9. Primer contacto
Ya habían pasado perfectamente dos horas desde que William Kozlov había empezado a proseguir la lectura de aquella novela que tanto le gustaba, la cual trataba de varias aventuras en islas desiertas voladoras.
Leer era uno de sus pasatiempos más queridos y con el que normalmente se le iba la noción del tiempo. La tranquilidad que tenía en aquel momento era inmensa y, aunque fuera un tipo usualmente impetuoso, aquello le reconfortaba y tranquilo daba.
La serenidad que había en su despacho se desmoronó en apenas unos segundos, cuándo un subordinado suyo entró sin ni siquiera dignarse a llamar a la puerta, cosa que al general le molestaba a más no poder.
- ¡General! - entró jadeante cómo una bala sobresaltado a Kozlov - ¡Hemos detectado aeronaves cerca de nuestro ratio inferior! -
El general se quitó las gafas de leer, indignado.
- ¡¿Para eso se atreve a entrar aquí sin permiso?! - gritó cómo de costumbre - Se que no es muy normal que vengan los terrestres con recursos, pero no es para ponerse así. - dijo molesto recordando su odio hacia ellos -
El soldado tragó saliva angustiado antes de dirigirse de nuevo a su general.
- Se-señor - tartamudeó sin saber bien cómo decirlo para que su reacción fuera lo mínimo agresiva posible - No son cargamentos terrestres. Es un RG10. El Ejército terrestre. Los zorros.
Kozlov no se lo terminó de creer hasta pasados los minutos de silencio que hubo desde que terminó la frase.
Después, levantándose de su silla, aún atónito, empezó a escudriñar los dientes con rabia y a apretar los puños. Tras pasar unos minutos se relajó y empezó a reír a carcajada limpia. O mejor dicho, sucia.
*************
Toda aquella aeronave ahora se encontraba tranquila, sin demasiado resquemor, aliviado por la presencia de Miles en la relación del capitán Byron Hillman y Lisa. Sin embargo, sus posturas seguían un tanto distanciadas y se notaba que no había el mismo compañerismo que hacía unos días.
- ¿Qué por qué no hay viento? - respondió Heinrich con viveza ante la pregunta de Miles - Obviamente, por la expansión atmosférica. A estas alturas deberíamos estar en el simple y llano espacio exterior. Sin embargo, se producen varias anormalidades; la poca gravedad que existe llegado un punto, el muy notable oxígeno que hay, el hecho de que el viento sea una suave brisa a cualquier velocidad... Eso sin contar los numerosos "suicidios" de aviones fantasma no tripulados y que tampoco se sabe de dónde vienen. Realmente extraño, pero muy interesante. - explicó con aires científicos -
Miles asintió, comprendiendo lo paranormal y misterioso que eran aquellos efectos en el cielo.
Mientras, una nueva tormenta se avecinaba.
- Buenos días, compañeros - dijo una voz radiofónica - Jerry al habla ¿cómo vais de vuestras discusiones? - dijo pícaramente -
- Oh, venga ya, Jerry - exclamó Lisa indignada -
- No sabeis lo divertido que fue ayer escucharos. ¡Cómo un programa de corazón! - bromeó Jerry riendo - Hanen se partía.
- Pues a mi no me hizo tanta gracia - soltó Lisa sin ningún miramiento mientras Jerry seguía riendo -
- Bueno, vengo a daros el parte meteorológico de por allí arriba - continuó, más serio - Vais a tener la semana entera con fuertes lluvias, e incluso alguna vez tormentas eléctricas. No pinta bien la cosa.
En ese momento Miles giró la cabeza un momento y se dió cuenta de que algo había estado por fuera del ventanal, y en cuánto había mirado se había esfumado. Tenía la sensación de que era algo relativamente pequeño y de color plateado, pero no lo había alcanzado a ver bien.
- A si que bienvenidos a esta nueva aventura. Sereis los primeros en devolver a los zorros celestes dónde les corresponde. - acabó, sin creerse mucho sus palabras - Esto es lo que debería decir, pero sinceramente, os habéis metido en un embrollo muy peligroso. ¡Aunque nunca he vivido algo así, será genial! - Dijo con tono preocupado al principio y emocionado después, al darse cuénta de que no corría ningún peligro - Ah, Hanen me está pidiendo hablar -
Green se puso al micrófono.
- ¡Chicos! Espero que todo vaya bien por ahí - saludó antes de que lo hicieran los demás, con bastante alegría - Solamente quiero deciros, una vez más, que estamos con vosotros en ésto. Si estáis a salvo, nosotros estaremos a salvo. Si estáis en peligro, nosotros estaremos en peligro. Si os sacrificais por el ejército, no dudéis que el ejército se sacrificará por vosotros. Sed fuertes. Ellos son capaces de cualquier cosa, su egoísmo y su odio hacia nosotros pueden hacer que os maten a la primera oportunidad. Eso lo sabéis. Pero si vais vosotros es por algo. Vuestra fuerza psicológica es descomunal, sois los más capacitados para afrontar los retos más difíciles. Por que, precisamente, ya los habéis afrontado alguna vez en el pasado. - se detuvo unos segundos - ¡Bueno, no pretendo que sea esto otra charla, que me conozco! - rió - Sólo desearos buena suerte, y que confieis en vosotros mismos.
Todos se despidieron emocionados de Green, y Miles, mientras los demás planeaban cómo iban a encarar la entrada a los continentes voladores, volvió a pensar lo que hacía unos días había pensado. La manera en la que todos habían recibido al general de su ejército y en la que lo habían despedido. Con amor, cariño, fraternalidad. Volvió a pensar que si no supiera el contexto, podría ser perfectamente la conversación de una familia. Y en realidad, según le había dicho él, lo eran. Y ahora incluido él.
Cuánta diferencia había de un ejército normal, a los de aquellos zorros alados.
- Ahora mismo estamos sobre Inglaterra, por lo que Denirmann tiene que estar por encima nuestro - dijo Byron a la tripulación - ¡Miles!
Escondido en sus más profundos pensamientos, el chico se sobresaltó gritando un "¡Si, señor!"
- ¡Estate atento! Pon en funcionamiento el mapa.
Miles cambió la vista radar de una gran pantalla que había sobre el largo ventanal, a la vista del mapamundi.
- Denirmann es conocido por su puerto aéreo comercial. También está cerca una de las bases principales del ejército de los halcones firmamento, el originario de aquí y nuestros enemigos. - detuvo la explicación para proseguir con varias especulaciones sobre la estrategia a seguir - Podríamos ir hacia occidente, dirección Canadá o Estados Unidos, sobre ellos se encuentra el mayor continente aéreo, Occoventes. Bastante desierto, sería bueno cruzar la frontera etérea por allí.
- ¿La frontera etérea? - preguntó Miles -
Byron formó una pequeña sonrisa.
- Más arriba de los reinos del cielo, se encuentra la frontera etérea, que separa el cielo conocido hasta ahora por el hombre y el desconocido. El expandido recientemente. El lugar dónde nosotros debemos nadar cómo peces en el agua.
Miles asintió y en cuánto los demás comenzaron a opinar, se volvió hacia atrás, convencido de haber visto pasar algo a una velocidad endiablada.
Se levantó de su silla y seguidamente se acercó al ventanal. Su cara fue de fascinación y curiosidad cuándo fue consciente de que lo que veían sus ojos era un platillo volante de un tamaño mediando, tirando a pequeño, de color plateado y completamente inmovil a ojos de Miles.
Tras unos segundos justo debajo de el ventanal de la aeronave, el supuesto ovni desapareció de los ojos de Miles, sin ni siquiera dejar rastro.
El chico volvió con los demás y les contó lo visto.
- ¿Un ovni? - dijo Lisa - Sí, se sabe que existen, pero todavía es un misterio que son o quienes. -
- Pueden ser desde extraterrestres hasta drones de alta tecnología del gobierno para tenernos vigilados. - especuló Byron -
- También se sabe que su número de avistamientos y acercamientos ha aumentado muchísimo desde la expansión atmosférica, no se descarta que pueda ser obra suya. Sin embargo, siempre hay algún pirado que no se toma ésto en serio y dice directamente que son extraterrestres, sin ninguna prueba e inventándose abducciones y experiencias de contacto ridículas. - añadió Heinrich con aire escéptico desde su zona de investigaciones -
Miles miró preocupado a sus compañeros, pensando que de un momento a otro le dirían que aquellas cosas destruían todo lo que volaba cerca suyo. Pero no lo hicieron.
Después de unos segundos en que la nave estaba en completo silencio, comenzó a sonar un pitido intermitente que provenía de la gran pantalla que mostraba el mapamundi. Automáticamente, cambió a mostrar el radar de largo alcance, por lo que todos se volvieron hacia él, curiosos.
El radar mantenía intermitentes hasta tres puntos rojos a una distancia bastante alejada de la RG10, sin embargo, lo bastante cerca para que la alarma saltarse.
Byron no podía creer que les hubieran cazado ya. Tenía estudiado hacía varios días atrás el ratio inferior, y según sus cálculos, todavía no la habían superado. A no ser que la hubieran bajado.
Después de unos segundos sin saber que hacer, Byron corrió hacia los mandos con preocupación y accionó varios botones y palancas que aumentaron la velocidad de la aeronave, mientras giraba hacia la derecha.
- ¿Que demonios está ocurriendo? - dijo Lisa, también preocupada por lo que podía imaginar que era -
- No lo sé, pero es posible que sean ellos - dijo mientras se giraba bruscamente para contestar, nervioso -
Incluso un capitán tan experimentado y seguro cómo lo era Byron Hillman podía tener miedo de enfrentarse de nuevo a ellos, ésta vez con artillería.
Miles, por otra parte, permanecía tranquilo y serio, ayudando a Byron cómo copiloto. Heinrich seguía con sus cosas, sin darle importancia a aquello.
- ¡Jerry!, ¡Jerry! - gritó por el micrófono con nerviosismo, pero sin desesperarse - Aquí RG10, tenemos tres naves no identificadas en el radar, a unos 30 kilómetros al suroeste. Necesitamos información del plano aéreo ¿no será lo que...? -
- Si, me parece que es lo que pensáis - dijo una voz por los altavoces de la nave - Aquí Halcón patrulla 4-B. Será mejor que pareis y tengáis una buena excusa por andar por aquí - dijo con
arrogancia - O si no... Bueno, que demonios, os mataré igualmente. Que entren los zorros aquí después de tantos años es repugnante. Sois repugnantes. Rezar lo que sepáis. -
Byron se quedó inmovil, apoyado en la mesa de mandos, con expresión de rabia, mientras los demás le miraban preocupados. Era obvio que el capitán estaba consternado por sus miedos. Había revivido lo que pasó en su pasado con aquellas palabras tan amargas que acababa de escuchar.
Con un movimiento lento y cuidado, miró hacia atrás, cómo buscando a los soldados que integraban su aeronave, y los miró uno por uno. Apretando los puños, se volvió hacia el micrófono y lo configuró con la señal de radio de dónde había venido la última llamada. No volvería a pasarle. No perdería de nuevo a su familia. No una tercera vez.
- Antes moriremos. - dijo solamente, con contundencia. -
Tras unos segundos en completo silencio, volvió a sonar el altavoz.
- Que así sea pues. Saludar a vuestros amigos de hace diez años. -
Tras estas palabras, Byron dió un golpe en la mesa y seguidamente gritó cómo nunca había hecho en su vida.
- ¿¡Que estáis haciendo ahí parados!? ¡Moveos, soldados! ¡Vamos! -
Miles y Lisa se movieron en cuánto Byron acabó su frase, corriendo de un lado a otro, cogiendo fusiles y recursos de combate.
Heinrich, por otro lado, seguía sentado en su silla mirando asustado a los demás, sin saber bien que hacer.
- Ee - escuchad - dijo inseguro - Yo nunca he hecho ésto. ¡Soy científico, no me pidais que...! -
En ese momento Lisa le había callado lanzándole uno de los fusiles que había cogido del armario.
- Lisa y Heinrich, a la sala de artillería. Miles, al globo. Yo me encargaré de las defensas desde aquí. -
Todos se movían con agitación. Miles subió las escaleras corriendo con un fusil a la espalda y unos artefactos en la muñeca que parecían ganchos atados una larga cuerda.
Lisa y Heinrich bajaron por otras escaleras al piso inferior del zepelin, la sala de artillería. Allí abrieron cinco compuertas, dos en cada pared lateral de la sala y otra en la frontal.
Prepararon los cañones y Miles avisó desde lo alto que ya se atisbaban las figuras de las aeronaves a lo lejos.
Iba a comenzar la persecución.
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