14 | patriotic reunions
CAPÍTULO CATORCE
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Rose caminaba por el campamento del ejército con una expresión dura sentada en su rostro. No quería que demostrar su aprensión, porque si necesitaba respuestas tenía que ser firme.
Mientras daba grandes pasos hacia la agente Carter y el coronel Phillips, repitió ligeramente todas las palabras que les diría, en su cabeza.
Vio que el Coronel le estaba dando a la agente una conversación bastante acalorada, por la forma en que señaló con el dedo en su dirección y la miró.
―¿Donde esta él?―preguntó Rose groseramente, refiriéndose al travieso niño rubio llamado Steve. Peggy y el coronel Phillips giraron sus cabezas en su dirección, y por sus expresiones pudo deducir que no iban a disfrutar respondiendo su pregunta.
―Hola señorita, este es un campamento exclusivo, no puedes ser...
―¡Me importa un comino!―exclamó Rose interrumpiendo al coronel. Ella no sabía por qué estaba actuando de manera tan combativa con ellos, tal vez era el hecho de que Steve no estaba en ninguna parte y eso la ponía nerviosa.
La idea de que Steve estuviera en peligro o dolido la asustaba hasta la muerte, y no estaba preparada para recibir malas noticias.
―¿Dónde está Steve?―Rose preguntó de nuevo, más urgente esta vez. Peggy y el coronel Phillips intercambiaron miradas de preocupación, y ese gesto hizo que el vientre de Rose se hinchara del miedo.
Los dos supervisores del ejército no hablaron por un tiempo, pero hicieron algo. Peggy hojeó rápidamente una pila de papeles, hasta que encontró uno en particular, que entregó a regañadientes a Rose.
La chica de ojos marrones frunció el ceño ante la duda de la chica de cabello castaño, pero rápidamente apartó el tema. Una vez que sus ojos se posaron en la página, todo parecía haberse detenido.
Capitán América, Steve Rogers era MIA*, pero todos creían que estaba muerto.
El pedazo de papel se deslizó entre los dedos de Rose y sobre el suelo fangoso. Su ritmo cardíaco se aceleró inmensamente y las lágrimas no dudaron en correr libremente por su piel de porcelana.
―No... No puede ser... lo prometió.―Rose susurró para sí misma, sus ojos vagaron por el suelo. Ella tenía una mirada perdida, ausente en sus ojos, algo que era muy raro en ella.
Nunca había perdido algo tan importante, algo que significaba mucho para ella, lo que hacía que esta información fuera demasiado.
―Rose, lo siento mucho.―Peggy murmuró a su lado con su acento británico mezclado con preocupación. Rose continuó mirando distraídamente al espacio abierto, su mente no registraba una respuesta.
Las lágrimas comenzaron a caer en cascada por su cara, salpicando en el suelo húmedo y fangoso. Ni siquiera se dio cuenta de que había estado temblando salvajemente, a pesar del gran abrigo que le cubría los hombros.
El abrigo era en realidad de Steve, se lo dio una noche cuando estaban con Bucky, y estaba lloviendo violentamente.
Ella le había recordado que no necesitaba un abrigo, ya que era una amante de la lluvia. Sin embargo, el amable rubio le dio su abrigo que era demasiado grande para ella en ese momento.
―Steve me pidió que te diera esto.―Peggy rompió el silencio, lo que hizo que la cabeza de Rose se levantara ante la mención de su nombre. La morena tenía una carta en sus manos, que Rose instintivamente agarró de sus dedos perfectamente pedicurados.
En ese momento, sus lágrimas corrieron por su rostro como una caída de agua sin fin. Un nombre estaba escrito cursivamente en la parte superior de la página, y ella reconoció su letra en cualquier lugar.
―Te lo escribió cuando lo llevamos a la base de Hydra en el avión―declaró Peggy nuevamente. Rose sonrió débilmente a Peggy, con un agradecimiento no expresado. Cada vez más impaciente por el segundo, la dama finalmente comenzó a leer.
.
Querida Rose,
Ok, sé que es tarde y sé que probablemente tengas muchas preguntas, pero la verdad es que no tengo las respuestas correctas ahora. Lo más probable es que te enteres tarde o temprano, pero Bucky ha sido declarado MIA y muchos otros hombres buenos que se han enfrentado a Schmidt han sido asesinados o capturados.
Nadie está haciendo nada por lo que yo sé, y conociéndome sabrás que la picazón de hacer algo finalmente se apoderó de mí. Voy a la base de Hydra para salvar a tantos soldados como pueda. Escucha, probablemente estés enojada conmigo porque estoy haciendo algo completamente peligroso, pero no tengo otra opción.
Hydra está haciendo cosas a los hombres que las fuerzas estadounidenses no tienen ni idea, y ya es hora de que alguien se entere. No sé a dónde voy con esta carta, y no sé si la próxima vez que te vea estaré vivo, pero recuerda mis palabras, Rose Clarson.
Nunca, nunca te olvides de mí. Mantente fuerte, ten valor y permanece como eres. Fui increíblemente afortunado de tenerte en mi vida y no creo que las cosas podrían haber sido mejores, pero aquí estoy escribiendole a una persona como tú que podría haber elegido a alguien mejor que a mí. Entonces, sea lo que sea que me pase, mantén la cabeza alta y sigue avanzando y, lo que es más importante, ten esperanza.
Te veré pronto, pero hasta entonces, cuídate.
Con amor, Steve.
.
Su corazón latió fuertemente cuando terminó de leer la carta, era el último recuerdo que tenía de él, y eso hizo que se le partiera el corazón.
―Oh, Steve...―Rose suspiró para sí misma, con un poco de risa cortando el final de su frase. Ella acarició la carta, con sus lágrimas manchando el papel.―No sé cómo, pero siempre logras hacerme sonreír.
Ella terminó. Rose enterró su rostro en sus dos palmas, sollozando suavemente en ellas. Cuánto remordimiento y dolor sintió ella ahora.
Anteriormente, ella había descubierto pequeños sentimientos por él, y pensó que pasaría pronto, pero su muerte solo la dejó en un charco de pesar por no poner esos sentimientos a prueba.
Eran los mejores amigos desde lo que podía recordar, una relación nunca pasó por ninguna de sus mentes, pero estas cartas les hicieron pensar, ¿que pasaría si...?
De repente, Rose notó que todos corrían fuera de sus tiendas, todos yendo en la misma dirección. Rose y Peggy compartieron una mirada confundida antes de que ambas siguieran a los hombres hacia el frente del campamento.
Desde las colinas, caminando hacia ellas, había docenas de hombres que era los que fueron capturados por Hydra, ¿y quién los lideraba? El único Capitán América, con James Buchanan Barnes a su lado.
Rose dejó escapar un fuerte jadeo, su cuerpo chispeando de emoción. Con la repentina adrenalina, la dama se abrió paso entre la multitud, tratando de alcanzar al hombre al que había estado ansiando ver en los últimos meses.
Ni siquiera estaba segura de si esto era real, si realmente estaba allí, llevando a decenas de hombres a la seguridad. Pero ella se recordó a sí misma que él era Steve, y que podía hacer cualquier cosa si se lo proponía.
Steve se acercó al coronel Phillips y lo saludó como una estatua firme.
―Algunos de estos hombres necesitan atención médica―declaró Steve, y luego de una pausa constante, continuó.―Me gustaría rendirme para una acción disciplinaria.
―Eso no será necesario―respondió el coronel Phillips, con una sonrisa en su rostro que normalmente era frío como la piedra.
―Gracias señor― Steve asintió con una mirada de sorpresa y orgullo.
Después de su pequeña interacción, Rose no pudo esperar más, saltó a los brazos abiertos de Steve. Él la abrazó con fuerza.
Ella plantó besos en sus mejillas y frente, sin importarle si su rostro estaba cubierto de tierra o si se estaba sonrojando como la tímida chica que realmente era.
―¿Qué soy yo, hígado picado?―Rose escuchó a Bucky bufar a su lado, lo que la hizo sonreír y darle la bienvenida a Bucky en su abrazo a tres bandas.
―Mis chicos...― Rose suspiró, su agarre alrededor de los dos chicos de Brooklyn se tensó. Cuando se separó de sus abrazos, los golpeó a ambos en la parte posterior de sus cabezas.
―¡Ay! ¿por qué fue eso?―Los dos soldados gimieron, frotándose la cabeza con dolor. Rose entrecerró los ojos hacia ellos, antes de colocar ambas manos en sus caderas.
―¡Casi me matan! Ustedes dos me asustaron la vida!―Rose los regañó a ambos como una madre enojada dandole un regaño a sus hijos. En lugar de sentirse culpables, los dos chicos se miraron con maliciosas sonrisas.
Cuando Bucky se fue para saludar a sus otros camaradas, Rose se acercó a Steve con una ceja levantada. El súper soldado notó que sostenía su carta con fuerza, tan apretada que parecía que su palma estallaría.
―¿Qué estás haciendo aquí?―Él preguntó con curiosidad.
―Preocupándote por ti―respondió, cruzando los brazos sobre su pecho.―La próxima vez, iré contigo en tus pequeñas aventuras.
Rose dijo en broma, con una sonrisa brillante complementando su rostro y sacando sus hoyuelos. Steve tomó sus manos con las suyas más grandes, llevando sus labios a su piel fría y calentándola colocando cálidos besos en sus manos.
―No sé, tienes que ser increíblemente hábil para estar con el Capitán América― bromeó Steve, su aliento se abanicaba sobre sus manos y le enviaba hormigueos por todo el cuerpo.
―Oh, soy hábil― comenzó Rose, dando un paso más cerca a él para que los dos estuvieran separados por solo unos centímetros. ―Y estoy bastante segura de poder... convencerlo.
Steve tragó en seco por la distancia limitada entre los dos, y sintió el calor mordiendo sus orejas. Rose estaba sorprendida de que realmente estuviera coqueteandole, ni siquiera sabía de dónde provenía la repentina valentía. Quizás ahora que ella estaba con él, le estaba dando todo lo que tenía.
―¡Oye, hagámoslo por el Capitán América!―Bucky gritó, señalando la atención de todos. El campamento estalló en coros de aplausos y vítores, y por la expresión de la cara de Steve, Rose pudo notar que se sentía honrado.
Quizás el Capitán América no era tan cursi como todos pensaban. Y tal vez, solo tal vez, el Capitán América y Steve Rogers habían capturado el corazón de su mejor amiga.
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*MIA se usa para describir a miembros de las fuerzas armadas que no regresan de una operación militar pero que no se sabe si han sido asesinados o capturados. MIA es la abreviatura de "missing in action" (desaparecidos en acción)
N/A
Hecho divertido del día:
Steve es en realidad un muy lindo perrito, aq si.
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