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capítulo 3 › Maktub

Maktub: Palabra proviniente del árabe que está destinado a suceder.
Jin

---Ya me voy ---dijo, dando lo que parece ser su último trago de la noche.

Para describir el estado de Daniel podré usar el término ¨borracho¨. Su rostro grita ¨diversión¨ por todos lados y aunque intente ocultarlo a mí no me engaña. Daniel siempre ha sido pésimo mintiendo y no por nada llevo desde los cuatro años siendo su mejor amigo. Conozco todas sus mañas y todos los secretos que se empeña en llevar a la tumba. Visualizo una gota de sudor caer desde la punta de su cabello y bajar por su cuello hasta perderse bajo la camiseta que ha escogido para venir con nosotros esta noche. Seguí el recorrido de aquella diminuta gota de sudor solo para tener algo en que entretenerme en lo que Daniel pone sus excusas.

---Es temprano ---dije, vacilante.

Pensar en haber querido saber como estaba, que pudo haberle pasado algo en el baño debido a su demora me hace enfadar conmigo mismo. Me siento idiota preocupándome por mi mejor amigo ebrio cuando este tenía la lengua de otra bien enterrada en su garganta. Que patético soy. A veces preocuparnos demasiado por otras personas nos hace tomar el papel de imbéciles.

---Mañana tengo que ir a la universidad ---se excusó---. Nos vemos en el curro.

Mi cabeza no deja de gritarme que ha quedado con la chica con quien se ha besado. Me da dolor de cabeza y decido a terminarme solo la botella que queda encima de la mesa.

Recogió su chaqueta que descansaba en el respaldo de la silla en la que llevaba su estancia en la disco y lo observé todo el camino salir a trompicones. Más de una vez quise ir a ayudarlo e incluso dejarlo en casa, pero solo se recompone y sigue su camino. Adam lo siguió hasta fuera desde lejos, solo para divisar que no le pase nada.

Di una sonrisa de lado y reí solo. El sabor amargo que tengo en la boca me hace sentir mal y mi estómago pesa, como si tuviera una piedra allí dentro.

Tomé otro trago dejando a botella por debajo de la mitad. Necesito hablar con alguien, ¿pero con quién?

---¿Qué mierdas te dio? ---Jack preguntó, un poco divertido con la situación de Daniel. Me centro en mi papel nuevamente.

---Daniel. Debo de admitir que me ha sorprendido.

---A mí también, pero está bien eso. Yo lo apoyo. ¿Debemos haceros los que no sabemos nada?

---Sí, hagamos eso. Cuando guste él solito nos contará. De todos modos, no ha hecho nada malo ---afirmé---. Hace demasiado tiempo debió de haberle pedido el divorcio al prospecto de mujer que tiene.

---Por tu culpa se hicieron conocidos ---me soltó.

---Antes ella no era así ---hice una mueca y terminé de beber la botella completa. Todavía no me siento ni mareado y justo ahora quiero perder la cabeza, quiero olvidar que tengo razón, quiero divertirme olvidando el mundo, mis problemas y mi dolor.

---Nunca me cayó bien. Se los dije miles de veces, pero al burro no le hacen caso nunca.

Jack tiene razón, comenzaron a conocerse por mi culpa y la de Adam. En la secundaria, Daniel, Harie y Adam eran de los mejores en su clase, pero Daniel y Harie llevaban una rivalidad escolar sobre quien obtenía el primer lugar en sus calificaciones. Personalmente, Adam y yo lo veíamos como algo estúpido y decidimos acercarnos a ella. La presentamos a todo el grupo y comenzamos un proceso de amistad. Daniel y ella se complementaban en muchos aspectos a pesar de no tener química juntos. En esos instantes odié haberme querido relacionar. Daniel llegó a apartarse de nosotros solo por querer darle toda su atención a ella, y aun así a Harie nunca le era suficiente. Siempre quería más y más. Daniel... Él era un pendejo enamorado que cumplía todos y cada uno de sus caprichos y nadie podría decirle nada.

---No más tragos para usted ---Jack me quitó la botella que estuve a punto de abrir.

---¿Me estás jodiendo?

---No quiero que te vayas como Daniel. Ya has tomado suficiente por hoy, y como el mayor y responsable de vosotros te he dicho que ha sido suficiente. ¿Te ha quedado claro, Jin?

Me bajé de la silla.

---¿A bailar o te vas? ---Cuestionó, enarcando una ceja.

Jack siempre es así, excepto en días ¨equis¨ donde quien se carga el peda es él.

---A buscar un ligue ---contesté.

---Suerte ---alzó su vaso. Antes de poder irme Adam regresó. Jack le hizo un interrogatorio de preguntas y solo dijo que Daniel estaría bien, se fue con una chica así que volvió. Jack se mostró visiblemente preocupado y yo intenté eliminar el malestar en mi cuerpo. Le mandé tres mensajes que quedaron en entregado que estoy seguro de que esta noche no tendrán respuesta.

Necesito una mujer. Tengo ganas de follar. Me encaminé a la pista de baile junto con Adam quien se esfumó de mi campo de visión en menos de un segundo. Terminé en la parte de atrás de la disco.

El estrés recorre mi cuerpo y saqué la caja de cigarrillos que siempre llevo conmigo. Cuando el estrés, la ansiedad y el dolor emocional son demasiado fuertes como para controlarlos fumar me ayuda a despejar la mente y relajarme. Di la primera calada y me recosté a la pared sintiendo poco a poco un alivio. Mi búsqueda esta noche no ha dado frutos y cuando los hay no los quiero. Es como dice Daniel, no hay quien me entienda.

Tiré la colilla y la pisé con el zapato para apagarla. Expulsé el aire y saqué otro cigarrillo. Hoy podría fumarme una caja completa y siento que no será suficiente.

---¿Puedo fumar contigo?

Alcé la mirada encontrándome con una rubia que me analiza como si fuese lo más apetecible del lugar. Usa un vestido strapless negro ceñido con un exceso de brillo que me parece innecesario. Creo que brilla más que mi futuro. Su garganta es adornada por una gargantilla de oro blanco con rubíes.

Definitivamente come y caga dinero.

El vestido resalta sus curvas. Los tacones le suman centímetros a su altura y el labial rojo provoca que sus labios se vean apetecibles.
El pelo rubio cae en rizos deslizándose por toda la espalda hasta llegar dos dedos por encima de sus nalgas. La melena está suelta y me pregunto como puede soportarla con el calor que hace esta noche. A pesar de que llovió y se siente fresco, hay que pensarlo para cargar ese pelazo suelto toda la noche.

En pocas palabras: me parece aburrida, pero un agujero es un agujero donde meter la verga y después de tantos intentos fallidos, que la oportunidad se presente por si sola no es algo que pienso desaprovechar. Le extendí un tabaco recién sacado de la caja junto al encendedor. Se queda a mi lado y permanezco en silencio.

Pude observar el anillo que decora su anular. Reí y boté el cigarrillo que fumaba.

---¿Casada?

---¿Impedimento? ---Colocó su mano en mi pecho dejando una leve caricia.

---No, claro que no ---aparté su mano---. Pero si haremos esto déjame decirte que no soy cariñoso así que tampoco lo seas ---advertí.

---¿Bailas? ---Lo tomé a que está de acuerdo con mis reglas.

---¿Para qué bailar ---pasé mi mano por su cintura para atraerla más a mí--- cuando podemos pasar directamente a la parte que nos interesa a ambos?

Soltó una pequeña risa y me di cuenta de que es de esas que es fina hasta para soltar una carcajada. ¿Con que demonios estoy a punto de follar? Espero cuando gima no me baje la erección.

---¿Tienes auto?

Jack nos ha traído en el suyo así que no vine en el mío. Inclusive Daniel suele traernos a estos sitios e incluso, en contadas ocasiones, al trabajo. Mi coche pocas veces lo saco del garaje.

---¿Me dirás que no tenéis?

---Vamos, salgamos de aquí.

Pasamos un rato besándonos en el auto hasta que finalmente lo puso en marcha. Diez minutos después entramos en una de las zonas donde pude distinguir las grandes casas que parece gritar ¨bienvenidos al barrio de ricachones¨.

¡Hostias!

Aparcó el auto y al salir intenté disimular mi desconcierto y curiosidad.

---¿No está tu esposo, cierto? ---Me incomoda estar en un sitio que grite ¨millones¨ a donde sea que ponga el ojo.

---¿Creéis que estuvieses acá si mi marido estuviera en casa?

---Tal vez le vayan los tríos ---traté de hacer una broma casual pero mi semblante serio no abandonó la charla en ningún momento. No me permito muchas risas con mis ¨agujeros donde meter la verga¨.

---Ajá.

Me acerqué por detrás---. No debes ponerte así. Solo cogeremos y me iré ---afirmé antes de seguirla y entrar en la lujosa mansión.

No quise admirar nada ni caer en cuenta de que posiblemente sea la persona más rica de las que conforma mi larga lista de ¨rollos de una noche¨. La tomé de la mano e hice que quedara recostada a la pared, la besé fuerte, duro, sin nada de suavidad ni romanticismo. Forcé mi lengua en su boca y cuando mis pulmones exigieron aire me alejé. Procedió a desabotonar mi camisa sin titubear.

---¿Dónde queda la habitación? ---Pregunté, ansioso por llegar a la mejor parte.

---¿Ni siquiera te interesa saber mi nombre?

---No, solo será un polvo rápido para los dos ---dejé en claro.

---Sígueme ---ordenó.


Terminé de bajar mi calzoncillo. Mi polla saltó emocionada de ser liberada por fin, la tomé en mis manos masturbándola, pasé el pulgar por el glande y la sensación se sintió exquisita. Recogí todo rastro de pre-semen y volví a masturbar el resto del falo para hacer la intromisión menos incómoda y más placentera.

Coloqué una de sus piernas encima de mi hombro. Me alineo en su entrada y gime ansiosa porque entre en ella.

---¡Cariño, ¿ya estás en casa?!

Sus ojos quieren salirse de su órbita y por instinto me detengo. Me apresura para que me salga de la cama y le pregunto internamente al universo porque a mí me pasan estas cosas. Los pasos comienzan a sentirse cercanos, está subiendo a la habitación. La polla me duele a pesar de que mi erección ha bajado. Se siente como una patada en los huevos y mi mal humor ha subido enormemente. Me pude poner el calzoncillo y no me dio tiempo ponerme el resto de mis prendas.

---Tienes que irte, ahora ---susurra.

---¿Cariño? ¿Estás durmiendo ya?

Si, claro. A punto de gemir con mi polla dentro de ella es como estaba ---quise responder, pero me mordí la lengua para no formar un escandalo por algo que no me interesa y destruir matrimonios de mierda no está en mi lista de ¨cosas por hacer antes de morir¨.

Ofreció un papel que tomé confundido.

---Llamadme otro día. Ahora sale.

---Espera mi llamada ---bramé molesto.

Lancé mi ropa por la ventana y seguido yo. Me tragué el quejido de dolor cuando mi cuerpo impactó con el suelo y creo que sentí huesos tronar. Sin siquiera ponerme mis pantalones salí de la mansión escalando las rejas. Me hice un corte en el tobillo que estuvo sangrando un poco. Mi reloj indica que son las tres de la mañana. Suspiro agotado. Ha sido el peor puto día del mes. El aire de septiembre me cala los huesos y decido que no aguantaré un segundo más sin ponerme la ropa o me dará una hipotermia.

Entro en un callejón, no sé como salir, nunca he viajado a esta zona del municipio. No pienso que la llamada a uno de los chicos sea oportuna, Daniel debe estar en un polvo y Adam y Jack dormidos.

En este instante envidio a Daniel. Al menos pudo meter la verga en un agujero.

---¿Puedes ponerte la ropa?

Di un respingo y me apresuro a acometer la orden.

¡Mierda, dejé mis zapatos!

---¿Qué hacéis desnudo en este callejón? Son las tres de la mañana. Te pueden asaltar ---se acercó. Boté el papel que me dio la rubia y cuando la joven terminó su escaneo a mi cuerpo sostuvo sus gafas que estuvieron a punto de caer y las puso correctamente.

---Da igual ---respondí. Tengo la voz ronca.

---Que engreído.

---Cuida no te asalten a ti ---le enfrenté. Dejarme a medio polvo y con la polla a reventar no me tiene de muy buen humor.

---Conozco estas calles de memoria, patán ---me llamó---. Ojalá encuentres tu camino a casa.

Emprende su camino alejándose cada vez más, haciendo que caiga en mi realidad y es que ando perdido en un callejón y es mi única opción si no quiero pasar la noche aquí, pasando hambre, frío, dolor en la polla y frustraciones sexuales.

Corrí detrás suyo dejando la poca dignidad que me queda.

---¡Espera, chica de lentes!

---¿Qué quieres, patán?

---Jin ---le dije simple. Vuelve a acomodar sus lentes.

---¿Qué quieres, Jin? ---Repite la pregunta haciendo uso de mi nombre esta vez.

---¿No me dirás tu nombre?

---No es algo que te haga falta.

Disimulé la incomodidad.

---¿Cómo salgo de aquí?

---¿Vienes y no sabes salir?

¡Qué mujer tan irritante!

---¡Solo dime como puedo salir de aquí para ir a casa! ---Exploté. Van a ser las jodidas cuatro de la mañana y a las ocho tengo que estar en la universidad. Otro dolor de cabeza más que afrontar.

Me aniquila con la mirada, pero en mi defensa, ella me saca de quicio y acaba con la poca paciencia que tengo. Supuse, todo lo que debe estar pasando por su mente, las mil formas en que puede matarme, luego donde y como ocultar mi cadáver y todas las pistas que puedan inculparla. Permanece callada y sigue su camino, con su mochila al hombro y una bicicleta a rastras.

¿No es más fácil montarla que ir a pie?

La seguí, esperando que me guie a la salida. Pronto vimos el fin del callejón y la calle nos da la bienvenida. La iluminación escasea un poco, pero es suficiente para que pueda ver pequeños detalles en su rostro, así como la forma en que sus labios se fruncen, sus ojos grandes y redondos detrás de sus lentes y unas pequeñas pecas salteadas en sus mejillas. Su frente se mantiene arrugada y cuando me cacha observándola finjo que solo estoy hipnotizado por su bici.

El camino se me hace eterno. Diez cuadras más y estoy temblando. Tengo sed y parece que nunca vamos a llegar.

---¿Por qué no usas tu bici y te ahorras la caminata?

Estoy que me caigo de sueño, en cualquier momento se me cierran los ojos solos.

---Está ponchada.

No compartimos más palabras el resto el camino.

Me detuve cuando lo hizo. Entró en una ponchera y esperé sentado en la acera. Estuve a punto de dormir con la cabeza recostada a un poste, pero su llamado hizo que me recompusiese.

---¿No sabes salir de aquí? ---Negué a su pregunta.

---Creo que es una pregunta realmente estúpida dado que te sigo desde la primera vez que me encontraste desnudo.

---Eres imposible de tratar.

---Soy muy fácil de tratar, solo que tú lo haces difícil con semejante carácter. ---Y si sumamos en que me ha pillado en un muy mal momento obtendrá la respuesta.

---Deja de hablar mierda y mueve el culo ---palmeó el asiento de su bicicleta---. ¿Sabes manejar una bicicleta?

---Claro que sé.

---Entonces iremos en la bicicleta.

---¿Quieres que monte tu bicicleta?

---Sí. Seguirás mis indicaciones y llegaremos.

No le llevé la contraria porque estoy en verdaderos apuros. Monté y esperé a que se acomodase allá detrás. Envolvió sus manos en mi cintura y contuve las ganas de rodar los ojos.

---¿Lista?

---Lista.

Menos mal tengo una chaqueta.

Seguí sus instrucciones al pie de la letra. Los pies se me hacen pesados, pero sigo pedaleando y descansando en cada semáforo.

---¿Todo bien allá? ---Pregunté luego de no oír ninguna indicación. El agarre en mi cintura se hizo más fuerte y ahora su cabeza yace recostada a mi espalda.

---Solo tengo sueño.

Casi chillo de alegría cuando reconocí la zona. En dos cuadras más adelante está la casa ---y el local--- de Jack. Me quedaré a pasar la noche.

---Me quedaré aquí –frené.

---Como gustes.

Ella fue a doblar, mis pies no se movieron de su lugar, pero quise llamarla.

---¡Oye, chica de lentes!

Se detuvo, pero no se movió. Tengo los pies magullados por el frio y por los minutos que estuve pedaleando descalzo.

---¿Qué?

Una suave brisa hizo ondear su cabello teñido de azul y contuve las ganas de reír cuando le cubrió el rostro.

---Gracias... ---Lo dejé ahí.

---Anna ---siguió.

Anna...

Asentí.

No me molesté en despedirme adecuadamente. Tomamos diferentes caminos y cuando me voltee a verla alcanzó velocidad y se perdió de mi visión al doblar en una esquina.

Jack me regañó por haberle molestado tan tarde. Me acosté a su lado luego de haber tomado prestado uno de sus pijamas

---¿Jack?

---Déjame dormir ---replicó.

---Hoy ha sido una noche rara ---cuando dije eso ya estaba dormido y no me oyó.

Miré mi reloj nuevamente.

4:27am.

Sentí mis párpados pesar y cedí ante el sueño.

¡Joder, que noche tan loca!

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