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capítulo 16 › Bruma

Bruma: Niebla que se forma especialmente sobre el mar, también aquella oscuridad o falta de claridad que enturbia la mente o rodea un suceso.
Daniel

Jin, Adam y Jack me apoyaron y se hicieron una prueba. El doctor volvió a explicarles el proceso en caso de salir positivos y he rezado en todos estos días para que pase todo rápido. Diciembre llegó azotando con un frío intenso, según el parte meteorológico la primera nevada estaría cerca y deberíamos estar pendientes al clima ya que en cualquier momento comenzaría a caer nieve. El viaje de Harie se extendió por una semana más por una inversión que había echo su jefe y un contrato que tenían que cerrar. La cabeza me palpitaba y ya me daba igual si se quedaba en París, en Japón, en Chile o donde fuera, intento no pensar en nada que me hiciera sentir mal.

Paso los días durmiendo para intentar alejarme un poco de la asquerosa realidad que estoy viviendo y resolviendo asuntos de la universidad. Llegué a tal estrés cuando los resultados de Jin, Jack y Adam fueron negativos que me tuve que encerrar en el baño del hospital, dejar que pasar el pésimo ataque de ansiedad que me dio golpeando la pared hasta tener los nudillos sangrientos. Últimamente se había convertido en mi método cuando la depresión y ansiedad podían conmigo, sentir dolor físico, destrozarme.

Mantuve la calma delante de ellos. Melissa curó mis nudillos, no le contaba la situación, aunque sienta que la veo como algo más que amantes —cosa que no debió haber pasado y me doy cuenta que el papel de amante y de esposo no me queda— creo que es una lucha que tengo lidiar solo, no quiero seguir involucrando personas en mis líos que debería saber como resolver.

Paul también resultó negativo. Esos días pasaron lo más lento que pudieron. David hizo llamadas y movió contactos aquí para allá pero la lista del hospital todavía tenia veintisiete personas antes que mamá. Según los doctores su caso no era tan urgente como los primeros de esa lista y no se podía hacer nada.

Encontraba mi refugio en Melissa, en sus ojos, en sus abrazos, en sus palabras de consuelo aún sin saber el problema, en sus besos, en sus toques, en todo ella.

No me gusta el invierno, prefiero la temporada de calor, contrario a Melissa. Éramos como el agua y el fuego, como el blanco y el negro, lo único en común era como los latidos de nuestro corazón podían sincronizarse.

Ella está entrando demasiado en mi vida. No puedo evitar sentir un poco de nostalgia cada vez que me invade la felicidad. Quiero a Harie, no tengo dudas de eso, pero el amor... ¿Dónde quedó el amor que le prometí en el altar? ¿Dónde quedaron sus promesas? ¿Dónde está ella mientras yo me derrumbo? ¿Dónde está cuando más necesito su apoyo para poder confrontar todos los problemas que me caen encima? Siento los pies débiles, ya no puedo más, me agoto y fuerzas no me quedan.

—Entraré a esa tienda —señaló una tienda de veinticuatro horas y le asentí—, podés sentarte allí —señaló el baño que había cerca.

—Te esperaré —le dejé saber y me dirigí a uno de los bancos. La observé entrar en la tienda. Amo el azul de sus ojos, lo digo montones de veces pero solo no creo que haya alguno que se le asemeje, no necesito mirar el océano cuando podía verlo a través de sus ojos.

Ella es un hermoso caos que llegó a atormentar mi vida de la manera más bella que puede existir; y yo solo soy un desastre que no sabe que hacer con todo lo que le atormenta y como un idiota trata de huir de los problemas sin enfrentarlos.

Salió de la tienda, esperó a que pasaran todos los autos para poder pasar. Agitó sus manos con fuerza enseñándome los chocolates caliente que había comprado. Una sonrisa se extiende por todo mi rostro mientras me mira. Su cabello está recogido en una coleta mal hecha que parece a punto de caer. Un objeto no tiene que ser grande para lograr un gran cambio. Esa mujer, tan pequeña como una flor, como un pétalo a la deriva me atrae a ella como la fuerza que ejerce la tierra. Me encontré cayendo hacia ella sin razón.

Como un latido, como un fuerte latido.

Soy un hombre adulto y maduro, y por eso mismo me obligo a aceptar la realidad. Me estoy enamorando otra vez de una niña nueve años menor que yo. Lo más sensato es que detenga todo y siguiera con mi vida monótona como siempre he hecho, pero no quiero eso, quiero más de ella, sus besos, sus manos, sus labios, yo ansío cuidarla y protegerla como si fuera un pequeño cervatillo asustado.

Corrió a donde estaba. Me pasó el vaso y tomó asiento a mi lado. El olor a chocolate con leche inundó mis fosas nasales y ví su sonrisa asomarse.

—¡Huele bien, y está caliente!

—Por algo lo llaman chocolate caliente, duh.

—¡Si! —chistó.

Seguí acompañándola a su casa. El trayecto fue corto y apenas estuvimos juntos unos pocos minutos más. Solo fui consciente cuando la tuve entre una pared al costado de su casa y la besaba. No lo he echo en todo el día pero quería reclamar sus labios, eran míos, todo ella era mía y no se iba a negar porque le gusta, sé que le gusto, sé con que intensidad lo hace, sé que estamos en el punto en que a ambos le dolerá la partida del otro.

Llámenme masoquista, pero me condeno al infierno por un minuto de su boca.

Mis labios recorren su cuello y siento toda la sangre bajando directo a mi pene. Mi ingle cosquillea y la erección comienza a notarse por encima del pantalón.

—Gracias por el día de hoy. Y no te hagas más daño.

—Gracias por los besos —comenté, ignorando la segunda oración.

—Entraré ahora.

—Sí.

Ninguno se movió.

—Melissa-

Sus labios se posaron en los míos y disfrute los segundos que duró su contacto.

—No te dañes más, Daniel. No es la manera correcta de proceder. Ahora sí me iré.

—Cuídate.

Arreglé la erección. Me fije en la hora y caigo en cuenta de que tengo veinte minutos todavía para llegar al local de Jack. Pateo una piedra que me topé en el camino. No entiendo mi ser, me siento decepcionado conmigo mismo, yo soy el problema.

Jack me lanzó una cerveza que atrapé en el aire. Nos quedamos un rato hablando sobre cosas relevantes y sin sentido, ayudó un poco para olvidar que estaba hasta el cuello de mierda. Voté la lata de cerveza al terminar. Jack tomó el lápiz y su cuaderno.

—Dime. ¿Qué diseño deseas?

—Una mariposa.

—¿Qué?

—Una mariposa.

—¿Tiene significado?

Asentí sin dar explicaciones. Jack comenzó a trazar lineas en el pedazo de papel que pronto se transformaron en el dibujo que quedaría plantado en mi piel y me llevaría a la tumba. Me enseñó el diseño al terminar, Jack es demasiado perfeccionista y a cada nada le daba un detalle que según él faltaba.

Preparó los objetos. Quité mi abrigo a pesar del frío y le ofrecí mi brazo derecho. Me senté en la camilla y coloqué el brazo en la posición que me aconsejó que era mejor para hacer su trabajo. Probó que la máquina funcionara una vez puesta la aguja y la tinta. Se colocó los guantes de látex.

—¿Sabes que podemos detenernos ahora?

—No lo haré.

—¿Que significa una mariposa?

—Melissa —susurré y la máquina que estaba cerca de perforar mi brazo se detuvo. Me miró, como si me hubiese vuelto loco, y procedió  a dejar la máquina encima de la mesa. Alzó el volumen de la música electrónica.

—No creo que debas tatuarte.

—La mariposa la representa a ella, pura, solitaria, puede que un poco peleona, pero en su interior es buena persona aunque aparente ser fría, es su método para que no la engañen. Odia su vida porque es manipulada por sus padres y debido a ello le imponen el régimen de "tiene que ser todo perfecto". Aun así, le brindó equilibrio a mi vida, me ha ayudado en mis momentos cuando más vulnerable estoy, no me juzga, no me impone, me oye, me entiende y si tiene que romperme una calabaza en la cabeza para hacerme entender lo hace, se preocupa por mí, pregunta si ya comí, si estoy bien, y aunque sabe que justo ahora le miento con un "estoy bien" no me obliga a contarle, espera a que decida abrirme con ella. Ahora sé que piensas que estoy haciendo algo precipitado y no quieras hacerlo, pero yo sí quiero hacerlo y como mínimo espero que respetes mi decisión.

Suspiró como si no tuviera más opción. Sabe que aunque intente hacerme entrar en razón de que no es lo mejor no lo va a lograr. Creo que soy como las mujeres, cuando se me mete algo en la cabeza no paro hasta conseguir lo que quiero. Ahora quiero un tatuaje que me haga sentir orgulloso de lo que una vez fui e hice.

—¿Seguro, Daniel? Eso es-

—Para toda la vida —terminé por él—. Será algo que cuando vea piense en ella y recuerde los pocos momentos después de mi matrimonio que me sentí verdaderamente feliz y por esa misma razón, si acaba, podré sentirme satisfecho conmigo mismo.

—Le pediré sus tips para saber que coños hace contigo.

La aguja comenzó a perforar la piel de mi brazo, siguiendo los trazos del diseño, no dolía, al contrario, siempre me sentía bien cuando me tatuaba. Traté de no moverme pero si vi como la aguja entraba y salía con una rapidez que parecía imposible. Paró y limpió la tinta salida y untando un poco más de tinta volvió a penetrar en la piel de mi brazo.

Tarareó parte de la canción sonada por su computadora. Pensé que me iba a quedar dormido pero no lo hice.

—Terminé.

Desinfectó y envolvió el tatuaje para que en el camino a casa no se infectara.

—Ya sabes los procedimientos. Cuando llegues retiras el nailon, lo lavas, aplicas la vaselina y evita que cuando salga sangre se seque y haga postilla, lo lavas con cuidado, no a lo loco y cuidado en lo que haces que tus nudillos no parecen estar bien y si no quieres un brazo inchado por mal cuidado de tatuaje deja de hacer lo que sea que estés haciendo. ¿Entendido, Dan?

—Sí, capitán —reímos.

Pagué cuanto le debía y aseguró que en estos días iríamos a un bar usando ese dinero. Jack pocas veces usa el dinero que le pagamos en sí mismo, solo suene invitarnos a salir, a cenas, a cines 3D, a bares, a campos de tiro, a SPA, a cualquier cosa que haga que perdamos el tiempo.

Aprecié el nuevo tatuaje en todo el trayecto de vuelta a casa. No me arrepiento, al contrario de todo, me siento feliz y satisfecho por la decisión que he tomado, era algo que me estaba rondando por la cabeza hacerme pero con todos los problemas actuales no tenia espacio ni siquiera para pensar.

Atravesé la cocina y el comedor hasta llegar a... Habían unas maletas en la terraza. Harie hablaba por teléfono.

—Oh, Daniel, que bueno que llegas. Acabo de hacerlo. Te estaba llamando cuando aterricé para que fueras a buscarme al aeropuerto pero tu teléfono estaba apagado.

Se acercó y me besó. Correspondí un poco shockeado todavía.

—Estoy cansada. Puedo dormir toda una semana y no despertar.

—¿Tuviste un viaje seguro? ¿Por qué no me avisaste que venias hoy?

—Sí. No tuve mucho tiempo. Tú tampoco tenias muchas ganas de hablar así que en vez de perder el tiempo adelanté parte del trabajo y estuve apoyando a la empresa. Cosas- ¿Te acabas de hacer otro tatuaje?

Asentí orgulloso. Harie nunca va a entender que significa para mí.

—Me voy tres semanas y terminas tatuado. ¿Qué hemos hablado sobre eso? Te pasas mis comentarios por el culo.

—Porque son absurdos. No me voy a privar de hacer algo que me gusta.

—Los tatuajes no son para personas como tú. Son para pandilleros, drogadictos, presos, personas sin futuro, indecentes —se acercó a mí, volvió a besarme, no le devolví el abrazo debido a que tenia sus maletas en mis manos. Los besos de Harie no me sabían a nada, vacío, no me llenaban, no me calmaban, quería otros labios, no esos.

—No discutiré por la misma payasada. Me gustan y debes entenderlo. Me aceptas así o puedes ir firmando los papeles —me asusté cuando dije eso, ella también. No mencionamos más nada respecto al tema.

Harie marcó mi adolescencia. Fue mi primer amor, le entregue todo de mí, mis primeros besos, mi primera vez, mi primera experiencia en relaciones, la presenté a mis padres, le pedí matrimonio, nos casamos, la defendí por encima de mi familia cuando no quisieron aceptarla, luché por tener lo nuestro, por la pequeña familia que empezábamos a formar, fueron esfuerzos inútiles que ella no vió. Harie es de las personas que aman tener el poder sobre otras, me dí cuenta muy tarde de eso.

Hasta este momento me sigo cuestionando su amor. Todavía no podemos llegar a conseguir la completa definición de ese concepto, pero cada cuál tiene su diferente punto de vista y creencia.

Me sentí frustrado, insuficiente y decepcionado. ¿Donde había quedado el Daniel de hace años?

—Tenemos que hablar —dejé sus maletas en la habitación—. Dame un chance.

Lavé el tatuaje, voté el nailon y apliqué la vaselina.

—Han pasado varias cosas desde que te fuiste —me obligué a hablar aunque lo evitaba. Cuanto más lo mencionaba más amargas sonaban las palabras en mi boca, más reales se sentían y yo solo quería estar encerrado dentro de un sueño y despertarme junto a Melissa en la primera noche que nos conocimos.

Conté lo fundamental, el cáncer de mamá, los resultados negativos de todos, como me estaba sintiendo (solo un pequeño pedazo).

—A ver si entiendo. ¿Quieres que me haga una prueba para saber si puedo donarle a Marta?

—Sí. Supongo que como su nuera y principalmente mi esposa lo harás.

—Igual, no creo que pueda ayudar mucho, pero lo haré por tí. ¿Cuando hacemos los análisis?

—En la noche te diré bien.

Dos días después fuimos al hospital. Le hicieron los análisis y nos pidieron esperar unos minutos. Harie alegaba estar apresurada y cedía cuando le pedía quedarse. Sabe que esto es importante para mí.

El doctor salió y pidió hablar con ella en privado, me dejó un fugaz beso en los labios y con pasos seguros se apresuro a la oficina del doctor Carlos. Pasados veinte minutos salió, con los resultados de su prueba. Supe que los había abierto al encontrar el sobre rasgado.

—¿Y? —negó. Supe lo que significaba. La desesperación volvió a ganarme. ¿Por qué mierdas es tan difícil encontrar un puto donante? Intentó calmarme y pidió perdón. No tiene porqué hacerlo y le deje saber.

—Perdón.

—Que hayas accedido y te hicieras las pruebas significa mucho para mí —la abracé, incapaz de tomar la iniciativa de besarla.

Siento que poco a poco el mundo se me desmorona en pedazos y cada paso que doy se siente falso, dudo, sobre pienso las cosas, no puedo perder a mamá y temo a que eso pase.

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