capítulo 17 › Komorebi
Komorebi: Expresión japonesa que se refiere a la luz que se filtra a través de los árboles.
Daniel
Moví más rápido mi mano por toda mi erección. El deseo me toma desprevenido, la imagen de ella desnuda me tienta. Vuelvo a evocar aquel sueño, sus manos sobre mi cuerpo, su boca sobre mi pene. Jadeo y cierro los ojos. Sigo evocando todo y parece tan, pero tan real como os digo. Aferro el pene erecto. Me palpita entre las manos. Siento como palpita en mis manos y gana grosor.
Me masajeo, comienzo a sentir que la cabeza me da vueltas. La respiración se me torna pesada e imagino las cosas que podria hacerle. Imagino que puede pasar si me ve así ahora mismo. Daría una de sus sonrisas landinas y comenzaría a quitarse la ropa. Entraría al baño y se arrodillaria y la obligaría a que tomara toda mi polla dentro de su boca.
Apreté mis dientes con la imagen de su cuerpo desnudo. Su boca alrededor mi pene, oh dios, eso se sentiría tan bien.
Mi mente divaga en lo bien que se sentiría y lo mucho que disfrutaría lamiendo su vagina, saboreando su humedad. Sigo pajeandome con su imagen en mi mente. Deslizo las manos por mi polla de encima a abajo. Suelto un pequeño gruñido y eyaculo, ensuciando parte de la pared del baño.
El agua se llevó los restos de semen y tomó mi tiempo para que mi respiración se calme y principalmente porque no quiero salir de debajo de la ducha. Me aseguro de lavar bien el tatuaje y de echarle la vaselina que me dio Jack una vez fuera de la ducha. Voté el embalse al cesto y me dí cuenta de algo. Abrí y observé una jeringuilla allí dentro. Estaba usada. Yo no me inyecto y Harie tampoco lo hace. Me preocupé y llevé la jeringa conmigo.
Me senté en mi lado de la cama, Harie está durmiendo tranquilamente. La sigo notando delgada, sus ojeras son más visibles y temo porque no haya podido dormir bien mientras estaba fuera del país. Son las siete de la mañana cuando mi teléfono suena en la mesita de noche.
Los solteros y el reprimido
Jin:
¿Ya están despiertos?
Adam:
Sí, estoy en el baño sentado
en el retrete.
Jack:
¡No necesitábamos tanta
información, pendejo!
Adam:
Ay, perdón, cara de culo.
Yo:
¿Qué pasó?
Jin:
¡Anna aceptó ir conmigo
a una cita! O sea, ¿pueden
creerlo? Yo todavía no,
estoy en SHOOCK.
Adam:
Al fin.
Yo:
No la cagues,
por favor.
Jack:
Concuerdo con
Dan.
Adam:
Me voy a duchar.
Hablamos en la
universidad.
Jin:
Hoy los paso a buscar.
Adam:
Si que estas emocionado.
Increíble.
Adam:
Te espero.
Jack:
Estamos perdiendo a Dan
y Jin lentamente. Adam, no
me abandones.
Adam:
Nunca mi queridismo
compañero.
Yo:
Iré en mi auto. Llegaré
un poco tarde, tengo que
resolver un problema primero.
No pienso tardar mucho
pero igual.
Jin:
Ok. Nos vemos.
Jack:
Suerte en su día, pendejos.
Jack:
Yo iré a abrir el local en dos
horas. Adiós.
A las y media ya estaba vestido. Bajé y preparé un desayuno decente para mí. A las ocho menos diez minutos ya estaba con la cocina limpia y listo para irme. Harie despertó a las ocho con quince minutos aproximadamente. Me dió los buenos días y bajó a la cocina. La seguí escondiendo la jeringa en mi pantalón. Se preparó un vaso de leche y se apoyó en la isla para tomarlo.
—¿No cogerás cereal?
—No. ¿Y tú no debes estar en la universidad?
Su pelo está despeinado producto a estar recién levantada. Usa su pijama de dormir y se ve algo demacrada. El viaje tiene que haberla dejado exhausta.
—¿Hoy no trabajas? —pregunté.
—No. Tengo el día libre. Aprovecharé más tarde para salir con unas amigas.
—Entiendo. ¿Estás enferma?
—¿Enferma? Aquí el enfermo eres tú. —Auch, eso dolió. No era mentira, yo soy quien a cada nada temblaba y lloraba por un ataque de ansiedad que me costaba controlar. Siempre fui bueno para enfermarme en la infancia aunque no es que haga mucha diferencia ahora.
—Pero yo no me inyecto y hasta donde sé tu tampoco lo haces —dejé la jeringuilla encima de la mesa. La miró neutra, como si no supiera de donde la saqué.
—¿De dónde sacas eso? Está usada —la analizó.
—Del cesto de la basura.
—No se para que me inyectaré yo. No lo necesito y tu enfermedad no da para tanto. ¿Has traído a alguien que se inyecte mientras yo no estaba?
—No. Quiénes vinieron fueron Diana y David y fue a darme la noticia de mamá. No pasaron al baño siquiera, no hay manera de que eso llegue ahí.
No tenia caso que Melissa la usara, vino a mi casa hace como una semana o dos, la hubiese encontrado antes a no ser que de distraído no me haya dado cuenta. No sabia nada de la vida de Melissa como para saber si lo hace o no. En todo caso estudia medicina, sabe como manejar estas cosas.
—No sé de donde salió entonces —la seguridad en su voz me confirmó que no era suya y ya eso me bastaba. No quiero pensar en lo peor y juro que si me siguen aumentando los problemas llegaré al punto donde no pueda respirar de todo lo que tengo tirado encima.
Dentro del Mercedes-Benz hablé con Jin, le pedí que me justificara la tardanza con algún cuento, ya estaba en camino e iba a llegar. Jin sabe inventar una buena excusa aunque solo llevaba veinte minutos de retraso.
Mañana es día de las tutorias con Marcos. He estado planeando dejarlas para que siga por su cuenta y en caso de necesitar mejor explicación de algo me lo diga en turnos de clases, pienso que ya está bastante mejor y es hora de que arranque por si solo y no dependa de mi y Adam para poder memorizarse las matemáticas. Mi objetivo como profesor es enseñar y guiar, a Marcos con las tutorias se lo daba todo masticado para que entendiera hasta el mínimo detalle, pero el crecimiento de su rendimiento en mi materia ha crecido y temo que pueda perder eso.
Me llegué a disculpar también por mi modo de haber actuado aquel día. Marcos solo recitó que estaba bien, Melissa había hablado con él y no le molestaba. Según él Melissa no se metía con sus ligues por ende el tampoco lo hacía con los de ella, pero me pidió que fuera sincero con ella en todo momento y no termine dándole alas.
No solo es buen estudiante en el sentido de las calificaciones, sino en su comportamiento. A veces ni siquiera parece que Marcos está presente. Te das cuenta cuando miras su puesto y lo ves prestando atención a tus palabras, copiando lo del pizarrón o resolviendo (intentando de resolver) los ejercicios orientados.
Voté la jeringuilla en el contenedor de basura frente a la universidad y entré. Pasé a firmar y entrecerré mis ojos cuando ví que ya estaba firmado. ¡Le pedí a Jin que inventara una excusa, no que firmara por mí!
Las dos horas de clases que me correspondían pasaron rápido y en un abrir y cerrar de ojos eran las doce del mediodía, hora de almorzar.
Fui al departamento de Adam y Jin. No nos habíamos visto en toda la mañana en el trajín de las clases.
—¿Almorzamos juntos? —pregunté apenas entré en el despacho donde están ambos.
—Tu pagas —inmediatamente Jin saltó.
—Sí. Hoy en la tarde tengo que pasar por Gael. ¿Pueden creer que mis padres vienen para fin de año? Es que al principio iban a quedarse allá, hasta había echo planes con Gael para nosotros dos, ahora tenemos que modificar el plan nuevamente.
—Al menos los tendrás contigo. ¿Qué crees que haga Jack para navidad? —Jin preguntó.
—Seguro está con Lucas y Harold.
Salimos y el murmullo de las voces, como si estuviera ocurriendo algo impresionante, fue lo único que pude escuchar. Nos detuvimos en la entrada, estáticos, me di cuenta de lo que estaba pasando. Los ojos de Adam brillaban como si estuviera viendo la cosa más preciosa ante sus ojos y Jin se movió para darle el paso a quienes todavía salian de la universidad.
—¡Está nevando! —Adam gritó, emocionado—. ¡Jin, Dan, es la primera nevada del año!
—¡Que hermoso! —Jin alagó.
Los copos de nieve caen sobre mi cabeza haciéndome sentir helado, pese a eso no me moví de mi sitio. Saqué con prisa mi teléfono del bolsillo de mi pantalón y justo cuando iba a realizar una llamada la pantalla se iluminó.
—¡Daniel, ¿lo estás viendo? Está nevando!
—Lo noto. Acabo de salir de la universidad y me dí cuenta.
—¡Yo también! Estaba saliendo y de repente veo que está nevando. ¡Es la primera nevada del año!
—¿Quieres que nos veamos hoy? ¿Ahora?
—Si quieres. ¿Me pasas a buscar?
—Si. Voy a tu universidad ahora.
La alegría que siempre me invade cuando estoy con ella comenzaba a hacer lo suyo conmigo. Es algo inexplicable, me sentí como si me tuviera colocado en un pedestal por haberme llamado nada más supo que estaba nevando, es como un "estuve pensando en tí". Son esos pequeños detalles los que hacen que tu corazón se acelere, un simple "¿Estás bien? ¿Ya comiste? ¿Estás en casa? Cuídate, por favor" logran que quieras quedarte en ese lugar para siempre, con esa persona que tanto te hace sentir, algo que suena fácil para alguien que no está en mi posición.
—¡Saldremos otro día, adelantense ustedes! —les grité a Jin y Adam.
—¡Daniel, ¿a dónde vas?! ¡Ten cuidado al manejar! —gritaron los dos.
—¡Va a ser vergonzoso ir a tu funeral solo porque hayas resbalando el auto en la nieve! —gritó Adam.
Le saqué mi dedo de en medio y conduje hasta su universidad. Melissa se refugiaba en su abrigo, recostada en el muro. Toqué la bocina y entró rápido.
—¿A dónde vamos?
—¿Y mis besos?
Dejó su mochila en el asiento trasero. Me hice para atrás cuando capté sus intenciones al tomar la palanca y lograr que el asiento se hiciera hacia atrás dándole espacio a su cuerpo. Encajó sus rodillas a cada lado de mis muslos y puse mis manos en sus nalgas, apretando.
La había extrañado. Unió nuestros labios en un beso húmedo. Nuestras lenguas se tocaron y danzaron entre sí por ver quien tiene el control del beso. Tiró con fuerza de mi cabello logrando que suelte un jadeo. Dejé que mis manos se pasearan por sus muslos, su espalda, sus pechos mientras ella besaba mi cuello. Volví a besarla, demandante, con lujuria. Quería sacar mi polla que estaba en todo su esplendor y enterrarla en su coño, hacerla gemir mi nombre hasta que se corra y nuestros jugos se mezclen. Gemí con el pensamiento en mente cuando comenzó a mover sus caderas rozandose con mi pene.
—Espe-pera —pedí.
—¿Qué pasó?
—Estamos frente a tu universidad y-
—Y un coño. Quiero tu verga y la voy a tener. ¿O me lo vas a negar, Daniel?
—Por la puta, bésame —pedí.
Nos reímos cuando pasamos trabajo para poder deshacernos de su ropa. Sacó mi polla de mi pantalón y su toque me hizo sentir que estaba a punto de perder la cabeza. Dejé que tomara el control, que hiciera lo que quisiera, como quisiera, cuando quisiera, solo me encargué de besar cada parte de su cuerpo que podía, de venerarla como me gustaba, de recordarle como me gusta su cuerpo, como me gusta ella.
La ayudé haciendo sus bragas a un lado para poder enterrar mi polla en ella. Se movió, dando pequeños brincos encima de mí, apreté su cintura ayudándola, dejando que marque mis hombros con sus manos. Cada vez que estaba con ella me encanta como congeniamos juntos, me gusta lo que provoca en mí. No quiero pensar, quiero disfrutar. Moví mi pelvis acompañándola en los movimientos guardando todos sus sonidos en mi mente.
Me prendí de sus pechos luego de abrir su abrigo y sacarlos por encima de la blusa. Mordí y succioné haciéndola gemir más alto sin dejar de saltar encima de mí. Me encanta de pies de cabeza, puedo pasar un día completo solo dándole atenciones a ella aunque me duela la polla y esté goteando.
—Melissa —jadeo. Cierro los ojos, la siento contraerse y en menos de lo esperado su orgasmo estalla junto con el mío. La cabeza me da vueltas y termino recostado al asiento dejando que las sensaciones del orgasmo se vayan. La vista se me nubla y cierro los ojos. Acaricio su cabello cuando siento que posa su cabeza en mi pecho.
—¿A dónde vamos? —volvió a preguntar luego de acomodarse en el asiento con su ropa arreglada.
Fuimos a un puesto de comida rápida. Melissa terminó ensuciando mi abrigo de ketchup y tuve que lavarlo en un baño público. Seguimos por la plaza de España, los árboles estaban casi blancos al estar cubriéndose de la nieve. Nos tiramos bolas de nieves. No le daba tan fuerte pero el impacto de las de ella juraba que me dejaban sin aire.
Nos sentamos en un banco donde termino escribiendo con su plumón permanente "primera cita, DanLissa" no entendí la referencia pero la dejé pasar.
Me hizo correr de aquí a allá entrando en lugares y saliendo. Me sentí como un adolescente enamorado de su primer amor. La ví jugar en la máquina para atrapar un peluche y cuando lo logró estuvo haciendo un estúpido baile de victoria el cual le imité. Compramos un café en una cafetería y subimos de nuevo al lugar.
—¿Te gusta la comida japonesa? —pregunté.
—¿Sushi?
—Si, el Sushi es japonés.
—No sé, no la he probado.
—¡No manches! Urgente, iremos a un restaurante. Sígueme.
Llegamos a un edificio que era como un bloque de pisos, pero al entrar bajabas por unas escaleras y accedías como a una especie de búnker japonés súper decorado y como abandonado. Es como el típico sitio de ricos. Bastante diferente a los sitios a los que suelo ir con Adam, Jin y Jack, pero valia la pena traer a Melissa aquí.
Me tomé el atrevimiento de pedir por los dos. ¡Estaba delicioso cuando comí y me aseguré de no dejar nada en el plato!
—Pero esto lleva aguacate —se quejó.
—Claro.
—¿Y esto le gusta a la gente? —dijo con asco. Negué como si estuviera decepcionado—. Uhm, creo que prefiero la pizza.
—Por personas tan incultas como tú el mundo no avanza —me lamenté.
—Crazy.
—¡Vamos anda, cometelo todo!
A la hora de vuelta pasamos por la zona de la plaza Dos de Mayo. Las calles estaban cubriéndose de nieve y tenia que manejar con cuidado, esta era la época del año cuando odio manejar por ello, porque vamos, no puedo odiar la nieve, odio el tiempo de invierno pero me gusta la nieve.
—Debemos pasar las navidades juntos.
—Lo intentaré.
—¿Algo así como una promesa? —preguntó con un poco de sarcasmo. Típico de Melissa.
Asentí.
—Nos vemos —me dio un pequeño beso en los labios cuando la dejé a dos cuadras de su casa. Hasta que no la perdí de vista no volví a ir a mi casa a enfrentarme a la vida que siempre trataba de huir.
Melissa
—Hey, tienes visita —Marcos estaba parado en el umbral de la puerta de mi habitación.
—¿Quién?
—Mi profesor de inglés.
—¿Y quién es tu profesor de inglés?
Rodó los ojos—. Jin.
Me puse de pie de un salto—. ¿Jin aquí en mi casa? ¿A verme a mí? ¿Estás seguro?
—Sí. Lo dejé entrar porque mamá no está en casa y papá sigue trabajando. Le diré que suba, estaré contigo en lo que te quiera decir.
Me sentí inquieta, no es mentira que mi relación con Jin estaba mejorando dentro de lo que cabe, pero no esperaba que me visite a mi casa, lo primero que me vino a le mente fue algun problema con Daniel. Es lo único que tenemos en común.
—Hola —me saludó. Estaba serio justo como el primer día que lo conocí.
—Siéntate —le indiqué. Marcos se sentó en la silla de mi cuarto después de cerrar la puerta.
—Perdona que venga así sin avisar, es que necesito hablar contigo y pedirte un favor.
—Bueno, si puedo hacer algo.
Mi corazón bombeaba con fuerza con cada palabra que salía de su boca. Quise lanzarme a llorar y me sentí una ignorante todo este tiempo. Daniel se guarda todo y no habla conmigo, pocas veces se abre y es cuando parece estar a punto de explotar. No pidió mi ayuda, quiere hacerlo todo solo y no sabe que pedir ayuda no es nada malo, yo estoy dispuesta a compartir su carga y tratar de aligerar el peso que está cargando.
Me sentí mal, no sospechaba de nada, sé que hay algo mal, pero no pensé en la magnitud del asunto, lo hacía todo a causa de su esposa y sus problemas, no a su mamá.
—Intentaré ayudar en lo que pueda. Sé lo que es un trasplante de médula ósea y los procedimientos así como las bajas probabilidades de hallar un donante. Estadísticamente podemos decir que de quince personas podemos encontrar uno.
—Se me olvida que estudias medicina —rodó los ojos con la diversión plantada en el rostro al olvidar dicho detalle.
Conocía todo sobre el tema que Jin me estaba hablando. Sé los métodos, los procedimientos, como son las pruebas, las consecuencias y las situaciones que pueden ocurrir, las posibilidades de salir positivos así como los efectos secundarios que llegan a sufrir los donantes.
Lo acompañé al otro día con Adam al hospital. Mi hermano fue conmigo empecinado en hacerse la prueba también. Le traté de explicar las cosas a Marcos, como iban a ser. Pasé yo primero y luego Marcos. En el tiempo que nos dieron de espera (cabe destacar que Daniel no sabe que estaba haciendo esto) fui al baño. Me visualice así, en un futuro, como esos médicos, tratando de salvar vidas a diario, corriendo cuando hubiera una urgencia y tal vez siendo la enfermera personal de Adam como suele destacarme cada que nos vemos.
Estoy poniendo todo mi esfuerzo para graduarme con honores y ser parte de este conjunto de personas que salvan vidas.
Tres horas después, tuve que llamar a Jin que había quedado dormido en mi hombro luego de la espera para que me dejara pasar a buscar los resultados de las pruebas.
Los abrí con cierta inquietud en mí, Jin estaba que sudaba debido al estrés y leí la hoja hasta llegar a la parte que me interesaba. El corazón me salía con fuerza en el pecho por el aumento de presión que estaba experimentado en esos momentos.
—Lo siento, soy negativa —dije.
—Ya, se ha acabado el mundo. Si eres negativa Marcos también es negativo.
—No —Adam leyó la hoja y miró a Jin sorprendido—. Es apto para ser donante.
—¡Eso no puede ser, son mellizos, comparten el mismo ADN! —le arrebató la hoja y leyó sin poder creer lo que estaba plasmado en el papel.
—Jin, creo que tengo que explicarte algo. Marcos y yo somos mellizos, no gemelos o jimaguas. Los mellizos son el resultado de dos óvulos que han sido fecundados por dos espermatozoides diferentes en el que se ovulan dos óvulos maduros, dando lugar a un embarazo doble. Al proceder de dos cigotos diferentes, los embarazos de mellizos se denominan dicigóticos, y además, las gestaciones de mellizos se refieren como biamnióticas y bicoriales ya que cada feto posee su propia placenta (amnios) y corion. Desde el punto de vista de la genética, todos los seres vivos tenemos dos copias de cada gen, uno que heredamos de nuestra madre y uno que heredamos de nuestro padre. Es decir, la mitad de nuestros genes provienen del óvulo y la mitad del espermatozoide. Por ello, los mellizos al proceder de óvulos y espermatozoides diferentes no comparten el mismo ADN y pueden ser de diferentes sexos, como es mi caso y el de Marcos. Así, los mellizos son hermanos que nacen en un mismo parto sin ninguna otra peculiaridad. No compartimos del todo el ADN y sí... Es posible que Marcos sea compatible y yo no.
—¡Puta madre, gracias!
—¡Llama a David!
—No, Jin. Marcos no ha dado su consentimiento —Adam adoptó una postura más recta—. ¿Estás seguro?
—S-si. Puedo hacerlo.
Mi hermano estaba bien, no es un proceso muy largo.
—Hay un problema. Aquí dice que tengo que tener un titular que firme en caso de que pase algo.
—Un responsable —añadió Jin.
—Firmaré yo —dije—. Somos hermanos y somos mayores de edad. Conozco como funciona todo esto y sé lo que te van a hacer cuando des tu consentimiento.
—Menos mal que nosotros tenemos a Jack. Es como tú cada que nos enfermamos, pero Jack no es tan apegado a la medicina ni explica con tanto detalle como tú —explicó Adam—. Ahora también te tenemos a tí. Daniel se ha sacado la lotería.
—¿Quién le dice? —Jin preguntó.
La sala se sumergió en un silencio y sopesaba el hecho de que habíamos echo todo a escondidos, no sé como se lo tomara pero con su desesperación no debe importarle mucho y me tenia un poco nerviosa saber que mi hermano iba a ser el donante, conozco todo pero es mi hermano.
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