa bailaba lleno de felicidad con su esposa, la reina liz de danafor y su hermano menor, mael, conversaba algo nervioso con la princesa jellamet de edingburgo que parecía risueña ante su actitud tan caballerosa y torpe, y él, estaba solo.

Sentado en el enorme trono, mirando la felicidad contraria con el anhelo de poder vivirla alguna vez, viendo a la gente liberada de castelion comer como si no hubiera un mañana por los manjares y a los niños riendo mientras corrían por la sala de el trono, a él, le gustaría en algún momento ver un par de pies pequeños corriendo por ahí. Lástima que tal vez no alcanzaría a vivir como para verlos crecer

Suspiró con anhelo, debía de llegar, debía de presentarse, había gastado mucho en el hermoso vestido que le había mandado a hacer y quería poder disculparse como se debía por haberla ofendido de esa manera. Sus esperanzas se cayeron cuando la melodía que tocaban los músicos se volvió más lenta y romántica y velas se apagaron levemente para volver todo un poco más privado e íntimo. Era obvio, ella ni iba a venir, era demasiado hermosa y llena de vida para un rey tan cruel y moribundo como él.

Con una sonrisa que ahora extrañaba, una dulce voz que añoraba escuchar una vez más, unas caricias cálidas que hacían latir su corazón oscuro. ¿Por qué tuvo que arruinarlo todo de esa forma? Solo pudo verlo cuando sus ojos negros se volvieron de un color verde brillante y se dio cuenta de lo tarde que reconocía sus sentimientos. Una joya hermosa mal entendida y juzgada, no sabía si esa bruja ya le había puesto algún fuerte hechizo para atontarlo, pero no podía evitar sentirse tan feliz cada que ella estaba a su lado.

—Majestad—volteo si mirada verde, sorprendiendo a melascula al verlo como un pequeño niño y luego sonrió haciéndose a un lado—Lady gelda ha llegado—sus pupilas se dilataron por ese llamado y sus labios se abrieron en una sonrisa ancha y grande. Verla llegar fue lo mejor que había visto en toda su vida, enfundada en ese vestido grande y rojo con rubíes que brillaban ante la poca luz, con su hermoso cabello rubio perfectamente trenzado y algo de color en sus labios rojos. Sus ojos no tardaron en chocarse como fuego ardiente a nada de quemar todo el palacio y como si estuviera embrujado, empezó a caminar hacia la mujer con una mirada incrédula

—Creí...—balbuceo causando ternura en la femenina—Creí que no vendrías—

—Creo que ya es tiempo de olvidar rencores—sonrió levemente haciendo una reverencia que ruborizo al soberano. Este se aclaró la garganta rápidamente y le extendió su mano con suavidad mordiendo su labio inferior

—Me permites esta pieza —la atención no tardo en postrarse sobre ellos y para cuando gelda colocó su mano sobre la del rey, el salón se había despejado para dejarlos bailar en todo el lugar. Zeldris hizo una reverencia para iniciar el baile, gelda la regreso con una sonrisa de gozo y cuando sus cuerpos se juntaron, los músicos debieron de volver a tocar la misma melodía para que su baile no terminara tan pronto como había iniciado.

Dieron una vuelta, la dama tembló cuando las manos contrarias empezaron a guiarla por su cintura y sus rostros estaban tan cerca como para oler la hermosa fragancia que pintaba sus cuerpos.

Un, dos, tes...Un, dos tres...

De vez en cuando los pies del soberano sufrían un pequeño daño y la mujer se disculpaba con un sonrojo feroz. Ella nunca había bailado, no sabía hacerlo y le avergonzaba ver las expresiones de dolor del de menor tamaño cuando lo pisaba

Un, dos, tres...Un, dos, tres...

Sin duda era mágico, si hablaban, nadie más que ellos iban a escucharlos y fue gratificante para lo que estaba por suceder en ese mismo instante. Zeldris tomó aire, la hizo girar en su propio lugar para luego hacer que su vestido resplandeciera haciéndola ver aún más hermosa de lo que ya era. Aún nervioso, el soberano la atrajo hacia él, hizo un contoneo suave para volver el baile aún más hermoso y se estiró hasta su oído para que solo ella escuchara lo que debía de decirle

—Lo lamento—esas palabras lograron que gelda soltara un respingo de sorpresa y se separara levemente para verlo a los ojos—Mi actitud fue deplorable y me fije en lo menos relevante. Te ofendí de una forma grave y aceptó que aún no me hayas perdonado por completo—no le permitió responder pues la separó para hacerla girar siguiendo con su vals, volvieron a juntarse y fue entonces que la dama se agachó hasta besar la comisura de sus labios iniciando una flama ardiente que no iba a ser apagada tan fácilmente

—Sigo molesta, sigo con ganas de golpearte, pero no puedo evitar amarte cada día más—

—Será tu maldición amarme—

—No me importa si se termina convirtiendo en mi maldición, era la única que comprendía la soledad en tus ojos, aquella que sabía lo que se sentía ser educado sin amor—un nudo se formó en la garganta del rey y no pudo evitar jadear para contener su llanto. Gelda acarició su mejilla rápidamente y beso su frente intentando calmarlo

—Terminaras odiando el día en que llegaste aquí—

—Odiare más no decirte cuanto te amo—no pudieron evitarlo, se unieron en un beso quedándose quietos los últimos segundos de la música, estallando en aplausos, se abrazaron con miedo a que el tiempo los separara antes de que pudieran soportarlo y para cuando las luces volvieron a ser lo suficientemente claras, todo el salón se quedó en silencio pues repentinamente el rey y su acompañante habían desaparecido y sólo se escuchaba el eco de sus risas entre un pasillo lejano

La fiesta siguió con normalidad y fue una completa bendición que los gemidos y gritos de el cuarto más alejado no se hayan escuchado, pues el rey beso cada parte de la piel de la mujer rubia, la hizo gritar su nombre en un alarido de gozo titubeante, sintió su interior contraerse ante su embestidas y luego fue recompensado con caricias sobre su espalda desnuda y cabellos negros entre miradas de pilleria y amor mutuo.

*

Lo siguiente que sucedió le cayó de sorpresa a cada persona en el reino, incluso la muerte de una mujer albina rápidamente fue olvidada cuando semanas después de su muerte, la pareja anunció que iba a haber una boda real y todo el pueblo estaba invitado. Fue un evento como ninguno otro, alcohol, música hasta en las calles, visitantes de todos los reinos a ver la boda real y la nueva reina bailando con los niños de su, ahora reino, sonriendo y divirtiéndose como nunca en su vida.

Incluso su hermano había ido y fue una sorpresa para zeldris ver que era de la misma estatura que él, orlondi era de complexión pequeña pero sin duda le agrado al ver como cuidaba tanto a su hermana. De su familia nunca supo nada más que lo que ella le contó en su noche de bodas, no había sido una infancia feliz, su padre golpeaba a su mamá y era su hermano quien le tapaba los oídos para que no escuchara la brutalidad y los lloriqueos de su progenitora, le había dicho que la razón principal por la que se fue porque una vez estaba tan molesto que la tuvo contra ella, su hermano la sacó de ahí golpeando a su padre y rápidamente le pidió que se fuera a algún otro lugar.

Casualmente ese lugar fue liones y apenas miró al rey supo que podía entender esa enfermedad fría en su cuerpo, bueno, al menos podía entender la metafórica.

El día más feliz de su vida fue cuando su esposa resultó embarazada, su mayor preocupación fue que ella no sobreviviera a el parto, su mayor alegría fue cuando escucho el llanto de un bebé y su mayor pesar fue ver como su hijo corría completamente energético por el castillo y el ya no podía seguirle el paso, la enfermedad había nublado su vista, la tos con sangre mancha a sus pañuelos blancos, los escalofríos no le permitían dormir por la noche y apenas podía creer que había sido tan feliz esos años de su vida.

El tiempo se fue entre sus dedos como el agua fresca con la que se bañaba y miró con una sonrisa agradecida a su esposa que le acariciaba el cabello con la misma ternura de siempre

—¿Te duele algo? —negó con la cabeza, nada le iba a doler si la tenía a ella a su lado—¿Tienes sed? —

—No—río un poco y siguió admirando le embelasado, si iba a morir, quería morir viéndola a ella y a su progenitor

—¿Qué tanto me miras zel? —

—Solo me pregunto...—si cuerpo se sacudió por una repentina y molesta tos que interrumpió el íntimo momento, gelda sollozo, triste de ver al hombre que amaba muriendo de forma lenta y dolorosa, su hijo la abrazo fuerte, incapaz de ver a su padre moribundo y el sacerdote sólo se lamento internamente lanzando algo de agua bendita a el joven rey. Cuando al fin se calmó, volvió a mirar a su esposa y junto sus manos—Me preguntaba, ¿qué hechizo me pusiste para tenerme así de enamorado? —la rubia río levemente, se inclino para besar los fríos labios de su esposo, al menos una vez más y luego negó enternecida

—Oh zel, creí que ya había quedado claro—el soberano espero callado—Nunca fui ninguna bruja, jamás lo fui, pero sabía que así ibas a notar e y me dejarías entrar incluso si arriesgaba mi vida. Quería hacerte feliz porque te amo de verdad, sin necesidad de algún sucio hechizo—en el fondo zeldris ya lo sabia, pero quería escucharlo una última vez. Asintió, dejando salir una cristalina lagrima de su ojo verde, se dirigió hasta su hijo que apenas podía sostenerle la mirada, le pidió que se acercara, le susurro unas palabras que nadie más que él joven niño pudo escuchar y tras hacer eso solo cerró sus ojos y dejó salir su último respiro. Con una bella sonrisa en sus labios y su corazón perfectamente purificado.

Pasaron 7 días y 7 noches en las que la familia real y el pueblo velaron y lloraron por su rey y cuando el amanecer del octavo día azotó la ciudad, el niño, el hijo del rey de corazón oscuro se alzó ante su pueblo dispuesto a seguir los buenos pasos que su madre y padre le habían enseñado, pronto la enorme corona de oro de su progenitor fallecido quedó suspendida en su cabeza y el día de su coronación, el nuevo rey quedó arrodillado ante el mismo jardín donde su padre fue enterrado, justo al lado de su difunta abuela.

*

Con esto finalmente termina soldier, poet, king.

Pero tranquilos que aún falta un epílogo que aún no se cuando sacare, el epílogo será muy corto pero lo suficiente como para dejarles un buen sabor de boca, lo prometo QwQ

No tengo mucho tiempo, aún no se si vuelva a wattpad. ¿Les gustó? Espero que si ¿que parte fue su favorita? ¿Cuál les gustó más, soldier, poet o king?

Sin más disculpen faltas de ortografía y nos veremos en el epílogo de esta hermosa historia

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