Capítulo 2.
Antonella corría por los pasillos en dirección a los calabozos, los guardias que la veían pasar no podían evitar formar una sonrisa, de no ser por la pequeña todos sus días serían tan sombríos. Apenas ingreso a los calabozos tomo una de las antorchas para ir directo a la celda que mantenía encerrado a su amado hermano mayor.
-¿Podrías ser menor ruidosa? Algunos queremos dormir. -Una rasposa y cansada voz dijo desde las sombras, había un bulto bajo algunas mantas mirando hacia la infinita oscuridad de aquel lugar, así es como se sentía su vida desde que los atacaron.
-Hable con ellos y los convencí para que pudieras salir libre de aquí, vamos. -Abrio la celda con la llave que le habían dado los guardias. -Apurate Adrien.
-¿Y quién te dijo a ti que hablaras con esos malditos? -Cuestiono un chico bastante mayor que ella, Adrien contaba con 27 años, cabello azulado como el de su padre, pero los mismos ojos amatistas de su madre, tez trigueña, desde su nacimiento todos le decían que era la copia de su padre.
-Adrien por favor... Me costó mucho lograrlo, los he molestado una semana entera por ti, por favor hermano. -Bajo la mirada sintiendo las lágrimas picar en sus ojos. -No quiero verte más aquí, me duele verte aquí tan lejos de mi... Por favor. -Estiro su mano dentro de la celda y miro con súplica a el contrario, este frunció el ceño negando con su cabeza al ponerse de pie, sentía que si se negaba a su hermanita, estaría negando algo a sus padres.
-¿Por qué mierda no puedo decirte que no? -Su pecho dolía ante el cuestionamiento, su mayor anhelo siempre había sido que Antonella recordara aunque fuera lo mínimo de papá y mamá.
-Porque soy tu pequeña hermanita menor. -Tomo con suavidad la mano de su hermano, este sintió las lágrimas querer asomarse en sus ojos pero peleó contra estás, las manos de Adrien estaban completamente heladas lo cual sería normal si tuviera su cosmos como alguna vez lo tuvo, pero no era así. -Te abrazaría pero de seguro necesitas un buen baño y un urgente cambio de ropa.
-¿Que esperas de mi? Estuve durante muchos días allí encerrado. -Acaricio los cabellos de su hermana, aquellos mechones aquamarina idénticos a los que portaba su madre.
Ambos salieron del calabozo para recorrer los pasillos rodeados de guardias que los seguían con la mirada muy de cerca, esto solo incomodaba al peliazul.
-Ya no te escapes más por favor, ellos tienen las mejores intenciones con nosotros, nos cuida y nos protege de nuestros enemigos. -Suplico en un tono bajo para que se sintiera como una conversación privada.
-Lo sé... lo sé... -Beso la frente de su hermana más pequeña y ya no dijo nada más, no era el momento ni mucho menos el lugar para contarle toda la verdad, mucho menos ahora que ella contaba casi con 14 años, la edad que en otra línea temporal la debería tener tomando su lugar como Destiny, la diosa del destino.
Ingresaron luego de un rato a una de las habitaciones del ala oeste, está era la habitación de Adrien desde hace 14 años atrás, unos guardias iban a ingresar, pero este cerro las puertas en sus caras, Antonella soltó un suspiro negando con su cabeza y camino al armario del mayor para buscarle ropa adecuada para esa cena, algo en ella le decía que debía ser cómodo también, no sabía porque, pero eso gritaba su corazón, mientras que su hermano fue directo a tomar un baño, necesitaba tanto relajarse aunque fuera unos pocos minutos bajo el agua.
-Te deje ropa en la cama, quieren que los acompañemos a cenar en el comedor privado del segundo piso, no me hagas quedar mal no yendo, por favor. -Acomodo la ropa escogida para su hermano en la cama, quedándose cerca de la ventana para mirar el exterior preguntándose si alguna vez este habría Sido de otro modo.
-¿Y quién te dijo que yo quiero cenar con esos imbéciles? Muero de hambre, pero si hago eso no tendré nada de apetito, mientras menos se crucen nuestros caminos será mejor.
-No deberías ser tan duro, solo quieren nuestra seguridad. -Cruzo sus brazos sobre su pecho formando un puchero con sus labios.
-Eso no es cierto, tu solo estás convencida porque eres la más pequeña y la más inocente también, pero creeme nena, esos dos son solo un estorbo que impiden que vayamos por nuestro verdadero destino. -Adrien sabía que sin decirle toda la verdad ella no entendería nada.
-Bueno ya casi cumples 27 años, se supone que quedarás a cargo del Inframundo cómo mamá hubiera querido. -Se encogió de hombros restándole importancia.
-Eso iba a ser a mis 18 años, luego lo suspendieron todas las veces que pudieron hacerlo, no me sorprendería que intenten hacerlo de nuevo. -Salio de la ducha para comenzar a secar su cuerpo.
-Pero han hecho buen trabajo manejando el Inframundo este tiempo.
-Eso no es lo que estamos discutiendo, lo que tú no acabas de entender es que a ellos no les corresponde estar aquí, no tienen derecho a gobernar sobre el Averno en lugar de nuestro abue que deberían sacarlo de esa maldita urna en la que lo han encerrado. -Su tono de voz era muy molesto, casi olvidando con quién estaba hablando, siempre se ponía así cuando hablaban del gobierno del Inframundo. -El derecho tampoco es mío, de faltar abue, debía ser mamá quien estuviera a cargo de elegir a alguno.
-Ya Adrien no seas tan dramático, mejor vístete por favor y por lo que más quieras, usa este traje. -Antonella refriego sus ojos con sus manos, no permitiría que su hermano la viera llorando cuando ni ella misma conocía la verdadera razón de sus lágrimas. -No quiero tener que seguir llevando comida de contrabando a tu celda. -Abrio la puerta de la habitación para encontrarse con su hermana mayor, apenas la saludo y se fue a la propia para poder cambiarse, está soltó un suspiro entrando ahora para ver a su hermano, mejor dicho esperar a que su hermano estuviera listo.
-¿Alguien menciono comida de contrabando? -Comento cuando vio a su hermano ya vestido, se acercó a este para entregarle un plato con un sándwich y un vaso de jugo, Adrien los recibió dejándolos sobre uno de los muebles para abrazar a su otra hermana, aquella hermosa chica tenía su cabello rubio en una hermosa trenza que caía sobre su hombro, sus ojos turquesas brillaban de alegría por ver de nuevo a su hermano libre. -Trate de hacerlo como lo hacía mamá.
-Aileen eres en este momento la descripción de lo divino. -Tomo entre sus manos aquí sandwich para darle una gran mordida. -¿Sabes las últimas novedades?
-Si, tenemos que ir a cenar con Ares y Apolo hoy. -Respondio con una mueca, a ella no le agradaban mucho que digamos esos dioses. -Volviste a hacerlo.
-¿Qué cosa? -Ladeo su cabeza no entendiendo a qué se refería su hermana.
-A salido intentando borrar sus lágrimas. -Respondio sentandose en la cama de su hermano. -Adrien se que es difícil escuchar como defiende esto, pero entiende que es su realidad, no conoce otra vida que no sea está, no es como nosotros, ella nació y en cuestión de minutos termino aquí encerrada.
-Si dejara de defenderlos tanto sería más fácil. -Paso una mano por su cabello desordenando un poco este. -Desearía tanto que Hyoga estuviera aquí, el si sabría cómo actuar con ella.
-Lo sé, pero no está aquí. -Bajo la mirada sintiendo un vacío, un día eran cinco hermanos haciendo travesuras juntos, esperando a un sexto hermano y al otro solo tres hermanos alejados del mundo entero. -Será mejor que vayamos por ella, no vaya a ser que se de cuenta que sus lágrimas se vuelven pequeños cristales.
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