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VII

N/A: Holiwiskis! Bueno, antes de comenzar a leer, debes leer este importante dato:

Les pido desde el fondo de mi cocoro que si encuentran algún error en la ortografía me lo hagan saber con un comentario, porfa. Desde hace más de un mes que he estado teniendo que escribir en el celular dado a que mi computadora se hizo plopus de penitente, y, para los que no lo sepan, es difícil escribir una historia en el pequeño teclado táctil del movil (también es debido a este motivo que no he pidido dedicar los capítulos a ustedes). Intenté revisar todo antes de publicarlo con una aplicación, pero resultó ser un fraude (ya que sólo estaba revisando una pequeña parte de todo el texto) y me di cuenta de que probablemente he estado publicando cosas sin revisar las últimas semanas. Hago lo mejor que puedo para intentar satisfacer sus sedientos deseos de Solangelo, así que si me hacen ese pequeño favor sería grandioso:3 y lo siento por cualquier error en el pasado XD

Ahora sí, dicho eso, disfrutad, hijos míos, que aquí yace su alimento.
Ave Demigods!

***

Nico sabía que descubrir lo que había pasado entre ellos dos era algo que quería con locura. Él había conocido a Will tan solo unos años atrás. Él tenía su propia historia antes de conocerlo, y no podía negar que le daba curiosidad saber cómo encajaba Dante en todo eso. Sin embargo, Nico no estaba seguro de que le fuera a gustar lo que le dijera. Creía que ese famoso dicho, "el que se mete donde no debe, se entera de lo que no quiere," o algo así, aplicaba perfectamente en esa situación.

Por lo que le había dicho Dante en la fiesta, Nico sabía que había pasado algo en el pasado que los había separado. Sabía que a Dante le había importado mucho Will, pero que ahora Will no quería saber nada de él. Y, normalmente confiaría en Will, pero también confió en Dante en el momento en que vio su mirada cuando le dijo que era para su propio bien.

"Está bien," le dijo Nico después de bastante tiempo meditando todo en su cabeza. "Salimos en una hora. Necesito arreglar un par de cosas antes de salir."

"¿Te cuento todo después, entonces?" preguntó Dante.

"Ya veremos," respondió Nico mientras comenzaba a alejarse.

"¡Creí que era lo que querías saber cuando me diste esa bebida!" le gritó Dante a lo lejos.

"¡Las cosas cambian!" le respondió Nico, ya perdiéndose entre la oscuridad en dirección a las cabañas.

Dante lo observó hasta que la oscuridad se llevó el último rastro del chico.

El hijo de Quíone suspiró y se quedó unos momentos observando el suelo bajo él. Levantó la cabeza hacia el cielo y se quedó pensando en todo lo que estaba arriesgando al ir con ellos a su misión. Su madre le había advertido de los peligros a los que Will se enfrentaría. ¿Cuántos de ellos serían verdad? ¿Cuántos serían locuras de su madre? Él no podía estar seguro. Lo mejor que podía hacer para evitarlo era intentar desviar a Will de cada una de las cosas que su madre le había contado.

Siempre estaba la opción de decirle directamente a Will lo que lo esperaba, pero Dante había decidido no arriesgarse a que él creyera que había estado trabajando con su madre. Lo último que quería era empeorar la situación.

Al menos ya había logrado algo. Nico había aceptado llevarlo con él. Fuera cual fuese la razón por la que aceptó, lo hizo, y eso era lo que importaba. Ahora, el resto del trabajo dependía de él.

Caminó hasta la cabaña de Hermes, su hogar temporal hasta que decidiera volver a irse del campamento, e ignoró las obvias miradas de los chicos que observaban cada uno de sus movimientos.

Llegó hasta su pequeño lugar en el suelo, esperando que todas sus pocas pertenencias estuvieran intactas. Sacó de su mochila su botella de agua y su paquete de barras nutritivas. Sus cosas estaban en su lugar, o al menos eso creía él.

De pronto, Dante sintió que alguien se acercaba a él por detrás. Ese alguien tomó a Dante por la cintura y le habló al oído con un tono burlón.

"Hola, guapo. Escuché que te gustan los de Apolo, pero este hijo de Hermes está disponible." Era alto y delgado, tenía cabello castaño ondulado, ojos azules, piel blanca, una gran sonrisa burlona en su rostro, y un brillo extraño en sus ojos.

Dante inmediatamente se separó como pudo de él y lo miró con el ceño fruncido.

"¡¿Qué te piensas, eh?!" le gritó al chico.

"Oye, yo sólo quiero llegar a conocerte mejor. ¿Qué opinas?" el hijo de Hermes le guiñó un ojo y le dedicó una sonrisa burlona, algo que se le daba bastante bien.

Dante vio de reojo a los otros chicos tras él riendo en voz baja. "Opino que puedes largarte de mi vista," le dijo con voz fría.

"Oh, vamos, cariño. Al menos dame una oportunidad. Te demostraré que soy digno de tu amor."

"Piérdete, imbécil."

"Bueno," dijo por fin el chico. "Pero si cambias de opinión, sabes dónde buscarme." Volvió a guiñarle el ojo y se fue hacia donde sus amigos se encontraban, muriendo de carcajadas.

Dante, rojo y molesto, decidió ignorarlos y seguir revisando su mochila. Revisó el pequeño bolsillo en la parte trasera, comprobando que su preciada fotografía aún estaba ahí. Suspiró al observar a las tres personas en ella. Era un recuerdo de los buenos tiempos. Los tiempos en los que Will y él seguían siendo amigos. Los tiempos en los que ellos eran los niños más felices del mundo. Los tres de ellos.

"¿Quién es ella?" Una voz surgió desde detrás de él, provocándole un respingo. Una mano salió de la nada y le arrebató la fotografía de las manos con una velocidad increíble. Una velocidad que sólo un hijo de Hermes podía poseer. Volteó sólo para encontrarse con el mismo chico de antes.

"¿Este es Will de niño?" preguntó el chico.

Dante no dudó en actuar. Había lidiado con suficientes ladrones como para saber que pedirla de vuelta no serviría de nada. Lanzó su más rápido agarre hacia la fotografía, intentando tomar al chico por sorpresa, pero el hijo de Hermes era mucho más rápido que él. Sus reflejos de gato lo ayudaron a retirarse de inmediato.

"¿Y quién es la chica de ahí?"

Dante se dio por vencido. Era obvio que no lograría obtenerla de regreso hasta que él decidiera devolverla... o hasta que Dante decidiera usar la fuerza bruta.

"No es asunto tuyo, devuelvela." Dante logró formular una voz dura. Una voz que dejaba saber que no estaba bromeando. Pero al chico no pudo importarle menos.

"¿Will y tú eran novios?" Esa pregunta fue la gota que derramó el vaso.

Dante se lanzó sobre el chico en un intento de recuperarla. Lo tomó por sorpresa y lo tumbó al suelo, pero antes de que él pudiera recuperar la fotografía, el chico la lanzó hacia uno de los otros que observaban la escena divertidos. El nuevo chico, cuyo físico era exactamente igual al del primero, tomó la fotografía y la examinó. "Se venían tan lindos juntos. Apuesto a que ahora le reprochas a Nico que él lo tenga y tú no." El chico se rió bastante fuerte junto a sus compañeros.

Dante se encendió con enojo y salió disparado hacia él. Lo embistió al mismo tiempo que él lanzaba la fotografía de regreso a su hermano.

Dante, rojo de furia, cansado de todo eso, comenzó a reconsiderar la idea de la fuerza bruta.

"Sólo hay algo aquí que arruina todo," rió el primer chico. Tomó la foto por el extremo superior con la punta de los dedos y los separó, rompiendo la fotografía permanentemente en dos, una larga linea imperfecta separando a los dos chicos de la chica. "Listo. Y fueron felices por siempre," se burló él.

Dante no podía creer lo que sus ojos le mostraban. Debía ser un sueño. Una pesadilla, mejor dicho. Esa foto, el único recuerdo que Dante tenía de cuando Will, su hermana y él habían estado unidos, ahora estaba arruinada.

Sin poder contenerse, Dante soltó un grito que pareció más un gruñido ensordecedor. La temperatura bajó a niveles congelantes. Un extraño azul comenzó a esparcirse por todo el suelo al mismo tiempo que pequeños objetos blancos caían del techo a su alrededor. No le tomó importancia al cambio del clima, Dante sólo corrió hacia el chico y le atestó un fuerte golpe en el estómago con el puño cerrado. De inmediato, el mismo azul que había cubierto el suelo ahora lo cubría a él de pies a cabeza.

"¡CONNOR!" se escuchó a alguien gritar.

Dante no lo pensó dos veces. Tomó los pedazos de la fotografía de las manos congeladas de Connor y, mientras los otros chicos en la cabaña huían de ahí, él aprovechó para tomar sus cosas y largarse lo antes posible del lugar.

Antes de salir completamente, volteó hacia atrás y vio la monstruosidad que había causado. En el techo, pequeños copos de nieve se formaban y se desvanecían antes de llegar a tocar el suelo. El irregular hielo grueso cubría la mayor parte de este, dejándolo al descubierto sólo en los lugares en que los otros chicos habían estado parados al congelarse. En el centro se exhibía una estatua azul de un chico obviamente aterrorizado, con los brazos extendidos hacia atrás, como inentando alejar algo del espectador, y una expresión de horror en su rostro.

Dante volvió la vista hacia la fotografía que tenía en sus manos. Ahora, una linea irregular se extendía desde un extremo hasta el otro, cortando ligeramente el lado izquierdo de la hermosa niña de ahí. Cabello negro oscuro, ojos azules claros, piel blanca como la nieve. Su hermana se parecía tanto a él. O, solía parecerse. La única fotografía que él poseía de ella ahora estaba arruinada. Por un momento, Dante recordó su pasado y decidió que no se arrepentía de lo que acababa de pasar. Alejó de su mente los malos recuerdos mientras salía disparado de la cabaña de Hermes hacia la entrada del campamento.

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