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17 | fallen comrade

CAPÍTULO DIECISIETE

La siguiente semana, el Capitán América y su comando de aulladores emprendieron su misión de destruir Hydra. Con Steve pegado a su escudo y guiando productivamente a sus comandos hacia la victoria, nunca dejó que el éxito se le subiera a la cabeza.

El rubio soldado se mantuvo con los pies en la tierra, y todo eso, gracias a Rose. Los dos jóvenes estaban constantemente compartiendose cartas, y al mismo, crecía la necesidad anhelante de estar juntos.

..

Querida Rose,

Parece que han pasado años desde que nos hemos visto, y señorita, la extraño. Claro, es agradable estar con los chicos y hablar de cosas por las que probablemente me grites, pero nada de eso se compara con estar cerca tuyo.

Sabes, es una muy buena sensación saber que tengo a una mujer esperándome mientras salgo a salvar el día, especialmente una mujer como tú Rose. Sigo sin creerme de que todavía estás conmigo, considerando que hay muchos otros hombres que se pelean solo para hablar contigo.

De todos modos, ¿allá es tan emocionante como aquí? Apuesto a que la base del ejército está tensa y con la gente esperando ver si quemamos otro edificio Hydra. No puedo decir que no siento ningún tipo de presión, quiero decir que es divertido y todo, pero si no lo consigo, decepcionaré a todos. Afortunadamente eso no es cierto, pero en lo que a mí respecta, la gente espera mucho del Capitán América, 'el ejemplo de la perfección humana'.

Espero que estés bien, te veré pronto.

Con amor, Steve.

..

Con cada carta que enviaba Steve, cada fotografía, cada recuerdo, Rose lo apreciaba todo. A medida que las semanas se iban convirtiendo en meses, se encontraba leyendo sus cartas, a veces quedándose dormida con ellas.

La rubia a menudo miraba sus fotos, o veía documentales basados ​​en el Capitán América, solo para ver su apariencia nuevamente. Lo extrañaba terriblemente, esperando todos los días su regreso.

Mientras tanto, Peggy le enseñó algunos de sus trucos, como por ejemplo, cómo disparar un arma, conocimiento básico del ejército y cierto entrenamiento de combate físico, afirmando que esas habilidades fueron la base para aprender cómo protegerse.

Cuando no estaba entrenando con Peggy o leyendo las cartas de Steve, ella simplemente escribía.

..

Querido Steve,

El sentimiento es mutuo, al decir que me extrañas, porque definitivamente me gustaría que estuvieras aquí conmigo justo ahora. No todo es malo aquí, seguro que las cosas son bastante caóticas y estresantes, pero Peggy me ha hecho compañía, Howard también. Sorprendente teniendo en cuenta que esos dos suelen estar demasiado centrados en su trabajo en vez de socializar. Bueno, más Peggy.

Hablando de Peggy, ella ha sido lo suficientemente generosa como para darme algunos consejos sobre cómo convertirme en una soldado del ejército, y sí, no soy una súper soldado, pero creo que estoy aprendiendo a ser dura.

Espero que estés bien, siempre pienso en ti y en que Bucky se puedan lastimar, no creo que pueda soportar el dolor de verlos heridos.

En otra nota, estoy bastante sorprendida de que no te des cuenta de cuántas mujeres se jactan de ti, Steve. Tú eres el Capitán América después de todo, cualquier chica sería afortunada de que hables con ella. Por mi parte, estoy agradecida de poder estar escribiendo a Steve Rogers, no al Capitán América, y sí, hay una diferencia.

Es difícil creer que el niño más enfermo y frágil de Brooklyn se está convirtiendo en un héroe de guerra, y pensar en eso me hace sonreír, aunque, ya me estoy perdiendo la satisfacción de ser más alta que tú. ¡Me pondré al día pronto soldado!

Por favor, vuelve a casa de forma segura y en una sola pieza. Dile a Bucky que tenga cuidado y que lo extraño mucho, y que estoy estremecida de emoción ante la idea de volver a verlos. Cuidate Capitán América, recuerda que estoy esperando a que me guíes en el segundo baile.

Con amor, Rose.

..

Sin embargo, con los dos en el paraíso, no se dieron cuenta de que la oscuridad acechaba cerca. Pronto, mientras el comando aulladore y el Capitán América estaban en una misión para capturar a Zola en un tren de alta velocidad, el capitán fue testigo de la cosa más desgarradora que lo arruinó por completo.

La muerte de Bucky.

El soldado intentó todo lo que estaba  a su alcance y salvar al pobre moreno que colgaba de las profundidades de la nieve, pero, por desgracia, incluso el Capitán América no pudo evitar que sucediera.

Desde entonces, Steve y el comando aullador se devolvieron a la base del ejército esa misma semana, con ojos cansados, mentes desilusionadas y corazones llenos de dolor.

Rose, que no tenía idea sobre la muerte de Bucky en ese momento, fue bailando hasta la puerta de su hotel cuando oyó tres golpes firmes. La dama elegantemente abrió la puerta para enfrentar a un alto soldado con  ninguna mirada de simpatía en el rostro.

Silenciosa y lentamente, el soldado le entregó una carta que contenía la declaración incalculable que todos le habían estado ocultando.

Vacilante, abrió la carta, preparándose para lo que estaba por venir. Sin embargo, una vez que leyó la información, Rose dejó escapar un grito desgarrador, llorando la pérdida de su querido amigo, James Buchanan Barnes.

***

Había pasado una semana desde la caída de Bucky, y parecía como si todo el estado se hubiera vuelto sombrío. Se dijo que el Capitán América había regresado de su misión medianamente exitosa, pero Rose no había visto al soldado rubio ni siquiera una vez en ese período de tiempo.

La chica caminó a través de las ruinas del club, escuchando algo de música suave  entre el silencio. Inmediatamente supo que Steve estaba cerca, ya que fue capaz de identificar que Steve desea un cierto tipo de música, según el momento.

Con los pies livianos, ella continuó caminando entre los restos del edificio, observando cada pedazo de escombros que quedaba en el suelo carbonizado.

De repente, escuchó algo gimotear en la oscuridad, haciendo que sus ojos se movieran bruscamente hacia el sonido y se encontrara a Steve, sentado en una silla de madera.

Una botella de alcohol y un vaso de chupito vacío descansaban sobre la mesa circular y barata con la que estaba sentado, así como también la desvencijada radio que había escuchado anteriormente.

—¿Por qué no me has visitado?—Rose tuvo coraje suficiente para hablar a través del silencio. Steve no levantó la vista de su regazo, ni se estremeció ante el sonido de su voz. Él simplemente se sentó allí en silencio.

—Respóndeme—insistió Rose, añadiendo un poco de fastidio a su voz. Ella quería saber muchas cosas, como lo que sucedió en la misión, por qué no la visitó después de una semana de regresar a la ciudad y por qué estaba tan condensado con la culpa.

—No podría enfrentarte... No después de lo que sucedió. —Steve tragó saliva después de cinco minutos agonizantes de no responder. Rose al instante acercó una silla para sentarse frente al súper soldado de ojos llorosos, mientras extendía la mano para tocarle la mano.

—No fue tu culpa. —afirmó con una voz suave e inocente que por lo general era capaz de calmarlo en cuestión de segundos. Sin embargo, nada podría eliminar el dolor, la agonía.

—No estabas en la misión... —Él se calló, parpadeando con sus lágrimas no deseadas. Perezosamente, extendió la mano para servir otro vaso de alcohol, sabiendo acerca de la opción imposible de que él estuviera ebrio, el suero no lo permitiría.

—¡No necesito estar en la maldita misión para saber que no tienes la culpa!—Rose de repente se quebró, arrebatando la botella de licor amargo. El shock cruzó las facciones de Steve ante su súbito arrebato, sin embargo, la mirada rápidamente se transformó en tristeza.

—Escucha, Bucky te amaba Steve, hubiera hecho cualquier cosa por ti, y al ir a esta misión sabía que se estaría arriesgando, y sabía que morir por su país, para su amigo, habría sido una buena forma de morir.—Rose dijo, intentando mantenerse firme aunque no pudo evitar ahogarse en un sollozo. Las lágrimas comenzaron a caer por su cara y sobre su regazo, trató de contener su llanto, pero el pensamiento puro de Bucky muerto hizo que quisiera gritar de tristeza.

Sorprendentemente, Steve se levantó de su asiento y se acercó a la dama, envolviéndola en un reconfortante abrazo y dejándola llorar en su pecho.

—Lo siento, no pude mantenerlo a salvo, Rose—habló Steve, besando su frente. Rose negó con la cabeza, acurrucándose más cerca de su agarre.

—Ahora está en un lugar mejor. —Rose sonrió débilmente, las lágrimas brillaban en sus ojos. Steve tragó, chupando sus mejillas ante la idea de que su mejor amigo ascendiera al maravilloso lugar que es el cielo.

—Sabes, mi padre solía decirme que la muerte es pacífica, es tranquila... Es celestial. —respiró Rose, los ojos marrones color chocolate relucieron al recordar las palabras de su padre.

—Parece un hombre maravilloso, desearía haberlo conocido.—Steve dijo en voz baja a la chica que sostenía delicadamente en sus brazos. Rose asintió con la cabeza ante su declaración, más lágrimas desbordaban sus párpados como una graciosa cascada.

Involuntariamente, Rose soltó un pequeño sollozo, la idea de hablar sobre su padre la afectaba. A menudo se preguntaba por qué alguien mataría a alguien como su padre, por lo que ella sabe, era el ejemplo perfecto de felicidad.

¿Por qué alguien querría quitarle la vida a un hombre tan maravilloso? De los recuerdos de Rose, ella solo recordaba lo mucho que él se reía, le hacía sonreír, cuánto la hacía feliz.

Sentía un odio tan profundo por la persona que le hizo eso, que se llevó a la única persona que fue la causa de su felicidad en ese momento.

Pero, como se recordaba a sí misma, cuando perdió a su padre, Dios le dio a Steve, quien posiblemente fue un regalo de los cielos.

Él fue quien iluminó su día, el que la hizo reír hasta que lloró, la que la hizo feliz, la que la hizo sentir amada.

—Los quiero a todos muertos— escupió Steve de repente, con la furia ardiendo dentro de su pecho. Rose tardó un rato en darse cuenta de que se refería a Hydra, a todos.

Desde los científicos hasta los soldados, desde el Doctor Zola hasta el Red Skull, quien quiera que estuviera asociado con Hydra, Steve los quería muertos.

—No voy a detenerte— suspiró Rose, acurrucándose en su duro pecho.

—Capitán Rogers, lo estamos esperando— anunció Peggy de repente, caminando rígidamente entre los escombros. El sonido del hermoso tono inglés de la dama hizo que los dos se apartaran de su abrazo.

Después de darle a Peggy un respetuoso asentimiento y una leve sonrisa, el súper soldado le dio un rápido beso en la mejilla a Rose, antes de unirse a Peggy para salir de las ruinas del club.

Rose observó con asombro mientras estos se alejaban con pasos largos y poderosos, deseando poder tener más tiempo a solas.

—Eso fue dulce.—Rose escuchó un acento alemán romper el pacífico silencio. Temerosa, dio media vuelta para ser saludada por un hombre, con ropas negras cubriendo su alta figura desde la cabeza a los pies.

Ella frunció el ceño al misterioso hombre parado a pocos metros de ella. Cautelosamente retrocedió unos pasos, muy recelosa del hombre que aún no había revelado su identidad.

—¿Quién eres tú?—Rose exigió, sus ojos se achicaron al mirarlo con sospecha. El hombre se rió entre dientes, luego sacó una pistola con tiras azules que brillaban en sus dos lados opuestos.

Antes de que pudiera dispararle a Rose, la chica agarró la pistola que Peggy guardaba en su bolso, que gracias a dios, la había guardado allí con el pretexto de 'en caso de'.

Ella comenzó a disparar balas a su manera, rezando para que las enseñanzas de Peggy dieran frutos. Después de muchas fallas, finalmente ella lo golpeó en el brazo, haciendo que el arma que sostenía cayera al suelo.

—Regla número uno, nunca baje la guardia. —Rose bromeó, citando las palabras exactas de Peggy. Ella estaba parada sobre la figura del hombre, quién estaba asfixiado a lo largo del suelo.

Con una sonrisa satisfecha, Rose se dio vuelta para alejarse de cualquier otro encuentro peligroso, pero antes de que pudiera dar un paso más, sintió un dolor agudo en su cuello.

Sus brillantes ojos oceánicos se volvieron ligeramente para ver una aguja inyectada en su brazo. Comenzando a sentir sus efectos, Rose tropezó en la habitación antes de que sus piernas cedieran.

Mareada y aturdida, el cuerpo fatigado de Rose finalmente se debilitó. Antes de permitir que la negrura alcanzara su visión, escuchó un último grito que rompió el silencio.

—Que viva Hydra.

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(N/T) chicas, chicas. Siento de corazón la demora. Alargue un poco esto, pues, como sabrán, se viene el capitulo final, y luego ya se viene el epílogo.

¿Qué creen que pasará con Rose? Yo quedé negra.

Planeo terminar esta traducción este fin de semana, o bueno, antes de navidad.

Y eso, las loveo mucho, que tengan un bonito día.

ADVERTENCIA: EL PRÓXIMO CAPÍTULO PROBABLEMENTE SERÁ LARGO

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