Capitulo 1
"Escucha bien niña, Te concederé tu deseo sin embargo si él llega a corresponderte..."
Resonó una voz en la oscura habitación iluminando el cuerpo de la chica.
"Sus destinos desde un principio nunca debieron cruzarse, si el amor naciese de ambas partes terminarán con un destino indeseado "
—¡No me importa! Cumple mi deseo —formuló ella con exigencia.
(...)
Los días en el imperio comenzaban a ser calurosos y abrazadores provocando fatiga en el Oráculo del mismo.
Los cabecillas del imperio le nombran oráculo debido a su sabiduría y aquellos "Dones". Lo acogieron, aunque la palabra más correcta es lo "obligaron" a vivir en aquellas paredes.
Su aspecto es un tanto despreocupado, su cabello atado en una larga trenza, muy bien tejida si me lo preguntas. Además de sus ojos tan rojos como las rosas. Un top negro con orillas doradas junto con unos pantalones bombachos haciendo juego.
En cuanto a su personalidad... ¿Quieres descubrirla por ti misma?
Con el cuerpo un poco sudoroso bajo los rayos del sol, en un pobre intento de protegerse de estos con la palma de su mano, chasqueó los dientes con una fría mirada.
—Tengo hambre —formuló para sí mismo en forma de reproche.
Sin dar aviso alguno salió por la puerta principal del recinto mientras acariciaba su estómago. Sabía bien a donde ir en casos extremos de hambruna, un mercado no muy lejos de su "casa" se colocaba todos los días sin falta.
Llegó a uno de tantos puestos de fruta y disimuladamente intentó hurtar unos cuantos melocotones. Su fechoría hubiese tenido éxito de no ser por cierta chica que le tomó del antebrazo.
—¿No piensas pagar? —cuestionó en tono burlón acompañado de una expresión traviesa.
—Tsk... No sé de qué hablas —el oji escarlata frunció las cejas al ser descubierto.
—¿No? —volvió ella con ese tono burlón para después susurrarle—. La dueña de este lugar es muy escandalosa ¿Quieres malos rumores para el imperio? Oráculo... o debería decir ¿Magi?
Los ojos de Judal se contrajeron impactados porque una desconocida supiese tanto. Literalmente le importaba poco qué hablaran del imperio, pero que alguien como ella sepa lo que en realidad es, bueno, esto ya era otro tema.
—No tengo dinero para pagarlo —y era cierto, olvidó su dinero en su habitación.
—Eso es un problema —sonrió con ternura soltando el agarren—. Bien ¡Vieja deme este par de melocotones! —alzó en el aire aquellos frutos en la mano del magi.
Una vez pagados esos frutos sin dar unas gracias o algo parecido, el azabache tomó camino al imperio siendo seguido por la castaña.
—Deja de seguirme —rascó de su cabello para rodar los ojos fastidiado.
—Eh~ Pero que mal educado eres
—canturreó divertida mientras caminaba juguetona detrás de él—. Un "Gracias por salvarme el pellejo" no es mucho pedir —fingió la voz de su acompañante.
—Nadie te mandó de entrometida — soltó Judal para acelerar más el paso mientras daba un buen mordisco al melocotón.
—¿Carreras? Bien, soy muy buena —dijo y siguió el paso veloz de su acompañante, que, por cierto, a pocos metros de haberlo aumentado, jadeó cansado y comenzó a caminar más lento—. A pesar de tu aspecto puedo ver que no eres bueno en esto.
Ese tono de voz junto con esas risitas yo lo tenían harto, con los pelos de punta y detuvo en seco.
—¡Ya cállate! ¡Lárgate a tu casa y piérdete! —habló tan rápido y alto como sus pulmones se lo permitieron, incluso se puso rojo del coraje.
Sorprendida por la reacción de Judal, tocó su labio inferior con su dedo índice ladeando la cabeza.
—Tranquilo, respira —inhaló y exhaló intentado que su compañero le siguiera el juego aunque este estaba literalmente matándola con la mirada—. Está bien —se encogió de hombros suspirando—. Dejaré los juegos para otra ocasión.
La castaña se presentó revelando su nombre y extendió la mano pidiendo un saludo, pero el peli negro la apartó con un golpe.
—No me importa y si me permites, tengo otras cosas que hacer y no son soportar a una descerebrada —sentenció para tomar camino de vuelta al palacio.
Esta vez la "débil" figura de la joven fue quedando atrás perdiéndose entre tanta gente del mercado.
Dos melocotones después, Judal llegó a las puertas del imperio encontrándose al tercer príncipe de nombre Kouha Ren. Chocaron las palmas como saludo.
—¿Vienes de tu descanso? —cuestionó Kouha divertido al notar un poco de estrés en Judal.
—Como siempre —contestó indiferente.
—Me parece bien pero —apuntó con su dedo índice a quien sea que estaba detrás del peli negro—. ¿Ella quién es?
—¿Quién es... —Judal miró detrás de él y no lo podía creer.
—Hola~ —canturreó la chica saludando con su mano obteniendo como respuesta el saludo del tercer príncipe y una sonrisa.
—¡¿QUÉ DEMONIOS QUIERES?! ¡¿CÓMO ES QUE ME SEGUISTE?! —ahora el peli negro ya no estaba en sus casillas, tomándola de los hombros y sacudiéndola.
Ella le detuvo y esperó a que pasara ese mareo.
—Vivir aquí —apuntó al imperio—. Poderes de ser yo —respondió restándole importancia.
Kouha, Ante la respuesta terminó aplaudiendo al talento de la chica y no, no es el talento de poder seguir a alguien sin que se dé cuenta más bien por hartar a Judal y seguir respirando.
—¿Vivir aquí? y... ¡Tú no le aplaudas! —señaló a ambas partes y ambos se quedaron callados de golpe—. ¿Que te hace pensar que vivirás aquí? No es un centro para vagabundos —recuperó el aliento para hablar en un tono burlón.
— ¿Entonces qué haces tú entrando? —se defendió la joven con una sonrisa burlona.
El tercer príncipe estalló en risas y palmeó la espalda de la chica.
—Buena pregunta, pero jovencita, no puedes quedarte acá ¿por qué quieres vivir aquí? —cuestionó curioso siendo asesinado por la mirada de Judal.
—Quiero ofrecerle mi poder al imperio —sentenció segura de sí misma dejando estupefactos a los dos.
Antes de que el peli rosado pudiera decir algo, le interrumpió Judal.
—¿Qué clase de poder? —dijo serio, como si presintiera lo que pasará en un futuro.
—Ma-gi —formuló ella, sonriente entrecerrando sus ojos.
—¡Wo! si es así, te conseguiré una cita con mi hermano mayor, él puede ayudarte —sorprendido habló Kouha tomando la mano de la chica, estrechándola—. Bienvenida.
—Aun no la han aceptado, además no puede haber más de tres magis... de por sí ya es raro que ese niño exista —apretó Judal los dientes molesto —¿Qué eres en realidad? —agudizó más la mirada ante ella y por primera vez una mujer llegó a sorprenderle, aunque ya con esta van dos veces que le sorprende.
Rukh tanto puro e impuro emanaban del cuerpo de la joven.
—No sé, depende de qué quieras escuchar —soltó, sus ojos se tornaron de un color claro perdiendo su brillo, por un instante Judal sintió una descarga eléctrica en su espina dorsal.
—Tsk... —furioso les dio la espalda y se adentró al recinto.
Algo había iniciado con esta plática aun así ambos tenían sus razones. Ante la huida del peli negro, la mujer le sacó la lengua en forma de insulto haciendo reír de nuevo a Kouha.
—Eres interesante —premió a su compañera con una caricia en el cabello.
—¿Te parece? Pues gracias —acertó a una honesta sonrisa.
—Por cierto, no nos hemos presentado ¿Cuál es tu nombre?
— ¡Ah, cierto! —formuló la joven y nuevamente dijo el nombre por el que Judal la conoció minutos atrás.
—Bien —sonrió—. Yo soy el tercer príncipe, Ren Kouha —golpeó su nada trabajado pecho con su puño dándose aires de gloria, su compañera ya se encontraba haciendo una reverencia diciendo una y otra vez "Lo siento príncipe, Lo siento Príncipe".
Entre risas la hizo incorporarse y golpear levemente su hombro.
—No te preocupes, me caíste bien —sonrió amigable—. Si me hubieses caído mal, tu garganta estaría partida en dos —formuló con la misma sonrisa—. Ah por cierto, el gruñón de hace rato se llama Judal.
—¿Gruñón? Diría amargado —suspiró al recordarlo, pero un rojo traicionero invadió sus mejillas, intentó ocultarlas de Kouha pero fracasó y este se dio cuenta.
La tomó de los hombros y entraron al imperio.
—Si me estorbas, tendré que apartarte del camino, entiendes ¿Verdad?—Kouha cambió el tema drásticamente, pero solo lo volvió más incómodo.
(...)
Kouha de alguna forma le consiguió una audiencia con Kouen, su hermano mayor. ¿Cómo lo hizo? ¿Conoces los berrinches? si es así, créeme que son muy efectivos.
El peli rosado junto con la chica salieron de la asamblea uno con su típica risita y otra con un estrés que no soportaba.
—De alguna forma conseguiste quedarte pero ¿Qué le dijiste a mi hermano? —habló Kouha mientas estiraba sus brazos.
—Es un secreto, solo él y yo necesitamos saberlo —canturreó la chica para tomar un mechón de cabello de su compañero, a quien no le agradó la idea y le apartó.
—Como sea —suspiró un tanto estresado por el comportamiento de su compañera—. Tendrás que compartir habitación con el único magi del imperio.
Ante la noticia la chica se sonrojó mientras que Kouha se fue con una sonrisa traviesa en los labios. Sí, todo fue obra suya.
La noche cayó con su oscuro manto mientras que ella seguía buscando la dichosa habitación, en su lugar encontró a cierto azabache tirado en el pasto del jardín trasero.
Para despertarlo no fue necesario más que un pequeño diente de león y rozarlo cerca de sus narices.
Un fuerte estornudo acompañado de pequeñas lágrimas provino de Judal quien se despertó.
Sus ojos Carmines sin un brillo alguno se encontraron con los ojos de la femina, un impulso le hizo intentar levantarse pero sus frentes terminaron chocando.
—Fíjate idiota —exclamó ella masajeando el lugar dañado.
—Es tu culpa ¿Qué haces viéndome? —cuestionó molesto a lo que la chica se quedó sin respuesta alguna. Una sonrisa fanfarrona se pintó en sus labios—. ¡Ah! ya sé, lo siento, las que son como tú no son mi tipo así que deja de intentar engatusarme.
—¡¿Disculpa?! —más que avergonzarse solo sentía unas fuertes ganas de golpearlo y dejarle inconsciente—. Para que lo sepas, a mí me gusta que tengan una buena condición física y no gordos perezosos como tu —dijo para agitar de su linda cabellera y devolverle la misma sonrisa—. Por cierto, compartiremos habitación.
Sin poder soltar alguna palabra, Judal sentía como el mundo se le venía encima, es de las personas que no gusta de tener compañía y ahora estaría obligado a tener una compañera de cuarto ¿Podría ser peor?
— Oye... Te arrugarás como viejito si te estresas tanto.
—Solo cállate...
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