17. Reflejo del miedo
Ya hacía bastantes horas de la tensa situación vivida en la RG10. El sol empezaba a ponerse por el horizonte, que parecía infinito, mientras la nave iba avanzando con suavidad entre varias nubes, que parecían humo. El anaranjado del cielo hacía sonreir a cada uno de los soldados que iban en aquella nave, rumbo a un orgullo. Tranquilizaba sus almas, ofuscadas por todo lo vivido, todavía en shock por el sufrimiento, las dudas y toda las complicaciones que habían tenido hasta llegar allí. Estaban a unos pocos días de llegar a esa ansiada línea, que demostraría a los dos mundos que no estaban muertos. El zorro celeste volvería a sobrevolar el cielo, cómo siempre había hecho. Dónde le correspondía estar.
Sin embargo, un buen soldado, nunca puede dejarse llevar ni bajar la guardia.
Miles, no demasiado contento con aquel ambiente de tranquilidad, decidió sentarse en su silla de copiloto, por si surgía algún problema. Y cómo si de un vidente se tratase, no pasó mucho tiempo hasta que Jerry llamó a aquella aeronave guerrera.
- ¿¡Chicos!? ¡¿Byron? ¿Miles? ¿Estais ahí? ¿Lisa? ¿Heinrich?! - llamó angustiado -
- Sí, sí. Tranquilo, Jerry, ¿que pasa? - respondió Byron -
- ¡¿Tranquilo?! ¡¿Estais bien vosotros?! -
- Claro que estamos bien. Oye, ¿nos puedes decir que diablos te pasa? - dijo Miles -
- Yo... em... - dijo aún resoplando - He visto algo... aquí en el radar de la central cuándo he llegado. -
Jerry y un gran pelotón de investigadores y comunicadores se encontraban alrededor del radar personalizado de la RG10 en la central. Mirando con cara de atónitos a la pantalla, mientras algunos comentaban perplejos entre ellos, varios puntos rojos revoloteaban alrededor de un punto azul, que simbolizaba la situación de la aeronave en cuestión.
- Es... en fin. Será mejor que le hecheis un vistazo vosotros. -
Los datos del radar de la central llegaron en pocos segundos al radar de la aeronave. La cara de los soldados de la RG10 fué de total extrañeza.
- ¿Qué es esto, Jerry? - se acercó Lisa - Estos datos deben estar corruptos, vigilad la configuración de vuestro radar por que aquí no hay ningún avión ni... - se paró en seco cuándo miró de reojo hacia su izquierda -
Un avión comercial iba directo hacia ellos a una velocidad imparable, mientras daba vueltas de campana hacia todos los lados.
- ¡Byron! - gritó mientras se abalanzaba sobre los mandos para que la aeronave subiera -
Sin embargo, un ala del gigantesco avión interceptó en el globo y desequilibró la nave hacia abajo, mientras los tripulantes caían sin saber muy bien que pasaba.
- ¿¡Pero que ha pasado!? - dijo enfadado Heinrich tras unos segundos de tranquilidad - ¿¡Eso era un avión comercial!? -
- Podrías preocuparte más por nosotros y ofuscarte menos, Heinrich - dijo Byron con dolor mientras se levantaba magullado - ¿Estais todos bien? -
- Sí - respondieron con su misma voz el resto de personas -
En cuánto Miles se levantó y miró de nuevo hacia el ventanal, sus ojos se abrieron cómo platos, junto con los de todos sus compañeros. Miles y miles de aviones comerciales, militares e incluso helicópteros volaban descontrolados a una velocidad vertiginosa en todas direcciones, hasta aquel horizonte que hace apenas unos minutos veían tranquila y sosegadamente. El naranja del cielo y la gran cantidad de vehículos aéreos que volaban descontroladamente y se chocaban en alguna ocasión, hacían una mezcla hermosa, y a la vez terrible.
Byron pestañeó y vió a Miles en el asiento de copiloto, preparado para cualquier peligro que pudieran tener. Su mirada estaba fijamente puesta en aquellos aviones. Dado su rostro no parecía que iba a dar marcha atrás, ni mucho menos. Iban a pasar de aquella frontera etérea sea cómo fuese, nada ni nadie les iba a parar los pies en aquellos momentos. El chico groenlandés se giró hacia su capitán.
- ¡¿A qué esperas, capitán?! ¿A que la nave pase sola? -
Byron lo entendió y se dispuso inmediatamente a ejercer de piloto de la RG10.
- ¡Lisa y Jack, bajad a las artillerías! - gritó mientras esquivaba con brusquedad dos aviones militares -
- Mejor cogeré mi avión de combate y os cubriré por arriba - dijo seriamente -
Byron giró la cabeza hacia su dirección, mirándole sin entender por qué quería complicar más las cosas.
- ¿Que dices? ¡No vas a aguantar ahí fuera nada! -
- Eso no lo sabes - replicó mientras Byron esquivaba a más de tres aviones a la vez con un gran movimiento -
- ¡Haz lo que quieras! - terminó la conversación, queriendo concentrarse en su objetivo -
Cientos de aviones descontrolados pasaban rozando la aeronave celeste, mientras iba a máxima velocidad, deseando pasar aquella extraña zona aérea.
Tras varios golpes y estruendos, Lisa y Heinrich disparaban a los aviones con las torretas de la sala de artillerias, recordando de alguna manera una situación parecida en el pasado.
Jack, por otro lado, manejaba el avión con determinación, mientras se asombraba cada vez más de lo que veían sus ojos. Nunca había estado en una situación igual. Sorteando miles de aviones que no tenían dueño, que misteriosamente habían perdido la cordura, cómo si de un cuadro surrealista se tratase, casi fantasmal.
Byron miraba fijamente aquel escenario mientras Miles iba de un lugar a otro de la aeronave accionando distintos dispositivos de defensa. Cada vez el número de vehículos aéreos iba aumentando, y los golpes se sucedían de un momento a otro sin parar.
- ¡Nos vamos a caer, Byron! - avisó Miles - ¡Ya sabes que ésto no aguantará mucho más! -
Byron le miró, con los dientes apretados de la tensión.
- ¿¡Te atreves a llamar "ésto" a mi nave!? ¿¡A mi querida Estelada!? -
En ese momento los dos miraron de frente con la boca abierta, sin poder reaccionar a lo que estaban viendo. Un avión comercial, que era el triple de grande que el que habían visto por primera vez en aquella alocada situación, se dirigía hacia ellos dando vueltas de campana, a una velocidad algo más baja.
Sin tener tiempo para frenar el tan querido zepelín de Byron, en los últimos segundos antes de chocarse dió una vuelta completa hacia la izquierda para colarse por una gran ventana del avión. Tras unos segundos de infarto, la aeronave atravesó el avión saliendo por otra ventana, mientras poco a poco iba dejando de girar.
- ¿¡Que era eso!? ¿¡Otro avión!? ¿¡Tan grande!? - gritó Heinrich todavía sin poder creerselo -
- ¿Cuándo vamos a salir de aquí, capitán? - saltó Lisa -
- No parece tener fin este infierno... - respondió Byron maldiciendo en voz baja -
De repente, el radar volvió a emitir nuevos datos. Esta vez eran más puntos rojos, pero esta vez no se movían de manera aleatoria, cómo los demás, si no que seguían un rumbo uniforme. Hacia ellos.
- ¿Hola? ¿RG10? - volvió a sonar la voz de Jerry - Ha habido un fallo de comunicación. ¿Podeis informarme de qué esta pasando?
- ¡Hemos entrado en el infierno de los aviones, parece! ¡Hay muchos y están muy descontrolados, se chocan contra nosotros y ahora nos han alcanzado los halcones! -
- Eso... ¿eso es posible? - respondió atónito - No creí que pudiera haber algo cómo eso. -
- Necesitamos refuerzos, energía, ¡algo! ¡Nos caemos! -
- Byron Hillman - habló Green, más serio de lo habitual - Espero no tener que oir eso más, y que demuestres, cómo capitán que eres, que puedes pasar eso cómo sea.
- Estás... pirado - dijo intentando no perder la concentración mientras esquivaba más aviones - ¿¡Te crees que voy a aguantar mucho más!?
Se cortó la comunicación en el preciso instante en el que un misil de los halcones firmamento pasó al lado de ellos.
- ¡Byron! - dijo Miles mirándole a los ojos con su determinación férrea - Déjame de piloto -
*********
Las casi quince aeronaves de los halcones firmamento se habían topado con el peor de los escenarios posibles en busca de los insufribles zorros celestes que se habían escapado de sus garras. El general Kozlov, junto a varios de sus tenientes de más confianza, encabezaban la flota etérea, que teñían el cielo anaranjado de rojo.
Mientras se agarraba cuándo el piloto eludía bruscamente aquellos alocados vehículos aéreos, Kozlov maldecía su mala suerte.
- ¿Qué se supone que es esto? ¡Exijo una explicación! -
Nadie respondió a sus gritos salvo una persona, que durante unos segundos dudó en hablar.
- Bueno... mi general... yo soy científico y he hecho algunas investigaciones del cielo ampliado... y se puede suponer que es por la cercanía a la frontera etérea,el cielo recién ampliado.
- ¿¡Supones!? - gritó con aún más fuerza -
- Hoy por hoy es un gran misterio los aviones fantasmas, pero ya son, cómo puede ver, no sólo aviones, si no muchos vehículos aéreos.
- ¡Para que me expliques cosas que ya sé, no hace falta que abras la boca! - dijo enfadado - ¡Sólo quiero matar con mis propias manos a esos terrestres miserables, que aprendan de una vez que no pueden venir por aquí cómo si nada! ¡Les torturaré, extrangularé y acabaré con sus vidas uno a uno! -
Todo aquel zepelín hechó una mirada de miedo mayúscula a su general, mientras él seguía absorto en su odio y en sus ganas de matar unos cuántos soldados vestidos de azul claro.
De repente, cuándo Kozlov se quiso dar cuenta, apareció la RG10 a pocos metros y se levantó de su asiento con efusividad.
- ¡Vamos, derribarles! ¡Pero aseguraos que sobrevivan, yo me encargaré de ellos!
La tripulación de la RG10 se dió cuenta de que los nuevos estruendos que sonaban ya no sólo eran de aviones chocando, si no de misiles. Estaban pisándoles los talones.
- ¡Apuntadles y dirparar! - gritó Miles a la sala de artillería -
Lisa y Heinrich hicieron caso de las órdenes de su capitán, y a pesar de que la artillería pesada y los misiles accionados por Byron hicieron efecto en una de las naves, otras catorce avanzaban rodeándoles, con dificultad.
- ¡Mierda, mierda, mierda! - repitió Miles estresado - Son demasiadas naves.
- ¿Estas seguro de que vas a poder hacer algo de piloto? - dijo Byron en el puesto de copiloto -
Miles no respondió y con un grito de guerra subió la nave por un hueco que veía en el cielo, entre toda la multitud de aviones y helicópteros, hasta poner la nave en perfecta verticalidad.
- ¡Manten la nave así y cuándo te diga, la frenas todo lo que puedas! - le dijo a Byron mientras se deslizaba hacia abajo de la nave - ¡Confío en tí! -
Mientras Miles subía por las escaleras sabiendo que era muy arriesgado lo que se disponía hacer, Byron se había quedado intrigado por lo que pensaba hacer su compañero. Sin embargo, lo conocía ya bien, y sabía que no le importaría arriesgar su vida por una misión.
- ¿Que pasa? ¿Estamos verticales? - preguntó Lisa mientras intentaban arrastrarse por el suelo de la nave hacia arriba -
- Sí. Tranquilos, todo saldrá bien. - dijo mientras observaba con respeto en el final de la escalera los quince zepelines rojos que les perseguían, además de toda la marabunta de vehículos aéreos - Jack, necesito que te pongas enfrente de ellos -
- Lo mismo estaba pensando yo - respondió Jack, mostrando su avión enfrente de la flota de halcones-
- No puede ser... - dijo asqueado William Kozlov al ver el rostro con la máscara de Jack - ¡No puede ser! ¡Alto al fuego! ¡En todas las unidades! -
Sin pensárselo ni un sólo segundo, Miles gritó a Byron que frenase ya y éste lo hizo, mientras el joven saltaba en plancha agarrado al artefacto del gancho, que hasta ese momento no había podido utilizar.
Tras caer en el globo de una de las aeronaves rojas, Miles sacó el fusil que llevaba y empezó a disparar a los globos de su alrededor, a la vez que se agachaba y buscaba la manera de infiltrarse en el zepelín dónde había caído.
- ¡¿Miles?! ¡¿Pero que quieres, morir?! - gritó Lisa preocupada por la radio -
- No, no quiero. Pero tampoco me importa. -
La RG10 se volvía a estabilizar, pero ahora las aeronaves enemigas estaban mucho más cerca que antes. Mientras tanto, Miles no encontraba la manera de entrar, las paredes parecían de un material casi impenetrable por las balas y con cada segundo que pasaba se arriesgaba a que un avión fantasma le llevase por delante.
Pudo comprobarlo cuándo un gran avión militar fué a chocarse contra la sala de máquinas del que estaba a su lado, haciéndolo caer en cuestión se segundos. Contemplando la escena, impotente, no se podía creer que haber llegado hasta allí no le hubiera servido de nada. Cada vez los aviones estaban más revolucionados y se chocaban más, hasta tal punto de obligarle a tumbarse. Estaba inmovilizado, no podía moverse. Levantar, aunque fuera la cabeza, supondría un golpe casi seguro.
No tardó en recibir un tremendo impacto la aeronave celeste ante los ojos de Miles, incapacitado en esos momentos para hacer nada, con rabia. Cómo un resorte, casi sin quererlo, las piernas y el corazón le respondieron a Miles y corrió en cuánto vió a la RG10 caer, con toda su familia dentro. Se paró en seco cuándo vió que estaba al borde del abismo. Y de repente, pensó en el final de todo.
En el momento en el que salió de aquel calabozo se prometió a si mismo que nunca más perdería la esperanza. Pero en esos momentos, con el corazón a mil por hora, y con la cabeza en shock, no podía pensar tan fríamente cómo lo solía hacer. Comprendió su error planeando aquello, nunca debió dejar a sus compañeros solos. Miró a su alrededor, perdido, mientras las naves rojas se despreocupaban de perseguir al enemigo y miraban por salvar sus vidas. Miró al cielo nocturno, absolutamente lleno de luces de aviones de todas las clases, y que poco a poco se fué tiñiendo del color del fuego.
De nuevo, un cuadro. Esta vez no llegaba a ser surrealista, si no más bien, cientos de manchas de colores mezcladas; amarillas, naranjas, azules oscuros. Y de la nada apareció un avión que recogió a Miles de la muerte. Jack le había vuelto a salvar.
- ¡Levántalo, Byron, levántalo! - gritaban Lisa y Heinrich desde abajo, por la radio -
Byron Hillman estaba temblando. Nunca había temblado así en su vida. Eran sus recuerdos, que le volvían a atormentar. El gran parecido al pasado, cómo si lo estuviera reviviendo otra vez. Cómo si los demonios hubieran vuelto para destrozarle del todo la mente.
- "Nadie dijo que esto fuera fácil" - intentaba pensar mientras accionaba varias teclas del panel de mando - " Tú dijistes que lucharías por éste momento ¿no? Lucharías por tí y por devolver lo que necesita este ejército. Devolver lo que te dió...."
Levantó la cabeza y, en ese preciso instante, el sonido dejó de sonar. La imagen se volvió borrosa alrededor de lo que vió. Su voz no salía. Su rostro no respondía a estímulos. Parecía cómo si hubiera muerto. Lo pensó por unos instantes, pero a partir de ahí, su mente no pudo formular más reflexiones.
El azul oscuro de la noche reflejó a su misma "Estelada", entre todos los aviones y helicópteros suicidas. La aeronave a la que tanto quería, y que pensaba en aquellos momentos, que la había perdido, esta vez para siempre. Pero su reflejo era distinto. Vió a la perfección el fuego que salía por todo el zepelín, la rapidez con la que caía derruída, las caras de terror de sus antiguos subordinados, incluso sus propias lágrimas, justo cómo en aquel momento. Vió el reflejo del miedo. De su propio miedo. Y de lo que le estaba aterrando en esos momentos.
Fué un golpe demasiado fuerte para él. Mientras sus compañeros repetían su nombre una y otra vez por el megáfono, Byron cayó de rodillas en el suelo, totalmente hundido, con el rostro inmóvil e impasible.
Lo último que recordó es llorar, derrotado, mientras caían en picado. Justo en ese momento, Jack y Miles, se estrellaron contra otro avión comercial gigante que venía de abajo, a la vez que lo hacían contra la RG10.
Después, todo negro.
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