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8. Caídos vivientes

Era ya de noche, lalluvia no había parado de caer desde la amargada discusión entre el capitán dela RG1O y Lisandra Carolo. Cómo tántas otras veces, Miles estaba despierto yhaciendo guardia desde bien entrada la madrugada, sin casi quererlo él.

La noche era completamente estrellada, sin demasiadas nubes que entorpecieran la vista, pero a pesar de ello la luna no se veía. Miles se encontraba con rostro serio, sin parecer que tuviera sueño, sentado con un fusil que había cogido de un armario con armas. Solía hacerlo, buscar un arma, preferiblemente un fusil, y sentarse quieto sin apenas moverse.

De repente oyó unos pasos, por lo que se sobresaltó un poco, alerta por lo que pudiese ocurrir. Por la entrada a los camarotes salió Byron, el cual miró a Miles extrañado en cuánto se fijó que estaba allí.

- ¿Miles? ¿Que haces despierto a estas horas? -

- Ah, capitán. No podía dormir y pensé... en hacer guardia. -

- No estamos en una zona peligrosa, de hecho hace muchisimos años que no ocurre nada por estas alturas en las que estamos. -

- Si, pero... - intentó replicar inseguro - Siempre lo suelo hacer. Si no, no me siento demasiado bien. Yo... -

- Bien, vale. Si eso te ayuda a sentirte mejor y a dormir, está bien. - dijo amablemente, algo extraño en él -

- Sé que es una manía tonta, pero la tengo desde hace mucho tiempo. -

- Yo también tenía manías antes - dijo mientras se sentaba en una silla al lado de él y contemplaba las estrellas - Tenía la gran manía de tener mucho aprecio a mis antiguos camaradas de aeronave. O incluso los que no eran de aeronave, todavía más tiempo atrás. Pero ¿sabes? creo que era una manía buena. - se pausó formando una medio sonrisa - Y durante mucho tiempo pensé que era muy muy mala. Incluso a día de hoy pienso que no es la mejor manía de todas. -

- Con mis respetos, no diría lo mismo conociéndole en persona ahora. -

- Veo que también tienes la manía de llamar de usted a un superior ¿no? - dijo dejando escapar una pequeña risa -

- Ah, lo siento.

- No pasa nada, es lo normal, supongo. Resulta extraño, hace mucho que nadie se me dirijía así, que estuviera en bajo mis órdenes, claro. Has sido muy bien educado militarmente Miles, se nota. -

Miles no contestó y apretó el puño con rabia, algo molesto.

- Vamos a enfrentarnos a algo muy peligroso, Miles. Los halcones firmamento, su ejército. - dijo con un tono más serio - No dudarán en querer derribarnos en cuánto nos acerquemos a sus fronteras. Pero no es sólo eso, allí se dan inumerables accidentes aéreos de aviones y avionetas fantasma, de los cuales no se sabe su procedencia ni quién los dirige, puesto que nadie los pilota. -

- Creía que eso eran rumores absurdos - dijo Miles preocupado - Y en tal caso ¿por qué quieren matarnos? ¿Cuál es el motivo por el que vamos? -

Byron se quedó unos segundos callado antes de responder.

- ¿Sabes algo de Lisa? -

- Me dijistes que no hablara con ella. Que debía reflexionar. -

- Su actitud realmente ha sido muy egoísta. Puedo comprender su miedo, es algo que nadie de la tierra o de nuestro ejército desearía hacer, ir a ese lugar para que te fusilen. Sin embargo, tiene que saber que por una vez debe actuar cómo una verdadera soldado y dar su propia vida, no sólo por respeto a los que cayeron detrás suya, si no por el honor que se merece el ejército para el que trabaja. -

- ¿Eso significa que vamos para recuperar el honor de los zorros celestes? -

- Mejor di nuestro honor. El que nos arrebataron aquel invierno de hace diez años - hizo una pausa, melancólico - Nosotros siempre hemos estado allí arriba. Siempre hemos surcado brisas desconocidas, nubes sin explorar, firmamentos extraños. Los zorros nacieron para eso, para explorar e investigar, para ayudar a la humanidad a desenmascarar las intrigas de la atmósfera y su extraña expansión. Veníamos de la tierra, y eso siempre les ha molestado mucho a los halcones firmamento. Estorbábamos para ellos. Sólo hizo falta que nos topáramos con varios de esos aviones fantasmas suicidas para que tuvieran un motivo oficial para odiarnos. -

En ese momento Byron echó la espalda hacia delante y apoyó su barbilla sobre los nudillos de sus manos, que se habían entrelazado, y con sus codos apoyados en sus piernas. Se le veía visiblemente afectado mientras lo contaba, cómo si le costase continuar.

- Íbamos todo lo deprisa que podíamos hacía abajo. Debíamos llegar a las bases de refuerzo que habían en unas islas voladoras alejadas. Sin embargo, nos obligaron a cambiar el rumbo y fuimos directamente a una zona poblada de civiles. Nos estrellamos junto con los aviones allí. - empezó a mostrar cara de impotencia mientras cerraba los puños con más fuerza - Murieron más de dos mil personas. Entre ellos todos mis hombres que me acompañaban en la nave. Fuí el único que sobrevivió, y sólo me hice esta cicatriz que ves en mi pómulo. -

Byron se pausó, estando más calmado, pero con resignación.

- ¿Crees que la vida de aquellas personas, que para mí eran mi familia, mis hermanos, valen una simple cicatriz? - dijo mirando fijamente a Miles con los ojos húmedos - Por culpa de aquello nos declararon un odio eterno, si ya molestábamos bastante, imagínate provocando otros miles de muertos más. Hanen hizo todo y más para que no nos hecharan, pero no pudo ser. La mala fama de los zorros celestes se fue extendiendo, y ni si quiera el gobierno terrestre nos apoyó. Nos dedicamos a patrullar durante diez largos años cielos sin peligro. Nuestro honor y nuestra esencia se había perdido. -

Miles no daba crédito que al capitán le hubiera pasado aquello y que realmente hubiese vivido la historia del ejército, que perdió su forma de ser.

- Da igual que me arranquen una pierna, o un brazo. Nunca volveré a sentir una sensación más dolorosa que me quiten a mis seres queridos de aquella manera. - Se quedó callado un momento y sonrió apenado - Aunque no fué la primera vez.

El capitán Byron Hillman se levantó, ahora cansado y bostezando, mientras Miles seguía pensativo mirándole.

- Una última órden del día, Miles. -

- ¿Cuál, capitán? -

- Mañana, al despertar, pregúntale a Lisa cómo se encuentra. Yo debo seguir mi rol, de líder increbrantable.

- ¿Es un rol? -

- Si - dijo mientras se iba de nuevo a descansar sin mirar atrás - Porque por dentro estoy roto.

*******************

Mientras Miles se despertaba en su silla de copiloto, la situación de aquella nave seguía tensa. Lisa se había levantado relativamente pronto, había hecho café y unas cuántas tostadas, las comía en ese momento con rostro serio, claramente molesta por lo ocurrido el anterior día.

Por otra parte, Byron se había levantado mucho más pronto y seguía completamente centrado en manejar la nave, con la impasibilidad que le caracterizaba, pero en el fondo preocupado por la discusión. No sabía cómo iba a afectar al grupo aquella escena.
Realmente era importante la unión de los integrantes de la aeronave, durante su larga y experimentada vida de capitán había realizado los mayores logros a través de la grandísima relación con sus soldados. Sin embargo, la tragedia siempre acababa con esa unión. Y no pretendía que pasase una vez más.

- Buenos días... - dijo Miles mientras se desperezaba, sin recibir respuesta alguna -

Ninguno de los dos parecía que quisieran iniciar una conversación. Ni siquiera ser educados. Byron se dió cuenta de ello y al poco rato le devolvió el saludo.

Lisa se volvió sobre si misma, acabando finalmente de desayunar, y con paso brusco se dirigió hacia los camarotes.

Miles, tras una fugaz mirada con Byron, fue a buscar a Lisa para hablar con ella.
Justo en la entrada a los camarotes había unas escaleras y una escotilla, que se encontraba abierta. Miles pensó por un momento que habría salido por ella, pero era una tontería, iban a demasiada velocidad de ascenso cómo para aguantar el viento. Tampoco habría suficiente oxígeno en el exterior, pero de todas formas decidió cerrarla. A medida que Miles subía las largas escaleras se iba dando cuénta que más allá continuaban. Prácticamente cruzaban todo el globo, de abajo a arriba. Sacó la cabeza por el agujero de la escotilla un momento y con asombro, descubrió que una leve brisa le acariciaba la cara cómo si en el mismo planeta tierra se tratase. Aquello no tenía sentido, pero Miles lo certificó del todo cuándo podía respirar hondamente sin ningún problema.

Aún sin saber bien cómo actuar de la extrañeza que le había causado aquello, decidió, con impulso aventurero, continuar las escaleras hacia arriba. Daba una sensación extraña viendo las nubes pasar tan deprisa hacia abajo sin sentir el peso del viento también hacia abajo, tan sólo un ligero aire.

Al llegar al final de las escaleras que subían el globo dorado, mientras había estado completamente atado con las manos a los barrotes y temblando a la hora de desatarlas y volverse a aferrar al siguiente, vió a Lisa, sentada casi en la punta del globo, con expresión triste y melancólica.

Miles se acercó a ella mientras intentaba mantener el equilibrio andando por el globo. Parecía que la gravedad allí era incluso menos que abajo. Con gran paso torpe se sentó al lado de ella, que observaba impasible el azul del cielo y el sol del horizonte.

Miles la acompañó en su actividad, y tras unos minutos Lisa empezó a hablarle con dificultad, con los ojos llorosos, sin dejar de mirar al frente.

- Táchame de llorona si quieres. Dime que soy una miedosa. Pero allí se va a morir, y yo no quiero morir. -

- Eso... ¿no te convierte en alguien un poco...?

- Egoísta ¿no? - dijo sobresaltada mientras le miraba con desesperación - ¿Crees acaso que no lo sé?

Miles la miró sorprendido por su adivinación y su aspaviento a la defensiva.

- Daría lo que fuera por no morir. Pero eso no significa que no me importen los demás. De hecho, siempre he estado viviendo por y para los demás - continuó mientras se venía abajo - Este ejército me dió una oportunidad en la vida. No la cogí para morir por él, fue precisamente para vivir esa vida que necesitaba.
Y ahora... - se pausó llorando - me la quitan de golpe. Cómo en el pasado. -

Tras las palabras de Lisa, Miles permaneció en silencio, melancólico, mirando hacia abajo mientras esperaba a que Lisa dejase de derramar lágrimas.

- Creo que, todo el mundo tiene un pasado. Puede ser bueno o malo, pero al fin y al cabo es tu pasado. Y, por lo general, suele repercutir en el presente ¿no? -

Lisa se quedó perpleja unos instantes antes de formar una pequeña sonrisa, recordando de quién había escuchado aquello.

- Si, quizás si. Realmente no quiero morir, tampoco llevo bien lo de mirar por los demás y sacrificarme, ya lo hice durante mucho tiempo... - paró un momento pensando cómo expresarse y secándose las lágrimas - Pero quizás deba preocuparme menos por mi pasado, y empezar de nuevo, de cero.

- No - dijo tajantemente Miles - No olvides tu pasado. Simplemente, enfréntalo. - se detuvo para después añadir su ejemplo - Se honrada, cómo eras antes. Utiliza esta misión para dar las gracias por la oportunidad que te dieron. -

Lisa sonrió levemente, pensativa, mientras asentía con la cabeza y poco después la apoyaba en el hombro de Miles. El cielo ahora era más azul que nunca, gracias al apogeo del sol, y también al del alma de Lisandra Carolo.

Mientras, a través de unos micrófonos minúsculos camuflados en varias partes del exterior del globo, Hanen Green escuchaba la conversación y sonreía en silencio, verdaderamente feliz.

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