Cincuenta y seis
Freddy iba y venía, se había tomado demasiado literal el "eres bienvenido" de Fred. Todo el tiempo iba a su casa, a veces tocaba antes de entrar, a veces no.
Este día era sábado por la mañana cuando Fred escuchó la puerta principal abrirse.
— Permiso. — gritó Freddy desde la puerta —, Hey, ¿qué hay de desayuno?
— Aún no preparo nada, ¿quieres ir a comprar algo? — preguntó tomando su billetera y las llaves —.
— Sí, claro.
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