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Capitulo 11

—Es hora de abrir los ojos —las cortinas se abrieron dejando colar al sol de la mañana.

Las quejas de la princesa y aquella magi aparecieron mientras en la misma cama se movían de un lado a otro tratando de taparse los ojos.

El albino, el responsable de haberlas devuelto a la vida sonrió dejando caer sus cejas. Sin escrúpulos retiró la gran manta que protegía a ambas, dejándolas con sus vestidos sencillos como pijama.

El rubor en sus mejillas pecosas apareció y antes de salir dando un fuerte cerrón a las puertas dijo:— Sinbad les necesita en el comedor principal, por favor no demoren.

La misma visita repentina ocurrió en la habitación de los chicos nacidos en Kou, tras haber despertado de tal manera a Judal, la habitación quedó hecha pedazos en una pequeña pelea contra Ja'far.

Una de las cosas que más odiaba era ser despertado, le ponía de muy mal humor estar despierto a tan temprana hora y ahora más porque lo primero que vio fue a ese perro de Sinbad.

(...)

—Sí que no han tardado —se escuchó la voz del pelivioleta entrando a la gran estancia que contaba con una mesa demasiado larga de un color azul claro junto con las sillas suficientes.

Detrás de él se asomó la albina cabellera de Ja'far y la carmín de Masrur.

—¿Necesita algo, Rey Sinbad? — Hakuryuu hizo una reverencia y es que hablaba por sus compañeros de kou.

— Sí —afirmó con aquella dorada mirada decidida, cruzándose de brazos y sonriendo arrogante—. Tengamos un duelo.

—¡¿Eh?! ¡¿Un duelo con el rey bobo?! —Judal tomó la iniciativa antes que todos carraspeando sus garganta en un tono engreído.

—¿Un duelo? —la rosada y curiosa mirada de kougyoku se posó en Sinbad.

—Sí, pensé que al ser su último día aquí, podría darles una buena despedida a mi manera.

Su arrogancia hacía sentir cada vez más y más enfermo a judal, era como si sus ojos solo viesen el odio en un solo ser, su garganta seca y aquel sorprendente impulso de saltar sobre él y estrangularlo, pero esto ya lo haría en el dichoso duelo.

—¿Y de qué se trata? —cuestionó la castaña con su mirada.

Sinbad levantó poco sus brazos con las palmas extendidas y con una media sonrisa espetó:

—Una pelea uno contra uno.

Un "¿Qué, disculpa?" podía notarse en las expresiones de todos, (Todos menos aquel trío retador).

—¿Una pelea uno contra uno? — Hakuryuu dio un paso adelante, la propuesta comenzaba a parecer tentadora, si tenía suerte, volvería al imperio con la noticia de que derrotó al Rey en una pelea.

—Sí, pero será con contenedores — Sinbad sin culpa alguna destrozó las ilusiones del menor Hakuryuu quien se encogió de hombros, sabiendo que aún no había conquistado una celda (Calabozo) Ignorando ese hecho, prosiguió:— Por lo que sé —observó la rosa mirada de la única princesa presente—. Usted es la única que ahora mismo cuenta con uno.

Kougyoku asintió, Judal y la castaña podían solo permanecer callados, pero ella sentía que había algo extraño detrás de todo esto.

Así era, solo que apenas estaba a punto de aparecer con aquella voz varonil del Rey:— Si salgo vencedor, su segunda magi se quedará en Sindria para ocupar un puesto y si...

—¡¿Disculpa?! —interrumpió el azabache con el ceño fruncido.

—Lo que escuchaste —dijo Sinbad.

—Ella no es un premio, además no puedes obligarla a quedarse aquí —su voz comenzó a escucharse desesperada, podía decir más cosas pero estas simplemente no salían.

Sinbad respondió burlón tomando camino al azabache:—Judal —llamó tomándole de los hombros—. No eres quién para decirlo.

Simple palabras fueron suficientes para dejar mudo a Judal. Aquel chico que fue arrebatado de su familia estaba defendiendo esa posición ¿De verdad no tenía derecho?

Chasqueo los dientes y sin escuchar más, salió de aquel lugar dando un fuerte golpe.

Sinbad carraspeo la garganta al momento que colocaba su puño en sus labios.

—Como iba diciendo, si yo pierdo, todo Kou tendrá el apoyo incondicional de Sindria y la Alianza de los siete mares.

Esta dichosa colaboración no era más que un pretexto para infiltrarse dentro de las irregularidades que producía aquel imperio, prácticamente cualquiera de las dos formas le vendría bien al tan provechoso de Sinbad.

Hakuryuu Ren y Kougyoku no tuvieron más opción que aceptar a su invitación. Eufórica, Kougyoku prometió a la de ojos castaños que por nada del mundo iba a darse el privilegio de perder.

Para el imperio Kou era tan poco importante aquella colaboración que Kougyoku estaba segura de rechazarla en cuanto viese a Sinbad respirando agitado bajo sus pies.

(...)

Desde la cópula visible para todo el reino, comenzó el combate. Las reglas eran fáciles; el primero en caer rendido perdía.

La princesa con una media curvatura en sus labios, levantó en su mano aquel lindo broche que estaba detrás de su peinado adornándole.

—¡Reside en mi cuerpo, Vinea! —y una gran Rafa de viento apareció

Extrañamente un color azul, cubrió en cuerpo entero de la princesa, dejando ver su nuevo aspecto. Parecía ser un ser mitológico de aquellos sorprendentes libros; su piel fue cubierta por una capa azulada de escamas con una abertura desde el vientre bajo hasta su cuello, su poco busto podía apreciarse perfectamente. Su cabellera rosada se tiñó de un color azul claro y nuevas joyas aparecieron.

—¡Recide en mi cuerpo, Focalor! —de la misma manera, el Rey fue cubierto por una simple neblina, el nuevo Sinbad había cambiado su peinado por uno suelto de color rojo vino, el extremo de sus puntos fue remplazado por plumas del mismo color, mientras que de su abdomen hacía arriba quedó totalmente descubierto, solo era adornado por un par de tatuajes ascendentes del abdomen a los pectorales. Su parte inferior del cuerpo fue cubierta por un manto rojo que de salía de un extremo y llegaba al otro dando un aspecto de deidad. Él también recibió nueva joyería.

Se sonrieron retadores antes de ascender a los cielos, dejando estupefactos a la castaña y Hakuryuu, quien además de estar sorprendido, se sentía tan inferior, como si todo lo que ha estudiado, practicado no sirviera de nada. En todo lo que se ha esforzado haya sido aplastado por aquella abrumadora habilidad de su prima.

Dejó caer los hombros, hablando entre dientes.

La castaña por su parte rezaba a quien sea que fuese Dios, que la vencedora fuese Kougyoku, de no ser así, ella misma podría tomar cartas en el asunto.

Cuando por fin estuvieron a una distancia considerable de la tierra. Kougyoku golpeó el costado del Rey, quien no se veía mal con dicha transformación. Con un sonoro grito de guerra, Kougyoku hizo que un poco de fuerza se quedará en aquella espada que apareció en la transformación y la posicionó a un costado de su cuerpo, agarrada con ambas manos, fuer directo contra el Rey.

Lástima que aquel primer golpe fallara con una siempre ráfaga creada por Sinbad. Kougyoku calló al mar, sin embargo tenía una prioridad y no se iba a dejar perecer tan fácil.

Ascendió gloriosa y llena de determinación a donde estaba Sinbad, le esperaba para un forcejeo. El cual se vio cubierto por un torbellino de agua y otro de viento, en su interior ambos se observaban, diciendo algo como: Tus habilidades son incomparables, pero no pienso perder.

Una vez cansados de que nada ocurriese, se separaron. La princesa sonrió emocionada y su pecho comenzaba a agitarse de tanta excitación pues en el imperio no eran posibles tales peleas.

Ya iba siendo hora de terminar el encuentro por lo que Kougyoku levantó al aire su arma para proclamar:— Espíritu de la pena y el aislamiento, tu quien confieres el poder sobre los reyes...

Una cegadora luz amarillenta fue cubriendo completamente a la princesa que mecía su "espada".

—¡Trae una corriente feroz para juzgar a la tierra!

Sobre su ser se levantó un pentagrama deslumbrante y las olas de aquella isla comenzaron a levantarse intimidando a más de uno.

Por último bramó:— ¡Vainel Ganezza! —apuntando a Sinbad y de paso a todos los habitantes de Sindria. Una gran ola veinte veces más alta que una normal estaba a punto de estrellarse de no ser por la magia extrema del Rey.

—¡Foraz Focalor! —y de sus grandes palmas aparecieron un par e inmensos torbellinos que prontamente acabaron por romper aquella gran muralla de agua.

Era hora de terminarlo, ahora sí, de un solo golpe, Sinbad dejó caerse al vacío tomando su forma normal.

Posó su anillo del dedo corazón frente a él, llamando a ogro Djinn— Reside en mi cuerpo, Zepar.

Ja'far alcanzó a darse cuenta de qué es lo que Sinbad intentaba hacer. Fue directamente a donde se encontraba la castaña y Hakuryuu para pedirles, se apartaran de aquel lugar y se taparan los oídos.

Un pequeño demonio gordinflón de cabellos verdes apareció juntos con alas de murciélago, cuernos parecidos a los de un reno y en su parte inferior un parecido a un sátiro.

Tierno le pareció a la princesa, pero ella también ya estaba comenzando a hartarse de que no había un progreso, hizo el mismo golpe del inicio pero se vio desmaya con aquel grito por ondas de zepar.

Todos cayeron dormidos y al poco tiempo quienes pudieron despertar más rápido, llevaron a los dos príncipes y magi a descansar en cama.

El primero en despertar fue Hakuryuu viendo a su lado al azabache, él mismo le daría el resultado y los recuerdos aparecieron, el momento en que su prima había perdido la pelea.

La siguiente fue la misma princesa, sentía pena por haber perdido en nombre del imperio, no podía decir nada más que disculparse.

En su sueño, la castaña estaba consciente de que la princesa había perdido, pero no estaba dispuesta a morir en aquel lugar, no sin antes haber cumplido lo que se propuso y quien sabe, pueda alargar su vida como la de un ser humano promedio.

Abrió los ojos y lo primero que vio fue a Kougyoku disculpándose una y otra vez. No encontraba la forma de hacerle entender que ella no tenía la culpa.

Se puso en pie y aunque apenas podía dar paso tambaleándose, salió de la habitación apoyándose de las paredes. Judal seguía su paso por detrás pero no pensaba en ayudarle, tenía una pelea interna consigo mismo lo cual no le dejaba pensar con claridad.

Llegaron a lo que es la oficina de Rey. Sinbad al ver a la castaña aun débil, se apresuró a ir a ayudarle.

Le extendió la mano, la cual ella rechazó con un ademán y una sonrisa. Cerró los ojos tratando de calmar el enojo que traía desde que ella escuchó ser el mismo premio.

Se colocó de modo en que pueda estar frente a Judal y Sinbad.

Levantó ambas manos extendidas y con una sonrisa landina las dejó estrellar con fuerza en sus mejillas, por un momento parecieron tambores.

Ambos reaccionaron al dolor de la cachetada, pero Sinbad nunca se quejó mientras que Judal sí.

—¡¿Por qué a mi?! — gritó en un tonto intenso de enloquecer.

—Por dejarte doblar tan fácilmente con palabras —habló con serenidad para al último mirarlo a los ojos y sonreír—. Ese no es el Judal que conozco.

Y en un suspiro añadió:— Además, me diste por premio muy fácil, me la debías idiota.

Mientras que para Sinbad permaneció seria, no iba a dejarse llevar por aquellas palabras juguetonas del Rey.

—Sinbad, por más Rey que sea, no puede obligarme a quedarme aquí. Esto no es lo que quiero...

— ¿Estas segura? ¿Aun sabiendo que yo pueda darte cosas mejor, que los dos podemos reinar aquí? —interrumpió intentando persuadirla.

Ella dejó salir risas ahogadas en suspiros, se paró sobre la punta de sus pies.

—¿No entiende que eso no me importa? Yo no busco riquezas o cualquier tipo de poder. Rey Sinbad, yo no puedo ser su magi, dudo mucho que esto que usted dice venga ligado al trabajo de magi. Por favor, busque a alguien competente que pueda seguirle el paso.

Dio por ultimo una reverencia como disculpa. y solo por aclarar las cosas, Sinbad insistió.

—En pocas palabras, Entre Judal del imperio Kou y yo del reino de Sindria, escogerías a Judal ¿cierto?

¿Qué se va por lealtad al imperio? por Dios, eso era lo de menos. Sinbad se percató de esto desde hace tiempo.

No obtuvo una respuesta concreta de la castaña, nada más que una sonrisa y un ademán de "es un secreto".

(...)

Iba siendo hora de empacar y los cuatro volvieron a sus habitaciones. Judal y la castaña nunca se dirigieron la palabra después de aquella pelea frente a Sinbad.

Más no estaban molestos como la última vez. Solo necesitaban su espacio para pensar mejor las cosas, aunque ella ya no tenía nada qué pensar.

Obtuvieron una linda despedida por parte del reino con una comida digna y tradicional del reino.

(...)

La noche en el barco comenzó a ser igual de hermosa que la última vez y justamente igual, la castaña y Judal quedaron a solas.

El silencio cómodo y fresco por las brisa fuer roto por las palabras de la castaña: —¿Entonces?

—¿Entonces qué?

Cuestionó indiferente, pero bien sabía a qué se refería. Recibió un golpe de hombros y la apartó de un empujón.

—Sabes a qué me refiero.

Cerró los ojos buscando la forma en la cual no verse tan estúpido y débil frente a ella. Se encogió de hombros como pocas veces lo ha hecho y entre dientes formuló un "Lo siento".

—¿Disculpa? No te escuché ¿Qué dijiste? —dijo posando su palma en su oreja mientras sonreía.

Llegaron los viejos tiempos, gritó su disculpa para después darle un buen golpe en la cabeza.

En tierra firme, en el imperio, el pueblo clamaba justicia y muerte a la bruja traidora. Todo fueron movilizados y engañados por una sola mujer, la única mujer que sabía la verdad desde que vio aquel falso cuerpo.

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