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27. Detalles importantes

Capítulo 27

Detalles importantes

Era obvio que necesitábamos hablar, él no debía decir nada pero yo si tenía mucho por decir. Cerré la puerta de mi habitación para tener más privacidad, Matt decidió sentarse a orillas de la cama, me acerqué acomodándome a su lado. No había cambiado en estos seis meses, sólo un ligero corte de cabello y listo. Sonrió un poco acariciando las puntas de mi cabello.

—Está muy largo.

—No he tenido tiempo de cortarlo de nuevo—sonreí de lado. No sabía como iniciar la conversación pero me arriesgué—Matt yo...

—No debes decir nada, Aris me lo explicó todo y Kimberly también.

—¿Kimberly?

—Hemos hablado anteriormente—explicó. Me sorprendí un poco—Se preocupa por ti.

¿Hace cuánto que hablaban? ¿Por qué Kim nunca me lo dijo? Tal vez porque ella sabía que me opondría a eso, haría lo imposible para que dejaran de tener contacto. ¿Tan mala podía ser? Suspiré aclarando mis pensamientos antes de hablar.

—Quiero decir algo aunque no deba hacerlo—asintió estando serio.

—Te escucho.

—Lamento mucho todas las cosas que dije, todas las veces que te alejé, que te insulté, que te lastimé incluso—mantuvo sus ojos oscuros en mí—Lamento todo lo que te hice, Matt, he escuchado a todos decirme que soy fuerte, que puedo salir de los problemas pero no es cierto. Lo intento y es difícil, si tienen razón al decirme que he estado quejándome de la vida cuando puedo hacer algo para cambiarla—tomé aire continuando—No quiero seguir con la duda, no existe ninguna duda realmente, soy yo, yo misma soy el problema en mi vida—sonrió apenas manteniéndose serio—Todo tiene una solución. Me ha costado aceptarlo pero estoy en eso.

—Puede llevar un tiempo asumirlo...

—No importa cuanto tiempo tome—lo interrumpí decidida—Lo que quiero decirte es que lo siento y quiero otra oportunidad—noté la sorpresa en su rostro—Quiero estar contigo, Matt. No es por el bebé, no es por lo que me dicen, no es porque me sienta obligada, no—negué con la cabeza. Sentí un nudo en la garganta pero decidí tragarme el orgullo—Es porque lo quiero y lo deseo. Quiero despertar contigo, quiero que estemos los tres juntos...

—No dijiste nada sobre el embarazo—intenté no preocuparme por su frialdad. Esperaba que no fuera muy tarde, si decidía que había terminado...estaba en su derecho. Muchas veces había rogado y yo sólo lo pasaba por alto sin tomarle importancia realmente—Me mentiste, sabías que me iría a París, pudiste decirme que sería padre, ¿Creíste que no respondería por nuestro bebé, Susan?

—No, no—me apresuré a decir—Tal vez Aris no te lo haya contado pero temía que no pudieras cumplir tu sueño de ser chef. Sabía que ibas a quedarte con la noticia, decidí no decírtelo. Merecías irte.

—Entonces, ¿Jamás iba a saber que sería padre?

—Lo siento, yo...—contuve las lágrimas. Suspiró tomando mi mano.

—No llores, por favor—pidió con esa dulzura típica en él—No quise ser duro sólo quería escucharte suplicar.

Sonreí un poco. Era una broma cruel pero con sentido. Matt me abrazó intentando calmarme, cerré mis ojos con mi cabeza en su pecho, se mantuvo acariciando mi espalda por unos minutos, había extrañado sentirlo así. Sentí con fuerza las ganas de llorar, esta vez no lo dejaría ir. Limpió mis mejillas colocando algunos mechones de cabello detrás de mis orejas.

—Lo siento—susurré.

—No hablemos de eso, ¿De acuerdo?—asentí. Sus ojos bajaron a mi vientre, lo acarició con una pequeña sonrisa—Así que será una niña. ¿Has pensado su nombre?

—No—coloqué mis manos sobre las suyas, miré sus ojos—¿Estarás allí conmigo? ¿Cuándo nazca?

—Me quedaré el tiempo que sea necesario—besó mi frente—Más importante son ustedes dos.

Coloqué mis manos en su cuello probando sus labios después de tantos meses que parecían años. Tenía una oportunidad para solucionar todo y demostrarle que esta vez es diferente.


Al día siguiente de la fiesta sorpresa, Kim y Aris habían salido dejándonos a Matt y a mí solos. El chico me ayudaba a desenvolver algunos regalos, no parecía que se hubiera ido por meses, tampoco parecía como si ambos recién volviéramos a vernos. No paraba de hacerme reír, por la noche había prometido llevarme a cenar y mañana me consentiría con sus platos exquisitos.

Aris no se había podido aguantar hasta el séptimo mes, por eso había aparecido antes. Kim había unido la fiesta sorpresa con su llegada.

—Esto es muy provocativo para mi pequeña—bromeó mostrándome un pequeño traje de baño. Reí al verlo.

—Es muy lindo—admití. Era de color morado con pequeñas estrellas blancas. Volví a guardarlo junto a las demás prendas—Dime que no serás como mi padre de sobreprotector.

—Debo preocuparme por mi hija y los pervertidos que se le acerquen—se defendió. Lo miré divertida.

—No ha nacido todavía, Matt.

—¡Mejor! Soy un padre precavido—reí negando con la cabeza. Seguí doblando la ropa que reinaba en colores rosas o pasteles, mis padres habían comprado algunos juguetes para la niña, no podía evitar sonreír al imaginarla jugar por el apartamento—¿Has pensado en lo que falta para cuando llegue, Susan?

—Sí y no sé como voy a comprarlo—suspiré mirándolo—El trabajo en la cafetería no me alcanza para todo.

—Aris dijo que sigues trabajando, ¿No deberías tomar reposo?

—Lo sé pero me he sentido bien—me encogí de hombros mirando los nuevos juguetes—Debo trabajar más para conseguir la cuna, el coche...

—Ya no debes preocuparte—se sentó junto a mí en el suelo ayudándome con las envolturas rotas. Lo miré confusa—Aris se encargó del coche para salir a pasear con nuestra princesa cuando nazca...

—No—me negué a creerlo.

—Algunos amigos de París tienen otras cosas más para la bebé ya que están más contentos que yo por la noticia...

—Matt, para—creí que estaba bromeando.

—Tenemos su sillita para comer, su puesto en el auto pero lo más importante es que me encargué de la cuna—sonrió mirándome. Ante mi expresión de sorpresa rió—No iba a venir con las manos vacías.

—Creí que estabas molesto...

—¿Molesto? Claro que no, desde que Aris dijo que sería padre estoy ansioso por conocerla—cubrí mi boca con mi mano—No llores, se supone que te alegrarías—me acercó a él. Sonrió divertido—¿Hormonas del embarazo?—asentí sollozando. Besó mi frente sin soltarme—Nunca le faltará nada a nuestra hija, Susan.


Desde la llegada de Matt no he podido hacer nada, tanto él como Aris me obligan a mantenerme tranquila. Kimberly me ayudaba con los nombres pero ninguno me convencía lo suficiente, después del mediodía, Aris regresaba a casa y Matt se quedaba conmigo. El chico odiaba dejarme sola en el departamento, Kim debía trabajar en la cafetería, la señora White no tuvo problemas cuando Matt la llamó para decirle que estaría de reposo.

—¿Qué tal la elección de nombres?—preguntó junto a mí mientras escribía algunas opciones. Sí, se me ocurrían muchos nombres pero no me sentía contenta con ninguno.

—No muy bien—le mostré la hoja del cuaderno. La tomó paseando la vista por cada opción—Es más difícil de lo que creía—lo miré—¿Cómo supieron que debían llamarte Matt?

—Mmm, bueno—lo pensó unos minutos. La televisión se encontraba encendida mientras mis piernas descansaban sobre las suyas que se encontraban apoyadas en la mesa del centro, estaba demasiado cómoda—Mi padre siempre quiso llamarse Matthews pero su madre prefirió otro.

—¿Matthews?—sonreí de lado—Así que tu nombre es Matthews.

—Sí, ¿Qué tiene?

—He vivido engañada toda mi vida—bromeé haciéndolo reír. Cerró el cuaderno dejándolo a un lado, acarició mis piernas relajándome.

—¿Cómo supieron los tuyos que debían llamarte Susan?

—Es algo triste—apoyé mi brazo sobre mi vientre mientras veía sus manos trabajando—Mis padres habían perdido a su primer hijo, nunca supieron si era niña o niño pero Susan estaba entre la lista de nombres.

—¿Enserio?—se mostró sorprendido por eso—Supongo que fuiste el mundo entero para ellos.

—Están orgullosos de mí—admití. Hubo otro minuto de silencio—Kimberly no quiere nombres extraños—reí ante su expresión.

—¿Kimberly no quiere nada extraño? Ella es extravagante de por sí.

—Lo sé—golpeé apenas su brazo—No seas tan malo, la chica nos ha ayudado mucho. Aunque ahora estoy algo preocupada por Aris y ella, ambas quieren ser la madrina.

Matt rió ante mi "preocupación". Me encantaba estar con él, lo veía más emocionado y ansioso, sería un padre responsable, estaba segura. Mi mente pensó en Teresa, la pobre chica había tenido una mala elección. No sabía nada sobre ella, no me escribió más y era mejor.

—¿Sucede algo?—me miró un poco más serio.

—¿Sabes algo de tu hermano?

Suspiró sin dejar de acariciar mis piernas.

—Sólo sé que le dejé en claro que te dejara en paz, es un idiota por haberte tocado.

Maldita sea, Kim.

—No quería preocuparte...

—No fue tu culpa, tranquila, Kim lo explicó—acarició mi vientre con una de sus manos. El bebé se movió un poco como si disfrutara sentir a su padre—Volvamos al nombre.

—Cierto...Matthews—rodeó los ojos. Reí un poco molestándolo más, en un segundo olvidé a Max y a Teresa. Lo importante era mi bebé y Matt.

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