capítulo 20 › Abayomi
Abayomi: Alegría y felicidad que llega después de una situación difícil.
Daniel
—Estoy seguro de que follabas con Melissa en el sótano cuando te buscamos para cantar "feliz cumpleaños".
No bajé mi mirada, tampoco me ruboricé, odiaba de Jin que me conociera hasta los calzones que uso. Fui a su casa porque necesitaba hablar con alguien, tampoco quería volver a la mía y enfrentarme al desastre de vida que tengo. Melissa está ocupada con los exámenes antes de tomar las vacaciones de invierno y yo debería comenzar a revisar los que he impuesto.
Las cosas no están fáciles, sigo enredado en mis pensamientos cada vez más y el deseo de mi corazón me tiene sin saber que hacer. Mientras la observo, extrañamente en calma, sus hombros siempre caídos me llevo a cuidadosamente preguntarme si estará bien o solo me muestra su faceta feliz. Sin embargo no obtengo respuesta. Intento todo lo que puedo, pero supongo que no puedes verme, incluso si estoy justo frente a tí. ¿Soy yo? ¿Eres tú? Ni siquiera puedo saberlo.
El mundo en el que estoy viviendo gracias a ella ha dado vueltas y se tornó confuso. Desde que ella llegó todo cambió. Mi vida, mis sueños, mi futuro, absolutamente todo. Pero aunque eso pas estoy esperando a que llegue mañana, me gustaría que siga cambiando todos los días, incluso si no puedo aceptarlo.
—Eso no te incumbe —le dí un sorbo a la lata de cerveza terminando de tomar lo que quedaba para luego tirarla a la basura.
Jin estaba apoyado en la isla. Una lata de cerveza en sus manos y el rostro neutro, estaba pensativo y analicé que debería ser yo quien estuviese así.
—¿Qué pasa?
—Pienso en tí —declaró—. Vienes a verme porque quieres hablar conmigo de algo que tenga que ver con tu relación de amante. ¿O es sobre Harie? No estoy seguro así que suelta la sopa —me miró. Nuestras miradas se conectaron y me sentí como si estuviera expuesto, como si Jin pudiera ver dentro de mí... Y es que de cierta forma siento que ya lo hace.
—Las dos —dije, soltando un suspiro frustrado.
—¡Epa!, no estaba muy lejos de mi teoría. Habla, suéltalo todo, campeón.
No supe por donde empezar así que le conté el problema principal—: Ya no estoy seguro de lo que debo hacer. Todo me da vueltas en la cabeza y nunca llego a una conclusión exacta.
Comencé contándolo todo, como me di cuenta y lo que quiero hacer, como estaba mi situación con Harie y como detesto todo. Quiero dejar a Melissa y mi corazón me dolía por eso, pero es necesario. Nosotros no podíamos estar juntos, no debíamos compartir una vida y ya nos estamos saltando las reglas.
Lo hicimos desde siempre.
Había sido una mierda ponerlas porque nunca quisimos cumplirlas. El acuerdo se basaba en coger y luego cada uno irse por donde mismo vino. Pero la vida y el destino eran algo imprescindibles, te podían la prueba para que luego aprendieras la lección.
—Lo que tienes que hacer es simple. Pienso que puedes intentar algo con Melissa, pero también, debes pedirle el divorcio a Harie. En todo caso pienso que primero te concentres en que mañana es la operación de tu mamá y Marcos donara su médula ósea.
—Yo no-
—¡Es lo mejor para los dos! Todo es una relación tóxica, se lastiman más a si mismos en ella, ¿por qué no puedes ser libre de una vez? Ambos ¿a qué tienen miedo?
Mis manos comenzaron a sudar y traté de limpiarlas en mi suéter. Jin seguía hablando cada verdad que salía de su boca y yo me sentí al borde de una crisis, sé que el tiene razón y a mi me está dando mareo. He intentado romper con Harie, lo hicimos, como tres veces, pero siempre ambos terminábamos buscandonos. Y eso era algo que ninguno de los chicos sabían. Respiré, traté de hacerlo y me sentí tan imponente que quise llorar. Limpié mis ojos y Jin me abrazó. Hizo su trabajo y me ayudó a calmarme. De los tres es el que mejor sabe como hacerlo. Los demás siempre se ponen nerviosos y terminan llorando ellos y yo tratando de calmarlos. Pude lograrlo, sin tener que cortarme, solo enterrando las uñas en las palmas de mano para sentir el irremediable dolor al que me he acostumbrado a sentir.
—Todo esta bien. Vamos, respira conmigo.
Estuve bien, me dio un vaso de agua y saltó para otro tema. Me había perdido la parte donde en su fiesta, entre tanta borrachera no se dio cuenta de como había terminado en una habitación desnudo.
—Fue lo peor que pude haber echo. ¡Y lo peor era que tenía puesto un brasier! Aun me cuestiono la virginidad de mi culo.
—¿Te duele?
—Por supuesto que no.
—Entonces sigues virgen por ese lado.
—Dios te oiga, hijo.
—Uh, no hables como el padre de una iglesia.
Estoy nervioso, la operación me tenía mal. Primeramente pensé en centrarme solo en Jin ahora, después podía pensar en mamá y cuando todo pasé tomaré la decisión de saber que haré.
Marcos
Este procedimiento a menudo se llama "recolección de médula ósea". Dicho procedimiento se lleva a cabo en una sala de operaciones (quirófano) mientras el donante está bajo anestesia general (se suministra medicamentos para adormecer al paciente por completo con el fin de que no sienta dolor). Las células de la médula se extraen de la parte trasera del hueso pélvico (cadera). El donante se encuentra acostado boca abajo, y se inserta una aguja grande a través de la piel y hacia la parte posterior del hueso de la cadera. La aguja se dirige a través del hueso hacia el centro y se extrae la médula líquida y espesa mediante la aguja. Este procedimiento se repite varias veces hasta que se haya obtenido suficiente médula (recolección). La cantidad que se obtiene depende del peso del donante. A menudo, se extrae alrededor de un 10% de la médula ósea del paciente, o unas dos pintas aproximadamente. Esto se realiza en un periodo de una a dos horas. El cuerpo reemplazará estas células entre 4 y 6 semanas. Si se extrajo sangre del donante antes de la donación de médula, esta a menudo se devuelve al donante en ese momento.
Después de finalizada la recolección de médula ósea, se lleva al donante a la sala de recuperación, mientras se espera que el efecto de la anestesia desaparezca. El donante puede ser trasladado a una habitación del hospital y permanecer en observación hasta que se encuentre completamente alerta, y pueda comer y beber. En la mayoría de los casos, se da de alta al donante pocas horas después del trasplante o a la mañana siguiente.
Los analgésicos de venta sin receta o los antiinflamatorios no esteroideos son útiles. Puede que algunas personas se sientan cansadas, débiles o con dificultad para caminar por algunos días. Se le podría indicar al donante que tome suplementos de hierro hasta que la cantidad de glóbulos rojos se restablezca. La mayoría de los donantes regresan a sus actividades cotidianas tras dos o tres días. Pero sentirse completamente normal puede que tome de dos a tres semanas.
Existen pocos riesgos para el donante y las complicaciones graves ocurren en muy raras ocasiones. Sin embargo, la donación de médula ósea es un procedimiento quirúrgico. Entre las complicaciones...
—Marcos —alcé mi vista—. ¿Está prestando atención a la clase? —el profesor de historia se veia enojado, pedí perdón y no negué estar desconcentrado.
Cerré la página en mi laptop, me estoy estresando cada día que pasa con los nervios que tengo, soy un pendejo para estas cosas y odio las agujas. Aguja para inyectar la anestesia, aguja que me inyectaran en la cadera, una aguja para extraer la médula ósea, para todo una aguja. Guardé todos mis libros en el casillero asignado y fui al departamento de profesores de Lenguas. Melissa solo sabe contarme como se hace el proceso, que no duele y en todo caso estaré dormido en la camilla y despertaré cuando ya todo pase. No ayuda mucho, lo haré escondido de mi madre y mi padre, si se enteran saldrá a la luz todo el secreto de Melissa así como el mío.
Vivimos a bases de mentiras, Melissa se revuelca con mi profesor de matemáticas siendo que mi madre la hace más virgen que ella misma cuando se casó con papá, para ella debemos perderla cuando nos casemos, algo más en lo que no concuerdo con ella. Hemos vivido encerrados en la burbuja de "tenemos que ser perfecto, de sobresalir, ser los mejores en todo" que no se dan cuenta la opresion que nos imponen.
—¿Estás bien? —con Adam tengo que mantener una relación profesional, destacando que en el departamento hay más de tres profesores.
—No, estoy demasiado nervioso. Ayer me hicieron un exámen y mañana tengo que ir al hospital.
—Todo va a salir bien. Yo voy a estar ahí y Melissa también.
—Uhm, estoy consciente de ello.
—Aprecio lo que estás haciendo. Intenté hacerlo pero yo no puedo. Daniel está pasando por tantas desgracias que todavía no comprendo como puede seguir en pie.
—Yo si creo que sé. ¿No lo has notado?
—¿Notar qué?
Nadie lo nota, Daniel se cubre usando abrigos debido a las bajas temperaturas, afuera hay nieve, pero hoy cuando le pedí ver mi nota en el examen de hace unos días noté, cuando una manga se alzó, la cortada que tenia en la muñeca.
—Nada. Debo irme. Mamá debe estar al llegar a casa y necesito prepararme mentalmente para mañana.
Mentiras, quería escapar de ahí. Vivo en una burbujas de mentira porque estoy seguro que el día que la explote quedarán pocos a mi lado, solo Melissa y Adam, es la única persona que puede llegar a entenderme y aún así tengo miedo de contarle. Adam y yo somos iguales, luchamos contra el mismo miedo constantemente y yo solo temo a mis padres.
Toda mi infancia lo he notado, no soy como los demás niños, nunca tuve sus mismos interés y me llamaban el raro.
Melissa no estaba en casa. De nuevo la cubrí diciendo que la había enviado a un McDonald's ya que me daba pereza, así éramos ambos, nos cuidabamos la espalda el uno al otro y siempre muy unidos. Todo lo que restó del día se fue en un chasquido de dedos. Inventamos la excusa de ir a casa de un amigo para estudiar para los exámenes que se avecinan antes de salir de vacaciones y Melissa junto con Adam me acompañaron al hospital. No esperé a Daniel, ni siquiera a su madre, le pedí al doctor que me iba a realizar el proceso que comenzara lo más pronto que pudiese, necesitaba salir de ahí y dejar de sentirme el niño cagado que soy.
—Necesito que te calmes y te concentres. Con la anestesia no vas a sentir dolor ni siquiera te daras cuenta de cuando empezaré o acabaré —me pidió e intente hacerlo lo más que pude. Todo en mí se adormeció y agradecí haberme ido rápidamente a la oscuridad.
La luz me molestaba. Intenté sentarme en la cama pero el dolor en la parte baja no me dejó. Melissa me pidió que no me moviera hasta que estuviese mejor, me dieron dos analgésicos que medianamente ayudaron con el dolor en la cadera.
—¿Te sientes mejor?
—Si —le respondí a Adam—. ¿Cómo está Daniel y su mamá?
—Están en la habitación de al lado. Creo que todo salió bien, solo falta esperar que su organismo acepte la donación y que comience a recuperarse.
Melissa salió de la habitación, no se si fue por haberme visto envuelto con Adam en aquel ambiente o porque iba a ver a Daniel aunque fuese de lejos. Imposible que con su madre allí pudiera tener algún contacto con él.
—¿Cómo fue todo?
—Estuviste casi dos horas allí.
—Entiendo —asentí—. No me dolió tanto, pero igual seguía temiendo a las agujas. Soy un pendejo.
—No eres pendejo.
—Soy pendejo. Ser gay me hace pendejo, soy débil, siempre lo he sido en comparación con otros niños, ¿quieres saber que va a pasar cuando salga del closet y lo diga? Mamá no querra saber de mí con sus estúpidas creencias de la religión y mi papá con su absurdo "somos la familia perfecta que se deja guiar por las críticas de los demás". No soy normal, Adam, soy un puto problema.
—Ser gay no te hace pendejo. Así como le temes a las agujas yo odio los payasos y creo que es peor salir corriendo por ver un hombre disfrazado que solo hace reír a los niños y hacer un papel estúpido que temer a las agujas. ¿Sabes que será lo mejor de salir del closet? Que vas a saber quien de verdad te quiere por lo que eres a por lo que aparentas. Desecharas falsas amistades y vendrán otras verdaderas. Tus padres no tienen porque juzgarte ni decidir por tí quien eres. Marcos, vienes al mundo a vivir tu vida, no la que quieren tus padres que vivas, vienes a cumplir tus expectativas y tus metas, a luchar por tí y por aquellos que te importan, a tener tus propias batallas y esta es una de ellas. No te debe importar lo que digan los demás, son personas rotas que solo envidian la felicidad de otros haciéndolos sentir como ellos.
—Si fuera normal-
—Eres completamente normal, una persona, un ser humano, solo que con gustos diferentes. No te sientas menos porque no lo eres. Sos un diez, no el uno que vos pensás.
—Gracias.
—Marcos, también tuve tus miedos e inseguridades, no salgas del closet si no quieres hacerlo por el momento, cuando te sientas preparado y tengas por quien luchar para hacerlo, hazlo.
—¿Y si quiero luchar por esto? Por lo que soy, no quiero sentirme un enfermo y fingir que me agradan las chicas cuando solo las respeto.
—Es tu decisión.
Quiero ser un ejemplo a seguir, pero supongo que solo soy humano.
—Te apoyaré como siempre lo he echo.
—Gracias.
Me abrazó, ningunos brazos aparte de los de Melissa se han sentido tan reconfortantes. Adam no sabe en que se está metiendo. Él lo sospecha, yo se lo confirmo, quiero dejar de fingir ser otra persona, quiero por primera vez salir al mundo como lo que soy, no como lo que todos esperan de mí.
Quiero alguien dispuesto a recibirme con un abrazo, quiero una familia que me acepte como soy, quiero disfrutar la vida y sentirme afortunado así como lo hago por tener a Melissa en mi vida. Quiero luchar por Adam y lo que tenemos.
Una vez fuera de la puerta de ese hospital me obligué a volver a ser el mismo Marcos de siempre: Él que finge una sonrisa y está dispuesto a ayudar a todos, no él que se abrió con Adam, no ese que está lleno de miedos e inseguridades, quiero seguir siendo ese Marcos que le demuestro al mundo, feliz, sin problemas, ayudando a todos.
Un día tendré que olvidarlo, pero ahora solo seré así. Seguiré usando la máscara que hasta ahora me ha acompañado.
—No odies ser quien eres, tu existencia ya es algo inmenso.
—Adam... —no supe que decir.
—Eres una estrella brillando en el cielo y nunca dejes que alguien apague tu brillo.
—¿Te acompaño a la casa? —Jin junto con Adam nos llevaron de vuelta a Melissa y a mí.
Un día todo se volverá un caos y todos, sin excepción de uno saldremos heridos de una forma u otra, porque en este proceso todos estamos enredados. Melissa lo sabe, yo lo sé, y estoy que seguro que tanto Daniel como Adam también.
Intentar tapar el sol con un dedo no va a funcionar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro