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17. Momentos como este

Capítulo 17

Momentos como este

El trabajo en la cafetería parecía no gustarme tanto ahora, cuando me encontraba trabajando ansiaba estar con Matt. En un principio sentí temor de volver a ese sentimiento que tanto conocía, luego me obligaba a recordar que no era el mismo hombre, podían ser iguales físicamente pero en el interior ambos eran muy diferentes. La madre de Kimberly al notar mi alegría y buen humor no dudó en preguntarme. Aquella mujer siempre había sido buena conmigo, le conté un poco pero no tanto como a su hija.

Se alegró por mí esperando que esta vez las cosas fueran desde el corazón.

Pensaba una y otra vez en la forma de explicarle a mis padres, sabía que mamá estaría algo preocupada por mí, papá no estaría contento con la idea. Ambos podían ser muy sobreprotectores y entendía perfectamente que no quería que su hija saliera herida de nuevo.

El miércoles le había dejado un mensaje a mi madre, cuando saliera del trabajo el viernes por la tarde iría directo al pueblo. Matt se había propuesto a llevarme al terminal de autobuses que salían de la ciudad, el fin de semana sería muy largo sin él pero le prometí que al volver haríamos lo que quisiera.

—¿Lo quieres, Kim?—me atreví a preguntarle. Me encontraba cenando y ella escribía en su celular, Carlos pasaría a recogerla.

—¿Por qué lo preguntas?

—No acostumbras a salir tantas veces con un mismo chico.

—Oye—fingió estar ofendida—Lastimas mi moral—bromeó—Sólo son citas tontas, es todo.

—No te creo—la miré incrédula.

—El día que llegue a enamorarme te lo diré pero te aseguro que no será ahora—recogió sus cosas—Carlos llegó, nos vemos mañana.

Al quedarme sola en el departamento acabé con el cereal limpiando los platos luegos, no tenía sueño aún. En la sala con pocas luces encendidas buscaba algo interesante en la televisión, todo era lo mismo, noticias, programas, entrevistas y algunas películas que estaba cansada de ver. Se me ocurrió algo, tomé mi celular escribiéndole, al tener su respuesta sonreí.


Una hora después, el timbre de la puerta se escuchó, antes de abrir me apresuré a verme en el espejo. Llevaba mi pijama puesta, quise recoger mi cabello pero recordé que a Matt le gustaba más cuando lo llevaba suelto, al abrirle sonreí abrazándolo extrañando tocarlo.

—¿Estabas ocupado?

—Nunca estoy ocupado si se trata de ti—dio un dulce beso a mis labios. Al alejarme, cerré la puerta—Así que Kim tuvo otra cita con Carlos. ¿Van enserio, no?

—Eso le pregunté pero ella dice que no—tomé la bolsa con las palomitas de maíz y el refresco que había traído. Fui a la cocina con él tomando la pequeña bolsa de palomitas introduciéndola en el microondas, coloqué los minutos exactos dejando que se cocinaran bien—Puedes servir el refresco, si quieres. Aquí están los vasos—señalé.

—¿Cuánto tiempo llevan saliendo?—hizo lo que le dije. Colocó los vasos en el mesón tomando el refresco luego.

—Casi un mes, se conocieron antes de que tuvieramos palabra alguna—fui al refrigerador buscando algo de queso, escuché una maldición seguido de una explosión. Al girarme, reí mirando a Matt lleno de refresco—¿Qué hiciste?

—¿Yo? ¿Más bien que hizo el refresco?—dejó la botella esparciendo espuma sobre el mesón.

—No lo dejes ahí—al acercarme casi resbalo. Llevé la botella al fregador terminando de abrirlo, la espuma seguía saliendo con más rapidez. Reí al ver a Matt enfurruñado—¿Te doy algo para que te cambies?

—¿Tienes ropa de hombre?

—Las veces que mis padres venían a visitarme, papá dejaba algo de ropa. Eres de su talla así que te puede quedar algo—propuse—Ve a la primera puerta, ahí está mi habitación, revisa el armario y lo encontrarás.

Lo miré irse y no pude evitar reír, me encargué de limpiar la cocina eliminando todo rastro pegajoso del líquido, la botella había bajado la intensidad de la espuma, al tener todo limpio serví los vasos recogiendo las palomitas de maíz dejándolas en un bol grande. Llevé todo a la sala colocando los vasos en la mesa del centro junto a las palomitas recién calentitas.

En cuanto Matt regresó, sonreí un poco al ver que le quedaba perfecta una de las pijamas de papá. Me acerqué a él llevando su ropa a la lavadora, mañana por la mañana estaría lista.

—¿Qué películas trajiste?—pregunté al regresar. Me senté en el suelo en lo que él revisaba su bolso.

—Algunas que ya he visto y otras que Aris me dio hace algunos días—me entregó algunas. En lo que revisaba sentía su mirada en mí, me sonrojé sin evitarlo—¿Por qué siempre acostumbras a sentarte en el suelo?

—No es verdad—me defendí.

—Si es verdad—imitó mi tono. Sonreí un poco mirando sus ojos.

—Me siento más cómoda, es todo—asintió y se sentó a mi lado bajando del sofá—Deja de burlarte—advertí.

—No estoy burlándome, sólo quiero comprobar lo que dices—tomó algunas palomitas. Ahora que miraba bien su rostro, noté un leve tono diferente en su mejilla, borré la sonrisa tocando el moretón que se notaba apenas por su color de piel. Apartó su rostro algo serio.

—¿Eso es un golpe, Matt?—no hubo respuesta. Evitaba mi mirada—¿Quién lo hizo?

—Nadie.

—¿Apareció solo entonces?—levanté una de mis cejas.

—Vas a enfadarte e irás con él, no quiero eso—siguió sin verme. ¿De quién hablaba? Comprendí a los minutos temiendo que fuera lo que pensaba.

—¿Por qué lo hizo?—mi tono ahora era serio. La tranquilidad del momento se había ido.

—Tuvimos una discusión ayer por la tarde, por eso no fui a la cafetería—intentaba buscar sus ojos. Quería que me mirara—Es un idiota, lo mismo de siempre.

—¿Por qué discutieron?

—Aris no lo soporta, al parecer entre una discusión de ambos, le dijo que habíamos estado juntos, que habías pasado la noche en mi casa y todo lo demás—tomó un poco de refresco mojando sus labios—Sigue creyendo que regresarás con él, dice que eres suya y de nadie más.

Giré su rostro hacia mí lentamente. Sus ojos oscuros se fijaron en los míos.

—Aris no lo hizo a propósito, seguramente estando enojada se le salió aquello—intenté calmarlo.

—Lo sé.

—¿Le creíste lo que dijo? ¿Eso de que soy suya?—no hubo respuesta. Suspiré mirándolo—Matt, admito que todavía siento algo por tu hermano, fue el primero en llegar pero eso no tiene nada que ver. Sólo me enseñó el lado malo de enamorarse—acaricié su cabello—Luego estás tú, me cuesta decir que siento algo por ti pero lo estoy intentando y lo sabes.

—¿Quiere decir que puedes regresar con él?—susurró.

—No, eso no pasará, de eso estoy segura—besé sus labios unos minutos—Ahora, veamos la película.


Desperté con mi celular que sonaba, lo tomé adormilada de la mesa mirando el mensaje. Era Teresa, necesitaba hablar conmigo con urgencia, me esperaría en el parque. Contesté dejando el aparato a un lado, quedé boca arriba encontrando a Matt a mi lado.

Su respiración era tranquila, serena, su rostro no tenía ninguna expresión, ninguna señal de enfado, ninguna señal de alegría, su cabello despeinado le daba un aspecto tan dulce ahora. Sus labios estaban completamente cerrados, acaricié cada rasgo de su rostro con cuidado, sonreí dulcemente disfrutando el silencio y el calor de su cercanía. Algo me decía que este simple momento no lo habría disfrutado con Max.

Al parecer, el mundo comenzaba a mostrarme la realidad de las cosas. Me mantuve así un rato, no supe cuanto, cuando comenzó a despertar, sonreí.

—Buenos días, dormilón—reí bajo recordando cuando desperté en su cama.

—Buenos días—murmuró parpadeando varias veces—¿Hace cuánto estás despierta?—me miró.

—No mucho—coloqué mi mano en su cuello acariciándolo—¿Dormiste bien?

—No recuerdo en que momento me quedé dormido—reí y él sonrió besándome. Por debajo de las sábanas coloque una de mis piernas en su cintura, sin darme tiempo de decir algo, me acomodó sobre él dejandome sentada en su cintura. Acomodó mi cabello que cubría mi rostro al irse hacia adelante—Hace un tiempo soñé algo así.

—¿Algo así?

—Que despertaba contigo y teníamos este tipo de momentos.

—¿Tenías sueños eróticos conmigo?—bromeé haciéndome la importante. Matt se levantó quedando sentado conmigo entre sus piernas, abracé su cuello con mis brazos—Eres un pervertido, señor Miller—besé sus labios sintiendo sus manos subir por mi espalda mientras intentaban deshacerse de la camisa de tirantes que llevaba—No creo que debamos...

—¿Kim entra a tu habitación?—besó mi hombro provocando que mordiera mi labio.

—No si estamos ocupados—mi corazón comenzó a latir con fuerza—Además debo salir, Matt—bajó uno de los tirantes de mi camisa dejando mi hombro más disponible para sus besos, al sentirlo bajar una nueva corriente recorrió mi espalda—¿Tomará unos minutos, cierto?

—Sólo unos minutos—sonrió con picardía.

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