01 | on the ropes
CAPÍTULO UNO
°
ROSE se sentó aburridamente detrás del escritorio, observando a los clientes entrar y salir de la tienda sin cuidado alguno. Realmente era una mierda trabajar en una tienda vacía, es por esa razón que siempre se encontraba durmiendo.
A medida que sus párpados se hacían más pesados, el sonido de la puerta principal la hizo sentarse bruscamente. Ella desvió sus ojos hacia su jefe quién entraba en la tienda con una sonrisa, ella intentó forzar una en sus labios regordetes, pero estaba demasiado aburrida como para agregar emoción a su rostro en blanco.
― Buenos días.―Su jefe saludó alegremente y entró en su oficina. Rose saludó con respeto porque no podía haberse molestado en saludarlo peor.
Era una pena que pasara este hermoso día soleado sentada detrás de un mostrador, aunque no se atrevia a quejarse, nunca. Su jefe podría parecer tan dulce y comprensivo, pero en realidad era brutalmente estricto, muy al mando y esperaba demasiado de un empleado a tiempo parcial. Rose estaba pensando en dejar ese terrible trabajo, pero era algo difícil encontrar algún tipo de empleo para una mujer en una sociedad llena de hombres.
Mientras Rose estaba en su palacio mental, su mirada se deslizó hacia el reloj en la pared. De repente, su rostro se iluminó al ver que su turno había terminado. Gracias a dios. Rápidamente agarró su abrigo y gritó un rápido recordatorio de que su turno había acabado. Al instante, ella salió de la pequeña tienda de flores y comenzó a pasear por las calles de Brooklyn. Murmurando pequeños saludos a los extraños que pasaban, un pensamiento cruzó de repente en la mente de Rose.
Casi había olvidado que Steve, su querido amigo estaba por alistarse en el ejército. Una vez más, aunque era técnicamente ilegal escribir información falsa en un formulario de alistamiento, Rose podía ver que Steve estaba muy decidido a servir a su país, lo que la conmovía profundamente.
A menudo se compadecía de él porque lo habían derribado tantas veces, pero al parecer él nunca se daba por vencido. Lo que era bueno y malo a la vez.
Cuando Rose pasó frente al cine local, sus orejas ardieron con fuerza. Escuchó gruñidos apagados y aullidos procedentes de un callejón. Instintivamente siguió los sonidos y encontró a un hombre golpeando a otro, con repetidos puñetazos, lo que hizo que el otro hombre cayera en uno de los contenedores que se encontraban detrás de ellos. No fue hasta que Rose se acercó para ver que Steve era el hombre al cual estaban golpeando.
No otra vez.
Corrió frenéticamente hacia la escena, con la esperanza de sacar al pobre muchacho de su miseria. El único pensamiento que se le pasó por la mente justo en ese mismo momento fue en que habra hecho Steve para meterse en un lío como ese.
―¡Steve!― Rose llamó preocupada, tratando de alejar al agresor de Steve, quien ahora estaba luchando por ponerse de pie. El matón simplemente la empujó a un lado, lo que provocó que ella se estrellara contra una pared.
―¡Rose! ―Gritó Steve, notando que el matón empujó a Rose. ―Tu pequeño hijo de p...
Steve fue cortado por otro puñetazo que el agresor le lanzó a la cara, lo que hizo que retrocediera a unos botes de basura que atajaron su caída. No fue hasta que un héroe de ojos azules salvó a Steve del lo que sería, su próximo golpe.
―¡Oye! ―La voz dijo, una voz demasiado familiar. Rose rápidamente se recuperó de estar sin aliento y sonrió una vez que vio de quién se trataba, Bucky Barnes.―¡Elige a alguien de tu tamaño!
Bucky dijo, tirando del atacante hacia atrás y empujándolo lejos de Steve, quien se encontraba algo asfixiado en el suelo. El hombre lanzó un puñetazo que Bucky fácilmente esquivó.
Con un golpe y una patada, el hombre ya estaba corriendo lejos de el callejón, después de que Rose lo abofeteara, por supuesto. Rose luego gentilmente ayudó a Steve a levantarse del suelo, mirándolo con preocupación a través de sus ojos marrones.
―Oh, Steven. ―dijo Rose con simpatía, examinando su magullado rostro. La sangre le goteaba por la nariz, mientras que las magulladuras le empolvaban sus pálidas mejillas.
―A veces creo que les gusta recibir puñetazos ―dijo Bucky, mirándolos a los dos.
―Bucky... ―Rose dijo, con un tono que decía que sus chistes no ayudaban. Ella delicadamente tomó la cara de Steve entre sus suaves manos, mientras ella atendía sus heridas.
―Lo tenía entre las cuerdas. ―Steve exclamó, quitándose la ropa. Los ojos de Rose se posaron en el suelo y notaron un pedazo de papel tendido en el piso. Su formulario de alistamiento. Recogió el formulario y frunció el ceño una vez que vio el 4F escrito en negrita. Rechazado de nuevo.
Mientras Rose estaba leyendo el pequeño papel, se lo mostró en silencio a Bucky, quien logró sonreír.
―Entonces, ¿cuántas veces van ya?―Preguntó Bucky retóricamente, mientras sus ojos azules miraban el papel. ―Ah, ¿así que eres de Paramus ahora?
Bromeó el chico de cabello castaño, haciendo que una sonrisa apareciera en el rostro de Rose.
―Espero que sepas que es ilegal mentir en los formularios de alistamiento.
Bucky dijo, ahora tomando el formulario de las delicadas manos de Rose. Rose sabía que lo que Steve estaba haciendo era ilegal, y le preocupaba que lo atraparan, pero nunca le dijo que se detuviera. Ella creía que algún día notarían cuán ansioso estaba por entrar al ejército y apreciarían su entusiasmo.
―¿Pero en serio? ¿Jersey? ―Bucky dijo, Rose notó que se estaba riendo de la falsa información de Steve. Los orbes azules de Steve se fijaron en los ojos de Bucky, y notó lo bien que se veía con su uniforme militar, haciendo que se le cayera la cara.
―¿Ya sabes de que trata tu próxima mision?―Steve dijo en voz baja, sus ojos azules todavía estaban examinando la apariencia de Bucky. Bucky miró con aire satisfecho a sus dos amigos, lo que Rose predijo como una buena señal.
―Tropa 107, el sargento James Barnes es enviado a Inglaterra mañana a primera hora ―Bucky explicó, causando que la cara de Rose se iluminara.
―¡Eso es genial, Bucky!―Rose dijo. Con entusiasmo, le dio un abrazo largo a su amigo de ojos azules. Antes de que ella se separara de él, le susurró al oído: «No te mueras», lo que provocó que Bucky soltara una risa gutural. «Ni lo sueñes, muñeca.» Bucky le susurró, rompiendo el amistoso abrazo.
Rose golpeó juguetonamente el brazo de Bucky, luego cambió su mirada hacia su otro mejor amigo escuálido.
―Debería irme. ―Steve murmuró, mirando tristemente al suelo. Los ojos de Rose se suavizaron con sus palabras.
―No te preocupes, Steve, serás un gran soldado algún día― dijo Rose, haciendo un gesto hacia la apariencia militar de Bucky.
―Espero que así sea. ―El rubio dijo con ojos bajos y cerrados. Ella le dirigió una sonrisa comprensiva, con la esperanza de que levantase su ánimo. Su sonrisa creció una vez que los labios de Steve comenzaron a contraerse hasta formar una pequeña sonrisa.
―¡Vamos, chicos! ―Bucky repentinamente dijo, con un brazo alrededor de los hombros pequeños de Steve, con Rose caminando a su lado. ―Mi última noche, tenemos que limpiarlo.―dijo Bucky, señalando hacia la ropa sucia de Steve.
―Oh no, ¿a dónde nos llevarás esta vez? ―Rose gimió. Bucky rió de nuevo, antes de entregarle un periódico. Miró con atención el periódico, notando el título enseguida.
EXPOSICIÓN MUNDIAL DEL MAÑANA.
―El futuro.―dijo Bucky con una sonrisa encantadora. Rose puso los ojos en blanco.
―Déjame adivinar, ¿tienes una cita esperándote? ―Dijo Rose a sabiendas.
―Sí, así que es mejor que nos apuremos ―dijo Bucky, caminando por delante de los dos. Rose y Steve caminaron uno al lado del otro, detrás de Bucky quien estaba con un paso apresurado.
Rose notó la mirada preocupada de Steve y le dio un codazo juguetón:
―Animo, soldado ―Rose sonrió. Steve giró la cabeza en dirección a ella.
―No soy un soldado, al menos no aún. ―Steve suspiró, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón.
―No tienes que estar en el ejército para ser un soldado, Steve. ―Rose le devolvió otra hermosa sonrisa al rubio, lo que le hizo sonreír al escuchar sus palabras.
―Siempre sabes qué decir ―dijo Steve.
―Duh, pensé que ya lo habrías descubierto.
...
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