Cuarenta y ocho
Toda la cama olía a él, era algo obvio, es la cama de Fred. Pensaba Freddy.
No sabía hace cuanto había empezado a amar su olor, era como limón con azúcar, o algo así.
Freddy se recostó abrazando una almohada, cerro los ojos pensando que no iba a dormir hasta ver donde dormiría Fred.
Pero no lo logró, y al cabo de unos minutos ya estaba en un sueño profundo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro