Invitación.
Pov de Becky.
Normalmente hubiera seguido la fiesta hasta las cuatro o cinco de la mañana, pero el propósito de la fiesta ya se había ido y ya no tenía sentido que la siguiera.
A las dos y media empecé a decirle a la gente que ya era hora de que se fueran.
Después de un rato, la casa se quedó vacía excepto por mis amigas.
-Estoy muy sorprendida. -Expresó Seoul mientras tiraba los vasos en una bolsa de basura. -No vi a Becky besando a nadie hoy.
Giré los ojos.
Era verdad. Era la primera vez en mucho tiempo que hacía una fiesta sin besar a mínimo una persona.
-A menos que haya besado a Freen. -Agregó Mela. -Las vi yendo al piso de arriba.
Todas hicieron sonidos de burla.
-No sean tontas, no pasó nada. -Contesté. -Con dificultad me mira.
-¿Ni siquiera te sigue el coqueteo? -Preguntó Seoul.
-Bueno, sí o no... No lo sé. -Admití. -Pero no siento que de verdad quiera iniciar algo conmigo.
Recordé que no le había mandado mensaje para saber si había llegado bien a su casa.
Me levanté del sofá y fui por mi celular.
Becky: Hola.
Becky: ¿Llegaste bien?
Lo vio a los cinco minutos pero me dejó en visto.
Suspiré.
-Miren. -Dije enseñándoles mi celular. -Cero interés tiene.
-Tal vez tiene novia. -Supuso Irin. -¿No le has preguntado?
Negué con la cabeza.
-¿Qué debería hacer? -Pregunté.
-No le digas nada. -Sugirió Mela. -Ella seguro te busca cuando vea que no le escribes.
Tenía sentido.
Ellas me ayudaron a recoger y media hora después recibí una respuesta.
Freen: Todo bien, gracias.
Era demasiado cortante pero eso no me generaba desinterés, todo lo contrario.
Cuando terminámos de ordenar y de limpiar, lo cual nos llevó más de dos horas... Todas nos fuimos a dormir.
Ni siquiera recordaba que había hecho una fiesta en martes.
En la mañana del miércoles, Irin nos despertó a todas y tuvimos que alistárnos con mucha velocidad para que nos diera tiempo de llegar a la escuela. Nos quedámos con la ropa exacta de la fiesta y subimos al auto de Mela.
Irin y Seoul aún tenía mucho dolor de cabeza de todo lo que habían tomando el día anterior y Mela y yo estábamos en perfectas condiciones...
A excepción de que sentía una ligera tristeza porque Freen no me había mandado ningún mensaje.
Pasó todo el día y nada.
Pasó miércoles, jueves y viernes... No tenía ningún mensaje de ella.
Ella no me iba a escribir si yo no lo hacía, el consejo de mis amigas no había funcionado.
Pensé que con mi indiferencia ella reaccionaría pero no lo hacía, no lo hacía para nada.
Cuando ya estaba en casa tomé mi celular y fui a su conversación.
Becky: Hola. Espero que te encuentres bien.
Becky: Me preguntaba si me aceptarías una invitación a desayunar mañana.
Becky: O a comer o cenar, como gustes.
¿Quién lo diría? Ahora yo ya no sabía ni cómo hablarle correctamente y todo me avergonzaba.
Recibí una respuesta bastantes minutos después.
Freen: Te lo agradezco.
Freen: La verdad tengo mis días bastante ocupados, una disculpa.
Ok. Me había rechazado la invitación no solo para mañana. Me había rechazado cualquier invitación futura también.
Era hora de probar una última opción para ver si pasaría algo en el futuro o si era mejor que tratara de olvidarla.
Becky: Solo esta vez.
Becky: Si después de mañana no me quieres ver, no te molesto más.
Esta vez lo vio enseguida y respondió igual... Enseguida.
Freen: Nunca me has molestado.
Freen: Nos vemos mañana.
Sonreí.
¿Cómo lo había logrado?
¿Cuál había sido la palabra clave para que aceptara?
Ahora mi sábado estaba completamente a su disposición cuando antes era el día en el que me perdía de mi casa todo el día.
Freen: En la comida está bien.
Pasé el resto del día estallando de felicidad porque había aceptado y mientras tanto, trataba de decidir qué me pondía al día siguiente y a donde la invitaría y qué le diría y...
En todo eso se basaban mis pensamientos durante el día hasta que llegó la noche.
Estaba a nada de dormirme cuando escuché que mi mamá me llamó.
-¡Becky! -Gritó desde abajo. -Baja un momento, por favor.
Fruncí el ceño.
¿Qué quería decirme a esta hora?
Me levanté de mi cama con un ojo cerrado y otro abierto y comencé a bajar las escaleras mientras bostezaba.
Terminé de bajar el último escalón y la miré detenidamente.
-¿De quién es esto? -Preguntó con la t-shirt de Freen en la mano.
Había olvidado recogerla de el centro de lavado de la casa.
-¿Trajiste a alguien a dormir a la casa? -Cuestionó. -¿Cuántas veces tu papá y yo te hemos dicho que no hagas cosas así en la casa?
-No es así. -Aseguré. -Derramé una bebida sobre alguien y me ofrecí a llevar su ropa a la tintorería.
Mi mamá me miró como si me analizara.
-Becky, no me voy a meter en ese aspecto de tu vida... -Agregó. -Pero no puedes tener relaciones con tantas personas o...
-No es eso. -La interrumpí firmemente. -Derramé una bebida sobre alguien.
Ella asintió.
-Alguien que vino a la casa. -Comentó.
Suspiré molesta.
-Está bien, sé que dices la verdad. -Contestó. -¿Es una amiga?
Asentí.
-Sí, amiga de una amiga... -Mencioné, tratando de disimular.
-Bueno, menos mal es eso. -Respondió. -La tela no se ve de calidad y no parece ser de marca.
La miré molesta.
-¿Y? -Cuestioné. -¿Cuál es el problema con eso?
-Sabes que en la sociedad no se vería bien si Rebecca, la heredera de los Armstrong saliera con una persona sin clase. -Agregó. -Imagínalo, Becky. Ya sales con una mujer, imagina que además de eso fuera una mujer sin buena postura económica.
-Qué bueno que me importa, mamá. -Dije sarcásticamente. -Si algún día decido formalizar con alguien espero que sepas que será con quien yo quiera, no con quien papá y tú quieran.
Me miró molesta y yo le extendí la mano.
-¿Me la das? -Le pedí.
Ella suspiró y me la dio.
Tomé la t-shirt en mi mano y volví a mi habitación.
Hablar con mis padres siempre era agotador, más ahora que mi hermano se había mudado a otra casa y ya no tenía su apoyo cuando discutía con ellos.
Amaba a mi hermano pero desde que se casó, me dejó ligeramente de lado aún sabiendo que mis papás y yo no tenemos una relación tan cercana.
En la mañana siguiente me desperté temprano para empezar a arreglarme, pero el tiempo se me hacía eterno.
Había reservado en un lugar al que solía ir pero no sabía si era lo correcto.
No sabía si Freen se sentiría incómoda ahí.
Al final decidí cancelar la reservación y llevarla a un restaurante más tradicional. No era costoso pero era muy acogedor y tenía una cocina deliciosa.
Le mandé mensaje casi de último momento para cambiar la dirección del lugar.
Cuando ya faltaba una hora, tomé las llaves de mi moto junto con el casco y salí hacia el restaurante.
Llegué con media hora de anticipación. Ella por supuesto, aún no había llegado.
No quise pedir nada hasta que ella no estuviera aquí.
Llegó cinco minutos antes de las dos que era la hora que habíamos acordado.
Sonreí al ver que era puntual.
Ella venía vestida de manera casual; t-shirt, pantalón de vestir y tenis. Ella se veía linda con todo lo que se ponía.
Por supuesto, tenía su tabla de skate en la mano.
No sabía ni cómo actuar.
Me levanté del asiento cuando ella ya estaba cerca de la mesa.
-Hola... -La saludé.
-Hola. -Me saludó de vuelta.
Me quedé estática esperando a ver si nos saludábamos con la mano, con un abrazo corto o con un beso en la mejilla.
No fue nada de eso.
Ella se sentó enseguida.
Me senté de inmediato también.
-¿Te costó llegar? -Inicié la conversación.
-No tanto. -Admitió. -Es solo que con el skate es tardado llegar.
Sonreí.
El mesero enseguida se acercó a nosotras.
-Muchas gracias. -Dije después de que se presentó. -Yo voy a tomar...
-Dos vasos de agua mineral, por favor. -Pidió. -Y le encargo dos limones y el salero.
Era justo lo que iba a pedir.
La miré confundida pero con una sonrisa.
-Papá dijo que te gustaba el agua mineral con limón y sal. -Comentó. -Me da curiosidad probarla.
Normalmente nadie le prestaba atención a los detalles, pero ella lo había hecho.
El mesero llegó minutos después con nuestro pedido de bebidas.
Ella preparó la bebida después de verme a mí haciéndolo y la probó.
Me miró sorprendida.
-Wow. -Expresó.
Asentí sonriendo.
-¿Cómo descubriste tal tesoro? -Cuestionó.
-Cuando era una niña. -Respondí. -Mi bebida favorita era el refresco de limón pero el restaurante al que fuimos no tenía.
Ella me miraba con atención.
-Pensé que si preparaba agua mineral y le exprimía un limón sabría igual. -Agregué. -Lo de la sal fue solo porque tenía el salero enfrente y quise experimentar.
-Bastante interesante. -Dijo. -Deberías comercializar el producto y patentarlo.
Me reí.
Enseguida el mesero volvió para tomar nuestra orden.
Ambas pedimos y cuando el mesero se fue, nos quedamos en silencio.
-¿Qué estudias? -Pregunté, cortando el silencio. -Nunca te he preguntado.
-Literatura y escritura creativa. -Contestó. -¿Y tú?
-Mercadotecnia. -Contesté.
Ella asintió.
-¿Es decir que puedes escribir poesía? -Cuestioné con interés.
-Puedo. -Aseguró. -En realidad me encanta hacerlo.
Sonreí.
-Siempre quise estudiar algo que fuera artístico. -Agregó. -Creo que solo así se puede entender más sobre la belleza en todo.
Con cada palabra que decía me gustaba más.
-¿Qué es lo que más te gusta de tu carrera? -Preguntó.
Lo pensé bastante.
En realidad nada. Había estudiado eso porque mis padres querían que estudiara algo "de más categoría" y quise llevarles la contraria pero si no estudiaba algo relacionado con negocios, papá no me pagaría la carrera.
Ella rió levemente.
-¿Cuál era la carrera que querías estudiar realmente? -Cuestionó.
Se dio cuenta.
-Comercio y Logística Internacional. -Mentí, esa era en realidad la que mis padres querían que estudiara.
Ella subió ambas cejas.
-¿Por qué entonces? -Repitió.
Sin respuesta de nuevo.
Ella volvió a reír levemente.
-En realidad no quería estudiar nada. -Admití. -Siempre me interesó el proceso de siembra y de cosecha de los alimentos.
Frunció el ceño y se acomodó en su asiento.
-¿De verdad? -Preguntó con notable interés.
Asentí sonriendo.
-Cuando era niña fui a un campo en donde había también una granja y amé todo el proceso que te digo. -Agregué. -Durante años traté de informarme al respecto, pero obviamente no me dejarían dedicarme a eso.
-Nunca había escuchado que alguien dijera eso antes. -Aseguró. -Me parece realmente interesante.
Era la única persona en mi vida a la que le había contado eso, pero con ella todo se sentía sencillo y genuino.
Seguimos hablando de cosas no tan serias durante bastante tiempo y cuando terminamos la comida, supe que era buen momento para preguntarle sobre sus poemas.
-¿Tienes algún poema que puedas enseñarme? -Expresé.
Ella me miró detenidamente.
-Puedo escribir uno ahora, si quieres. -Aseguró.
Levanté ambas cejas con una sonrisa.
-Sí, me gustaría. -Admití.
-Bien, ¿Sobre qué? -Cuestionó. -Dame las palabras o verbos que quieras.
La miré detenidamente mientras pensaba.
Miré el vaso vacío en el que habíamos tomado agua gasificada hace un momento.
-¿Agua? -Dudé.
Ella asintió con una sonrisa.
Recordé la palabra que su papá había utilizado para referirse a su mamá.
-Luciérnaga. -Agregué.
Su mirada se suavizó considerablemente al escuchar esa palabra.
Ella sacó un bolígrafo del interior de su bolsillo y tomó una servilleta que estaba sobre la mesa.
Centré toda mi atención total en ella mientras escribía.
Su ceño fruncido y la manera en la que sujetaba el bolígrafo mientras escribía... Se veía tan linda.
-A ver qué te parece. -Expresó, deslizando la servilleta sobre la mesa.
La acerqué a mi lugar, llena de ilusión y comencé a leer.
Agua cristalina que recorre mis ojos en días de lluvia,
Contraria al resplandor de la luciérnaga que en mí se refugia...
Ensordecedor sentimiento de melancolía de una noche turbia,
Que se desvanece con un solo eco de tu compañía.
Lo releí una vez más porque me había encantando. Una sonrisa se marcó en mis labios a pesar de que no entendía mucho.
-Me encanta. -Aseguré. -¿Cómo lo escribiste en cinco minutos?
Ella se rió levemente.
-¿Qué significa? -Pregunté.
Ella subió ambos hombros.
Intenté regresarle la servilleta pero ella la detuvo.
-Puedes quedártela. -Expresó.
Le contesté con una sonrisa totalmente sincera.
Nos trajeron la cuenta a la mesa después de unos minutos y antes de que yo pudiera verla, ella tomó el papel en donde se podía leer el monto total, sacó unos billetes y se lo regresó al mesero.
-Te dije que yo invitaba. -Le recordé.
Ella negó con las manos.
-Y te lo agradezco. -Aseguró. -Pero no me gusta quedarme sin pagar.
Sonreí.
-Gracias entonces. -Exclamé. -Por invitarme tú a mí.
Ella sonrió de lado con un gesto gracioso.
-Tengo una florería. -Me hizo saber. -Puedo financiar también.
Me reí.
Eso era un detalle nuevo sobre ella y era muy interesante.
Cuando pagó, nos levantamos de la mesa y caminámos al lado de la otra hasta que salimos del restaurante.
Había sido la conversación más linda y genuina que había tenido con alguien.
Pov de Freen.
Quería alejarme de ella pero tampoco podía ser descortés... Esa no era yo.
Cuando me llegó su mensaje invitándome a comer me llené de alegría, pero también me preocupe por esa reacción en mí.
Si quería que dejara de gustarme no podía acercarme cada vez más y más.
Me levanté en la mañana después de haber aceptado su invitación para ir a comer y para mi sorpresa, vi a mi papá sentado en la mesa.
Sobrio.
-¿Papá? -Pregunté. -¿Todo bien?
Él asintió.
-En unos días sería el cumpleaños de tu mamá. -Me recordó a pesar de que lo tenía presente. -Quiero hacer una pequeña reunión en la tienda.
Sonreí.
-Me alegra que no estés tomando hoy. -Destaqué. -Siempre te digo que no es lo que mamá querría.
Él sonrió levemente.
-¿Vas a salir? -Cambió de tema.
Tragué en seco.
-Con una conocida. -Respondí.
Él me miró detenidamente.
-"Conocida" no es. -Aseguró. -A ti no te gusta salir con nadie que no sea Nam.
Respiré profundo.
-Papá, creo que me gusta. -Admití en un momento de impulso. -Y me da miedo.
Me miró con tristeza y al mismo tiempo una sonrisa.
-No te tiene que dar miedo, mi vida -Contestó. -No tiene que pasarte lo mismo que me pasó a mí, ¿O es algo más lo que te da miedo?
También me generaba un poco de reservas el hecho de que Becky no es una persona de nada serio pero eso no se lo iba a decir a mi papá.
Él tenía razón en lo que me decía.
-Además, yo sé todo el amor que hay dentro de ese corazón tuyo. -Agregó. -No puedes vivir una vida entera conteniéndolo.
Sonreí.
-¿Quién es la afortunada que logró conquistarte? -Cuestionó.
-Si las cosas marchan bien, te la presento. -Aseguré. -Mientras vamos con calma.
Él asintió.
-Ve ya entonces. -Sugirió. -No puedes hacerla esperar.
Me despedí de él con un abrazo y salí de la casa en mi tabla de skate.
Cuando llegué, Becky ya estaba ahí.
¿Por qué siempre se veía deslumbrante?
¿Qué era esa luz que veía alrededor de ella?
La conversación tomó un camino mejor de lo que esperaba y tal como lo pensaba, ella era una persona realmente interesante.
Cada vez me quedaba más claro que ella no era "la heredera de los Armstrong", ella era una mujer que era capaz de hacer cualquier cosa que se propusiera. Ella era una persona muy interesante y con mucha luz.
Ella quería que le mostrara uno de mis poemas y preferí escribir uno corto e improvisado.
Ese poema era para ella y era mejor que no lo hubiera entendido bien. Me sentía considerablemente bien cuando hablaba con ella, "con un solo eco de su compañía".
Cuando terminámos de comer, salimos del restaurante y no sabía bien cómo despedirme de ella.
Puse mi tabla de skate sobre el piso y mi pie sobre ella.
Ella me miraba fijamente con una sonrisa.
-¿Cuándo aprendiste a montarla? -Preguntó.
-Hace varios años. -Contesté. -No sé hacer trucos ni saltos pero al menos me lleva a todos lados.
-Se ve difícil. -Aseguró.
-No lo es tanto. -Respondí. -¿Quieres intentarlo?
-¿Y si me caigo? -Cuestionó. -¿Me vas a ayudar a levantarme?
-No tendré que levantarte porque no te voy a dejar caer, en primer lugar. -Aclaré.
Ella aceptó con esa linda sonrisa característica en ella.
Ambas caminamos un poco para alejárnos del restaurante y nos fuimos a la calle de a un costado por la que no pasaban muchos carros.
Puse la tabla en el piso de nuevo.
-Primero equilíbrate. -Expliqué. -Después vemos lo de intentar avanzar.
Extendí mi mano para tomar la suya y sostenerla.
Ella me dio su mano.
Ahí estaba otra vez esa punzada en mi pecho.
Al menos ahora ya reconocía que era algo agradable.
Me paré enfrente de ella y le dije cómo colocar los dos pies.
Cuando vi que su equilibrio estaba mejor, le pedí que se bajara para mostrarle cómo impulsarse.
Ella sí me estaba poniendo atención.
-Desliza tu pie levemente. -Mencioné. -No lo hagas corto. Debe ser largo o perderás el equilibrio.
Ella lo intentó varias veces en el piso antes de subirse a la tabla.
Realmente era muy tierna.
Cuando se cansó de practicar, se dispuso a subir a la tabla.
Logró hacerlo bien un para de veces, por supuesto no se movía mucho pero al menos lo intentaba.
Aún la tenía tomada de la mano.
Cuando ya se sintió con más confianza, decidió impulsarse con más fuerza.
La tabla se le fue de largo y yo tuve que reaccionar rápido para evitar que se cayera.
La cargué desde la espalda y la sostuve con fuerza entre mis brazos.
-Cerca. -Expresé viendo cómo se alejaba mi tabla.
No había caído en cuenta de que tenía mis dos manos en su cintura.
Ella giró levemente y ahora nos estábamos viendo de frente.
Ambas hicimos contacto visual.
Estábamos demasiado cerca.
No solo físicamente, ahora ya sentía como si hasta mi corazón empezara a enlazárse con el suyo.
...
Cada vez están más cerca estas futuras novias JAJAJAJA.
Nos vemos en la noche en la sección de "Conversación" para intercambiar opiniones y datos sobre los capítulos de la semana y nos vemos el lunes con un capítulo nuevo.
-Key.
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