capítulo 29 › Afótico
Afótico: Profundidad submarina que no recibe luz solar por estar a más de 200 metros.
Daniel
Todos huimos para terminar encerrados en nuestra peor pesadilla. Ignorar las llamadas por estar con Melissa y tratar de arreglar las cosas que yo mismo rompí me costó que al llegar al hospital me avisaran de que mi esposa había fallecido. Harie ya no estaba. No tuve el valor de ver su cuerpo y estoy en el hospital tratando de calmarme los ataques de ansiedad, parecía un niño pequeño que pierde su juguete favorito. Inmediatamente llamé a Jin, Adam y Jack, pensé en llamar a Melissa pero ella tiene razón, sigo pensando en Harie, poniéndola a ella de último en todo.
Quiero ser yo quien esté inerte en la camilla, sin vida, que fuera a mí a quien estuvieran buscando para ser llevado a un funeral.
Era clara la razón de su muerte. La puñetera droga. Me sentí como si no tuviese libertad sin ella, soy quien siempre estaba deseando salir de su radical cambio y ahora solo deseaba que me enterraran junto con ella. No sentía deseos de vivir.
He soltado tantas lágrimas en la noche y el día que ahora en este momento siento mis ojos secos, un nudo en mi garganta y un dolor en el pecho. Las, ahora, numerosas heridas en mis brazos me arden haciéndome un recordatorio de que siempre puedo acudir a ellas, sin embargo solo atiné a enterrar mis uñas en la palma de mi mano.
Adam fue quien llegó primero. Me abrazó. Tampoco pude llorar y sentía que me ahogaba en eso que estaba conteniendo dentro de mí que no puedo sacar.
—Ella... —traté de decir, pero Adam no dejó hablar. Inmediatamente llegaron los demás y agradecí su apoyo así como el hecho de que me dieran mi espacio. Tuve que firmar el papeleo de su estadía en el hospital y pagar la factura.
Nunca me sentí tan mal en mi vida. ¿Por qué todo siempre sale como menos lo esperas? Pinté un mundo color rosa y salió negro. La realidad duele y las ilusiones son creadas para no ver ese dolor hasta el momento que debes enfrentarlo.
Jack se encargó de avisar a los familiares por mí, apenas puedo hablar y no deseaba ver la cara de nadie. Llevé encerrado en mi casa todo el día completo.
—¡No me toques, no entiendes que me estás haciendo mal con esto, no te incumbe lo que haga con mi vida! —su voz vuelve a mi mente como un relámpago.
—Lo hago hace años y nunca te diste cuenta, imbécil, ¿dices querer cuidarme ahora? ¡Solo traeme aunque sea un poco! Me ayudarías, Daniel.
—¡No estás haciendo una mierda prohibiendo y evitando algo que va a llegar tarde o temprano!
Odio mi casa, todo el lugar me recuerda a Harie, cada sitio donde mirase la veo, recordaba momentos e incluso peleas que siempre me ponian triste o furioso, deseo regresar a esos tiempos para ser capaz de haberla detenido a tiempo. De haberla podido salvar cuando tuve la oportunidad. Apenas salía del cuarto para ir al baño y comer alguna que otra comida que pedía por encargo. Las latas y envases estaban encima de la mesa, ni siquiera me había tomado el atrevimiento de fregar y votar las cosas. Yo me sentía sin vida. Un dolor tan intenso que parecía quemar mi alma.
Alrededor del mediodía Jin pateó mi puerta y cuando me dí cuenta, después de soportar su regaño sin sentido había limpiado todo dejándolo deslumbrante y quise llorar. Estaba siendo una horrible carga. Ellos quieren ayudarme pero yo no quiero recibir su ayuda. Ansiaba hundirme en la oscuridad en la que estoy ahora.
—¡Daniel Domínguez, levántate! —me ordenó.
La habitación contaba con las ventanas cerradas, lo que le daba un aspecto más oscuro y deprimente.
—No quiero —apenas fui capaz de murmurar.
—Dios —sentí sus pasos alejarse y gruñí de mala gana cuando sentí los rayos del sol colarse en la habitación, la iluminación sustituir la oscuridad y todo el sonido de la ciudad que había ignorando siendo consciente ahora de ello—. Daniel Domínguez, hoy es el funeral de Harie Delgado así que te pones de pie, te bañas que apestas, te vistes, te pones presentable y vas a ir conmigo allá y lo vas a enfrentar todo como el adulto que eres.
—¡No quiero!
—¡Pero lo vas a hacer quieras o no! ¡Estás siendo un cobarde huyendo tus problemas sin poder darle la cara. ¿Qué con nosotros, qué con Harie, qué con Melissa que se ha pasado el día preguntando por tí temiendo si era correcto o no venir a verte, o si no la quisieras ver?! ¡¿Por qué solo estas viendo lo que quieres ver y no te das cuenta de cómo nos sentimos todos viéndote así?! Nunca has sido así, Daniel. Siempre has sido una persona fuerte y has luchado con todos cada vez que lo necesitan y ahora lo necesitas tú.
—No quiero su ayuda, solo deseo que me entierren con ella.
—Dios me mata si no vas a ver un psicólogo pronto. ¡Levántate y no me hagas repetirlo de nuevo! —gritó pero no lo hice caso. Me sentía débil debido a toda la comida chatarra que había estado consumiendo. Grité cuando sentí mi cuerpo chocar contra el firme suelo y miré mal a Jin—. Te dije que te levantarás —gruñó. Jin Portelles daba miedo enojado—. ¿Al baño o te tengo que llevar yo?
—No voy a ir a-
—¡Y una mierda, Domínguez!
Me arrastro por el suelo y le golpeé la pierna cuando salimos de la habitación. Me obligó a bajar las escaleras y me dejo en la bañera. Abrió la ducha y el agua fría me empapó.
—A ver si te despiertas. Haré una comida decente para tí. ¿Hace cuanto no comes bien?
No respondí y solo dejé que se alejara hasta salir del baño. Me puse de pie y saque mi ropa que estaba húmeda y tomé ese baño tratando de relajarme un poco pero no pude. Me sentía culpable por estar vivo mientras Harie estaba en una caja sin vida.
Cuando terminé me tuve que poner la ropa que Jin me trajo y me senté a comer. No se lo dejaría saber ahora pero estaba agradecido por lo que estaba haciendo por mí.
—A ella no le hubiera gustado verte así.
—Ya no importa, porque no está.
—Ella te quería, por eso lo digo y deberías mostrarle respeto hasta el último día que este aquí.
—Jin...
—Mira a Jack, ¿cómo crees que el está? El también perdió a Diana cuando era más joven y nosotros lo ayudamos y él siguió adelante y más por ella que por él. Harie no se lo hubiese perdonado si estuviera viva.
Jin me acompañó al lugar que se convirtió en mi peor miedo. Estaba repleto de personas y pensé que había sido obra de sus padres. A algunos ni siquiera les reconocí el rostro y mucho menos me permití el tiempo de platicar con ellos. Sus padres y familiares estaban allí llorando por la pérdida cerca del ataúd, el señor Delgado trataba de calmar a su esposa que formaba un espectáculo innecesario. Recordé todo lo que me contó Harie que me ocultaba respecto a su vida y haciendo un puño mi mano dí un paso adelante dispuesto a enfrentar a sus padres, contrario a mis deseos Jin me sostuvo por el traje.
—Ahora no, Daniel. Respeta a tu esposa.
—Déjame-
—Daniel, mírame. Tienes todo el tiempo del mundo para desquitartela, con la cabeza caliente no vas a hacer nada bueno.
—Es que me da igual la vida. Me ha destrozado tanto que ni sentimientos tengo. Soy un monstruo —recordé nuevamente sus palabras. Su voz haciendo eco en mi mente.
—¿Qué haces aquí, asesino? —todos me miraron y su madre seguía formando un espectáculo—. ¡Tú sabías todo y nunca ayudaste a mi hija, cabrón! —fingió llorar.
—Usted primeramente debe respetar que estamos en el velorio de su hija y después debería resolver sus problemas personales —Jin se interpuso para evitar una pelea.
El padre de Harie lo empujó brusco haciendo que dé unos pasos atrás, fue lo que necesité para que sin importar su edad le propinara un golpe en la mandíbula haciéndole sangrar y caer apoyándose en el ataúd haciendo que este se moviera de su lugar.
Lo siento, Harie —pensé internamente.
—Daniel, basta —Jin me intentó tomar de nuevo por la solapa del traje.
—¿Mal esposo yo? ¿Y usted que se la pasaba exigiéndole dinero sentándose cómodamente? —lo empujé, todos estaban expectantes—. ¡No soy una mierda como tú y a Jin no lo toques, pedazos de imbéciles que solo sabían usar a su hija para sus gastos personales!
—Cuida tus palabras —me advirtió tratando de ir a por mí.
Le volví a golpear e incluso empujé a su esposa cuando intentó irme encima, su padre volvió a ponerse de pie e intentó darme un golpe que terminó recibiendo él en el estómago, lo único que podía sentir eran las ganas de matar a esos viejos hijos de puta. Lo tomé por el traje y le dí otro golpe en la cara rompiéndole la nariz hasta que Jack y Adam llegaron deteniendolo todo junto con Jin.
—¡Sueltalo! —gritó su mujer, asustada, después de que todo pasara. También la quise golpear olvidándome de que es mujer.
Pidieron que todo continuase y salí a la sala de al lado que estaba vacía.
—¿Estás loco? ¿Cómo te dejas provocar?
—¡Lo quise matar, Jin! ¡Si me hubieran dejado yo lo habría matado!
Jack se sorprendió y yo seguí gritando.
—¡A los dos, los mato! —lloré bajo el consuelo de los tres—. Quise matarlos —volví a susurrar, hipando.
—Cálmate —Adam pasó su mano por mi espalda.
Cuando llegó el momento de ir al cementerio no quise hacerlo pero los tres me obligaron. Lo único que quería era estar en mi casa embriagandome hasta no recordar mi propio nombre. Quiero que todo fuese tan irreal como se siente.
—Verás como mejorarás. Todo pasará.
Pero todavía es muy pronto para que eso suceda. O tal vez era que no quería olvidarme de ella. Fue la juventud más hermosa que pude tener aunque con el tiempo todo se distorcionó. Era imposible de olvidar porque será como borrar una parte de mí. Estoy construido de sus recuerdos y alejarlos sería devastarme. No puedo alejarla aunque quisiera porque la quiero y la amo. Pero ellos tenían razón, tenía que sanar. Cuando todo acabó me quede solo en aquel lugar donde su cuerpo estaba enterrado metros bajo tierra. Maldita sea si eso no me hizo llorar. Cuando estaban guardando su ataúd allí dentro algo dentro de mí se rompió, la sensación de que ahora si no podré verla más, que ni siquiera en aquella caja podre verla hizo que comenzará a llorar en el hombro de Adam. A la distancia observé a Jack junto a la tumba de Diana y me sentí tan mal por todo lo que estaba pasando.
Una hora después salí de allí. Los demás todavía estaban ahí y me dejaron en casa. Intuí que iban a quedarse conmigo solo para saber si estaba bien pero apenas puse un pie fuera del auto de Jin se fueron.
—Vendré en la noche —fue todo lo que me dijo Jin.
Abrí la puerta y entré. Odiaba la soledad de mi casa. No encendí la luz, estaba bien con la oscuridad en ella y con pasos pesados me encaminé hacia las escaleras. Tomé mi tiempo viendo aquel cuadro que todavía considero horrible.
—El día que pase algo realmente malo, quizás yo esté lejos, retira el cuadro. Haz lo que desees con él, pero retiralo, por favor —volví a sentir su voz en mi mente.
Intenté quitarlo y en ese momento una hoja de papel cayó a mis pies. La tomé y comencé a leer lo que decía.
Daniel;
¿Debo empezar a preguntar como estás? Supongo que ahora que estás leyendo esto significa dos cosas. O nos separamos o ya no existo más en ese mundo. Siempre supe que algo así iba a pasar desde que comencé con mi adicción a las drogas.
¿Lo he ocultado bien o simplemente no lo han notado? ¿He sido buena actriz o ustedes han sido un pésimo público? No sé por cual de las dos inclinarme, pero lo cierto es que en este punto no me importa la respuesta. Me gustaba esto, que no se dieran cuenta y odiaba que me preguntaran todos los días "¿estás bien? ¿no te has drogado más? ¿no has pensado en ver a una terapeuta?". Había llegado al punto en que odiaba todos los días la atención y solo deseaba que mis amigos y familia me hicieran de lado y ni siquiera me hablaran. Eso intenté contigo, alejarte para que no te doliera tanto mi partida.
Terminé alejando a todos de mí y alejándome yo, autodestruyendome en esto que soy, crisis existenciales, autolesiones, ansiedad, depresión, drogadiccion... Ya odio las voces en mi cabeza, esas que todos los días me repiten lo inútil que soy, en cuanto deberia esforzarme más por las cosas, en esas que solo se consuelan haciéndome sentir cada día más miserable. Porque el mayor enemigo del ser humano no es otro ser humano, es su propia mente que si no la sabe controlar no lo deja vivir en paz.
¿Fue eso? No tuve el control de mi misma, terminé cayendo en las drogas aunque ustedes no se dieron cuenta, no pudieron salvarme y ahora no quiero hacerlo, cada día recuerdo quien era antes y deseaba volver a tener dieciséis años.
Odiaba el sentir el llanto invadirme por las noches y tener que contenerlo por el día, como la ansiedad corría por mis venas y como terminaba drogandome porque era lo único que me hacia sentir bien en toda esta porquería. Cada día siento que me desconozco más, que desconozco mi mente, que no quiero tener el control. Odio el vacío que siento, como si fuera nada, cada día me sentía como la mierda, como si no importara, como un saco de basura echado a la calle porque ¿quién quiere a la basura? Ya no sirve y terminan echándola.
Ser adolescente es estar llenos de inseguridades, temores, es enamorarse pero aprender que el amor duele y siempre va a llegar la decepción, el corazón roto, es saber luchar contra ello y volvernos a enamorar. Es conocer amigos y tener que decirle adiós a otros, conocer que existe la hipocresía y saber el camino que queremos tomar, si seremos esos amigos leales o si seremos los idiotas que no van a servir para nada. Es estresarnos por la escuela y dejar todo para última hora, es que tus padres te regañen por tus nuevas ideas. Ser adultos es comenzar a luchar por la vida, depender de nosotros mismos y estresarnos cuando las cosas no van como queremos, es resistirnos a las tentaciones, ser leales a nuestra pareja y seguir un camino a su lado que no siempre llegamos a completar.
De tí depende todo, yo deje que me ganara la depresión y las drogas, no quise ayuda, no quise preocuparlos. Juro que quise parar pero no pude, tenia que hacerlo, necesitaba parar todo, desconectar del mundo, consolarme que mientras hiciera eso estaba a salvo conmigo misma.
Estaba equivocada, y siempre lo supe, no era el camino correcto y me estaba convirtiendo en eso que todas las personas critican. ¿Que soy? ¿Un monstruo? ¿Una adulta que necesita ayuda? ¿Una loca que se dejo caer en el vacío?
Lo siento de verdad, nuevamente lo siento, por haber acudido a las drogas antes que a tí, pero cuando intenté ya no podía parar. Siempre me dijiste que odiabas el cuadro, ¿pero sabes porqué me gustaba tanto? Siento que me representa, la oscuridad que hay dentro de mí, como quisiera ser salvada pero no puedo porque para mi no hay vuelta atrás. Acabé envuelta en las llamas que yo misma lancé y aunque pueda volar y salir de ahí no encuentro que tenga sentido hacerlo a estas alturas.
Espero que puedas vivir sin mí como has echo todo este tiempo que siempre estuve pero ambos sabemos que es como si no lo hubiera estado. Daniel, vuelve a hacer tu vida, estoy feliz con ser solo un recuerdo y te sientas orgulloso de todos esos momentos tan hermosos que pasamos juntos. Eres lo mejor que me pasó en la vida y eres mi único y gran recuerdo hermoso del amor que tengo.
Perdona, por no ser tan fuerte como para haber luchado con ello, perdóname por no haber podido cumplir las promesas que hice, por haberte demostrado tan poco cuando pude haberte demostrado más. Perdona por no haber sido una mejor amiga y esposa de lo que pude ser y solo espero que vivas bien.
Te amo, Daniel;
H
arie.
Sostuve el papel en mis manos temblorosas, las lágrimas salian de mis ojos como salía el agua del grifo y no contuve el grito que salio de mi garganta. Era la realidad y tenia que afrontarla. Sentí el papel humedecerse cuando mis lágrimas caían en él. Lo llevé contra mi pecho y volví a gritar, preguntándome porque era así todo. Podía haber sido diferente.
Pero lamentablemente no todo es como deseamos y tenemos que aceptar las cosas como son.
Era media noche, desperté sintiendo la voz de Harie llamándome, bajé las escaleras de prisa sin esperar encontrarla en la sala, sentada en el sofá. Se volteó a verme. Estaba llorando, su rostro pálido lleno de lágrimas y sus manos cubiertas con la sangre que escupia de su boca.
—Harie —intenté acercarme pero mis pies no parecían querer moverse de su sitio.
—Es tu culpa —volvió a llorar—. ¡Me la tenías que haber dado cuando te la pedí! —pasó sus manos por su rostro, sin importarle la sangre—. ¡Mi padre tiene razón, eres un mal esposo, no te diste cuenta que me autodestruia por estar centrado echándome la culpa de todo, tuve que tener recaídas para que sentaras cabeza y dejaras de ir por allí acostandote con la primera que se te cruzara!
—No es cierto. Te quise ayudar.
—¡No, mentiras! —se levantó, dio vueltas a mi alrededor y sentí miedo.
—Harie...
—Vámonos, Daniel —sonrió. Sus ojos parecen sin vida.
—¿A dónde?
—A nuestra luna de miel.
—Pero-
—Juntos.
—Nuestra luna de miel fue hace años.
—¡No pudiste salvarme pero tampoco quieres estar conmigo ahora! No quieres remediar la mierda que causaste. ¡Eres una mierda, Daniel! Por eso es que Jack, Adam y Jin cargan contigo, porque solo les das lástima.
Se alejó en la oscuridad de la sala.
—No espera, ¡Harie!
Grité, Jin a mi lado también se despertó, estaba temblando y gritando, lo único que podía articular era el nombre de Harie, Jin me pedía que me calmase pero no podía escuchar más nada.
—Jin, sueltame, tengo que- —no podía controlar las lágrimas.
—Cálmate, fue un sueño, estas bien. Respira, Daniel. Hazlo conmigo.
—Tengo que ir con Harie.
No puedo seguir aquí sabiendo que ella se encuentra metros bajo tierra. No sé que me pasa, no sé que pienso, no sé como ir con ella, solo intento seguir mi instinto mientras me aferro con firmeza a Jin, sabiendo que si me deja ir probablemente terminaré cometiendo una estupidez.
—Daniel, mírame, Harie está muerta, no actúes como un loco porque no lo estás. Tuviste una pesadilla.
—Melissa, llámala, por favor —pedí, ahogándome con mi propia respiración.
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