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20. Luna de Sangre

Sentía, pero nada le reaccionaba. Pensaba, pero todo lo veía negro. No sabía dónde estaba, ni siquiera si estaba vivo o muerto. Casi no recordaba nada de lo sucedido y apenas podía intentarlo. Se sentía muy débil mentalmente para ello.

Sin embargo, recordaba todo lo que había pasado hasta un cierto punto. Sabía que habían llegado allí tras un viaje muy largo, lleno de vicisitudes y obstáculos que habían extrañamente sobrepasado. Pensaba que era extraño, puesto que en alguna parte de él sentía que todo aquello que había pasado habría significado la muerte directamente.

Todo había salido bien. No estaba acostumbrado a decir eso, pues las cosas en su vida siempre habían salido mal. Entonces se acordó de que no tenía fuerzas para nada en ese momento, y pensó que probablemente, lo que hubiera pasado antes de estar en ese estado, había salido mal.

Sintió un desazón terrible que le hizo estar aún más débil. Era normal que todo acabase así, demasiada casualidad salir ileso de tantas y tantas situaciones mortales. Tan sólo era un joven soldado que iba de nube en nube buscando el honor de su ejército. ¿Quién era él para salir de tanta calamidad vivo? Los soldados están hechos para morir, le había dicho su padre.

Poco a poco fué recordando más. Su padre había sido el hombre que rompió en pedazos su infancia explotándole. Entonces, ¿quién era él para decirle para qué están hechos los soldados? No, él no sabía lo que un soldado pasa en el verdadero campo de batalla, sobrepasando una y otra vez la muerte, jugando con ella y que no pudiera alcanzarte.

Un soldado no esta hecho para morir, si no para jugar con la muerte. Y él había jugado demasiado con ella.

Pero no pretendía que se acabase allí la historia. Si había podido con su padre y sus casi diez años de explotación militar, al borde de la muerte un día tras otro, ¿no podría con la misma muerte?

Empezó a crecer. A crecer desde el corazón y la mente, a creer lo que decía. Podía pensar con más claridad. Estaba venciendo a la muerte.

De repente se le pasó por la cabeza la imagen de Hanen Green.

"Claro, eso es lo que habría pensado él" pensó. "Gracias a mi padre, he podido ser fuerte mentalmente. Fué un infierno, pero me ha ayudado a enfrentarme a la misma muerte una y otra vez. Él pensaba que me preparaba para el día de mi muerte, pero en realidad me preparaba para vencerla mentalmente."

Poco a poco un recuerdo afloró cómo si lo volviera a estar viviendo. Estaba en la casa de su tía, en Londres, observando el cielo y la luna. Pero sobre todo la luna. Había leído que aquella luna de sangre aparecía muy pocas veces, y era un espectáculo ver el eclipse. Cómo buen aficionado a observar el cielo, no se podía perder esa maravilla.

De noche, ya de madrugada, le sorprendió en la habitación su tía mientras la observaba por la ventana. En cuánto la vió, volvió a meterse en la cama corriendo, asustado.

- No pasa nada, Miles - dijo acercándose con tranquilidad - Hoy está bonita la luna -

- Papá no me dejaba estar despierto a éstas horas. - le contestó a su tía con las sábanas tapándole hasta la nariz. -

- Pero papá ya no esta aquí. - le tranquilizó - ¿Por que no sales y seguimos viendo la luna? -

Ese día Miles acabó disfrutando de las vistas de la luna de sangre en compañía de su tía. La primera vez que un ser humano cercano le trataba bien.

**************

Miles despertó poco a poco entre pronunciadas turbulencias mientras Lisa y Jack le miraban fijamente de cerca. Aturdido, se dió cuenta de que estaba sentado en una silla y sus manos y pies estaban atados con una cuerda.

- ¿Que... que pasa? ¿Por que estoy atado?

- ¡Ha despertado! - gritaron los chicos - ¿Nos reconoces?

- ¡Pues claro que os conozco. Pero soltadme ya! -

- Después de cómo me dejastes el pómulo, ni lo sueñes. Aunque el tuyo tampoco esta tan bien. - dijo Jack -

- ¡Si no tiene ningún ataque extraño de ira ni nada por el estilo, traedlo ya. Heinrich no hace bien de copiloto! - gritó Byron ofuscado mientras se zafaba de lo que era otra persecución-

- ¡Hago lo que puedo! - respondió enfafado el hombre -

Mientras Miles se recuperaba de su inconsciencia entre una y otra, ya acostumbrada, agitación de la nave en momentos de huida, Lisa le iba contando que había ocurrido.

- Tenías razón, volvimos a aparecer en otro lugar, esta vez un poco más abajo de dónde estábamos. Entonces nos encontramos a la patrulla de halcones firmamento que dejamos atrás la otra vez y ... -

- Espera, ¿cuánto tiempo he estado inconsciente? - preguntó extrañado -

- Un día y medio. Pensábamos que estabas muerto, pero aún respirabas. - aclaró con un suspiro de alivio - Estaba muy preocupada.

Miles sonrió y le puso la mano en la cabeza, dándole las gracias. Justo en ese momento giró la cabeza y le pareció ver una gran bola gigante gris. Sus ojos no creyeron lo que vió cuándo se volvió a asomar por el gran ventanal.

La luna en el cielo. La atmósfera había llegado incluso más allá que la propia luna. Sintió, cómo en aquel lugar en el que estaban encerrados, una mezcla de sentimientos. Por una parte, el desbordado deseo de observar aquel paisaje más detenidamente bajo una tranquilidad que pareciese infinita, la antítesis de la situación que había en aquellos instantes.

Por otra parte, sintió miedo. Un miedo que superaba al respeto, muy parecido a lo que sintió en aquel límite de la atmósfera, pero no a la inmensidad de la naturaleza, si no a su fuerza y a su poder. Por que, ¿lo habría causado la naturaleza, no?

Absorto en la luna, se acercó poco a poco al ventanal, mientras Byron le gritaba que se sentase y que le ayudase cómo había estado haciendo tiempo atrás como copiloto. Tras unos segundos confuso, escuchó a su capitán y le hizo caso.

Mientras tanto, el general Kozlov miraba nervioso el panorama. Sabía que la única manera de que ganase aquella oportunidad de matarles, era disparando aquel misil que habían estado preparando. Sin embargo, la pieza clave era aquel traidor de Jack. Si moría, habría perdido. Y no iba a ser fácil sacarlo de aquella nave.

- ¡A todas las unidades que estén en la misión de los zorros celestes y las que sigan en la central, les habla el general Kozlov! - gritó de repente por el megáfono - ¡Las patrullas que estén en la central deben presentarse en nuestra posición ahora mismo e incluirse en la misión, los que ya estén, disparen para que la aeronave caiga, infiltrense y capturen a Jack Cole!

- Señor... - se acercó un soldado con cautela - ¿Va a mandar a todo el ejército a esta misión? -

El general movió la boca de un lado a otro mientras se colocaba las gafas de aviador, cómo era normal en él cuándo se ponía demasiado nervioso. De repente, rió a carcajadas.

- Todos no, he reservado un par de patrullas para el golpe de estado.

Todos los soldados y científicos de aquella nave le miraron boquiabiertos. Entonces entendieron que William Kozlov era más peligroso de lo que pensaban.

***********

Les habían dado y ahora la RG10 empezaba a caer. Una vez más había sido alcanzada y quién sabía si volvería a alzar el vuelo. Las torretas y ametralladoras no hacían casi efecto, cómo de costumbre, a los numerosos y medio acorazados zepelins rojos.

- ¡Lisa, baja a la sala de máquinas y mira si puedes intentar hacer algo! - gritó Byron sin poder hacer demasiado ya -

- ¿Es que quieres que me maten? - contestó la chica, mientras todos sus compañeros la miraban con cara de circunstancias -

Tras un largo suspiro, Lisa bajó corriendo las escaleras que daban acceso a la sála de máquinas, la cual estaba semi derruida y con algunos motores en llamas. Sentía que poco podía hacer allí, salvo intentar sofocar las llamas con agua. Tras un rato intentando arreglar los motores sin fuego sintió varios choques en la parte de arriba, por lo que subió a cojer agua.

Subiendo las escaleras se encontró con que cinco soldados vestidos de rojo habían entrado en su aeronave tirando parte de la pared, y apuntaban amenazantes con sus fusiles a los cuatro zorros celestes. Lisa se escondió tras la columna de las escaleras inmediatamente tras verlos, no pensando claramente, cómo si la situación le sobrepasase. No era una soldado, nunca lo había sido, no sabía cómo actuar. Sin embargo, en el momento en el que se embarcó en aquella misión, ya era uno de ellos. Suspiró e intentó tranquilizarse. Pensó que sería lo que harían en aquel momento, y dió con que el quinto registraría la zona para encontrarla.

El quinto soldado halcón andaba con paso sigiloso por todas los camarotes de la nave, esperando oir alguna pista de la chica. Sin oir nada concurrente y haber vigilado habitación por habitación volvió a la sala principal, dónde bajó por las escaleras. Tras darse cuenta de que había una caja de herramientas y la puerta abierta de la sala de máquinas, fué a entrar para capturar a la muchacha. Sin embargo, se vió sorprendido con que le golpearon muy fuerte por atrás, cayendo inconsciente al suelo. La trampa le había salido bien. Cogió su fusil y subió arriba junto con el hombre inconsciente, mientras le apuntaba.

- Aún está vivo - les dijo Lisa a los otros - Matais a alguno, y le mato a él.

Riéndo, uno le dijo a otro que se llevase a Jack de allí. Después, le contestó.

- ¿Crees que una mísera muerte nos va a importar a nosotros? ¿O le va a importar al general? - siguió riendo - En nuestro ejército sobrevive el más fuerte y el más listo. No te creas que tenemos corazón por las personas. Somos soldados, no personas.

Esa última frase disparó de nuevo la ira de Miles, que ya venía alimentándose desde hacía un rato. El chico groenlandés de abalanzó sobre el soldado que hablaba, tirándole al suelo mientras le apretaba el cuello. Parecía cómo si su fuerza y rapidez se hubiera triplicado, cómo si estuviera en extremo peligro. El hombre inentaba zafarse de él, disparando a todos lados mientras los demás se ponían a cubierto. Byron aprovechó para coger dos fusiles y darle uno a Heinrich, para después amenazarles a ellos. Miles, asustado, miraba sus manos pensando cómo podía haber estrangulado de aquella forma a ese hombre.

- Si vuestra vida no vale nada, entonces ¿por que seguis viviendo? - dijo Byron serio mientras les apuntaba junto a Heinrich -

Los dos hombres, que también les apuntaban, asustados por la muerte de su teniente a manos de Miles, continuaron en silencio. No sabían que pensar ni que hacer. Lisa también les apuntaba. Estaban rodeados.

- Estamos dispuestos a morir por nuestro ejército. - dijo uno de ellos -

- ¿Por un tirano que no piensa que la vida humana tenga valor? -

- ¡Nuestra vida no tiene valor! - gritó el otro - ¡Lo único que importa es que consigamos mata...!

Sonó un disparo. Miles había cogido un fusil y le había disparado.

- Las personas, la vida, todo tiene valor. - empezó a decir con los ojos humedecidos de rabia mientras apuntaba al otro - No podeis decir que no os importa la vida de un compañero. No podeis decir que no os importa vuestra propia vida. Por que entonces no sois humanos. Todos queremos vivir, nadie quiere morir. Y en el fondo de todos los soldados sabemos que nos arriesgamos a morir. Pero, al final, seguimos querer viviendo. Cuándo sabes que has estado a punto de morir una y otra vez, te das cuenta de ello. - hizo un silencio - Pero parece que nunca habeis estado en esa situación.

Y disparó.

*************

La nave que se había llevado a Jack preso se alejaba, mientras la nave continuaba cayendo. Los integrantes de la nave estaban viviendo de nuevo un mal sueño, hasta ese momento siempre habían salido vivos, pero parece que el destino de la RG10 les conduciría a la muerte.

- Podemos tirar otra bomba - propuso Miles con el tiempo encima -

- No va a ser necesiario - dijo Lisa, que subía de la sala de máquinas - He podido conectar varios motores entre sí para dar un último empujón -

Los chicos le miraron con alivio.

- Has sido nuestra salvadora en dos ocasiones ya. - dijo sonriendo Byron mientras volvía a los mandos de la aeronave - Ahora debemos salvar a Jack.

- ¿Qué? - saltó Miles - ¿Cómo que salvarle? ¿No te acuerdas de que nos vendió a sus amigos con tal de salvarse? Inlcuso es posible que nos encontraran gracias a él. -

- Cómo diría Green. - dijo mirándole seriamente - Ya es uno de la familia. Confío en él y en su traición para nuestro favor. -

Miles se le quedó mirando sin saber que decir, y eligió, una vez más, la esperanza en que tuviese razón su capitán.

Se acercaron a la luna. Volaban alrededor de ella a una velocidad de vértigo, pasando por encima cráteres y levantando polvo en ellos. Sabían que tendrían menos ángulo de disparo y una posición más ventajosa frente a sus enemigos.

Kozlov miraba con ojos como platos los movimientos de aquel zepelín azul que tantos problemas le había dado. Derribar una simple aeronave terráquea le estaba costando el ejército y todo el honor que tenía cómo general. De pie, su enorme ira podía apreciarse con sólo estar al lado suyo. Empezó poco a poco a perder los cabales dentro de él. Sentía cómo su odio se hacía más y más intenso. Hasta que no pudo más y gritó con todas sus fuerzas.

- ¡Preparad el misil ahora mismo y derribadlos, rápido! -

Ni si quiera sus hombres se atrevían ya a mirarle. Un científico se acercó al lado suyo para explicarle la situación del misil.

- Eh, esto, general... - dijo titubeante, con miedo en la cara - El misil... todavía no está a punto... -

Kozlov le miró y el científico dió un paso atrás. Nunca había presenciado algo igual. Su cara expresaba el odio más abisal de su alma. Le cogió por el cuello de la bata y apoyó su frente en la del científico, mientras le gritaba.

- ¡Esté a punto o no esté a punto, quiero que se dispare ya! -

- ¿Y la luna... señor? Ese misil es explosivo, creado para desintegrar una aeronave cómo la del obejetivo. Si disparamos contra el objetivo ahora, es posible que demos contra la luna, y... - explicó otro científico que se asomaba -

Kozlov soltó al que tenía agarrado y se dirigió en frente del científico. Ahora su cara era completamente seria y sus ojos ya no expresaban odio, si no la faceta más fría que un humano pudiera tener. La maldad.

- ¿Acaso crees que me importa la luna? - acabó en carcajadas -

*************

En el momento en el que una luz cegadora empezó a iluminar radiantemente la RG10, cada persona a bordo recordó un pedazo de ella misma. Temieron la muerte y, cómo ya era costumbre, pensaban algo de ellos mismos. Sin embargo aquella vez era especial. Tenían la luna al lado suyo, y podían sentir su presencia de una manera especial. Les dió motivos para pensar de una forma más honda y profunda, en apenas unos milisegundos.

Una chica que apenas había sentido la realización en su alma, y cuándo por fin la había sentido, la muerte se la quería quitar. Un viejo cascarrabias cuyo esfuerzo de años y años se le fué arrebatado de manera injusta, y que no podía volver a trabajar cómo en aquellos tiempos, puesto que la muerte no quería que estuviese más tiempo en la vida. Un capitán de zepelín al cual la muerte le quitó sus compañeros en dos ocasiones, que para él lo eran todo. Un chico al cual la muerte le arrebataría la vida si miraba por sus propios principios, traicionando a su hogar.

Un muchacho, nacido en Groenlandia. Con la capacidad de ser el mejor militar del mundo gracias a su padre, pero con la capacidad de ser la mejor persona gracias a él mismo. Estando una y otra vez al filo de la muerte, pero sobrepasándola una y otra vez más.

Todos y cada uno habían tenido dificultades y contratiempos. Pero todos y cada uno de ellos habían superado incluso el cielo.

La luna se rompió en pedazos, mientras la onda expansiva de la explosión alejaba a los zorros celestes y a los halcones firmamento. Los trozos, sin embargo, permanecieron flotando, cómo si una estraña fuerza les impidiese caer.

Miles, contemplando el desatre cómo podía mientras la nave daba vueltas de campana, no podía creerlo. Inmediatamente pasaron por su mente todas las veces que había visto la luna. Todas y cada una. Su mente no quería pensar en aquello, pero lo pensó. Nunca más podría ver la luna. Sintió cómo si nunca fuera a ser feliz otra vez.

Gritó muy fuerte, mientras toda su ira y depresión salían por cada una de sus cuerdas vocales. Fue en ese momento cuándo lo juró.

Juró que los artífices de aquello nunca más volverían a ver la luz del sol mientras él siguiera con vida.




- Acaba bien, ¿eh? Uff. -

- Lo cierto es que tenía pensado hacer muchas secuelas, como en casi todas mis ideas xD -

- Si has llegado hasta aquí y te has dado un festín de leer clichés y más mierdas, te doy la enhorabuena; quizás hayas encontrado algo en esta historia que valga la pena, por lo que gracias de corazón. Mis inicios en esto son motivo más que suficiente para que me valga la pena a mí. -

- Nos leemos en otra parte ;) -

~ EnryDM a.k.a Nogenry

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