03 | doctor who?
CAPÍTULO TRES
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Steve se sentó en la cama médica, arremangándose las mangas. A menudo no le gustaba ir a los médicos y hacerse el chequeo. Esto fue solo otro recordatorio de lo gráficamente enfermo que realmente era. La enfermedad era algo horrible, era lo principal que se interponía en el camino de él y del ejército, y siempre se sentía amargado por eso.
De repente, una enfermera entró por las cortinas y le susurró algo al médico. Al instante, Steve se puso nervioso. Maldita sea, ¿lo atraparon? La enfermera salió rápidamente de la habitación, el médico se acercó a las cortinas.
―Espere aquí ―el doctor ordenó a Steve mientras caminaba hacia la salida.
―¿Hay algún problema? ―Preguntó Steve, mirando el lenguaje corporal del médico. El médico dio media vuelta y suspiró irritado.
―Solo espera aquí ―dijo de nuevo, antes de salir por las cortinas. El corazón de Steve palpitó dentro de su pequeño pecho. Ellos saben. Giró la cabeza y vió un pequeño letrero que estaba clavado en la pared.
Es ilegal falsificar su formulario de alistamiento.
Que desafortunado. Tiene que escapar, antes de que puedan atraparlo, oficialmente. Saltando de la cama, Steve se acercó a la silla donde estaban ubicados sus zapatos. Buscó a tientas los cordones, tratando desesperadamente de amarrarlos. Su corazón casi dejó de latir cuando un hombre vestido con un uniforme del ejército entró por la cortina y orgullosamente se paró frente a él. Steve tragó el gran nudo que se le formaba en la garganta, temiendo lo que aún estaba por venir. Se sorprendió cuando otra persona se unió a la fiesta.
El Doctor Abraham Erskine.
...
Steve corrió tan rápido como sus débiles piernas pudieron. Su asma se apoderó de sus pulmones, rogándole que se detuviera y respirara, pero no pudo parar.
Entró, realmente entró.
Una carpeta estaba firmemente metida debajo de su brazo, no se atrevió a soltarla, temiendo que se le escapara en cuestión de segundos. Una amplia sonrisa se extendió sobre su rostro delgado una vez que vio la casa de Rose en la distancia. No podía esperar a que ella escuchara las emocionantes noticias.
Tenía que celebrar con alguien y Rose era la opción perfecta. El rubio golpeó repetidamente con los puños en la puerta de entrada, su entusiasmo era extremo. La bella dama de cabello rubio abrió la puerta de su casa para ver a un Steve jadeante.
—¿Steve? ¿Qué estás haciendo aquí tan tarde?—Ella preguntó. Steve intentó hablar, pero como prácticamente no tenía aire en los pulmones, sus palabras salieron en jadeos agotados.
―Dios mío, Steve ― dijo Rose, ayudando a Steve a entrar a su casa y sentándolo en el sofá. Rápidamente le dio un vaso de agua fresca, con la esperanza de que lo ayudara a hablar. Steve llevó el vaso a sus labios secos y tomó sorbos de la taza. ―¿Has estado corriendo? ―preguntó Rose con preocupación. Steve asintió lentamente, mientras terminaba el resto del agua. Sabía que no debería haber estado corriendo cuando tuvo un caso tan grave de asma , pero su entusiasmo lo motivó, aumentó su energía.
―Yo he... entrado. Entré. ―El rubio se esforzó por decir. Su voz era ronca, ya que el aire apenas comenzaba a llegar sus débiles pulmones.
―¿Qué?― Cuestionó ella, sin llegar a comprender lo que su amigo estaba hablando. En lugar de hablar, Steve le entregó el archivo que estaba firmemente asegurado debajo de su brazo huesudo. Ella lo tomó, dándole una mirada confundida. Ella lo abrió con delicadeza y lo examinó con sus vivaces ojos marrones. De repente, ella se sorprendió al ver un IA estampado en el papel. los ojos se dispararon entre el nombre de Steve que estaba escrito en el formulario y el AI. ¿Sería esto verdad? Después de todas las veces que lo rechazaron, ¿finalmente lo aceptaron? Le resultaba difícil de creer, pero, sin embargo, estaba extremadamente feliz por su amigo
―¡Steve! ¿Te han aceptado? ¿Te vas a la guerra? ―A Rose le resultó difícil juntar sus palabras y decirlas como si tuvieran sentido, pero estaba demasiado conmocionada como para preocuparse. Steve le devolvió la sonrisa y asintió con confianza. ―¡Esto es genial! ―Rose Dijo, envolviéndolo en un fuerte abrazo.
No le importaba si le estaba sacando la vida y no le importaba si eran las 3 de la madrugada, porque se trataba de Steve y solo de Steve. Cuando ellos se soltaron, Rose le preguntó cómo fue que entró. El hombre joven y escuálido explicó que un hombre, un doctor, llamado Abraham Erskine, le ofreció la oportunidad de toda una vida.
Rose sospechaba si este hombre era incluso de confianza, pero Steve estaba muy seguro de que si lo era. Rose se encogió de hombros y dejo esa idea a un lado. Cuando todo, que era risas y sonrisas, un pensamiento inquietante cruzó por su mente. Su suave sonrisa se transformó en un ceño fruncido.
―Hey, ¿qué ocurre?― Preguntó Steve en un tono suave. Ella suspiró y luego lo miró con ojos de cachorro triste, algo que ahora, era la debilidad de él.
―Te vas, Steve. Estaré sola. ―dijo con tristeza, con los ojos ligeramente brillantes. El corazón de Steve cayó en su declaración, era cierto. Estarían lejos el uno del otro durante mucho tiempo.
―Oye, está bien. Estaré en casa antes de que te des cuenta.―Él trató de levantar su espíritu, pero su forma sombría no vaciló. Se sentó allí, con el ceño fruncido en la cara, las manos acunando desesperadamente su la cabeza y las lágrimas amenazaban con salir.
Nunca en su vida esperaba ser tan infeliz por haberse metido en el ejército. Aunque estaba extremadamente emocionado, la idea de estar lejos de ella lo torturó en su interior.
―Lo siento por ser tan negativa, estoy feliz por ti, realmente lo soy― dijo Rose, secándose las lágrimas y forzando una sonrisa apretada, Steve la miró con simpatía, sabiendo que ella estaba haciendo un acto que no era fácil.
―Por el lado positivo, al menos no tendrás que salvarme de ser golpeado todos los días ―Bromeó, haciendo que se riera a la ligera. Ella lo miró a los ojos y continuó como si estuviera mirando su alma, como si fuera la última vez que vería esos orbes oceánicos inocentes alguna vez más.
―¿Cuándo te vas? ―Ella preguntó en voz baja.
―Mañana.― respondió él.
Rose bajó la cabeza con tristeza, encontrando difícil aceptar el hecho de que solo tenían unas pocas horas juntos. Lo que más la asustaba era la aterradora idea de no saber el posible resultado de todo esto. Ni siquiera estaba segura de si él volvería. Entonces ella lo abrazó con otro abrazo aún más apretado, esta vez no quería soltarlo. Él acarició la parte posterior de su cabeza con suavidad, justo cuando una lágrima rodaba por su mejilla.
―Por favor, vuelve soldado, por favor― Ella suplicó, un pequeño sollozo escapó de sus labios.
―Ten un poco de fe en tu amigo ―bromeó Steve, haciéndola reír una vez más.
...
[N/T]
No tengo mucho que decir, pero espero estén disfrutando de la obra. Steve es un bebo <33
Y eso, bai bai.
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