capítulo 30 › Demersal
Demersal: Todo animal que habita cerca del fondo del océano.
Melissa
Me sorprendió la llamada de Jin a las cuatro de la mañana, Marcos me despertó diciendo que Jin lo llamaba para que yo atendiera mi teléfono. Daniel estaba mal, crítico, estaba desorientado y no aceptaba el hecho de que su esposa había muerto. Supuse que marzo estaba comenzó a ser un mes horrible para él. Hablé con él y noté el dolor en su voz, como se esforzaba por no llorar y aunque tuve el impulso de preguntar porque quiso hablar conmigo no lo hice.
—Perdón, por despertarte —ya estaba mejor, logré que se pusiera bien.
—No te preocupes, es lo de menos. ¿Vas a dormir bien?
—Espero no tener pesadillas —argumentó, cansado.
—Me puedes llamar, estaré al tanto del teléfono.
—¿Podemos vernos mañana? ¿Puedes venir? Por favor —el gimoteo que salió de su voz no me dejó pensarlo siquiera.
—Lo haré. Ahora descansa, Daniel.
Por primera vez puse el teléfono con todo el sonido por si Jin volvía a llamar en lo que restaba de la madrugada que no pude volver a dormir, daba un pestañazo de cinco minutos y volvía a despertarme. Es increíble como nos duele el dolor ajeno y más si es de la persona que amamos. Como si nos fundiesemos con ella o él.
Fui a casa de Daniel, estuve con él aunque no quiso levantarse de la cama, comprendo su estado pero sabiendo que tan avanzada está su nivel de depresión sé que no es tan normal que esté así. Sus manos, sus muslos, estaban llenas de cortadas que solo lo ayudaban a eliminar por un momento el malestar emocional pero solo lo hundía. Jin estaba con él, Adam también, Jack trabajando para ir a ver a Daniel, después de la pesadilla de anoche ninguno quiere dejarlo solo, me comprometí a ayudar en lo que fuese y dejándolos solos en la sala con sus conversaciones ví a Daniel.
Está diferente, demasiado. Es como si al morir su esposa su alma se hubiese impregnado a Daniel. Intenté buscar el interruptor para encender la electricidad pero no me dejó. Me senté a un lado en su cama.
—Aquí estoy —se aferró a mí como nunca lo hubiese hecho, como si teme a que yo también me vaya y se sintió horrible saber que estoy considerando dejarlo para estudiar en Londres.
Me quedé oyendolo, consoladolo cada que se rompia sin poder ocultar cuanto le duele, me quedé hasta que se quedó dormido y poco después Jin lo obligó a bajar a comer y darse una ducha.
—Gracias —me dijo Jin.
—Tenemos que hablar, pero la casa de Daniel no es un buen lugar —argumenté.
—Vamos a vernos en unos días. Yo te llamo.
Un poco desesperada tomé un sorbo a mi refresco y continué revisando mis redes sociales. Quedé con Jin para vernos aquí en treinta minutos. Me adelanté un poco porque la ansiedad pudo conmigo y prefiero que cuando él llegue ya esté lista para hablar y enfrentar las cosas. Últimamente a Daniel se le ve más decaído que antes y de vez en cuando dice querer morirse. Es como si por dentro se receiminase el seguir vivo y ella no, como si desea haber muerto junto con ella. Hoy quise que saliera y ya ni siquiera iba al trabajo. Tampoco lo hacía desde que empezó a intentar ayudar a Harie, ahora mucho menos.
Lo única parte por la que estaba completamente aliviada era que gracias a Jin no descuidaba su alimentación, si era necesario Jin lo lanzaba de la cama y le golpeaba para que comiese. Las noches que me quedaba con él lo escuchaba llorar y me sentía terrible porque para ser sincera, yo no soy la cura de su dolor, Daniel piensa que yo puedo ayudarle pero al final del día va a repetir la misma historia; creerá una dependencia emocional hacia mí y nuevamente se romperá.
Aún no le he dado una respuesta concisa al director. No quiero dejar a Daniel a pesar de saber que será lo mejor. Siento como si la vida me está pasando por delante con todo.
—Disculpa la demora —Jin jaló la silla frente a mí y se sentó—. Adam vino con Gael y antes de salir tuve que pasar a dejar a Gael.
—Los otros días estuve hablando con él.
—Es buen chico, solo quiere ayudar.
—Lo sé, me comentó que no soporta ver a Adam tan deprimido últimamente, que no sabe que tan grave es el estado de Daniel ya que Adam no le habla respecto a ese tema.
—Comprendo. ¿Y tú has pensado en todo?
—Sí. Voy a aceptar la beca a Londres.
Hubo un silencio que Jin rompió—. Entiendo. ¿Cuándo le dirás a Daniel?
—En estos días espero.
—Debes tener tus motivos. Él te va a entender.
—Daniel está tan roto que no se da cuenta de que intenta arreglarse apegándose a mí y solo va a repetir el ciclo. Una relación con tal magnitud de dependencia emocional es catastrófico y lo estamos viendo actualmente en Daniel y Harie, si fuese Daniel quien se hubiera ido probablemente ella hubiera llegado al punto del suicidio. Mientras esté aquí Daniel va a pensar que soy lo que necesita y está errando. Tiene que sanar y yo construir mi futuro.
—Lo sé, te prometo que lo ayudaremos.
—Estoy segura que lo harás. No intento huir, intento hacer lo mejor y sé que es esto. Daniel tiene que sanar por él, no por nosotros.
—Se lo he comentado.
—En esta historia todos estamos rotos, todos tenemos problemas y la vida de cada uno es una real mierda. Hasta quien mejor puede estar termina hundido en ella.
—Yo no, Jack tiene problemas familiares de los que no habla, Adam no es completamente aceptado por su familia, tú también tienes tus cosas junto a Marcos, Daniel es el más afectado de todos y yo solo vivo la vida viendo a todos sufrir a mi alrededor.
—Haces de los problemas de los demás tuyos, ya eso te hace sentirte mal, los ayudas en lo que puedes y sé que lo de Daniel te está doliendo tanto como le duele a él. No tienes que estar haciendo nada de lo que haces y aun así estás aquí porque es tu amigo y lo quieres como sé que pasa con los demás.
—¿Melissa? ¿Eres tú?
Mario estaba a mi lado. Lo conocí apenas me dí la vuelta y Jin no hacia más que mostrar rasgos de confusión. Maldije para mis adentros y solo le sonreí.
Mario me mostró lo hermoso del amor pero también lo doloroso que es. Viví en un mundo de mentiras con él y cuando todo salió a la luz me sentí tan derrumbada que pensé que nunca lo iba a superar, pero siempre tenía a mi familia apoyándome para eso. Pero así era todo en cuestión del amor. Algunas veces tocaba sufrir y otras reír. Y valiente es aquel que a pesar de los malos momentos siempre sabe llevar una sonrisa en el rostro. Justo así como mi hermano.
—Mario —lo saludé. Le presenté a Jin.
—¿Cómo estás? Desde que terminé la secundaria no te ví más.
—Todo bien, me falta poco para terminar la universidad y comenzar con las prácticas. ¿Y qué has echo con tu vida?
—Terminé la universidad hace un año y trabajo de arquitecto. Me casé —me enseñó la sortija que adornaba su mano y sonrió como si estuviera orgulloso de eso. Me hizo sentir bien y feliz por él. Había cambiado y eso era muy bueno.
—Que bueno. Es una buena noticia saber que cambiaste —le sonreí y el camarero nos trajo un refresco a ambos. Agradecí y tome un sorbo.
—Si bueno, los tiempos pasan y me dí cuenta de que mi actitud estuvo mal. Era un joven que quería atención y fama y pensaba que eso me hacía sentir bien. Lo siento.
—Son tiempos pasados. Ya no queda rencor —hice un ademán como si no me importara.
—Mira —sacó su teléfono y buscó algo. Al momento me lo dio y ví la foto de lo que era una niña pequeña, de un año con un vestido azul y sonriendo—. Es mi hija. Tiene un año y dos meses.
—¡Es una hermosura! —la admire más, tenia los mismos ojos que Mario y la nariz. Parecía tan feliz que no pude evitar alegrarme por él.
—Como siempre digo; va a llegar alguien que cambie tus planes y rompa todas tus barreras, y cuando te des cuenta no vas a poder detenerlo y vas a estar demasiado dentro como para querer hacerlo.
—Ejem —Jin casparreó—. Sigo aquí, no me he ido —rodó los ojos.
—¿Es tu novio?
—Es un amigo.
—¿Y si fuese así qué?
Abrí mi boca atónita pensando en negar pero nada salió de allí.
—Debería irme —se levantó con cuidado—. Espero que nos volvamos a ver por ahí. Quizás podemos tomar algo juntos.
—¿Qué diablos fue eso? —le pregunté a Jin después de que Mario se marchó.
—Ese pibe no me cae para nada bien.
Al otro día, apenas salí de la universidad fui directo a ver a Daniel. Mientras esté aquí quiero hacer todo lo posible para ayudar a Daniel, que me vaya a ir no significa que lo deje de amar, no significa que ahora me sentaré a ver el teatro de Daniel autodestruyendose.
Verlo como de destruía a sí mismo es ver como me estaba destruyendo yo. Él forma parte de mi vida, un lugar importante. Con la llave que Jin me dejó me colé en la casa. No es sorpresa alguna encontrarla oscura como si hace años no es habitada. Subí, el cuadro que ella había comprado ya no se encontraba, Daniel lo quitó y estoy segura de que aún lo conserva. Estaba durmiendo como es característico suyo cada que lo encuentro. Su día se resume en comer, bañarse, dormir y cuando los chicos están aquí obligarlo a que haga alguna actividad. Estaba bajando considerablemente de peso y es una tortura verlo.
No lo desperté, solo me dí un baño y me cambié (tengo ropa que había dejado de todos los días que me quedé con él) e hice un poco sopa que le subí.
—No estoy enfermo. Podrías haberme llamado y hubiera ido a comer en la mesa.
—Te estuve esperando en la cafetería y nunca llegaste —admití una vez dejó de comer.
—Lo siento, no quise salir y me quedé dormido —sabía que estaba mintiendo. Él tiene esa rara costumbre de pasarse la mano por el cabello cada vez que lo hace, como si fuera para calmarse los nervios.
Hace poco descubrí que a Daniel le dan ataques de ansiedad, habían aumentado después de la muerte de su esposa, todo lo ponía nervioso y gracias a Dios si es que existe pudo superar eso.
—Tenemos que hablar —le dije.
—Ya se que quieres decirme. Tú al igual que los chicos quieren que vaya al médico.
—Lo debes hacer. Estas pasando por una depresión demasiado dura y ni yo ni los chicos hemos podido sacarte de allí. Todos los acontecimientos ocurridos recientemente te tienen mal y has sufrido varias crisis. Yo no voy a ser tu cura, Daniel. No puedo. Por favor, aunque sea unas pocas veces pero intenta y veras como todo va a salir bien.
—Pero me van a hacer hablar de todo lo que siento y no quiero que unos desconocidos me vean llorar.
—Muchas veces es mejor llorar delante de los desconocidos porque sentimos que ellos no nos pueden juzgar.
—Está bien. Lo haré pronto.
Yo había tomado en ese mismo momento una decisión para mi vida. Ninguno por más que nos amásemos íbamos a ser la cura el uno del otro. Aunque doliera teníamos caminos diferentes que seguir.
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