capítulo 7 › Quatervois
Quatervois: Palabra de origen francés para referirse a aquel punto de inflexión decisivo en la vida de una persona.
Melissa
Vigilo los pasos de mamá que va de un lado a otro organizando todo. Estoy ansiosa porque se vaya ya. Le he pillado desde ayer hablando con papá sobre pasar la noche fuera para celebrar su aniversario. Dejé de escribir y organicé los libros que ocupan la mesa apilándolos uno encima de otro. Colgué la llamada entrante provocando que mi teléfono deje de vibrar encima de la mesa. Odio el sonido de los teléfonos cuando reciben una llamada, son demasiados molestos, debido a eso el mío siempre lo mantengo en silencio o en vibrador. Mi hermano se queja ya que, cuando no lo tengo encima, me pueden llamar unas trescientas veces y yo ni me entero.
---Melissa ---mamá entró al comedor seguida de mi hermano. ¡Es la hora! Mi hermano me hace una seña con el dedo indicando que todo está saliendo según lo planeado---. Tú papá y yo saldremos a una cena. ¿Vienes con nosotros? Tu hermano no quiere ir ---hizo una mueca.
---Ya dije que no. Es su vigésimo aniversario. Deberéis pasaros bien entre vosotros.
---Concuerdo ---apoyé---. Mi hermano y yo debemos estudiar.
Marcos me guiña el ojo sin que mamá se dé cuenta y yo le saco el pulgar indicando que todo parece estar saliendo de acuerdo lo planeado.
---Es verdad. Mañana tengo evaluaciones y no creo que el profesor lo deje fácil. Ese morro ama poner las peores comprobaciones del mundo.
---Nos iremos ya ---anunció---. Me iré tranquila sabiendo que estarán bien.
---No os preocupéis, má. Entre mi hermana y yo nos cuidamos la espalda.
Despedimos a mamá y papá y cuando el auto desapareció de nuestra vista nos miramos y sonreímos.
---Finalmente casa sola ---Marcos se acostó en el sofá---. ¿Quieres ir a una fiesta? Me acaban de invitar a una y no es muy lejos de aquí.
---Ve adelante, te alcanzo luego.
---Bueno, te pasaré la dirección. Iré a arreglarme.
Mi teléfono vuelve a vibrar encima de la mesa y esta vez atiendo la llamada.
---¿Dónde estás? ¿Podemos vernos ahora?
Hemos quedado en vernos por la noche, después de las ocho, pero revisando la hora solamente son las seis. Su voz no suena muy animada pero se oye mejor que cuando me llamó esta tarde. Daniel es como un libro de crucigramas, si no tienes cuidado terminarás perdida tratando de encontrarle una solución a los puzles.
---Estoy en mi casa. ¿Puedes llegarte hasta acá? Mis padres salieron y mi hermano está a punto de irse también. ¿Te parece bien? ¿Recuerdas la dirección o tengo que pasártela? ---¿Desde cuándo tengo que dar tanta información?
---Estoy a una cuadra de tu casa. Espérame.
Colgó la llamada dejándome sin habla. ¿Ya está aquí? Salí al frente comprobando que su auto se encuentra parqueado en la cuadra anterior.
---Seguro que a ti te ha sonado muy buena idea llamarme cuando estás a una cuadra de mi casa ---le reprendí---. ¿Y si mis padres hubieran estado aquí? Mi hermano sigue sin irse. ¡No puedes simplemente venir sin avisar!
---¿Ya acabaste?
---Te estás pasando por el culo todo lo que te estoy diciendo.
---Y por las bolas también ---rodé los ojos y le dejé entrar en la casa luego de comprobar que mi hermano no anda en el comedor---. Respondiendo todo tu regaño sí me ha sonado buena idea, puedo y vine sin avisar y por último, si tus padres hubieran estado buscas una excusa para salir, te escapas, algo, y nos marchamos.
---Ya me voy.
La voz de mi hermano hizo eco, sus pasos suenan cada vez más cerca y mi mente se quedó en blanco sin saber qué hacer, justo como cuando mamá decidió que era buen momento interrumpir en mi habitación y Daniel estaba allí. La diferencia es que ahora no hay una cama para darle una golpiza y esconderlo. Lo miré desconcentrada sin saber qué hacer.
---Lo pillo. Es hora de esconderme. Esto ya se me está dando demasiado bien. Que miedo.
---Iré marchando ya ---Daniel deja caer el mantel que lo tapa por completo y respiro aliviada. Mi relación con mi hermano es demasiado buena, pero hay cosas que no se pueden contar y todavía no es momento de que sepa. Toma un poco de agua y finjo estar entretenida.
---Recuerda ir con las llaves.
---Ya las he pillado. No quiero quedarme fuera y tú no vas a sentir el teléfono sonar. ---Me plantó un beso en la frente y tomó una chaqueta---. Cualquier cosa me llamas, ¿vale?
---Estaré bien.
Hasta que no me aseguré que la puerta fue cerrada no le avisé a Daniel que saliese de debajo de la mesa. Se acomodó el cabello cuando lo hizo y le brindé el agua que me pidió.
---¿Estabas estudiando? ---Preguntó al ver los libros y todos mis apuntes regados en la mesa. Ojeo algunos de ellos y detuvo su acción cuando le pasé el vaso con agua. Bebió toda y me pasó nuevamente el vaso.
---Intentando. Era más una fachada. ¿No queréis más agua?
---No, ya estoy bien.
---¿Qué pasó esta tarde? ---Pregunté haciendo alusión a esa extraña llamada.
---Lo de siempre. Problemas.
---¿Y estás bien?
---No. Quería verte, pero ya estoy mejor. ¿Historia? Soy malo en historia ---rio---. Una vez en la secundaria reprobé la asignatura. Fue tan frustrante y vergonzoso para mí. No era algo que me impedía pasar el curso pero hasta cambiarme de escuela quise.
---¿Solo matemáticas?
---No ---respondió. Se levantó de la silla donde estaba sentado mostrándose un poco intimidante. Sus pasos son lentos pero una vez llega frente a mi alza su mano y me toma por el cuello, no hace fuerza, solo la deja allí y acerca su nariz a dicha zona---. También sé mucho de literatura, inglés, ciencias... Y puedo darte clases de anatomía ---dejó un beso en mi cuello y cerré los ojos dejándome llevar por la sensación. La piel se me pone de gallina y cuando se aparta siento que la separación me duele.
---Soy buena en esa materia ---respondí cuando me recompuse.
---¿Debo darte unas clases? ---La insinuación no se me pasó por alto.
---Un diagnóstico está bien. Puedo aprobarlo sin problemas. ¿Quieres hablar de esta tarde?
¡Qué coños conmigo!
---Estoy bien.
Lo abracé por puro instinto. Agachó su cabeza y colocó en mi hombro, pasó sus manos por mi cintura abrazándome.
---Me gustan tus abrazos ---comentó.
---Siempre que quieras uno puedo dártelo.
---Lo tendré en cuenta.
---¿Deberíamos ver una película juntos?
---Me parece genial.
No voy a recriminarme el tener un amante. Ambos tenemos un caos, un desastre por vida y mutuamente nos ayudamos a darnos un respiro de todo lo que nos agobia y no agotar el cerebro pensando en eso. Pero siguen existiendo líneas que no debemos cruzar.
Desperté primero. Cada uno duerme por su lado y el silencio sepulcral de la habitación es interrumpido por Daniel cuando rueda en la cama llevándose las colchas. Se apega un poco a mí y es algo incómodo pero desisto la idea de despertarlo. La noche ha sido fantástica, hicimos un pequeño maratón de películas que no terminamos porque el calentón y las ganas de follar fueron más fuertes. Su teléfono suena y maldigo bajito, odio el sonido de los teléfonos celulares, tienen algo que me irritan. Estiro mi mano y tomo el aparato, le bajo el volumen y sin poder contener mi curiosidad leo las notificaciones que siguen apareciendo una tras la otra.
Harie:
¿Dónde estás?
Harie:
¿Has pasado toda la noche fuera?
Harie:
Tus pastillas están aquí.
Jin vino a dejarte unas que compró para ti,
le dije que no estás y que has salido.
Harie:
También saldré, no te voy a esperar.
Iré a casa de una amiga.
Dejé las pastillas encima de la mesita
de noche de la habitación.
Harie:
Cuando llegues las tomas. Andas muy
nervioso en estos días.
¿Es ella? No logro captar la intención de los mensajes. ¿Le importa que haya pasado la noche fuera o le vale tres hectáreas de verga?
Dejo el aparato en su sitio. Daniel se voltea y me deja libre, sigue sin despertarse y parece que tiene el sueño pesado. ¿Será que soy estúpida por querer descubrir las cosas que escondes bajo esa coraza de ¨estoy bien, no me importa, es algo sin importancia¨? Es como si fuese un diamante en bruto que hay que pulir, pero nadie ha sabido pulir a Daniel.
---Buenos días ---me sobresalto un poco.
---Buenos días.
---¿Qué hora es?
---Las siete de la mañana.
---Es demasiado temprano ---añadió, dándose la vuelta en la cama---. ¿A qué hora deben volver tus padres?
---Después de almuerzo.
---Sin preocupaciones entonces.
---Iré a hacer el desayuno.
Amantes... ¿Qué es eso? ¿Dos personas que se aman y arden juntas en secreto, o dos personas que no les importa jugar con los sentimientos de los demás solo por estar juntos?
He puesto reglas que me resultan difíciles de cumplir. ¿Qué se supone que haga cuando llega a mí intentando ser fuerte, pero mi yo interior sabe que luce débil y vulnerable? Como si odiase la vida que lleva y desea escapar de ella. Suena tan fácil decirlo pero es tan complico hacerle caso a los deseos internos. Hay veces que el amor más intenso se oculta tras el silencio más profundo.
---¿Ya estás levantada? Qué raro.
---Y tú acabas de llegar por lo que intuyo.
---Y he venido temprano, todavía no acaba ---tomó una manzana del frutero---. No quería llegar y encontrarme con que mamá y papá llegaron antes. ¿Por qué no fuiste? Pensé que irías.
---Pasé la noche viendo películas.
---Tú amas ver películas ---dio una mordida a la manzana y me brindó. Le di una mordida y se la devolví.
---Hace mucho sabes eso.
---Es cierto. Iré a dormir un poco. ---Dejó un beso en mi frente.
---Descansa.
Hasta que mi hermano no se perdió de mi campo de visión no retomé mi tarea. Se me hace pesado pero antes de seguir pensándolo enciendo la estufa, intento descifrar donde es qué mamá guarda el tarro de la sal, no soy de estar mucho en la cocina y no es algo que me apasione verdaderamente.
Dos fuertes brazos se ciernen en mi cintura abrazándome y el calor que emite su cuerpo se siente reconfortante, tanto que me dejo llevar un poco más a su cuerpo. Volteo la tortilla evitando que se queme.
---Daniel.
---Mmm...
---No puedo cocinar contigo enganchado de mí como si fueses un koala ---no me molesta pero me dificulta la movilidad---. Necesito moverme y no ayudas mucho.
Saqué la primera tortilla con dificultad ya que casi se me cae el plato al suelo. Terminé propinándole a Daniel un codazo en las costillas para que se separase un poco. Funcionó, aunque me arrepentí cuando fui testigo de cómo se dobló intentando detener el dolor y se le fue el aire.
---Podrías ser más amorosa, ¿sabes? ---Medio que sonrió y no supe si tomarlo como una ofensa o un chiste.
---No es algo que vaya conmigo.
---Si va, pero seguramente nadie ha sacado ese lado romántico que tenéis. Cuando llegue te acordaréis de mí ---se recostó a la meseta cruzando los pies.
---¿Y tú quieres sacarlo? ---Pregunté irónicamente.
---Nunca dije eso, pero no voy a negar la posibilidad de querer hacerlo.
Me di la vuelta cuando volvió a posicionarse detrás de mí. Ignoré la tortilla que sigue cociéndose y lo miré a sus ojos, sus manos viajaron a la estufa y la apagó. Fruncí el ceño sin entender el ¨por qué¨ de su acción.
---¿Qué crees que haces?
---Evitar que se queme. ¿Tus padres están afuera todavía, verdad?
Si él es fuego yo me quiero quemar.
Se acercó a mi rostro.
---Tienes esa mirada de nuevo ---le dejé saber.
---¿Qué mirada? ---Preguntó, su aliento se mezcla con el mío cuando hablamos tan cerca.
---Esa mirada que das cuando tienes algo en mente.
Puedo mirarlo por horas, no me cansaría, pero tampoco me bastarían. Seguiría siendo precioso ante mis ojos.
---Tal vez porque tengo algo en mente.
---Tienes una cicatriz ---sin contenerme acaricié la cicatriz de su mejilla, es pequeña pero visible cuando lo tienes cerca, invadiendo tu espacio personal justo como hace conmigo ahora. Se me ha olvidado todo, que estaba haciendo y porqué. Mi cerebro se encuentra lleno de Daniel y quiere más. Sus ojos negros se cruzan con los míos y es como ver la noche en sus ojos. Somos como el mar y la noche. El mar de noche.
Subió su mano a mejilla. Putas, ¿qué espera para besarme? Los labios me pican ansiosos por sentir los suyos y siento también su desesperación cuando su otra mano sigue aferrándose a mi cintura. Sus ojos se mueven inquietos por todo mi rostro y se siente demasiado íntimo.
Hay algo en todo esto que me encanta. Daniel sabe cómo y dónde tocar para ponerme a arder.
Me tomó de la nuca y unió nuestros labios. Daniel no es de besos suaves, ni románticos, pero es de los que te encienden el mundo con uno de ellos. Pude sentirlo, se encargó de que sienta su erección contra mi ingle. Gemí y puse fin al beso al taparme la boca.
---¿Qué? ---Preguntó---. ¿No te enciende saber que pueden atraparnos?
Dios jodido.
---Tu hermano podría salir en cualquier momento y vernos así; su hermana con un hombre mayor mientras se frotan descaradamente en la cocina. Te verías tan desesperada por mi polla, yo te complacería tan bien, tan bueno que nunca vas a tener suficiente de mí.
No estoy segura como sabe que mi hermano está aquí pero tampoco se lo pienso preguntar.
Comenzó a mecer sus caderas, frotando su polla cubierta por la tela de su ropa, simulando embestidas.
---Si supieses las ganas que siento de arrancarte la ropa y follarte contra la meseta.
Sus manos suben a mis pechos y las introduce por debajo de la blusa. Intento no perder la cordura y recordar lo negativo de la situación pero cada roce me complica más mantenerme. Mis paredes vaginales comienzan a contraerse a pesar del poco tiempo que ha pasado. Estoy empapada y quiero que haga algo. A la mierda la cordura.
Bajo mis manos y tiro de su short para poder sentirlo mejor. No puedo pensar en algo más allá que la polla que se muele contra mí. Buscando un soporte coloco mis manos encima de sus hombros y me inclino para besarlo. Es imposible cansarme de este hombre, me llena y me hace explorar momentos que nunca pensé que pudiesen pasar. Lo acompaño en los movimientos.
---¿Quieres que pare? Solo porque tu hermano puede vernos, quizás hasta sentirnos.
Negué repetidas veces con la cabeza.
Se detuvo y casi lloriqueo.
---¡No te atrevas a dejarme así! ---Le hablé en voz alta, exasperada. Seguro parezco una puta.
---Dilo, quiero oírlo saliendo de tu preciosa y sucia boca.
---No ---mi barbilla tiembla---. No pares, joder no. Sigue así, me encantas.
No supe como pero de un momento a otro estoy encima de la mesa. Planta un beso en mi cuello y vuelve a moverse. Enrollo mis piernas en su cadera. Baja mi pijama dejándome desnuda de la cintura para abajo, introduce dos dedos de golpe y simula movimientos como si fuese su polla. Gimo sin importar si pueden oírme o no.
---Métela ---pido en un chillido. No se hace de rogar y en menos de nada se está pajeando y acomodándose en mi entrada. Abro las piernas para facilitarle la tarea. Mi culo queda en la esquina de la mesa y dejo caer mi cuerpo hacia atrás. La siento grande y potente y hace que quiera arrodillarme y lamerla, pero alejo el pensamiento tan pronto como mis paredes se extienden dándole paso a su verga en mi interior. El sexo no lo es todo, pero definitivamente da alegría infinita, es una puta adicción y Daniel es la droga.
Las patas de la mesa se mueven acorde a nuestros movimientos creando un molesto chirrido al rozar el suelo que me ocupo de ignorar. Mi cabeza solo tiene espacio para el cuerpo de Daniel sudado, sus gemidos, jadeos y gruñidos. Cierra los ojos y el pelo se le pega a la frente debido a todo el sudor que emite el calor corporal. Estamos empapados pero no puedo negar que me encanta estar así con él.
El corazón me galopea en el pecho, cada vez aumentando el ritmo. La saliva se me torna liviana y mi sexo destila los jugos de mi excitación.
Segundos después siento que se corre. Es mío, puede estar casado y tener a alguien más en su vida pero siempre volverá a mí, aunque no lo sepa es solo cuestión de tiempo. Estoy segura, así como de que ahora su mirada no es netamente sexual. Me provoca en menos de nada y no dejo que se salga todavía. El reloj parece detenerse, nuestra agitada respiración es lo único aditivo en el momento. Me estrecha contra él.
---Esa tortilla ha puesto tiesa.
---Así te la tienes que comer.
El domingo mamá nos hace acompañarla a la iglesia, para mí todo es aburrido pero mamá siempre ha impuesto su religión y nosotros la respetamos. Mi hermano bosteza y sé también que ha pasado una larga noche sin dormir por estar jugando juegos en línea en su pc. Mamá mantiene una animada conversación con sus amigas y mantengo la distancia.
---Quiero irme ---Marcos susurró para que solo yo lo oyese.
---No eres el único ---chisté. Poco tiempo después se queda charlando con la nieta de una anciana que veo venir todos los domingos. Me quedé sola y decidí salir al patio. Es taaaan aburrido que en mi desespero patee una roca que casi le da a un hombre mayor en el pie. El jardín que rodea la parte delantera de la iglesia es lo único que me llama la atención. El pasto lo mantienen bien cuidado y el verde reluce felizmente. Pequeñas flores se notan apenas floreciendo y hay de diversos colores: azul, anaranjado, amarillo. Tomo asiento en uno de los bancos esperando que todo empiece para poder salir pronto de aquí.
---Hola. ---Se sientan a mi lado. Soporto las ganas de mandar a la verga a quien sea que me dirija la palabra.
---Hola.
Mi teléfono vibra con unos mensajes de Daniel preguntando dónde estoy y si podemos vernos. Tal parece que no le ha bastado habernos visto hoy en la mañana. Apagué el teléfono celular después de contestarle que estoy ocupada y no puedo asegurarle una respuesta. La cabeza me duele.
---¿Sois nueva? No recuerdo haberte visto antes.
---No. Vengo todos los domingos.
---Supongo que no me he fijado ---sonrió---. Soy Caleb.
Me moví un poco incómoda---. Melissa.
---¿Te gusta el ambiente?
---No. Vengo por mi madre y sus reglas ---fui sincera. Odio la charla de los cristianos.
---Me pasaba antes, comencé a integrarme más y ahora me gusta. Más o menos.
---¿No te aburre?
---A veces, es buena idea contener el bostezo.
---No. La cara se pone fea.
---¿Y qué tiene que ver la cara? Creo que es más educado contenerlo y mostrar una cara fea que bostezar mientras alguien habla algo que a los demás les resulta interesante e inspirador.
---No estoy de acuerdo.
---Todos tenemos diferentes puntos de vista ---añadió rápidamente a lo que asentí sin querer seguir charlando---. ¿Es tu novio? ---Preguntó cuando al encender el teléfono celular me encuentro con tres llamadas perdidas de Daniel y dos mensajes de texto. Se nota que está aburrido y no tiene nada que hacer.
---No es mi novio. No tengo.
---Yo tampoco. Y nadie me llama la atención por el momento como para querer llegar a intentarlo. Es una responsabilidad para la que no estoy listo.
¿Llamar la atención? Daniel sí hace eso, él me gusta, pero solo físicamente. Me gusta el sexo con él y el placer que me brinda, ninguno de mis novios o ligues ha sido así de intenso.
Él no te lleva al cielo, él es el maldito cielo.
---Cuando te enamores de alguien te darás cuenta que esa responsabilidad que no quieres asumir no te importará tenerla y aunque dispongas de poco tiempo harás hasta lo imposible por dedicarle un tiempo a la relación. Dices eso porque no sientes nada por nadie. Es fácil decir sin sentir. ¿Pero vivir, sentir y querer? Ya eso te complica todo y te enreda la vida haciéndote feliz y desdichado al mismo instante.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro