Capítulo 9.
Nota: La imagen es solo para que sepan como es la armadura/vestimenta y "cetro" de Antonella ahora que despertó su diosa interior.
-Antonella... Destiny... mi princesa... siempre estoy contigo, confió en que sabrás hacer que estemos juntos otra vez. -Los chicos sentían las lágrimas caer como ríos por sus ojos, durante apenas unos momentos pudieron ver a Camus, pudieron visualizarlo allí echándole una mano a quien debía ser su sol de medianoche.
-Yo... yo quiero... -Apretó sus puños volviendo a encender con mas fuerza su cosmos recuperando su luminosidad, estando a la par de la oscuridad, una luz cegadora los cubrió a todos haciendo que tuvieran que cerrar sus ojos y sostenerse de lo que pudieran. -¡Quiero mi vida devuelta! ¡YO QUIERO A MI MAMÁ Y A MI PAPÁ! -La explosión de cosmos logro deshacerse de aquellos desastres que estaban comenzando debido a aquella melodía infernal, un cambio en su atuendo surgió debido a su repentino despertar de quien debía ser, al poder percibir todas esas líneas temporales que eliminaron recupero recuerdos de otras vidas donde habían intentado cambiar las cosas, esta sería la última oportunidad, solo quedaba una línea temporal existente, tendría que crear una nueva para que este no fuera su futuro. -Papá. -Sin tomar mucha importancia a como se veía en estos momentos volvió a subirse a un lado de su padre que permanecía en su lecho. -Papá... es tu turno de despertar. -Dejo a un lado ese cetro/espada para poder concentrarse en lo que debía de hacer. -Un bello deseo no será suficiente ¿cierto? -Tomo las manos de su padre entre las suyas, dejándolas sobre su pecho.
https://youtu.be/BE7Ad0S2Voc
En mi cuna del amar, sobre olas yo soñé
Y al oír una voz extrañada desperté
Alguien me llama ¿quién? no lo se
Pero es una voz dura y llena de furor
Donde hay lágrimas solo reinara el dolor
Si llora un alma en ella no existe amor
Un bello deseo más el mar llego a pedir
Pues las lágrimas del mundo pueden en él dormir
Y otra vida está por venir.
Todos comenzaron a sentir el dormido cosmos del escorpión dorado, cada vez este se iba intensificando mucho mas, comenzaba a luchar por despertar.
Esa voz que oiré dulce y suave desde el mar
Mi deseo, siento que casi puede adivinar
Un mundo nuevo quiere llegar
Puede que el rencor llegué a desaparecer
Y vendrá el albor de ese mundo que me ve
Recién nacido latiendo al amanecer.
Antonella se puso de pie dejando lentamente solo a su padre, no quería preocuparlo si al despertar sin querer le hacía daño, sin conocerlo en esta vida sabía que el jamás sería capaz de hacerlo, se posiciono unos pasos mas haya sin romper la conexión entre su cosmos y el del escorpión.
Un nuevo deseo mas el mar llego a pedir
Pues las lágrimas del mundo pueden en el dormir
Y otra vida está por venir.
Volteo lentamente para mirar aquel lecho, en cuestión de segundos el cosmos divino del escorpión dorado se hacía presente luego de permanecer sellado en ese sueño que parecía ser eterno, 14 años sin lograr despertar teniendo solo pesadillas una y otra vez como final de cada día. Aquellos ojos turquesas volvieron a abrirse dejando por segundos que uno de ellos se viera rojo escarlata y el otro dorado, lentamente fue sentándose y apagando su cosmos, paso lentamente una mano por su cabello intentando recuperar la noción del tiempo.
-Bienvenido a casa papá. -Al escuchar esa pequeña y suave voz que antes de su nacimiento en un sueño conoció, alzo la mirada de golpe fijándola en su costado donde se encontraba su hija, la más pequeña de sus retoños, aquella que apenas vio por unos cuantos minutos antes de caer en batalla, sintió sus latidos acelerarse y sus ojos cristalizarse por las lágrimas.
-Antonella... -Pudo ver detrás de ella por momentos a su amado sonriendo, no todo estaba perdido, podrían intentar ser felices una última vez. -"Nuestra hija nos encontrará y nos salvará, en lo que eso sucede, no me olvides por favor". -Recordó las últimas palabras que le dirigió su amado cuando cargo a su hija finalmente.- Camus...
-Me hubiera gustado que fuera mamá quien te despertará... pero el siempre va conmigo... a todos lados... -No pudo seguir hablando perdiendo las fuerzas finalmente, apago su cosmos sintiendo sus piernas temblar. -Papá... -Hubiera caído de golpe al suelo de no haber sido por el movimiento casi instintivo que tuvo el peliazul, lo más rápido que lo dejaron sus sentidos aún algo adormilados moverse, llego junto a su hija tomándola entre sus brazos antes de que cayera completamente dormida.
-Hija mía, te has esforzado tanto por nosotros... cuando solo eres una niña que debería estar jugando con sus hermanos... -Mojo con algunas de sus lágrimas la armadura de An, se puso de pie lentamente acomodando con mucho cuidado a esta en sus brazos, An inconscientemente se acurruco contra el pecho de su padre, aferrándose a este con miedo de que al despertar no volvería a verle. -Perdónanos por no ser tan fuertes... -Susurro contra la frente de esta al depositar un beso luego de tantos años.
Debido a que An cayo dormida el campo de energía que los mantenía alejados desapareció como si jamás hubiera existido, estos se acercaron enseguida hacía el escorpión que no tenía intenciones de soltar a su pequeña hija al parecer, alzo la mirada fijándola en sus otros hijos.
-Mis niños. -Sonrió entrecerrando levemente sus ojos. -¿Qué hacen que no vienen a saludar a su viejo? -Ladeo su cabeza, estos ni lentos ni perezosos se acercaron lo más rápido que pudieron y sin provocarle daño a su padre o hermana.
-¡Papá! -Aquella familia seguía rota, pero finalmente algunos de ellos luego de tanto esperar podían reencontrarse.
-Dioses un poco mas y pueden conmigo. -Observo detalladamente a cada uno, se había perdido sus últimos 14 años de crecimiento. -Están tan grandes chicos, no saben lo orgulloso que estoy de ustedes y lo feliz de poder despertar, que ustedes estén aquí. -Se sentó sobre el lecho donde permaneció dormido todo ese tiempo, aún necesitaba recuperar fuerzas en su movilidad, pero no era tiempo de soltar a su sexta hija.
-¡Chicos! -Todos voltearon hacía la entrada del templo principal, una chica idéntica a Aileen de no ser por su corto cabello negro y sus ojos amatistas habrían pensado que se trataba de una imagen. -¿Qué es eso de que Adrien y Aileen están vivos? ¿por qué tuve que enterarme por...? -Su voz se desvaneció apenas alzo la mirad en frente a donde según ella sabía dormía su padre, al verlo despierto sintió como sus piernas temblaban. -¿Pa-papá? -Su voz tembló cuando termino de acercarse, sus hermanos se hicieron a un lado para que quedará frente a frente a su padre, Hyoga era el único de los hermanos que tenía conocimiento del peso que llevaba en sus hombros su hermana Camille.
-¿Es que no piensas saludar a tu padre, Camille? -Pregunto intentando utilizar aquel tono de broma que siempre habían utilizado entre ellos, rodó sus ojos sin borrar su sonrisa. -¿Qué no me reconoces acaso? si sigo igual que en ese entonces.
-Papá... yo... -Apretó una de sus manos sobre su pecho, aquel peso que llevaba cargando en sus hombros se hacía presente ahora que estaba frente a el.
-¿Tú qué? -Entrecerró sus ojos intentando comprender que era lo que ocurría con su hija, la mayor de las tres.
-Perdóname... por favor perdóname. -Cayo de rodillas frente a su padre apoyando su frente en su rodilla. -Perdóname por favor... no era mi intención perderlo... solo creí que... creí que...
-Levántate. -Ordeno con voz severa, llevaba apenas unos momentos despierto como para apenas ver a una de sus hijas y que esta le rogara perdón. -¡He dicho que te levantes! -Él había criado a sus hijos como guerreros, no como seres débiles que rogaban perdón como si no fueran iguales, como si el otro ser fuera superior, sus hijas eran sus princesas, sus reinas, pero también eran guerreras. -¡Camille obedece enseguida!
-¡Si! -Se puso de pie lo más rápido que pudo sin marearse, lo sabía, su padre sabía que era culpa suya y por eso ahora la trataba de esa forma. -Papá yo... -Más nunca se esperó que este alzara uno de sus brazos para atraerla en un abrazo, sin soltar con el otro a An. -Papá... -Sintió sus lágrimas parar por momentos debido a la sorpresa.
-No tengo nada que perdonarte, tenías siete años y querías tanto ser como nosotros. -Se escapo un sollozo de los labios del escorpión. -Jamás debí dejarte a cargo de tu hermano, ustedes debían estar bajo mi cuidado... solo eran niños pequeños, perdóname tu a mí por olvidar que estabas igual o más aterrada que todos en esos momentos.
-Papá... -Sintió como si aquella carga que llevaba en sus hombros por la muerte de su hermano pequeño fuera quitada casi por completo. -Pero... si yo no hubiera salido con él, An habría podido criarse a tu lado... ella habría estado lista para...
-Eso ya no importa, tu hermana está bien y yo desperté, ahora debemos hacer todo lo posible por no desperdiciar está última oportunidad. -Acarició la mejilla de su hija al separarse, borrando con su pulgar las lágrimas que dejo caer. -¿Qué les parece si le damos un pequeño susto al resto?
-Milo/papá tú no cambias. -Rieron entre lágrimas los presentes, siempre había sido de esa forma sin importar cuantos años pasarán.
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