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ix. doctor Jaeger

🗡️ 🛡️CASSIE INTRODUCES YOU 🛡️🗡️
chapter nine: doctor Jaeger
written by mxgicsarcxsm
© 2023 ⚔️

Año 832

📍Centro de entrenamiento de cadetes


DESDE QUE HABÍAN HABLADO sobre aquello llamado <<mar>>, Cassie y compañía parecían tener energía adicional en todos y cada uno de sus entrenamientos. Como un vehículo impulsado por verdaderos caballos de carreras, los jóvenes no dejaban de hacer los entrenamientos que el instructor les ponía sin rechistar, lo que llamaba la atención de prácticamente todos los cadetes. Después de todo, los hermanos y Harry eran conocidos por quejarse cuando un ejercicio no les parecía útil para su futuro, y no estaba siendo el caso. No se estaban quejando por absolutamente ninguno de los ejercicios que les ponía su instructor. Y, evidentemente, hasta el hombre se percató del cambio en aquel grupo de problemáticos aspirantes a soldados.

Y por ello, se puso más duro con ellos que con los demás cadetes. Parecía dispuesto a apretarle las tuercas lo suficiente como para probar si aquella energía era verdadera o solo una mera ilusión. Ese era el motivo por el que su tabla de ejercicios se había vuelto más intensa y compleja. Incluso cuando los mandaba dar vueltas extras por todo el revuelo que llegaban a causar por un motivo o por otro, se topó con la sorpresa de que ellos no se quejaban ni nada por el estilo. Ni siquiera Cassie o Harry, quienes eran los más revoltosos. Simplemente guardaban silencio y seguían a lo suyo.

Porque todos estaban decididos a querer ver el <<mar>> con sus propios ojos. El llegar a comprobar si todo lo que decía aquel libro era cierto o solo eran invenciones de una mente con demasiado tiempo libre. Y, para poder verlo, debían entrar en la Legión de Reconocimiento, en otras palabras, enfrentarse cara a cara con los titanes. Y aunque eso podía hacerlos retroceder mentalmente, su meta mental era mucho más fuerte que el posible pavor que pudieran sentir.

Aunque claro, seguían siendo humanos y se cansaban igual que los demás, a pesar de tener más resistencia que el resto de sus compañeros. Y esa euforia que llevaban en el campo de entrenamiento, que provocaba que todos se esforzaran en los ejercicios, era lo que hacía que luego acabaran completamente agotados, exhaustos. Acababan tirados por el lugar, respirando de forma entrecortada y preguntándose si sus extremidades seguían ancladas a su cuerpo o si las habían perdido en algún momento del día.

—No entiendo por qué os exigís tanto de esta manera—soltó un joven de cabello castaño, que Hange les había presentado como Moblit Berner, mientras les repartía bebidas a todos. Después de todo, ninguno se había movido del suelo desde que habían acabado su última vuelta, y al chico le habían dado algo de pena—. Estáis agotados, es evidente... ¿Realmente os merece tanto la pena el agotaros de esta manera? Quiero decir, todavía estamos en primer año...

—En primer año o en tercero, siempre tenemos que dar todo lo que tenemos—replicó Cassie, esbozando una sonrisa de puro agotamiento, luego de haber bebido un trago de agua que le supo como si se tratase de oro líquido—. Si queremos hacer algo de provecho en nuestro futuro, no podemos conformarnos con seguir al resto. Debemos apuntar mucho más alto.

—Ya está filosofando otra vez—bufó Harry, negando con la cabeza. Se rascó la nuca con algo de asco, pues debido al sudor tenía bastantes hebras azabaches ahí pegadas. No veía el momento de asearse—. Que alguien le de una fruta, que está perdiendo minerales por decir cosas tan profundas.

—Cierra el pico, Parson—lo riñó Beorn, con mala cara.

Harry se limitó a sacarle la lengua con aire infantil, mientas las chicas y Angus se replanteaban en qué momento les había parecido buena idea juntarse con ellos.

—¿A qué te refieres, Cassie? —preguntó Moblit, con aire confundido.

—Somos futuros soldados del ejército, debemos aspirar a ser los mejores de los mejores si queremos proteger a la humanidad de todas y cada una de sus amenazas—explicó la de cabello naranja, borrando su sonrisa, haciendo que fuera substituida por un ceño fruncido—. Todas las personas que viven en el reino dependen de una franja diferente del ejército. Y es por eso por lo que se debe dar todo lo que se tiene dentro para mantener todo en orden.

—O lo que se debería—apuntó Angus, con expresión disgustada.

—Yo no entro en esos debates, Angus.

—Me he perdido un poco—admitió Moblit, rascándose la nuca con aire nervioso al ser de nuevo el centro de la atención—. Entonces, ¿quieres decir que vas a entrar en la Policía Militar para ayudar a mantener el orden?

Cassie, que estaba bebiendo un sorbo de agua, se atragantó al escuchar la inocente conclusión del chico. Comenzó a toser, mientras Soleil le daba suaves palmaditas en la espalda y Maika la miraba preocupada.

—Cielo santo, no—exclamó Cassie, poniendo cara de horror.

—Pero yo creí...

—Escucha, Moblit, realmente tiene que pasar una catástrofe a nivel de todo el reino para que tú fueras capaz de ver a mi hermana en la Policía Militar—señaló Beorn, quien tenía los brazos cruzados por encima de su pecho y parecía estar aguantándose la risa.

—Y aún así—intervino Maika, casi con la misma pose—, a mí me cuesta un poco imaginármela.

—Lo que he dicho antes, es para las personas que quieran tener sus culos dentro de los muros—explicó Cassie, ignorando los regaños que recibió por su forma de hablar. No apartó su mirada del chico, haciendo que éste sintiera un escalofrío recorrerle toda la espalda—. Aquellos que, desde mi humilde punto de vista, son o una manada de cobardes absolutos o personas que quieren tener una vida fácil. Alguien que no tiene afán de luchar por algo mejor es alguien que no tiene ambición de vivir. Si te conformas, es lo mismo que tirarte dentro de un agujero y taparte con tierra.

—Se puede decir de muchas formas, pero creo que es bastante gráfico—opinó Angus, haciendo un gesto con las cejas.

—Es simple de entender—intervino Maika, al ver la mueca que Moblit estaba poniendo—. Si te conformas con una vida en la que tienes todo solucionado, pierdes una parte de la condición humana que te hace tan diferente a los demás animales.

—¿Y esa cuál es? —cuestionó Moblit, en un hilo de voz.

—Las ganas—respondió Cassie, con una expresión extraña—. Ganas de vivir. ¿Para qué vas a vivir si todos los malditos días son exactamente igual al anterior? ¿Para qué vas a levantarte de la cama si vas a tener que hacer lo mismo que hiciste ayer? —Su rostro se ensombreció—. Te vuelves animal. Te pareces cada vez más a una vaca lechera, que deja que la ordeñen todos los días a la misma hora.

—Cassie—soltó Soleil, sorprendida por su repentino cambio.

—Hermana—murmuró Beorn, aunque para ella sonó como una clase de advertencia.

—Yo no quiero condicionar las decisiones que toméis en la graduación, pero me gustaría haceros una simple pregunta—habló Cassie lentamente, alzando la mirada. Sus ojos marrones se habían vuelto opacos, dándole un aspecto algo tétrico que hizo su intervención más tensa de lo necesario—. ¿Queréis ser como una cabeza de ganado, cuyo destino es acabar en el matadero, o deseáis ser como un pájaro, quien no sabe donde estará el día de mañana? Yo sé muy bien la respuesta.



























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—¿No crees que te has pasado un poco con tu intensidad?

Cassie alzó la mirada del papel que tenía delante, topándose con los ojos castaños de su hermano mayor. Arqueó una ceja, en una pregunta muda, de ese modo animándolo a seguir hablando.

—Lo que has dicho de las cabezas de ganado y los pájaros—aclaró Beorn, frunciendo el entrecejo ligeramente—. ¿No crees que ha sido demasiado?

—¿He mentido?

—No.

—¿He dicho la pura verdad, de la mejor manera que se me ha ocurrido?

—Sí.

—Entonces, —Cassie observó a su hermano con tranquilidad. Quizás con demasiada—, ¿Dónde está el problema?

Beorn se sentó en la cama de su hermana, soltando un leve suspiro.

En verdad no debería estar allí, pues los chicos no tenían permiso de estar en las cabañas de las chicas, pero con ellos hacían una pequeña excepción. Después de todo, eran hermanos y estaban acostumbrados a vivir juntos. No podían simplemente separarlos.

—Creo que has sido demasiada intensa, para ellos—explicó Beorn, con suavidad—. Ellos no son Hange o yo. No están acostumbrados a que seas tan directa.

—Si realmente querían ser nuestros amigos, esta es una buena prueba—replicó Cassie, mirando a su hermano con expresión seria—. No creo poder tolerar a alguien que quiere limitarse a ser una cabeza de ganado más. Y sé que tú tampoco podrías, Beorn—añadió, al ver como su hermano desviaba la mirada.

Él se quedó en silencio, apretando los labios en una línea.

¿Podría, realmente, llegar a convivir con personas que se limitaban a seguir a las demás por el redil? ¿Qué simplemente se habían resignado a vivir entre paredes, sin más aspiraciones en la vida? ¿A gente que no alzaba la cabeza hacia el cielo y sentía algo al ver a los pájaros surcar la cima de las murallas que lo rodeaban? Caminando como reses a un matadero, criados para acabar siendo rebanados por un cuchillo jamonero.

Pensándolo más fríamente, ¿podría ser capaz de hablarle a una persona que no tenía ganas de vivir? ¿Qué no iba a luchar por su propia existencia?

La respuesta, estaba más que clara.

—No, yo tampoco—afirmó Beorn, luego de varios segundos en silencio—. Pero estoy seguro de que mamá nos echaría una buena por hablarle así a alguien que intenta ser nuestro amigo.

—Es posible—aceptó Cassie, logrando que los ojos de su hermano se posaran en ella—. Y dime, ¿Qué nos diría papá?

Beorn volvió a quedarse en silencio. Pero, esta vez, era porque ambos sabían muy bien la respuesta a aquella pregunta.

Duncan Mutigman, su padre, estaría muy orgulloso de ellos. Se le inflaría el pecho con orgullo al saber que sus hijos tenían unos ideales tan claros y fijos, y que eran capaces de defenderlos incluso teniendo la edad que tenían. Porque eran jóvenes, sí, pero tenían claro que era lo que querían.

Y esa, era la diferencia con el resto del mundo.














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Año 839

Zona de Trost

📍Rancho de los Mutigman

Si en el momento en el que Cassie había conocido a Levi le hubieran dicho que lo vería jugar con su hermano a los caballitos, seguramente ella habría creído que esa persona se había pasado con las copas. Que había empezado el día con un chupito de anís y que había continuado con más alcohol el resto del día. Sin embargo, había sido una escena que ella había podido ver con sus propios ojos, y en la que había podido participar gracias a su hermano menor.

En verdad, Cassie estaba encantada del trato que Levi había tenido con Rinc. No había sido tan seco como se esperaba, sino que le había seguido bien el juego al niño. A pesar de parecer ridículo, de parecer replantearse su existencia cada poco tiempo, se había mostrado bastante accesible a los juegos del menor. Y a Rinc realmente le había gustado jugar con otra persona que no fueran sus hermanos mayores, pues no era algo habitual para él.

Lo normal para el menor de los Mutigman era estar él solo en aquella gran casa de campo, acompañando a sus padres en las tareas propias del rancho. A pesar de eso, pasaba bastante tiempo solo. Todavía era muy pequeño para realizar ciertos trabajos, lo que hacía que se sintiera algo desplazable y bastante triste. Y empeoraba al no tener a sus hermanos mayores con él, quienes siempre lo colmaban de atenciones.

Sin embargo, a consecuencia de accidente de Devendra, Rinc tenía la casa llena de gente. No solo eso, sino llena de jóvenes que parecían estar encantados de jugar con él, de prestarle atención todo lo que fuera necesario. Incluso había conseguido que Levi jugase con él por voluntad propia, algo que parecía haberle gustado bastante. Había algo en el pelinegro, que los demás no conseguían ver, que tenía totalmente encantado al menor.

Se lo ha ganado, fue lo único que pudo pensar Cassie, viendo como Levi interactuaba más con su hermano. No sé cómo lo ha hecho, pero Levi parece más tranquilo.

Justo ese día, hubo una pequeña aparición en la casa de los Mutigman. Luego de retrasarse por motivos que Cassie no llegó a entender del todo, por fin hizo acto de presencia el doctor Jaeger. Un hombre de cabello marrón oscuro y gafas que, bajo el punto de vista de Cassie, siempre parecía estar algo nervioso. Se preguntó si era por dejar a su hijo pequeño solo en Shiganshina o si era por algún otro motivo.

—Gracias por venir, doctor Jaeger—murmuró, antes de que su padre dijera nada.

—Vaya, Cassie Mutigman—contestó el doctor, Grisha Jaeger, mirando a la chica frente a él con algo de sorpresa—. Has crecido mucho desde la ultima vez que te vi. Como no sueles enfermarte, no os hago muchas visitas.

Cassie todavía recordaba la primera vez que el doctor Jaeger la había curado.

Tendría unos cuatro o cinco años y se había caído de una escalera. Su objetivo había sido la silla de montar más bonita que tenían sus padres en el establo, y ella estaba decidida a subirse a uno de los bonitos ejemplares que estaban criando en ese momento. Por algún motivo o error de cálculo, la escalera se resbaló de una pata y ella acabó cayendo al suelo.

Se hizo daño en un brazo, aunque no demasiado como para llegar a romperlo. Pese a eso, Duncan no tardó en llamar al doctor, quien curó a la niña con bastante paciencia. Cassie recordaba, muy bien además, la enorme vacuna que le había puesto el doctor para, según él, ayudar a que la herida en los músculos curara mejor. Ninguno de ellos sabía de medicina, por lo que aquello le pareció un método bastante bueno, aunque poco agradable.

Aunque, ahora que lo recordaba, Cassie no le encontraba mucho sentido.

—Pues habrá crecido en años, porque en altura no—tosió Beorn, como si no fuera con él.

—Cierra el pico—le gruñó Cassie, fingiendo una sonrisa ante el doctor.

—Caray, Beorn, chico, deja de crecer—señaló Grisha, causando una risa nasal en el mencionado—. Si sigues así, llegarás a tocar el techo con la cabeza.

Beorn lo había conocido el mismo día que su hermana, pues había sido un efecto en cadena de la herida de Cassie. Al caer su hermana, tiró con ella unos cuantos botes de pintura, los cuales le dieron de lleno en la cabeza, dejándolo inconsciente durante unos segundos.

Al igual que su hermana, recibió una vacuna para agilizar la curación, aunque él había puesto más resistencia que su melliza. Después de todo, Beorn no toleraba las agujas, y la que había usado el doctor habría asustado a cualquier médico. Por fortuna, se había curado muy bien, y todo había quedado en una simple anécdota de la aventura de dos niños un poco revoltosos.

—No para de crecer, ¿verdad? —intervino Devendra, esbozando una sonrisa escueta, observando al doctor desde la silla en la que estaba sentada—. Gracias por venir, Grisha. ¿Cómo está Carla? ¿Y el pequeño Eren?

—Carla está bien y os manda saludos a todos. Eren, él es... inquieto, como todos los niños de su edad—respondió el hombre, mientras se acercaba a ella para revisar su pierna. Su sonrisa al hablar de su familia no pasó desapercibida para ninguno de los presentes. Era evidente que doctor adoraba a su mujer y a su hijo—. Supongo que igual que el pequeño Rinc, ¿no es cierto, amigo?

El mencionado asintió con la cabeza de forma efusiva.

—Doctor Jaeger—musitó, mirándolo a través de su flequillo. Hablar con aquel hombre siempre le daba algo de vergüenza—, ¿Eren tiene mi edad?

—Sí, aunque es unos meses más pequeño que tú—respondió Grisha, agachándose a su altura para revolverle el pelo. No había borrado la sonrisa de su rostro—. En otro momento, vendré a haceros una visita y lo traeré conmigo para que os conozcáis. Ahora es más intenso que antes, porque ha hecho un amigo y no para de hablar de él.

—Cassie y Beorn hacían exactamente lo mismo cuando conocieron a Hange—señaló Devendra, con tono dulce, logrando que ambos miraran hacia otras direcciones. Contuvo una risita—. Y Rinc, tú también tienes un amigo de tu edad. ¿Cómo se llama? ¿Elia? ¿Elio?

—Eliezer—respondió Rinc, sonriendo alegremente ante la mención de su amigo—. Pero yo le llamo Eli porque su nombre es muuuuy largo.

Grisha rio ligeramente, mientras Beorn y Cassie miraban a su hermano pequeño con ternura.

Me alegra que haya echo un amigo de su edad, pensó la única hermana, conteniendo un suspiro. Me preocupa que esté tanto tiempo solo en casa...

Por supuesto que Cassie pensaba en su hermano menor muchas veces, especialmente cuando empezaba la época de entrenamiento de potros, cuando sus padres no podían pasar tanto tiempo en casa por estar adiestrando a todos los corceles. Era la época en la que Rinc estaba más solo, pues ni Duncan ni Devendra dejaban que el niño se acercara a los caballos.

Habían tenido el error de dejar que Cassie y Beorn se acercaran cuando eran pequeños, lo que habían acabado en varias coces para los dos hermanos. A pesar de que ninguno resultó herido, Devendra se asustó mucho y decidió que sus hijos no se acercarían a un caballo con menos de diez años. Para evitar problemas mayores.

—Cassie, necesito tu ayuda—indicó el doctor, haciéndole un gesto con la mano y sacándola de sus pensamientos—. Ayúdame a llevar a tu madre a su habitación.

—Los demás—habló Devendra, mirando con seriedad a todos los presentes, incluso a aquellos con los que no había convivido demasiado. Su expresión les recordó a la que Cassie ponía cuando abandonaba su expresión tranquila—, quedaos aquí y no montéis jaleo. O el doctor Jaeger pensará que somos animales.

Si es que no lo piensa ya, pensó Cassie, pero se limitó a mantenerse en silencio.

Se acercó a su madre y la sujetó del brazo para que ella pudiera apoyarse sobre su cuerpo, de forma que pudiera moverse mejor. Grisha la tomó del brazo libre y entre ambos la llevaron a su habitación, para poder curarla sin tener tantos ojos sobre ellos. Allí, la ayudaron a tumbarse en la cama y Cassie esperó en silencio, por si el doctor Jaeger necesitaba más de su ayuda.

Aunque luego recordó algo.

—Señor Jaeger, ¿su hijo tiene el cabello y los ojos oscuros como usted? —cuestionó con curiosidad, mientras su madre retenía una sonrisa divertida.

—El cabello sí, es marrón oscuro como el mío—respondió Grisha, mientras quitaba el vendaje improvisado de la pierna de la mujer, lanzando una fugaz mirada a la chica de cabello naranja—. Pero, los ojos, gracias al cielo, los ha heredado de Carla. No sabemos si son verdes o azules.

—Es decir, depende de la luz que les de, ¿no?

—Sí, algo así—afirmó el hombre, para luego mirarla a través de sus gafas redondas. Parecía un poco confundido por el interés de la joven en su pequeño hijo—. ¿Por qué la pregunta, Cassie?

—Es que en la última expedición, cuando llegamos, me pareció ver a un niño así cerca de donde estábamos pasando—explicó Cassie, recordando perfectamente la forma con la que el niño había sonreído al verlos. Aquellos orbes claros habían brillado con fuerza al verlos aparecer, y como aquel sentimiento se iba borrando poco a poco al ver el panorama de algunos escuadrones. Era una imagen difícil de olvidar—. No pensé en que fuera su hijo porque el color de sus ojos me despistó un poco. Y su rostro era más bien redondo...

—Sí, en eso también se parece más a Carla—asintió Grisha, para luego mirarla de reojo—. Dices que lo viste. ¿Estaba solo? ¿O con otro niño?

—La verdad es que no lo recuerdo—admitió ella, rascándose la nuca con aire avergonzado—. Lo lamento, señor Jaeger.

—No pasa nada, es normal. —Grisha le restó importancia, evitando volver a insistir en lo mismo. Siempre le decía que podía llamarlo por su nombre si se sentía más cómoda, pero la joven llevaba toda su vida llamándolo <señor Jaeger>. Y él se había resignado a intentar convencerla de lo contrario, pues había visto de primera mano lo sumamente cabezota que podía ser la poseedora de cabellos naranjas—. Su amigo tiene el cabello largo y rubio, y los ojos azules. Cuando me lo presentó, pensé que era una niña.

—¿Enserio? —Devendra rio de forma suave, haciendo que unas marquitas aparecieran los lados de sus ojos—. Entonces debe ser un niño muy bonito.

—No lo niego.

—Es posible que también estuviera allí—musitó Cassie, frunciendo el ceño de forma ligera. Por mucho que lo intentase, solo se acordaba de ver al pequeño Eren allí, nadie más. Si hubiera visto una cabellera rubia a su lado la recordaría perfectamente, de eso estaba segura—. Pero la verdad es que no lo recuerdo. Quizás es porque Eren estaba subido en unas cajas para poder ver y su amigo no...

—Suena muy él, sí.

Cassie volvió a quedarse en silencio, observando como el doctor examinaba el pie de su madre. El alivio la inundó cuando Grisha Jaeger aseguró que era un esguince pequeño y que no tardaría demasiado tiempo en volver a estar al cien por cien. Debía seguir unos cuantos días más en reposo y poco más.

Eran buenas noticias.

—Cassie, ¿puedes coger mi libreta en mi bolsa, por favor?

—Claro.

Hizo lo que el hombre le pidió, agachándose para rebuscar en la bolsa del doctor. Había bastantes cosas que no sabía para que servía, por lo que buscó algo de cuero que pudiera parecerse a un libro. Sus dedos rozaron con algo parecido a una caja, solo que era alargada y parecía tener relieve. No tenía ni idea de que era, pero la curiosidad le podía.

La sacó y la observó, mientras el hombre seguía dándole indicaciones a su madre. Observó la caja de color madera, la cual no tenía ninguna indicación. No tenía nombre ni descripción, así que si era una medicina, realmente no tenía ni idea de qué era. No debía hurgar en las cosas de lo demás, pero había una pequeña voz en su cabeza que parecía ir totalmente por libre.

Solo un pequeño vistacito, no pasará nada...

Abrió la tapa sin poder evitarlo, como si estuviera en una especie de trance. Vio una larga jeringuilla, aunque era mucho más grande y con otra curvatura, no era como la que tenían en casa. A su lado había un pequeño botecito con un líquido medio transparente, pero no parecía agua.

—Cuidado con eso, Cassie—exclamó de repente Grisha, haciendo que casi se le cayera al suelo. Se quejó cuando la jeringuilla le pinchó en el dedo, sin ver la mueca del hombre.

—Lo siento, doctor Jaeger, creía que era un libreta...

Ni Cassie ni Devendra entendían porque el hombre parecía tan nervioso de repente. Sus movimientos se habían vuelto torpes en unos pocos segundos, y era claramente visible la forma en la que le temblaban las manos.

¿Qué le pasa?, se preguntó Cassie, observando al hombre.

—No pasa nada...—musitó Grisha, colocando todo en su sitio y guardándolo en el fondo de la bolsa—. Es... es una medicina muy cara. Sería una pena que se echara a perder...

¿Medicina? ¿Eso es una medicina? ¿Habla enserio?

—Pero no tiene nombre ni nada—señaló Cassie, viendo como el hombre parecía haber perdido varios tonos de piel en unos pocos segundos. Aquello le sonaba realmente extraño, como si algo no acabara de juntarse bien—. Si es tan cara, ¿no debería tener un símbolo o algo?

Grisha murmuró algo por lo bajo, totalmente incomprensible para ambas féminas, mientras se secaba el sudor de la frente con un pañuelo de tela. Sus manos seguían temblando con algo de violencia, preocupando a ambas.

Luego, el doctor miró a Cassie y esbozó una sonrisa amable, aunque le salió una mueca extraña. Y aquello solo empeoró las teorías mentales de la joven.

—Las medicinas que son muy caras no llevan nada en sus recipientes—le explicó el doctor con voz temblorosa, y, de hecho, casi parecía ser él quien necesitase un médico—. Es para que los ladrones no sepan lo que es y no quieran hacerse con ellos. Piensan que es el estuche de un pañuelo y lo ignoran totalmente.

¿El estuche de un pañuelo?, pensó Cassie, a quien no le sonaba demasiado creíble aquella excusa. ¿Soy yo o eso suena a una excusa muy mala?

—¿Quieres tomar un poco de té, Grisha? —preguntó Devendra, quien había visto todo con una mueca de confusión escrita en el rostro. No acababa de entender el comportamiento del doctor—. Pareces un poco pálido...

—No me vendría mal—asintió el nervioso hombre.

—Cassie, por favor...

La mencionada asintió ante el pedido entre líneas de su madre, después de todo no quería que ella se intentase incorporar para hacerlo ella misma. En eso, Devendra consideraba que su hija era bastante dedicada a su familia. A pesar de que prefería estar entrenando para su vuelta a las expediciones, no tenía problemas en ayudar a alguien que lo necesitase. Era, en cierto modo, parte de la esencia de ser un Mutigman.

Cassie se levantó del suelo, intentando ignorar la escena que se había formado en pocos segundos, para acompañar al hombre de vuelta a la cocina. Al menos, era lo que pretendía, pues él la tomó por la muñeca de forma suave.

—¿Doctor Jaeger?

—Te pinchaste con la aguja, ¿verdad, Cassie? —cuestionó Grisha, acercando su rostro para susurrar, la voz algo aguda durante unos segundos. Su rostro se había roto en una mueca de puro pánico—. ¿Te duele? ¿Pica o arde? ¿Notas algo?

—Me está asustando—musitó ella, frunciendo el entrecejo al no entender nada de lo que estaba pasando—. ¿No que era una medicina, doctor Jaeger?

Grisha se separó de golpe, como si le hubiera prendido fuego. Volvió a limpiarse el sudor con el pañuelo.

¿Qué le pasa?, se preguntó Cassie.

—S-sí, lo es—balbuceó el hombre, pasando la mirada por todos lados para evitar mirarla a ella—. Pero... a veces... las medicinas causan alergias... y podría ser tu caso—volvió a mirarla, tan fijamente que la puso algo tensa—. No notas nada, ¿verdad?

No más que el mal rollo que me está dando él, pensó la pelinaranja, cuestionándose la estabilidad mental de aquel hombre.

—No, estoy bien—aseguró, elevando la mano para mostrarle el dedo—. ¿Ve? Incluso ha parado de sangrar. No ha sido nada.

Grisha miró fijamente el dedo frente a él, murmurando por lo bajo a toda velocidad. Cassie lo observó con la cabeza ladeada, todavía con el entrecejo fruncido, preguntándose si estaría a punto de sufrir un infarto o un colapso nervioso. Y era extraño, pues desde que conocía al señor Jaeger, siempre le había parecido que estaba más tranquilo que ahora.

No dijo nada más, el de apellido Jaeger tampoco, por lo que Cassie se limitó a hacer el té. Notaba como el hombre no apartaba la mirada de ella, como si la estuviera analizando o algo por el estilo, pero el de apellido Jaeger seguía sin decir ni una sola palabra. La estaba poniendo de los nervios, pero no era una maleducada como para contestarle mal. No cuando aquel hombre había ayudado a su madre y a su padre en muchas ocasiones.

Le dio el té, escuchando un leve <<muchas gracias>> por parte de Grisha, a quien no pareció importarle que el cristal de sus gafas se empañara por el vapor que salía del líquido caliente. Cassie observó como el hombre tomaba aquella bebida, ahora sin posar la mirada sobre ella ni un mísero segundo. Aquello la confundió todavía más, pensando seriamente que el doctor Jaeger estaba nervioso por alguna razón. Pero esa... ¿era ella?

¿Cómo era posible que pasara de analizarla con la mirada a no mirarla ni un segundo? ¿Acaso había hecho algo que no debía? ¿Se había comportado de manera maleducada sin darse cuenta? ¿Le había faltado al respecto en algún momento, y lo había pasado por alto al estar preocupada por su madre? ¿Había sido por preguntarle por el pequeño Eren?

No, no he hecho nada malo, pensó Cassie, observando por la ventana como los potros corrían por el campo cercano a la casa. Se puso como un loco cuando toqué aquella caja con la jeringuilla..., recordó, mirando de reojo al hombre, quien seguía todo tranquilo tomando el té. Sea lo que sea esa medicina, tiene que ser muy especial y cara para que se haya puesto de ese modo.

Sí, debía ser ese el motivo por el que el doctor se había puesto tan nervioso. No se le ocurría ningún otro, y eso que estaba repasando en su mente todo lo que había pasado desde que le había abierto la puerta. No, sabía que si le hubiera hablado en tono inadecuado, Devendra le habría mandado una de sus miradas encubiertas de reproche. Cassie las conocía desde siempre y sabía reconocerlas incluso cuando su madre disimulaba.

Debo disculparme, acabó por deducir. No me apetece tener en mi curriculum el matar de un infarto a un doctor.

—Doctor Jaeger—lo llamó, haciendo que la mirase lentamente—, lamento lo que ha pasado con la jeringuilla. No era mi intención romperla ni nada...

—Lo sé, no te preocupes—respondió Grisha, sonando bastante más tranquilo que antes.

—No, sí que me preocupo—replicó ella, frunciendo el ceño de forma ligera—. Usted me pidió que le alcanzara una libreta y yo me dejé domar por el lado curioso de mi mente. No es algo que se deba hacer—hizo una leve reverencia—. Lamento haber hurgado entre sus cosas de esa manera, doctor Jaeger.

Grisha observó a la chica durante unos segundos, preguntándose como era posible que pudiera mostrarse tan educada y salvaje al mismo tiempo. Era algo que nunca llegaría a entender, y lo único que verdaderamente tenía claro respecto a los Mutigmans. Especialmente, si se hablaba de Cassie Mutigman.

Por que incluso él, un hombre que había visto en pocas ocasiones a la joven de cabellos naranjas, había podido observar que era bastante distinta a las demás chicas de su edad. No, no solo era eso. Era distinta, en esencia, como persona. Poseía una fuerza que lo dejaba pasmado, desde que Cassie no era más que una pequeña niña con coletas naranjas. Nunca había llegado a entender como era posible, aunque era algo que toda la familia poseía.

Los Mutigman eran un enigma que hacían que la cabeza de Grisha Jaeger comenzar a doler con insistencia, como era lo que le estaba pasando en aquel momento. Y era algo que no acababa de comprender.

—Levántate, Cassie—le pidió, negando con la cabeza—. No hace falta que pidas disculpas. No estoy molesto.

—¿Ah no?

—No. —Grisha esbozó una pequeña sonrisa—. La jeringuilla está entera al igual que el frasco, así que todo está bien.

—Pero...—Cassie desvió la mirada hacia el dedo en el que se había pinchado, el cual tenía sangre seca. Aunque no era capaz de ver el agujero que la aguja había causado en las capas de piel—. Me pinché con la aguja.

Grisha se quedó unos segundos en silencio, con los labios apretados en una fina línea. Luego, pareció obligarse a sí mismo a mantener su sonrisa.

—Me has dicho que te encuentras bien, y yo te creo, así que no hay nada por lo que preocuparse.

—Si usted lo dice...—farfulló Cassie, encogiéndose de hombros.

—Eso sí, quiero pedirte algo—señaló Grisha, luciendo de repente bastante serio—. Si te encuentras mal, cualquier signo que se salga de lo que es normal para ti, quiero que me llames de inmediato. Y ni se te ocurra salir de expedición si no te sientes al cien por cien, ¿estamos?

—Pero...

—Mejor prevenir que curar—se limitó a decir el hombre, de forma bastante cortante.

Cassie se quedó en silencio, algo sorprendida.

Era la primera vez que el hombre frente a ella le hablaba de forma tan brusca, así que debía de estar verdaderamente preocupado por los efectos secundarios de aquella medicina en su cuerpo. Por eso mismo, se limitó a asentir con la cabeza. En el fondo, y aunque no lo fuera a admitir, la incomodaba la forma seria con la que el doctor la estaba mirando. Como si le estuviera viendo el alma y la estuviera juzgando por sus actos.

Es escalofriante, fue lo único que pudo pensar.

En cuanto asintió con la cabeza, Grisha relajó su expresión. Pareció bastante más tranquilo que antes de todo el problema con la bolsa, pues sus manos ya no temblaban nada. Y no sudaba más. Fuera lo que fuera el motivo que lo había preocupado, había desaparecido.

O eso pensaba ella.

Luego de agradecerle por el té, ambos volvieron al salón, donde todos los demás se encontraban. Duncan se levantó para hablar con Grisha, al igual que Beorn. Los Mutigman escucharon el silencio las instrucciones que el hombre les dejó sobre el estado de Devendra y lo que debían hacer para que mejorara lo antes posible. Era un alivio evidente para el mayor de los Mutigman el hecho de que su mujer no tuviera ninguna rotura, pues haría todo mucho más complicado.

Y los hermanos también estaban aliviados, especialmente los soldados. Temían que tuvieran que alargar su estadía en casa más de lo necesario, pues eso repercutiría negativamente en Erwin, quien los estaba cubriendo en sus tareas. A pesar de que sabrían que el capitán no les diría nada, se sentirían demasiado incómodos pidiéndole tantos favores. Cassie no lo soportaba, y Beorn mucho menos.

—Que raro—murmuró Duncan, en cuanto el doctor se fue—. Es la primera vez que viene y no se queda charlando conmigo sobre los caballos.

—Tendrá más visitas que hacer—ofreció Beorn, de brazos cruzados—. Ya has visto que aquí ha venido con algo de retraso.

—Y si tiene un hijo pequeño, querrá volver a casa cuanto antes para estar con él—apuntó Maika, quien estaba casi en la misma posición que el mayor de los hermanos.

Duncan observó a ambos con el ceño fruncido, como si aquello no lo acabara de convencer del todo. Luego, desvió la mirada hacia su única hija, viendo como ésta observaba la puerta por la que acababa de irse el doctor. Eso le confirmó que no era el único que pensaba aquello, que no estaba paranoico.

Grisha Jaeger oculta algo, pensó Cassie, con los ojos levemente entrecerrados. No sé lo qué, pero estoy segura de que lo hace. Mientras no perjudique a mi familia, no me importa...

Cassie decidió empezar a hacer la comida para dejar de darle vueltas al asunto. Había decidido que no le importaba siempre y cuando no salpicase a su familia, pero a veces su curiosidad era mayor que sus decisiones. Debía mantener la cabeza ocupada con otra cosa para no comenzar con sus teorías locas.

—¿Todo bien, Cassie?

Ladeó la cabeza, viendo a Isabel cerca suya, mirándola fijamente. Detrás de la pelirroja estaban Farlan y Levi, ambos sin apartar la mirada de ella.

¿Qué pasa? ¿Acaso hoy es el día de mirarme fijamente?, se preguntó la Mutigman, algo confundida.

—Sí, no pasa nada, Isabel—le aseguró, sonriendo ligeramente—. Solo estaba pensando en el tiempo que estaremos en casa. Es menos de lo que me esperaba, pero en el fondo es un alivio.

—Eso quiere decir que tu madre no tiene nada grave, ¿no? —intervino Farlan, ladeando las comisuras hacia un lado.

Levi lo observó con los ojos ligeramente entrecerrados, aunque el rubio no se inmutó. O no se dio cuenta.

—Exactamente—asintió Cassie, sin ver las mejillas sonrojadas del rubio—. Así podremos volver y seguir con el entrenamiento. La próxima expedición llegará antes de que nos demos cuenta y tendremos que estar todos preparados.

—Nuestra primera expedición—musitó Isabel, girando la cabeza para mirar a sus compañeros.

Farlan le mantuvo la mirada, pero Levi fingió que no entendía el doble sentido de las palabras de la menor de su grupo. Se limitó a posar su mirada clara sobre la pelirroja que estaba pelando patatas.

—Oe, pelirroja—habló, logrando que la mencionada lo mirase—, dinos que hacer.

—¿Queréis ayudarme a hacer la comida? —cuestionó Cassie, sonando innecesariamente emocionada.

—¡Sí! —exclamó Isabel de inmediato—. Nunca lo he hecho pero, ¡aprendo muy rápido!

—Es lo menos que podemos hacer, ¿no? —murmuró Farlan, todavía sonrojado.

Ni Cassie ni Levi entendían el bochorno del rubio. Isabel, en el fondo, tenía una remota idea de por qué su amigo reaccionaba de aquella manera. Aunque era una simple teoría.

—No vamos a quedarnos como monigotes mirándote—replicó Levi, frunciendo los labios en cuanto la mirada marrón de la joven de cabellos naranjas se posó sobre él—. Tsk...

Cassie sonrió, casi de la misma forma con la que lo había hecho en el granero cuando cortaban la leña. Levi se mordió la lengua hasta que se hizo daño, por algún motivo que no entendió. Se limitó a apartar a Isabel y raspar más patatas, ignorando las miradas de la pelirroja y el rubio sobre él.

El cambio en el comportamiento de Levi estaba confundiendo un poco a Isabel y Farlan, lo tenían que admitir, aunque no era algo que realmente les molestara. Solamente esperaban que siguiera teniendo en mente su plan, el motivo por el que estaban allí. No era algo que pudieran olvidar fácilmente, pues era como sentir un buitre volando sobre su cabeza.












































¡HOLA, HOLA! ¿Qué tal están? ¡Espero que bien!

Tengo que confesar que, cada vez que hablan del mar, se me mete una basurilla en un ojo. /recuerdos de Vietnam. 

En las escenas del año 832, ¿no os recuerda Cassie a otro personaje? ¿Incluso alguno del propio Shingeki? Porque puede, o no puede, haber una indirecta ahí. Yo lo dejo ahí, cada unx que lo interprete a su manera gg.

¿Podemos hablar de esa escena súper rara de Grisha? ¿Qué te pasa, amigo? ¿Todo bien en casita? Parece nervioso, ¿no? Vaya, vaya, que será esa jeringuilla, eh. Que será, que será, que será (leanlo cantando, que sino pierde efecto jaja).

Levi queriendo ayudar a Cassie a hacer la comida e Isabel y Farlan tipo "¿¿¿???". Es que me los imagino demasiado bien JAJAJAJ. Yo pondría la misma cara la verdad. Sobre todo si tenemos en cuenta la expresión Levi en el OVA, que la mitad del tiempo (o el 90% en realidad) es de "Os voy a matar a todos, escorias". ¿Tengo o no tengo razón gg?

No me pregunten por el próximo capítulo, porque me va a llevar más tiempo de lo que tenía planeado. Incluso, creo que voy a tener que partirlo en dos partes o algo así. Todavía no lo tengo claro, porque con este fic soy muy indecisa (el mundo de shingeki me marea) y no quiero publicar nada hasta que no esté medio convencida de que pueda gustar.

Perdón por ser así T__T

Os recuerdo que, si no estoy publicando por aquí o respondiendo a comentarios, podéis encontrarme en el resto de mis fics activos. Tengo tanto de anime (Assasination Classroom, Owari No Seraph, Boku no Hero Academia, Inazuma Eleven) como de otros fandoms (Saga Crepúsculo, Harry Potter). Lo digo para que no os aburráis mientras esperáis por la siguiente actualización <3

También podéis seguirme en mi instagram, que por allí pongo bastantes más cosas. (En otras palabras, estoy mucho más activa que por Wattpad).

Nada más por mi parte pero, ¡nos leemos en comentarios!

PD: estoy pensando en subir un fic de Eren <3

—👑

|Publicado|: 13/03/2023

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