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14. Totalmente perdida

Capítulo 14

Totalmente perdida

No sabía si la conversación con Matt había sido buena o mala pero después de eso, pasaron más días sin verlo ni saber de él. ¿Por qué me preocupaba? Estaba haciendo lo correcto, el pobre se había enamorado de la persona equivocada. Kimberly no tocó el tema, al contrario, estuvo en silencio lo cual es extraño en ella, mi cabeza iba a explotar. Me despertaba en las madrugadas pensando.

Miraba mi celular por horas dispuesta a enviarle un mensaje pero de nuevo me reprochaba, lo guardaba en mi bolsillo y continuaba mi día.

El sábado había llegado, terminaba de arreglarme para ir a casa de Teresa. Mi cuerpo hacía cada movimiento automático, mi mente estaba entre los hermanos Miller. ¿Realmente estaba haciendo lo correcto?

Esperé un taxi, al subir le di la dirección. Le escribí a Teresa para que supiera que iba en camino, la chica había guardado mi número desde hace días. Las ruedas del taxi giraban por el pavimento de la ciudad, las nubes grises cubrían gran parte del sol prohibiendo sus rayos, aquella imagen nublada de los edificios me hizo pensar aún más.

Había disfrutado los besos de Max, no podía negarlo, ansiaba repetirlo pero el muy idiota parecía querer arruinarlo siempre, los brazos de Matt rodeándome me habían acostumbrado a no ser tan agresiva cuando me tocaba, era tan agradable sentirlos, su perfume relajándome...

Sí, mi cuerpo se había acostumbrado a ciertos detalles y defectos de ambos pero mi corazón estaba siendo cruel e injusto. Si Matt estaba siendo cuidadoso y caballeroso, ¿Por qué no le daba otra oportunidad? ¿Por qué no me arriesgaba con él y le permitía quererme? ¿Por qué estoy ansiando encontrar a su hermano y volverlo a besar?

Tomé mi celular suspirando, miré la pantalla unos segundos antes de escribir un mensaje a su número.

"¿Por qué a veces no obtenemos lo que queremos?"

No supe si iba a responder, cuando el taxi llegó a casa de Tere. Bajé pagándole, a los pocos segundos salió recibiéndome con mucha amabilidad, aquel lugar me recordó las veces que nos reuníamos y hablábamos sobre los chicos, Kim nunca pudo llevarse del todo bien con Teresa, ambas tenían algunos choques. Recordé cuando le conté que iba a casarme con Max, ella parecía tan contenta por mí que me lo creí del todo.

Basta, Susan. Borra todo de tu mente en este momento.

—¿Quieres algo de beber? Estoy terminando de preparar el pollo asado—propuso con una pequeña sonrisa. La blusa suelta que llevaba la hacía lucir un poco más rellenita de lo normal.

—Algo de agua no estaría mal—la acompañé a la cocina.

—¿Agua? No, claro que no, ¿Qué tal algo de vino blanco? Era tu favorito cuando venías aquí—caminó al refrigerador. El olor a buena comida llegó a mi nariz haciéndome sentir un poco más cómoda, decidí sentarme en las sillas del mesón.

Sin decir nada, sacó dos copas sirviéndonos. No acostumbraba a verla tan atenta en la cocina, bebí un sorbo recordando el tema de su relación.

—¿Tu chico está en casa?

—¿Qué? No, hoy no pudo venir—contestó—¿Qué tal la cafetería?

—Bien.

—No suenas muy convencida—me atrapó mirándome.

—Algunas cosas han estado complicadas, no es por el trabajo, es por mí—suspiré pensando en Matt mientras bebía otro poco más.

—¿Estás bien, Susan?—se acercó uniéndose a mi estado de ánimo—¿Qué sucede?

Sentí que había retrocedido seis meses atrás, cuando eramos buenas amigas que estaban allí para la otra cuando lo necesitara.

—Conocí a alguien hace poco—fui honesta. Necesitaba hablar con alguien, quería descargar el peso de mis hombros—Es muy bueno conmigo, dice quererme y está dispuesto a intentarlo.

—¿Eso es bueno, no?

—Pero también hay otra persona que...

—¿Sigues enamorada de Max?—miré sus ojos azules. No había malicia en ellos, era una pregunta serena—Sé que lo que hice no estuvo bien...

—Pero lo hiciste—no pude quedarme callada.

—Lo sé, fue algo que sólo se dio...

—¿Cuándo comenzaron a verse?—quise saber aprovechando que estábamos cara a cara.

Teresa suspiró estando dudosa, revisó la cocina regresando a su puesto luego. Bebió un poco de vino antes de responder.

—Desde antes que apareciera la propuesta del matrimonio.

Intenté no sentirme mal por ello, aunque mis ganas de golpearla crecían dentro de mí.

—¿Por qué no dijiste nada?

—No quiero hablar de eso, Susan, te invité a un almuerzo, no para revivir el pasado...

—¡Yo si quiero hablarlo! ¿Por qué fuiste tan zorra? ¿Dinero? ¿Sexo? ¿Es demasiado bueno en la cama que no pudiste rechazarlo?—levanté una de mis cejas cruzándome de brazos. Quería escucharla ahora.

—Sólo me pareció un buen chico...

—Un chico que estaba con tu mejor amiga, ¿Qué demonios pasaba por tu cabeza?

—Sé que debí decírtelo, lo lamento enserio, quiero volver a como éramos antes—bufé negando con la cabeza—¿No puedes darme otra oportunidad?

—Todos dicen lamentarlo, todos quieren otra oportunidad, pero ahora dime, ¿Si hubiera sido yo me hubieras perdonado, Teresa?—contraataqué—¿Si yo me hubiera equivocado aceptarías ser amiga de la que se acostó con tu prometido?—no tuve respuesta—Por supuesto que no. Nadie aceptaría o perdonaría un error de mi parte, ese es el problema.


El almuerzo no había sido la gran cosa, el silencio reinó en varias ocasiones, nunca más aceptaría estar en una comida con ella a solas. Si Matt hubiera estado, todo sería distinto.

Preferí caminar por mi cuenta, llegué hasta una especie de parque abandonado, algo cansada me senté en la acera tomando mi celular. Un mensaje había llegado, mi corazón se aceleró al ver su nombre.

"Porque es una manera brusca en que la vida te dice que todo le vale un carajo"

Algo golpeó mi pecho, Matt me odiaba, odiaba la vida, odiaba sus sentimientos hacia mí. Me sentía tan mal, no pude responderle, si llegaba a llamarlo no contestaría. Marqué el número de Kimberly, sentada en la acera suspiré mirando los autos que pasaban, al escuchar su voz no me sentí tan tranquila.

—¿Crees que estoy loca?—la interrumpí antes de que preguntara si estaba bien—No sé que estoy haciendo, no sé si esto vale la pena o si algo de lo que creo tiene sentido.

Lo quieres, Susan, admítelo.

—No puedo, no quiero—mordí mi labio—No quiero salir herida de nuevo.

Tú misma dijiste que era parte del proceso de enamorarse, ¿Lo olvidas?—imaginé su sonrisa de lado—Sabes que Matt no es Max, ambos son gemelos pero son muy distintos.

—Lo besé, en el departamento cuando estabas con Carlos—esperé su reproche—A Max. Nos besamos y casi lo hacemos pero su hermano llamó interrumpiéndonos.

—¿Qué te hace pensar que Max no te engañará de nuevo?

—Lo amo, Kim...

—¿Amas a alguien que no te quiere lo suficiente?—volvió a preguntar—¿Cuántas veces crees que Matt podría engañarte con alguien como Teresa?

—Estoy segura que no lo haría—sonreí un poco recordando su cabello—No es capaz.

—¿Cuántas veces más puede engañarte Max?—tardé demasiado en responder—¿Lo ves? Tu silencio lo dice todo.

Suspiré inclinando mi cabeza hacia atrás. Quería llorar pero necesitaba los abrazos de Matt.

No te digo que estás enamorada, sólo digo que quieres a ese muchacho, todos lo saben—dijo ante mi silencio. Sentí las lágrimas caer por mis mejillas sin hacer ruido—Sé que te sientes confusa y temerosa de salir herida, puedo asegurar que estás llorando, siempre lo haces cuando te sientes presionada.

—No quiero ser la de antes, Kim.

Y no tienes que serlo, puedes ser una nueva Susan que sólo Matt tenga el placer de conocer.

—Pensaré un poco más antes de ir a casa—colgué. Me quedé en esa posición un rato hasta que un auto se detuvo frente a mí, la ventana bajó dejándome ver su rostro. Las lágrimas salieron más prohibiéndome defenderme con las palabras.

Estaba perdida. Totalmente perdida.

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