Capitulo 34.
-¿Cuál es el alboroto? -Ares caminaba con prisas adentrándose al templo de Virgo, Apolo lo había mandado a llamar y el dios de la guerra no estaba complacido con ello, pero tampoco se espero encontrarse con Artemisa y Afrodita en ese mismo lugar.
-¿Recuerdas lo que hablamos el otro día? -Cuestiono el dios del sol mirando hacía Ares, este asintió. -Pues que algo había cambiado y por eso el ambiente que mencionamos aquella vez.
-El oráculo de Apolo acaba de emitir una profecía. -Explico Artemisa para acortar la explicación de su hermano.
Apolo chasqueó los dedos y una nube de humo se formó en medio del amplio salón, Ares lo miró y arqueó una ceja, pero miró interesado cuando las imágenes empezaron a tomar forma, el Dios del sol caminaba de lado a lado y miraba también la pantalla de humo, las diosas miraban estás inquietas, hasta que las formas se aclararon lo suficiente para poder distinguir el salón principal del templo de Apolo en el Olimpo, en medio de él estaba una hermosa muchacha que vestía una túnica blanca, estaba bailando al ritmo de la música que sonaba, sus movimientos tenían una gracia especial que hipnotizaba, Ares podía apercibir el aroma de inciensos exóticos y no había ningún fuego ardiendo en el salón del templo de Virgo, eso era por efectos de la visión que estaban presenciando. La muchacha bailaba y parecía estar fuera de si, sus movimientos dejaron de tener gracia porque sus articulaciones se estaban doblando en ángulos que no eran naturales, sus ojos estaban en blanco y varios sonidos guturales empezaron a escapar de su garganta hasta que un grito llenó sus sentidos, cayó al suelo y luego fue levantada por una fuerza invisible, ellos ya habían presenciado esto antes, las profecías tenían formas extrañas de manifestarse, luego del grito la muchacha cayó inmóvil al suelo para luego incorporarse y hablar con una voz profunda y rasposa al decir.
Pasado, presente, futuro
se disuelven en la línea del tiempo
dioses, humanos y bestias
alzarán sus puños en lamentos
la corrupción del poder
infectará a los mas ardientes corazones
serán hundidos en sus pasiones.
Mano de hierro, mantendrá el balance
para hacer que la vida avance
unirá los cuatro reinos
cielo, mar, tierra e infierno
su debilidad se hará presente.
Tiempos turbulentos
se entrelazan en los serpenteantes caminos
reducirán a sangre y cenizas
si conserva aquel cruel destino
busca y hallarás
instrumento que dejo huellas en el destino
la legendaria laguna
aquella que no refleja las estrellas.
-Interesante. -Menciono Ares frunciendo el ceño.
-Es mucho más que interesante, habla de cambio, de lo que hemos estado hablando por mucho tiempo, el poder termino por corromper a los dioses reinantes y todo caerá en el caos inexorablemente. -Explico con seriedad Artemisa.
-Eso ya se veía venir. -Asintió a sus palabras Afrodita.
-Y se necesita de una mano de hierro para conservar el balance, ahí es donde debemos entrar nosotros, nuestro momento finalmente a llegado y esta asignado por el destino, al fin tenemos la primera pista certera que necesitamos para conseguirlo. -Agrego Apolo mirando a los tres con intensidad.
-¿Cuál? -Pregunto el dios de la guerra, sabía que era lo que les habían prometido aquellas dos que no estaban presentes en estos momentos, a los cuatro por igual les llamaba la atención el panorama de tener mas poder, mandar en lugar de obedecer, implantar su reinado, aplastar a sus enemigos, reclamar lo que por derecho debía de ser suyo, incluso la tierra debería ser mas propiedad de ellos por haber nacido antes y no de quienes llegaron a la vida milenios después que ellos.
-El instrumento que se encuentra en la legendaria laguna que no refleja las estrellas. -Puntualizo Afrodita resumiendo lo dicho en las últimas líneas de la profecía. -Pero ¿tienen idea de qué será eso?
-No, pero si se trata de algo que dejará en el tiempo sus huellas, solo se me ocurre que puede ser algo tan específico que nos permitirá ascender sin encontrar resistencia, debe tratarse de un arma de un verdadero dios. -Sus ojos brillaron en un tono ámbar. -Sé que es algo que está prohibido, pero quien lo prohibió fue Zeus. -Sonrió victorioso y los tres entendieron enseguida lo que les estaba queriendo decir, derrocando a Zeus sus leyes serían obsoletas.
-¿Pero cuál será la laguna que no refleja las estrellas? -Soltó un suspiro Artemisa, encontrar esa arma no sería nada sencillo.
-Debe encontrarse en el averno, si no se reflejan las estrellas en ellas, tiene que ser por obvias razones alguna laguna subterráneas, las profecías siempre se refieren a lugares protegidos por dioses y teniendo en cuenta de lo que debe ser, tiene que estar en poder de uno de los tres grandes. -Tan emocionados estaban los cuatro dioses que no se percataron que no estaban solos, a veces las ansias de poder provocaba que cometieran imprudencias como aquella, no tomaron en cuenta el lugar donde se encontraban y que el guardián de aquella casa los había visto y escuchado, el rubio negó con su cabeza y como rayo se dirigió enseguida al templo principal en busca de Milo y Camus, ellos debían de saberlo en este mismo momento.
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Antonella se había despertado nuevamente aquella noche, tuvo un mal presentimiento, miro hacía su juguete y a este le brillaba la nariz, se cambio ropa rápidamente y cerro sus ojos para en segundos llegar hasta la laguna de Piscis, entro en esta solo para terminar de asegurarse que no hubiera nada en ella, el agua de esta no era tan fría, pero tampoco era del todo agradable, mucho menos por la angustia que sentía que fue la que le hizo llegar hasta allí, tanto que ni las criaturas que estaban dentro de esta lograron distraerla del todo con sus juegos, cuando se dio por vencida y confirmo que de verdad no había nada en esta nado hasta la orilla, uso un poco de su poder para cambiarse a una rápida velocidad, quien diría que aquel juguete le sería tan util, pero igual le sería mas util poder hacer algo con su cabello que no había logrado secar del todo, eso provoco que estornudara un poco.
-Creo que la señorita necesitará un té caliente. -Dio un pequeño brinco debido al susto, se volteó y al darse cuenta que ya no estaba sola, pero que solo se trataba de Hypnos que estaba ahora cerca suyo se relajó, el dios del sueño colocó nuevamente aquella capa para darle algo mas de calor. -Recuerda que tus poderes no están funcionando del todo bien debido a que necesitas de tu padre.
-Lo se. -Soltó un suspiro llevando sus ojos hacía el templo principal, si tan solo pudiera acercarse sin levantar sospechas, pero con aquel mal presentimiento que había logrado despertarla no quería arriesgarse. -Eso explicaría que no pueda recuperar mi temperatura normal con facilidad.
-¿Cómo va la búsqueda? ¿lograste encontrar algo? -Se intereso el rubio mirando a la chica que trataba de terminar de secar su cabello, apenas había sentido que la menor estaba despierta y estaba por este lugar hizo todo lo posible para que nadie fuera a verla, podía ser que se encontraba en crecimiento, pero ya tenía bastante atractivo en su físico y estaba seguro que aunque no pudieran ver sus colores singulares en su cabello y ojos, mas de alguno tuvo que voltearla a ver en esos días.
-Muchos peces de agua dulce, algas, plantas extrañas a también estuve un rato con los hipocampos, eso fue un alivio. -Sonrió entrecerrando sus ojos cuando dijo eso, Hypnos se fijo en su sonrisa como otras veces, era muy hermosa y sincera, se distrajo por esto unos momentos, pero enseguida recobró la compostura.
-¿Por qué?
-Ya que Poseidón trajo a sus mascotas es bueno que hayan sido los hipocampos y no al Kraken. -Explico trenzando con mucho cuidado una parte de su cabello.
-¿Le tienes miedo acaso? ¿eres nieta de Hades y le tienes miedo a un monstruo sin importancia? -Miro a la chica incrédulo, esta le miro arrugando su nariz y golpeo con mucha suavidad su brazo.
-¡Claro que no es un monstruo sin importancia! -Formo un puchero con sus labios. -Y no, no le tengo miedo, todas las criaturas suelen sentirse atraídas por mi y tratan de hacerme sentir bien, cuando conocí al Kraken en mi tiempo cuento corto, pobre de quien se atreviera a hacerme enojar si estábamos cerca de sus territorios, era adorable.
-Creo que no entiendo tu concepto de "adorable" -Sonrió divertido ante la palabra utilizada por la menor, creía que era la única persona en el universo que podía pensar algo así sobre un monstruo. -Así que otras de tus habilidades es que provocas no solo que todo mortal o inmortal termine a tus pies, sino que también a las criaturas.
-Pues supongo que si. -Se encogió de hombros restándole importancia, a ella nunca le había importado tener o no a todos a sus pies, solo se comportaba con todos como realmente era, esa era parte de su tan especial esencia, Hypnos la ayudo a ponerse de pie para luego caminar junto a ella. -Durante mis últimas semanas en el futuro, en mi tiempo, todos me recordaban siempre que era especial, que soy la mas poderosa de todas, que soy su última esperanza que muchas veces terminaba sintiéndome algo incomoda, no me interesa ser o no la mas poderosa, el poder fue lo que destruyo a mi familia y la vida de todos. -Expreso dejando notar la tristeza en su voz, si alguien le daba la opción de a cambio de todo su poder todo volviera a ser como debía de ser, no pensaría ni una vez antes de aceptar.
-Ahora entiendo porque te llevas tan bien con los príncipes y veo que eres demasiado parecida a tu madre. -Comento mirando hacia el cielo, pronto amanecería.
-¿Tú crees? -Jalo de su brazo con suavidad para llamar su atención y le miro con tanto deseo que Hypnos sintió algo removerse en su interior, ahora entendía que el anhelo de Antonella de encontrarse pronto con sus padres no era solo por sus poderes, era porque quería estar frente a frente con su madre. -Yo... solo he visto manifestaciones de su alma un par de veces... pero no le conozco realmente.
-Haré todo lo posible con Hécate para que puedas tener ese encuentro que tanto deseas. -Dejo una caricia en la mejilla de la menor quitando una solitaria lágrima que había logrado salir de sus ojos.
-Gracias. -Tomo la mano del dios que permanecía en su mejilla, dando un suave apretón en esta y inclinando su cabeza hacía la caricia. -¿Vas a caminar conmigo hasta Aries? -Cuestiono tomando de nuevo ese tono animado que la caracterizaba tanto.
-¿Te molesta si lo hago? -Se aparto un poco volviendo a caminar hacía las escaleras junto a ella.
-No, solo es curiosidad. -Dio un pequeño saltito adelantando dos pasos del dios.
-Si hablamos de curiosidad ¿por qué caminas hasta el templo? -Alzo una de sus cejas mirando confundido a la menor que sonrió de medio lado ante esto. -¿No es mas fácil usar tus poderes para llegar haya? no me digas que disfrutas una caminata tan larga con tu ropa y tus zapatos.
-Si me gusta caminar, pero no es la razón principal. -Cruzo sus brazos detrás de su espalda jugando con sus dedos al entrelazarlos. -Me he topado un par de veces con mis abuelos y casi me descubren y aún no estoy lista para enfrentarlos, además tampoco debo toparme tanto con mi Bubu y mi Bu, ellos se escapan por las noches y yo debo hacer todo menos interferir con eso, porque es en estás salidas que se encuentran con mis abuelos y si no lo hacen jamás estarán juntos, no se enamorarán, no se casarán y muchas cosas pueden cambiar. -Se encogió de hombros y relamió sus labios, estaban en tiempos muy delicados, era mejor tener precauciones para no lamentar luego.
-¿Se escapan por la noche? eso suena algo extraño, no es algo que me esperaría de ellos realmente. -Menciono pensativo.
-Pues eso hacen, hay muchas cosas que no me contaron de forma tan precisa como hubiera querido, en cierta forma adaptaron e idealizaron esas partes de la historia para contarme, ahora que estoy viendo todo por estar aquí es bastante diferente. -Dio un pequeño saltito para bajar uno de los escalones.
-¿Eso te decepciona? -Pregunto preocupado por como se sentía al respecto An.
-Para nada, puede que no sea lo que yo esperaba, pero me gusta ver como se está dando todo y que mis abuelos se enamoren de su respectiva pareja por ser maravillosamente humanos con todos sus defectos y virtudes, me gusta mas ahora que no es perfecto. -Explico sonriendo brillantemente dejando ver esta vez sus dientes.
-Entiendo nena. -Tomo la mano de la menor que se detuvo y la miro extrañada. -¿Te parece si mejor yo te llevo? tienes que tratar de dormir un poco mas y te prometo que ninguno de ellos se dará cuenta.
-Esta bien. -Accedió sin borrar su sonrisa, se acerco mas al dios que la abrazo contra su pecho para ambos ser envueltos en un remolino de luces y colores para llegar en segundos a la habitación del segundo piso donde se estaba quedando An con los chicos, había mas de una cama vacia en esta, aparentemente no solo uno de los adolescentes que estaban quedándose en esta había escapado del templo.
-Sería bueno que te des un baño caliente antes de volver a acostarte. -La menor asintió a sus palabras y luego de dejar un beso en la mejilla del dios se fue al cuarto de baño, Hypnos hizo brillar su cosmos y los que aún permanecían en el templo tendrían un sueño mas duradero por esta vez.
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