Cuarenta y dos
— Fred.
El mencionado giro su cabeza en dirección a la voz, ahí estaba él.
Con su típica coleta despeinada y el sueter azul con estrellas.
— Freddy. — saludó asintiendo con la cabeza el azabache —.
— Te llamé como mil veces en la mañana podrías haber mandado un mensaje siquiera.
— Lo siento, mi celular no cargo en toda la noche.
— ¿No?
— Bueno, olvide conectarlo.
Freddy lo miró entre cerrando los ojos, luego sonrió; — Va. Te creo, pero no vuelvas a olvidarlo, y contesta las llamadas.
— Sí. — respondió Fred casi sarcástico —, como digas mamá.
Freddy sonrió ante tal comentario.
— No vuelvas a llamarme así.
Y rió.
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