No puede dormir y la pantalla aun brilla en la oscuridad murmurando palabras escritas. La madrugada entra con un fulgor frio que ni la calefacción puede contrarrestar. Está sentada con la pantalla delante y un café que humea en la oscuridad. Las luces están bajas como murmurando aquella oscuridad que está dentro volviéndola frágil. Está cansada y sus ojos le calan en ese lugar de paredes oscuras.

Mira los contactos en la pantalla junto a la hoja electrónica de escritura abierta en una búsqueda sinsentido de compañía imposible. No puede llamar, no puede hablar y aquellas palabras que permanecen escritas en la pantalla se atoran en su pecho que palpita lentamente. Recuerda su voz como un sonido ronco y rebelde. Esa mirada salvaje o sus movimientos imprevistos.

Los cabellos azabaches fundiéndose en la oscuridad de la ciudad.

El aliento sale de sus labios sin la comprensión de ningún murmullo, sin ninguna palabra entre el, solo aquel estupor que presiona su pecho.

Lentamente se recarga en el sofá con las manos en su regazo. Los ojos castaños brillan bajo la pulcra pantalla de inmaculados colores con un significado y un sinfín de oportunidades. Cierra los ojos con una pequeña sonrisa forzada en sus labios, una resignación que no llega a su pecho y que no devuelve el oxígeno suave a sus pulmones.

Sola.

Escucha el sonido de su propia respiración.

En la puerta la oscuridad engullida sin miramientos la observa desde la ventanilla de seguridad, detrás de las rejas la nebulosa noche devorando lo que alguna vez creyó que era suyo.

El agotamiento tira de sus parpados ligeramente. Escucha entre aquella neblina de pestañas el sonido del arma desplegándose frente a su rostro, el sonido de los circuitos chocando y los líquidos espesos de las maquinas. En un afligido recuerdo. Sybil observa como un Dios que se cree omnipresente.

Criminal Latente.

Ejecutor.

Pyscho Pass.

Sola, completamente sola, puede escuchar su corazón resignarse.

Su respiración tiembla entre un sueño que no llega. Sus labios se revuelven cansados entre un nombre que lucha por escapar de su corazón.

Kogami.