Sesenta y cinco
Los ojos de Freddy se abrieron como platos, ¿en serio le gustaba a Fred?
Pero no lo iba a demostrar, no podía.
— Freddy. — comenzó Fred al ver que el castaño no decía nada —, Dejemos ya de ocultarlo. Me gustas, y pienso que yo también te gusto. ¿Por qué no estar juntos?
La expresión de sorpresa de Freddy cambió lentamente hasta convertirse en una sonrisa. Se tapó la cara con ambas manos para evitar que Fred viera su rubor.
— Sí... Tienes razón... — susurro casi para su mismo el castaño —.
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