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Capítulo 13

Los pasos nocturnos se escucharon acercarse a la celda, en ella, estaba la castaña, a penas y podía articular algún movimiento.

Sus piernas ya no daban para más, trozos de piel endurecidos iban cayendo dejando ver un color claro en su lugar. Con sus brazos logró arrastrarse hasta el frente de la celda y con sus ojos perdiendo su color chocolate llegando ahora a uno blancuzco, divisó lo que creyó ser la figura de Judal y Hakuryuu.

Con sus labios secos y apunto de desprenderse,dijo: — ¿Como... estuvieron las... negociaciones?

Sonrió dando una escena terrorífica de su físico pues se escuchaba como las arrugas de su cara se iban deformando. En su manos tomó los barrotes y aunque sabía bien cuál sería la respuesta (la misma que hace dos semanas) no se daba el lujo de parecer triste frente a ellos.

Como respuesta Hakuryuu no quiso hablar, si lo hiciese su garganta terminaría en mil pedazos por eso, arrugó sus cejas soportando el llanto desvió su mirada.

Judal se limitó a solo negar con la cabeza. Había traído consigo un balde de agua, hundió sus manos y de la poca que logró recoger en sus palmas, ella la bebió.

Hace dos semanas que apenas y recordaba el sabor del pan y la frescura del agua. Hace ya dos semanas se había dicho el día de su ejecución.

Los postes del imperio hacían gala con un sucio papel -en ocasiones rayado por los delincuentes- en él, con tinta roja ponía el último día de respiro para ella, hoy.

—Koumei, kouen y kouha han hecho todo lo que pudieron — dijo Hakuryuu posando su adolorida mirada celeste en la de ella—. Pero Gyokuen insiste gracias por el apoyo del pueblo.

—Ah —fue lo único que pudo decir respecto al tema, lo menos que quería es verlos así por lo que mejor habló de otra cosa—. Por cierto, Judal quedaron pendientes esas clases ¿Lo recuerdas?

En su tonto intento de seguir el juego y fingir que no pasa nada, Judal formó palabras secas:— Claro, una vez estas fuera no tendré piedad, te haré llorar.

Risas fueron emitidas de ese cascaron cavernoso como cuerpo de la bruja— Lo espero con ansias.

Hakuryuu no se iba a quedar atrás y tragó saliva.

—En ese caso, lo primero que me gustaría hacer cuando salgas sería tener un duelo.

Los ojos de la castaña se abrieron sorprendidos para después entre cerrarse y asentir a su petición con una sonrisa.

— Te advierto que soy un enemigo fuerte.

(...)

Momentos antes de la visita a la fémina. Hakuryuu y Judal habían quedado en ir a visitar a la bruja que ellos conocían, juraron contenerse porque lo último que la castaña quería era una pelea interna del imperio. A diferencia de Judal, ella nunca buscó una guerra.

—En pocas palabras, ¿no piensas remover esta estúpida decisión?—cuestionó Hakuryuu en los finales de su cordura.

—¿Ya cuantas veces lo hemos hablado, hijo mío? mientras más repudio le tenga el pueblo es mejor —soltó Gyokuen sentada desde la cima de aquel gran salón.

Judal chasqueó los dientes, estaba a nada de hacer pedazos aquel lugar y junto con él aquella estúpida mujer, pero sabía que iba a ser imposible, ya una vez Gyokuen mostró un poco de sus habilidades en una pelea contra su hijo, si lograba hacerle aunque sea un rasguño iba a ser un logro del cual poner en el libro de los récord.

—Judal, querido —llamó para verlo a los ojos—. Se nota lo mucho que la amas, pero admítelo, ella no es de este mundo por lo tanto no tiene derecho.

—Me aburren, ahora váyanse y preparense para el espectáculo de esta noche.

Se levantó aun con sus ropas pesadas pero lujosas y salió por una puerta que estaba a solo unos metros lejos de su asiento.

Hakuryuu y Judal quedaron con la cabeza entre el pecho, impotentes.

—La mataré, lo juro —Hakuryuu habló en un susurro audible para su compañero, no lo iba a detener, incluso, él se ofrecerá a ayudarle pero por el momento sería mejor no causar revuelo, el azabache se limitó a brindarle animo en una palmada en el hombro y abandonó al lugar sin esperar a ojiceleste.

(...)

—¡¿Por qué no usaste toda esa fuerza que presumes para protegerla?! —cuestionó lloroso el menor, Hakuryuu.

El ambiente bajo suelo, en las celdas se había calentado con comentarios de doble sentido y el coraje pudo con Judal y Hakuryuu.

El azabache tomó a su menor de las ropas casi dejándolo en puntas.

—¡¿Crees que no lo pensé?! ¡¿Crees que no lo haría?! —alzó la voz, y los golpes llegaron con Judal dándole uno en el abdomen a Hakuryuu.

Al recibir el golpe un hilo de saliva provino de su boca, quedó abrazado a su estómago tirado de rodillas en el piso, por más que la castaña gritaba que se calmasen, estos la ignoraban.

Se recuperó después de tomarse un respiro y tomó vuelo para embestir al mayor y aprisionarlo en la pared. Una fuerte oleada de golpes le dejó a Judal en su cuerpo.

Un grito desgarrador provino de ella, fue tan espantoso que hasta ese par se detuvo para observarla. Su cabello castaño paso a ser de un color rojo con tonos amarillentos y anaranjados. Sus ojos se habían vuelto completamente negros, ahora carecía de lo que para el humano era una pupila. Su piel se tornó aún más pálida y en sus extremidades parecía tener escamas.

Viendo las expresiones de asombro en sus amigos se hizo una idea lo que había pasado, se acercó al balde de hace un rato y se vio, su verdadero ser había superado aquel viejo cascaron.

—Me sobre pasé —fue lo único que salió de sus labios mientras encontraba la forma da calmar a los dos presentes.

—¿No crees que nos debes explicar algo? —cuestionó Hakuryuu con la respiración agitada y para su asombro Judal pareció como si ya estuviera acostumbrado, aunque cuando recién la vio sí que se llevó una sorpresa.

La ahora pelirroja asintió suspirando—. Bien, pero les aseguro que no soy una bruja.

Les contó del lugar de donde provenía, costumbres e incluso los buenos y malos recuerdos que tenia de él. Básicamente contó su vida menos el por qué llegó al imperio, se excusó con que fue una simple coincidencia. Esa fue la única parte que Judal no podía o no quería aceptar, algo dentro de él estaba confundido y argumentaba otra cosa.

(...)

La charla se fue tan rápida que un par de soldados había tomado camino a las celdas, afuera había un gran escenario de madera y en él hacía gala una guillotina gigantesca y por si no fuera suficiente, el verdugo estaba extasiado de tener la oportunidad de dar el golpe final.

—Ya es hora —sonó burlón uno de los guardias mientras habría la celda y con poco cuidado tomaba a la destruida peli roja del brazo, salió de la celda casi siendo arrastrada, sus piernas ya no tenían movimiento alguno.

El otro soldado mantenía alejados a Judal y Hakuryuu. Extrañamente ejecutaban a alguien por la noche, pero según la reina, aquella ejecución no tenía gran importancia como para ser por el día.

Era doloroso ver cómo la peli roja se quejaba debido a la brusquedad del soldado. Judal se libró de agarré y ahora no pudo controlarlo, las lágrimas aparecieron frente al cuerpo destrozado de la persona en su corazón, se deshizo del otro guardia golpeándolo en la cara con todas sus fuerzas.

Tomó a la fémina de los hombros entre sus brazos sabiendo que ella ya no podía dar un paso más, su tiempo había llegado al límite. Recostó a la cansada de su compañera en su regazo y aunque sus ojos ahora eran completamente negros, podía notar en ellos la tristeza y miedo.

Una de sus lágrimas de sus ojos carmines voló a la mejilla blanquina de la chica. En un tonto y doloroso intento, la peli roja acarició la mejilla de Judal, ahora esa caricia carecía de calor, era una mano fría pero el amor era incluso más hermoso que antes.

—Quédate un poco más... un poco más... solo un poco y será suficiente.

Suplicó el azabache en un hilo de voz, ella sonrió a su imploración mientras las puntas de sus pies comenzaba a tener brillo propio. A los ojos de Judal, el rukh comenzaba a estar inquieto.

—Judal —pronunció con el mismo hilo de voz— Idiota, me harás llorar otra vez.

Las lágrimas de la chica caían a la oscura ropa del azabache, más que el dolor de su cuerpo, sufría por dejarlo solo, entonces su corazón no lo soportaría. De verdad le dolía tanto ver ese rostro afligido.

La mujer soltó algunas risas para cuando el brillo iba acercándose a sus caderas, sus piernas habían simplemente dejado de existir y en ningún momento hubo sangre o huesos.

—No tengo nada emotivo qué decir, lo siento —se disculpó y antes de que su torso haya sido consumido, habló:— No sabes lo feliz que fui al poder estar a tu lado incluso, tuve amigos y amigas.

«¡No hables, no lo digas, deja de estar bromeando y levantate! » quería decirle Judal, pero sus voz pareció haber ido de viaje a Sindria o algún otro lugar lejano.

—Estoy tan agradecida.

Sus brazos habían ya desparecido. Por último, antes de nunca volver, le brindó a Judal un tierno beso en los labios, para formular su despedida:— Tengo que irme, pequeño Judal.

En sus manos, la fémina dio su última vista a aquel hombre que tanto a amaba y a su buen amigo Hakuryuu que ya estaba destrozado entre tanta lágrima.

Judal abrazó a la nada mientras intentaba controlar aquellos sentimientos desbordantes, entre sollozos dijo lo que por idiota nunca pudo.

—Te quiero.

Ambos parecían un par de bebés a los inexistentes ojos de la joven, quien no pudo volver con el rukh, solo dejo de existir, ese precio le pareció tan poco por estar unas horas con Judal.

Él no lo sabía pero lo que la hizo desaparecer, fue nadie más que él mismo, por llegarla a amar, pero ella no era tan cruel como para decirle y mucho menos reclamarle.

Los soldados que vieron todo, sonrieron estúpidamente y salieron corriendo a donde la reina con una buena nueva.

—¡Murió! La maligna mujer murió.

Decían llenos de ignorancia y hasta los calabozos se llegó a escuchar los gritos y aplausos del pueblo.

Esa noche hubo algo parecido a un festival, hombres y mujeres por las calles embriagados y un sin fin de platillos conmemorando la muerte de la bruja.





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