Capítulo 6.
Los tres hermanos caminaron lentamente por el jardín buscando un momento preciso en que la guardia se despistara de ellos, esos les mantenían vigilados pero no sé acercaban mucho, Antonella no entendía del todo lo que estaban haciendo, estaban siendo vigilados y no podían ir a ninguna parte si estaban aún en ese jardín.
-Este lugar era fascinante, el abuelo y mamá siempre nos traían aquí a jugar tardes enteras aunque a veces estuvieran muy ocupados. -Narraba con una sonrisa nostálgica Adrien. -Nos enseñaron tantas cosas sobre los secretos del Averno y uno de ellos era que puedes llegar a cualquier parte del Inframundo solo sabiendo a dónde ir aquí. -Llegaron a un grueso árbol que era rodeado de flores, era de lo poco de vida que quedaba allí en el Averno
-¿Y tú sabes dónde ir? -Pregunto Aileen apoyándose del árbol, pero Adrien la saco de allí enseguida.
-Si, pero no te apoyes allí, no es un árbol simplemente. -Busco en la corteza algo hasta dar con una pequeña marca que apretó, en la base del árbol se abrió un agujero repentinamente. -Esto nos llevará al otro jardín.
-¿El que tiene la cascada? -Cuestiono con la boca abierta Aileen, miraba algo dudosa aquel agujero, pero era la única salida que tenían.
-Debemos ir a las cuevas de cristal que quedan junto al otro jardín, por allí está la entrada al templo de cáncer. -Volteo disimuladamente para ver a los guardias que se habían distraído.
-¿Así te escapas? -Parpadeo varias veces Antonella, jamás sabían cómo siempre se escapaba su hermano.
-No realmente, pero no es tiempo de hablar de eso ahora, necesitamos ir los tres, buscar ayuda, liberar nuestro cosmos y buscar a nuestro abuelo. -Tomo la mano de sus hermanas, en su interior también esperaba que fuera tiempo para salvar a su padre, si su hermana menor fue capaz de hacer eso con su cosmos atado, tenía la esperanza de que también fuera capaz de ello.
-Pero nuestro abuelo está encerrado en una urna en quien sabe dónde. -Mordió el interior de sus labios Aileen.
-Si puede hacerse, en las cuevas de cristal hay alguien que nos podrá ayudar, pero tenemos que irnos ahora, los guardias no estarán distraídos por mucho tiempo. -Señalo el agujero y soltó una carcajada ante la mueca de Aileen, está soltó un suspiro y entro a este dónde una luz la envolvió para desaparecer, Antonella la siguió y finalmente Adrien, apenas se fueron el agujero se cerró como si jamás hubiera estado allí.
Se vieron envueltos en un remolino de luces y colores, Adrien recordaba esa sensación muy bien, Aileen tenía una idea en su cabeza de haberlo vivido antes, pero para Antonella fue una experiencia nueva, pero fue algo que así como empezó en cuestión de minutos termino. Se vieron sobre una planicie de tierra y piedras que alguna vez fuera un hermoso jardín, pero este ahora solo parecía un desierto rocoso y carente de vida como todos los parajes del Averno, caminaron con cuidado sobre todas esas piedras hasta llegar al borde donde la cascada aún caía, no como antes, pero si dando algo de esperanzas a que todo se podría recuperar, Adrien ayudo a sus hermanas a descender hasta la laguna por ese pedregoso camino. Rodearon la laguna hasta que llegaron a la pared de piedra, cruzaron bajo el agua a ese oscuro lugar, pero en ese momento una flama iluminó todo debido a una antorcha que tomo el mayor de los tres.
-Ahora debemos subir, la escalera es algo resbalosa así que tengan cuidado por dónde pisan, ya me he caído muchas veces. -Señalo aquella escalera echa de piedra y cristales.
-¿Últimamente o antes? -Ladeo su cabeza la de ojos heterocromaticos, analizando más de cerca aquella escalera.
-Antes y ahora. -Sonrio con nostalgia. -A nuestros padres les gustaba venir aquí, son llamadas cuevas de cristal porque tienen diamantes en sus paderes y al media día solían brillar, era muy hermoso venir en días cálidos, nos dejaban nadar en la laguna y explorabamos las cuevas... -Sintio unas cuantas lágrimas amenazando con salir de sus ojos. -Mamá le dió la noticia al abuelo y a papá de que estaba embarazado de ti aquí. -Miro a su pequeña hermana la cual sintió una punzada en su pecho. -El abuelo te puso Antonella, papá te puso Crystal. -Dejo una caricia en su mejilla, recordaba tan bien aquella época que fue feliz, en la que sus padres estaban a su lado, dónde tuvo una infancia normal hasta el día en que su madre empezó a enfermar o al menos eso dijeron su padre y su abuelo, luego nació Antonella y en cuestión de un parpadeo todo su mundo se puso de cabeza, lo perdieron todo.
Subieron por la escalera con sumo cuidado, estaba húmeda y resbalosa, el camino fue algo difícil, pero finalmente llegaron a una hendidura en la pared de rocas que los llevo a una caverna, fuera de allí podían ver una luz, apenas era solo un reflejo porque tuvieron que caminar unos minutos más hasta llegar a la fuente de esa luz.
Se trataba de unas antorchas que ardían furiosamente al final de un pasadizo, en la sólida pared había un arco rodeado de flores, cruzaron juntos para encontrarse con una amplia estancia que estaba llena de estanterías con frascos, una hoguera ardía en medio de todo eso y un descomunal perro estaba acostado junto a las llamas, una hermosa mujer estaba de pie junto a una pila de agua que estaba al otro lado de la habitación, vestía una túnica decorada por hilos de plata, sus pies descalzos, su largo cabello celeste estaba atado en una trenza desordenada, cuando volteo sonrió para ellos, Antonella sintió que alguna vez hace mucho tiempo ya la había visto, pero no sabía dónde o cuando.
-Sabia que un día vendrían, no saben la alegría que me da verlos con bien. -La hermosa mujer se acercó al mismo tiempo que los dos mayores que no pudieron evitar abrazarla, jamás podrían olvidarla,se trataba de Hécate.
-¿Que haces aquí? te habían desterrado. -Cuestiono Aileen teniendo muchas preguntas que querían salir de su boca, pero trataba de contenerse, la diosa sonrió cálidamente fijando ahora sus ojos en la más pequeña, si lo que sintió con ese temblor fue por ella, aún debían de tener esperanza.
-Asi fue, pero yo tengo mis recursos, alguien debía quedarse aquí y velar de alguna forma por ustedes, se lo prometí a su abuelo y a sus padres. -Expreso con tristeza en su voz. -Vi a Zeus en Guidecca supongo que llegó la hora.
-Si, Ares quiere desposar a Aileen para acceder a los poderes del Inframundo, matarme y que Apolo despose a Antonella. -Señalo a su pequeña hermana que los miraba un poco alejada.
-El quería matarlos cuando eran unos niños, pero de alguna forma Zeus aún recuerda algo y no se lo permitió, pero puedo ver qué el ya no es una opción para ustedes. -No habían visto venir la "traición" del dios de los cielos, pero todos que pudieron ayudar a detener lo que se venía fueron derrotados, encarcelados o asesinados, ella misma fue desterrada y era una diosa fugitiva escondida en el Averno. -No dudo que en cuanto no les fuera más de ayuda tener a Aileen correría el mismo destino, entonces tendrían en sus manos todo el potencial de Antonella cómo siempre quisieron.
Si. -Miro a su hermana pequeña que era abrazada por Aileen, era una niña, así es como ellos la veían, no tenía porque estar pasando por todo esto, tomo la mano de la diosa dejando un beso en esta con respeto. -Necesitamos encontrar a nuestro abuelo y liberarlo ¿Nos ayudarás?
-Por supuesto, pero eso no es lo único que quieres pedir ¿Verdad?
-Necesitamos ir al santuario ¿Crees que nuestros tíos puedan desatar nuestro cosmos? -La diosa lo miro en silencio analizando la situación.
-Por si solos no, yo no he podido hacerlo, pero tal vez juntos se pueda hacer. -Todos estos años había intentado hacerlo, pero nunca lo lograba, quería proteger a los nietos de Hades y así recuperar el balance perdido, pero el sello que les pusieron fue demasiado poderoso. -Pero te advierto Adrien, si lo hacemos está noche, liberamos a su abuelo... está noche se va a desatar una guerra imparable y correrá mucha sangre.
-Si no lo hacemos será nuestra sangre la que correra y la segura esclavitud de mi hermana, no tenemos más opciones Hécate.
-Si, esperemos que en el santuario estén con un humor generoso, la tierra a sufrido la ira de los dioses durante muchos años, guerra, hambruna y desolación la azotan, espero que las cosas no hayan cambiado y no los culpen a ustedes por estos crímenes, que no culpen a Destiny de esos crímenes. -Soltó un suspiro. -Aunque traer a su abuelo puede mejorar las cosas como también puede empeorar las, él no tenía mucha cordura en ese entonces. -Expreso preocupada, habían sido los otros hijos del propio dios quienes accedieran a encerrar a su padre luego de la muerte de su hermano mayor, sus sobrinos y la desaparición de la recién nacida, Hades cegado por el dolor, la traición y la furia, provoco algunos desastres, uno de ellos fue dejar en un eterno sueño al padre de esos niños.
-Antonella. -La hermosa hechicera se acercó a la más pequeña tomando con suavidad su rostro entre sus manos, acariciando sus mejillas con suavidad, Antonella fijo sus ojos en ella confundida, podía ver en ella esa misma mirada que siempre todos solían dirigirle, una mirada llena de nostalgia. -Te pareces tanto a ellos, estás tan grande y fuerte que me cuesta creerlo. -Se aparto para colocar una de sus manos en uno de los muros que comenzó a agrietarse, esto asusto a la menor que fue calmada por la rubia.
El muro emitió un brillo intenso abriendo un portal, la diosa lo señaló y junto a los tres hermanos cruzaron por él, en cuestión de segundos se vieron rodeados de columnas de piedra, un viento helado recorría la amplia estancia que solo era iluminada por algunas antorchas.
-¿Qué es esto? -Pregunto aferrándose a las manos de sus hermanas menores, sentía como si fuera un infante otra vez, miró a lo alto tomando la mayor cantidad de oxígeno en sus pulmones, una figura saltó desde algún punto en lo alto del templo, aterrizando frente a los intrusos, se trataba del caballero protector de aquel templo que lucía su reluciente y poderosa armadura dorada, An se encogió en su lugar ocultándose detrás de sus hermanos.
-¿Quiénes se atreven a invadir el templo de cancer? ¿cómo han llegado aquí? -Death estaba confundido, esos chicos no daban señal alguna de poseer algún tipo de cosmos, a simple vista solo eran simples humanos, pero no, los humanos no suelen llegar rodeados de luces a través de un portal del inframundo que supuestamente estuvo sellado por años, algo había en ellos que era sumamente especial.
-Tío Death, somos nosotros, soy Adrien. -Se asomo más a la luz para que pudiera verle de mejor forma, el cuarto guardián sintió que estaba viendo una alucinación, no podía creer que tenía frente a él a uno de los hijos de dos de sus más amados compañeros de armas, en especial aquel que siempre dijeron era la copia del escorpión dorado. -Ella es Aileen. -Tomo la mano de su hermana para acercarla a su lado, iba a seguir hablando cuando fue interrumpido por el mayor.
-No puede ser, ustedes... -Estaba totalmente atónico. -¿Cómo llegaron aquí? lo último que supimos fue que eran prisioneros en Guidecca y pronto dejarían de existir. -Bajo su posición defensiva al reconocer a ambos chicos que eran bañados por la luz de las antorchas del templo, no había ninguna duda, ellos eran los hijos de Escorpio y Acuario. -Que luego de asesinar a su recién nacida hermana se harían cargo de ustedes.
-¿Quién les dijo eso? Antonella está aquí con nosotros. -Frunció el ceño y se acercó a su hermana menor para tomarla por los hombros y acercarla al caballero, este sintió un nudo en su garganta apenas vio esos ojos, en cuestión de un parpadeo veía a sus dos hermanos menores de armas reflejados en los ojos de aquella niña. -Ni con la falta de su cosmos pudieron hacer algo en su contra.
-Estas viva... estás aquí... -Trataba de asimilar toda la información de golpe, si ella estaba allí significaba que. -Vuestro padre va a poder...
-Aún hay esperanzas tío. -Sonrió entrecerrando sus ojos Aileen, An los miraba a todos aún sin entender a que se referían, no entendía porque era tan importante que ella estuviera con vida. -Pero ¿quién esparció aquel rumor?
-Es una larga historia, tenemos que irnos. -Movió su cabeza hacía los lados, no era momento de ponerse sentimental. -Si escaparon de Guidecca no van a tardar en buscarlos y vendrán primero aquí, debemos llegar al templo principal lo antes posible, todos querrán verlos.
-Gracias tío. -Adrien tomo la mano de su hermana pequeña para hacer que caminara a su lado, podía sentir el miedo y confusión de esta, el cuarto guardián tuvo un recuerdo al verlos que provoco una sonrisa en su rostro.
-Yo siempre aprecie mucho a sus padres, puede que muchos pensaran lo contrario, pero eran tan importantes para todos nosotros. -Narro mas para An que para los otros dos, al sentir la mirada curiosa de esta supo que era así, ella no sabía casi nada de sus padres y cualquier cosa era la información mas preciada. -Tu padre era uno de los caballeros mas fuertes y leales, de alguna forma siempre encontraba una forma de animarnos, nos a hecho tanta falta desde que no esta, mientras que tu madre era tan valiente, era capaz de dar su propia vida con tal de que todos estuviéramos a salvo.
-Algo me han contado. -Formo una sonrisa triste, deseaba tanto poder poner rostros a los relatos de quienes fueron sus padres.
-Algunos recuerdos son borrosos para mi, pero An no tiene mas que lo que nosotros le contamos. -Explico con una pequeña mueca Aileen. -Pero recuerdo claramente las tardes de juegos con los abuelos Aioros y Saga. -Death los volteo a ver con una sonrisa de lado, los hijos de esos dos eran tan especiales que sin problemas se ganaban el corazón de cualquiera, pero sintió tristeza al recordar a uno de sus compañeros caídos.
-Aioros siempre estaba rodeado de niños, le gustaba mucho eso... Aioros... esa es otra vida que se perdió en todo este caos. -Bajo la mirada por unos segundos, el guardián de sagitario había caído intentando proteger a los infantes del santuario. -Pero dio su vida con tal de protegerlos, tanto a ustedes como a el resto, fue un héroe hasta el final, Saga no es el mismo desde que ya no esta con el, apenas pasa tiempo con nosotros. -Dejo su mano sobre la cabeza de la mas pequeña de ellos removiendo sus cabellos con cariño. -Quita esa mueca de tristeza, tus hermanos y tú ya están aquí por lo que aún podemos cambiar eso.
-Eso creo. -Asintió levemente con su cabeza y miro a su alrededor. -¿Dónde esta Hécate?
-Estoy aquí princesa, vengan no tenemos tiempo que perder. -La poderosa hechicera estaba de pie fuera del cuarto templo, tenía sus ojos cerrados con su rostro levantado como si absorbiera los pocos rayos lunares que había, cuando todos llegaron con ella se encargo de abrir otro portal que los conduciría hasta la entrada del templo principal o lo que alguna vez fue el templo principal, Death los acompaño y en un pestañeo estuvieron de pie frente al lugar donde descansaba quien fuera el escorpión dorado, Antonella se soltó de su hermano dando unos pasos mas para poder verlo mas cerca, Adrien y Aileen miraban expectantes a la menor, ella no lo conocía, no debería reconocerlo supuestamente.
-Papá. -Murmuro lo suficientemente entendible para ellos, se quedaron helados en su lugar, An avanzo un poco mas hasta llegar a aquel lecho intentando tomar la mano de quien reconocía como su padre, ese por el que tantas veces pregunto. -¡Papá! -Sintió las gélidas lágrimas caer por sus mejillas, pero retrocedió ante unos cristales de hielo que le impidieron lograr su objetivo.
-¡Espera detente! -Adrien y Aileen no fueron tan rápidos como Death, este en un parpadeo tomo entre sus brazos a la mas pequeña para apartarla de ese lugar y que no saliera herida, sabía que el causante de ese ataque por defensa no se perdonaría si le hacía daño a su pequeña hermana, aquella que juraban todos muertas desde el día en que nació.
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