Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XII

Cuando Dante escuchó el grito de advertencia Will, ya era demasiado tarde.

Will había tacleado a Nico justo a tiempo para salvarlo de la flecha que había sido disparada desde uno de los edificios que los rodeaban. Afortunadamente para ellos, ambos cayeron al suelo con solo un par de rasguños. Desafortunadamente para Dante, él había sido el siguiente en la fila.

El chico de hielo solo tuvo tiempo de ver el brillo de la punta metálica de la flecha que momentos después se insertó en su hombro. Dante cayó hacia atrás al suelo con un fuerte golpe.

"¡Dante!" escuchó que alguien lo llamó, pero su alrededor ya comenzaba a desvanecerse en un parpadeo.

Cuando parpadeó una segunda vez vio una figura con risos dorados aparecer frente a él. Bastó con un tercer parpadeo para que se aclarara su mente y viera a su viejo amigo frente a él, una expresión de horror plasmada en su rostro.


"¿Estás bien?" le preguntó el pequeño Will, su voz sonaba como si estuviera a punto de llorar. Y por alguna razón desconocida, él también lo estaba. Will tomó uno de sus brazos y tiró de él. "¡Vamos, antes de que nos alcancen!"

Se encontraban rodeados de nieve, y más allá se podían distinguir unas figuras oscuras a lo lejos, repetidamente lanzando grandes objetos que caían cerca de ellos. Otra persona tomó su otro brazo y juntos alzaron a Dante y los tres se echaron a correr de inmediato. Era Monique, la hermana de Dante. Su sonrisa le decía a Dante que todo estaría bien, que no importaba lo que sucediera ahí, estarían a salvo del peligro.

"Madre nos lo dijo, Dante," le había asegurado unos días atrás cuando se estaban enfrentando a otros monstruos. "Siempre que necesitemos ayuda, ella nos la dará."

Pero hasta entonces no parecía ser así. Habían enfrentado muchos monstruos, demasiados para ser un par de niños, y ni una sola vez la habían visto. Ni siquiera sabían si era cierto lo que les había prometido. ¿Qué tal si solo era un timo?

Pero no podía permitirse pensar así. Por el bien de sus dos personas favoritas, Will y Monique, tenía que continuar. Así que le sonrió a su hermana y tomó las manos de ambos, y juntos los tres siguieron subiendo la montaña hasta llegar a la cima.


"¿Cuánto falta?" preguntó Monique. Llevaban tres horas sin dejar de subir la montaña. Tres horas sin comer ni beber. Tres horas sin sentarse a descansar.

"No mucho," le contestó Dante. Pero eso le había contestado la vez anterior, y la anterior a esa.

"No puedo más," sollozó su hermana. "Tenemos que parar, aunque sean cinco minutos."

"¡No!" exclamó Will. "¿Estás loca? ¡Esas cosas nos quieren matar y no se van a detener ni dos segundos a descansar!"

"Pero solo quiero cinco minutos, Will."

"Son cinco minutos más a su favor, Monique."

"Ni siquiera hay señal de los monstruos..."

¡Dante, dile!"

Y la verdad era que Dante concordaba con Will, pensaba que cinco minutos podrían matarlos. Pero también pensaba que moriría si no descansaba pronto, ¿y cuál sería el punto de eso?

"Yo creo que cinco minutos están bien," respondió.

Will se vio ofendido, pero como habían acordado ya mucho tiempo atrás, dos a uno ganaba sin importar qué. Al de los risos no le quedó de otra más que sentarse en una gran roca cerca y descansar junto a los otros dos.


"¡Cuidado!" el grito de Monique asustó a ambos chicos. "¡Ahí están!"

Aunque Dante no sabía lo que eran esas criaturas, asumió que debían ser alguna clase de ogro o gigante, porque su tamaño era demasiado comparado con el de tres niños. Eran tres, cada uno cargaba piedras que bien podrían llegarles a la mitad del cuerpo a Will y sus amigos.

Los tres chicos comenzaron a correr en la dirección opuesta a donde los monstruos se encontraban. Dieron vuelta por una esquina y continuaron su carrera. Una gran piedra salió volando por un costado de Dante, errando por solo unos centímetros.

"¡Agáchense!" gritó Will, y los hermanos lo obedecieron justo a tiempo para evadir una segunda piedra.

La orilla de la montaña estaba demasiado cerca de ellos en esa parte. A tan solo unos pasos frente a ellos se podían ver las nubes que lentamente se movían llenas de libertad. Dante siguió corriendo a la mayor velocidad que sus piernas le permitían. Era difícil avanzar mucho por culpa de la nieve y el cansancio. De igual manera, a causa del viento que lo golpeaba en el rostro le fue difícil escuchar cuando su hermana cayó.

"¡Dante!" la escuchó gritar. Y para el momento en el que voltearon ambos chicos, Monique ya se estaba levantando. Sin embargo, cuando la niña estuvo de pie una roca del tamaño de un balón de básquet la golpeó en la pierna, haciéndola perder el equilibrio y caer rodando al suelo cerca de la orilla. "¡Auxilio!

Dante comenzó a correr hacia su hermana, pero sintió que algo lo detuvo. Al voltear, vio a Will sosteniendo su brazo, impidiéndole avanzar.

"¡¿Qué haces?!" le gritó mientras intentaba librarse de su agarre.

"¡Ya vienen!" respondió él, apuntando hacia donde los tres monstruos se tambaleaban para llegar a ellos.

"¡Tenemos que ayudar a Monique!" le gritó Dante, empujando al chico de los rizos y yendo tras su hermana. No obstante, sintió que algo tiraba de su pierna y cayó al suelo.

"¡Suéltame, Will!" intentó patearlo, pero el chico lo había tomado con bastante fuerza.

"¡Te van a matar, Dante!"

"¡Van a matar a Monique!"

"¡Es muy tarde, no vale la pena!"

Dante logró patear a Will en el rostro e intentó levantarse. Al volver a voltear hacia donde se encontraba su hermana, su corazón se detuvo. Las tres figuras habían llegado hacia ella y la habían rodeado. Lo último que Dante escuchó de su hermana fue el potente grito que dio antes de morir. Luego sintió un fuerte golpe en la cabeza y lo demás estaba borroso.

Recordaba una avalancha, una discusión, y definitivamente muchas lágrimas. Recordaba haberle dicho a Will que nunca se lo perdonaría y que ya no lo quería volver a ver. Después llegó Quíone, su madre, y lo tomó del frio suelo en el cual se había estado congelando por quién sabe cuánto tiempo. Lo demás sería historia.


Abrió los ojos y se encontró con dos personas cargándolo por los brazos. Will y Nico ambos iban de prisa por una calle desconocida. El hombro de Dante le dolía como un demonio, incluso más con todo el movimiento.

"A... dónde..."

"Ni idea," le respondió Nico entre jadeos.

"Está aquí," agregó Will. "El ladrón. No nos podremos deshacer de él, lo sé por experiencia."

"¿Cómo dices?" preguntó Will.

"Orión," respondió el hijo de Hades. "Es peligroso. Demasiado, diría yo. Puede encontrarnos donde sea y rápido."

"Tenemos que deshacernos de él," comentó Dante, aun tratando de correr junto a ellos.

"Es imposible," respondió Dante. "Al menos para nosotros lo es. Si Reyna estuviese aquí..."

Dieron la vuelta por una esquina y se encontraron con un pequeño parque.

"Pero no lo está," le dijo Dante a Nico, volteando a verlo. "Así que tenemos que hacerlo posible para nosotros."

Corrieron por el parque y escucharon una risa a lo lejos. Si no se apresuraban, Orión los alcanzaría.

"Hay algo que debamos poder hacer," dijo Will volteando a ver a Nico. "¿Alguna idea?"

Nico miró al suelo mientras corrían y pensó. Sí, recordaba algo, pero no podrían lograrlo...

"Tengo una, pero es imposible que lo logremos."

"¡Adelante, dinos!" lo apresuró Will.

"Bien... el oráculo dijo algo de la corriente del olvido, ¿cierto?"

"Sí," respondió Will, quien casi tropezaba. "El río Leteo, según Percy Jackson. Se suponía que ahí era donde encontraríamos al ladrón o algo así."

"Pues el oráculo te mintió," comentó Dante.

"Tal vez," continuó Nico, "pero tal vez no. Mi idea es que vayamos al río Leteo y tratemos de hacer que Orión caiga a él."

"¡Si lo hacemos se le borrará la memoria!" exclamó Will.

"¿Funcionará con él? ¿Con un titán?" preguntó Dante.

"Ha funcionado en el pasado, así que eso espero," dijo Nico. "El único problema es que tendríamos que llegar allá primero y Orión ya nos está pisando los talones."

Justo cuando Nico dijo eso, el suelo retumbó detrás de ellos. Una gran figura apareció en el parque, arco en mano. Era Orión, el titán, listo para atacar.

El titán alzó sus manos y preparó una flecha, pero Will fue más rápido y los hizo caer a los tres, apenas logrando esquivarla.

"Es demasiado poderoso para derrotarlo así," dijo Nico bastante agitado. "Invocaré algunos esqueletos para mantenerlo ocupado, pero tenemos que quitárnoslo de encima."

"¿Cómo haremos algo así?" preguntó Will mientras sostenía al hijo de Quíone, quien cada vez se sentía más débil.

"Yo lo haré," dijo Dante con una voz segura. Los otros dos lo voltearon a ver como si estuviera loco. "¿Qué? Nico lo dijo, necesitan tiempo. Yo me aseguraré de detenerlo lo suficiente para que logren llegar al inframundo."

"No," dijeron los otros dos al unísono, lo cual los habría sorprendido si no fuera porque otra flecha salió volando en su dirección y casi le da a Will en la cabeza.

"Sí," insistió el chico de hielo. "Es la única manera de que lleguen."

"No vamos a dejarte, Dante," se negó Will. "Por más extraño que suene, somos un equipo."

"Will, tienes que cuidar a Nico."

Fueron esas palabras las que le aseguraron a Will de que Dante era de fiar. Arriesgarse así por ellos, por Nico, anulaba completamente lo que había sucedido en la boda. Tal vez sí hablaba en serio cuando decía que su madre quería darle la peor venganza posible. Si es que Dante no mentía, Orión era solo uno de muchos problemas por venir. Will entendió lo que debía hacer, y aunque no le gustaba lo arriesgado que era para Dante, lo hizo.

"Tiene razón," le susurró a Nico en el oído. "Tenemos que asegurarnos de llegar al inframundo."

"Pero Dante..."

"Dante puede cuidarse, lo sé." Will volteó hacia Dante y tomó su mano con la suya de manera amistosa. "Gracias, Dante. Por esto y por perdonarme. No sabía lo que hacía y debimos haber vuelto por ella, aunque significara nuestras muertes. Éramos un equipo y yo los decepcioné. Lo siento."

Dante no supo qué responder, pero no importó porque de inmediatamente después de eso Will tomó a Nico y juntos se levantaron del suelo para empezar la carrera. Detrás de ellos, Dante tomó aire y se levantó volteando hacia donde el titán se encontraba caminando lentamente hacia ellos. Parecía estar bastante confiado en que lograría alcanzarlos aún sin prisa.

Orión lanzó una flecha que Dante esquivó escondiéndose detrás de una de las casitas de madera del parque. Escuchó una risa y se estremeció al darse cuenta que nunca había obtenido suficiente experiencia para luchar contra algo tan poderoso como un titán. Lo más que había logrado era combatir los grifos junto a Nico, y aun así había tenido ayuda.

"¿Crees que tienes alguna oportunidad contra mí?" escuchó la voz estruendosa del titán. Su risa burlona se escuchó seguida por una flecha que atravesó toda la casita de madera, pero falló por unos centímetros a Dante.

Dante volteó hacia los edificios una última vez solo para ver a Will y a Nico desaparecer a lo lejos, no sin antes darle una última mirada al hijo de Quíone. Tomó valor y salió corriendo hacia otra de las casitas de madera. En el camino, una flecha lo alcanzó en la pierna derecha, haciéndolo caer duramente al suelo. Gritando de dolor, el semidiós solo comenzó a perder la noción del tiempo mientras el titán se acercaba a él despreocupado.

"Qué patético," rio Orión. "Pensé que darías más problemas que esto. Tu madre me advirtió que eras poderoso, pero ahora veo que se equivocaba."

"¿Por qué aceptaste esto?" le preguntó Dante en un intento de hacer más tiempo para los otros dos. "¿Cuál fue tu precio para hacer el trabajo duro de mi madre?"

"Oh, Dante. Esto que hago no lo hago por tu madre."

"¿Cómo dices?" preguntó Dante en shock. "Pensé que mi madre te había contratado para matar a Will por lo de mi hermana."

"Sí, por supuesto. Pero esto va más allá de los deseos de tu madre por vengarse del hijo de Apolo. Verás, el de Hades y yo tenemos un par de cuentas qué ajustar de la última vez que nos encontramos. He venido por mi venganza, y el plan de tu madre solo era una manera fácil y otra excusa más para llegar a Nico di Angelo. ¿Y qué mejor manera de vengarse que lastimar a la persona que ama?"

Dante comenzó a temblar, aunque no sabía si era del miedo que le provocaba estar frente a un titán o la furia que sentía por lo que le decía. No podía permitir que Orión llegara a ellos. Will había logrado su sueño de estar con alguien que lo amaba de verdad. Por fin era feliz, y ahora él estaba tratando de quitárselo. No era justo, y Dante se propuso hacer todo en su poder para asegurarse de que Orión fracasara.

"No lo lograrás," le dijo al titán con una mirada desafiante. "No lo permitiré."

Orión soltó una carcajada y tomó su inmenso arco y una sola flecha enorme. La apuntó al pecho del semidiós en el suelo frente a él y sonrió divertido. "¿Ah sí? ¿Qué harás para detenerme?"

Dante levantó ambos brazos hacia el titán e ignoró el dolor que le provocó el brusco movimiento en su hombro. Nieve salió como un rayo de luz hacia el titán y lo hizo tambalearse hacia atrás. El hijo de Quíone levantó una de sus espadas y se lanzó hacia Orión en un intento de herirlo, pero el titán lo golpeó con su arco y lo mandó a volar varios metros por el aire, lejos de sus armas.

"No me voy a dar por vencido," se dijo a sí mismo mientras intentaba levantarse para seguir luchado.

Orión llegó hasta él y puso su pie sobre el pecho del semidiós al mismo tiempo que le apuntaba con una flecha. "Qué débil, Dante. Y qué tonto de tu parte desafiar a un titán. No puedes ganar, acéptalo."

"Tú tampoco," le respondió él. "Si algo he aprendido con el tiempo es que la venganza no lo es todo. Podrás creer que la victoria es tuya, pero no valdrá la pena al final."

Orión sonrió burlón, empujando a Dante contra el suelo aún más. "¿Algunas últimas palabras?"

Sí las tenía, pero no iba a dejar que el titán las escuchara. Por eso, Dante cerró los ojos mientras pensaba en todos los momentos increíbles que pasó junto a su mejor amigo. Todas las veces que inconscientemente supo que había un lazo indestructible entre ellos dos. Pensó en las aventuras y los retos a los que tuvieron que enfrentarse. Y sabiendo que esa había sido su última aventura, le alegró haberla llevado a cabo junto a Will, justo como cuando eran niños. Como en los viejos tiempos, Will.

Cuando el titán soltó la flecha, lo último que se vio de Dante fue su alegre sonrisa despreocupada. Luego, Orión se vio sorprendido por una potente luz azul que lo dejó inmóvil en su lugar. Los pequeños copos comenzaron a caer poco después, y el cuerpo de Dante se perdió por entre la fina nieve. Pronto se reuniría con Monique y todo estaría bien una vez más.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro