capítulo 14 › Mullistus
Mullistus: Palabra de origen finlandés para referirse a un cambio profundo y total que irrumpe de forma violenta.
Melissa
Lo poco que quedaba de la semana se me había ido en un chasquido de dedos. Aprobé el segundo exame, papá estuvo feliz, me felicitó junto con un regaño de "no puede volver a ocurrir, eres inteligente y sé que eres más que esto". Si, lo soy, pero el no puede verlo, solo puede ver las críticas de otros, como si solo eso fuera lo importante y no como nos sentimos nosotros. Cada día presiona con un tema diferente y me agoto mentalmente.
Tomé mi teléfono. Tenía dos mensajes de hace una hora. Mamá había aprobado con una excesiva felicidad que saliera con Caleb. Era aburrido, pero por primera vez no tenía que mentirle a mi madre sobre a donde iba y con quién.
Daniel:
¿Podemos vernos más
tarde?
Daniel:
Los chicos y yo tenemos
planeados una salida y
queremos que nos
acompañes. Más yo :)
Tecleé rápido una respuesta.
Yo:
¿Hora?
Espere a que respondiera. El "escribiendo..." apareció y mordí mi uña ansiosa. Tomé la cartera que estaba encima de la cama.
Daniel:
4:00PM
Estaba bien, mi salida de amigos con Caleb no iba a durar tanto, le inventaria una excusa a mi mamá, Marcos me ayudaría, no había de que preocuparse cuando lo tuviera todo calculado.
Yo:
¡Vale! Estaré lista.
¿Dónde vamos?
Daniel:
No seas curiosa,
corazón de melocotón.
Nos vemos en unas
horas.
Releí varias veces el "corazón de melocotón". Es la primera persona que me ponía un apodo o me decía de forma cariñosa. Mi hermano rara vez lo hace y yo nunca le llamaba de una forma cariñosa precisamente. Tomé el abrigo. La temporada de invierno ya había llegado y pronto seria la primera nevada.
Caleb me había citado en el centro comercial. No entendí su motivo pero tampoco dije que no. Lo ví en una de las máquinas de juegos que habían por fuera de las tiendas. Me acerqué en el mismo instante que comenzó un baile por haber ganado. Justo estaba por echar otra moneda dentro para volver a activar el juego cuando le llamé.
—Hola, Caleb.
—¡Hola! Justo estaba por comenzar a jugar de nuevo —siguió con la moneda en la mano—. ¿Cómo estás? ¿Mucho frío?
—Lo normal —froté mis manos y las guardé en el bolsillo de mi abrigo—. ¿Por qué me citaste en un centro comercial?
—Hay una razón —entró la moneda en el juego de nuevo—. Mañana es el cumpleaños de mi hermana mayor. No sé que regalarle, tampoco sé a donde ir contigo, entonces pensé que como eres mujer me podrías ayudar a elegir un regalo. ¡Solo un juego más!
Observé en lo que fueron veinte minutos como estuvo luchando contra su enemigo hasta que la palabra "game over" aparecieron cuando murió. Miró mal la pantalla.
—Estaba tan feliz por mi racha ganadora. Juro que volveré aquí y lo derrotaré. Lo anotaré en mis metas a cumplir en este dos mil veintidós.
—¿Podemos salir ya?
Me contó como era su hermana y lo ayudé a buscar un regalo. Yo no era una experta en el tema, soy mujer pero no todas tenemos el mismo gusto. Terminó comprándole un par de tacones altos, según Caleb su hermana ama los zapatos y dice que es la parte fundamental del atuendo.
Vagamos por otras tiendas. Fuimos a otra de zapatos y ví unos iguales a los que Jin alegaba que quería cuando lo ví por primera vez. Terminé comprándolo. Charlamos y compramos un helado para cada uno. Entramos en otra de las tiendas de artesanía. Nada de lo que había me llamaba la atención, contrario a mí, Caleb miraba todo y preguntaba el precio como si fuese a comprarlo.
Terminé mi cono de helado cuando nos ubicamos en una tienda electrónica. Ví discos de Justin Bieber, estaba el último que había salido y apostaba que Daniel no lo tenía. Recordaba que me había dicho que era su artista favorito y terminé comprando el álbum para él.
Volvimos a la enorme tienda donde entramos la primera vez. Compartíamos critica de cada cosa que nos pareciera interesante —casi todo, en retrospectiva— y luego decidimos si era necesario comprar o no.
Subimos a la segunda planta, allí yacía ubicada la joyería, productos de maquillajes y perfumes.
Pasé por algunas mesas hasta que un collar (de pareja o de amigos) captó mi atención.
—¿Conoces el significado del Yin y el Yang? —Caleb me preguntó y negué. Nunca me habían interesado esas cosas—. El Yin es todo lo oscuro, lo que se mantiene en secreto, lo ocaso, y en cambio el Yang es la luz, el amanecer, esa pureza que le da esperanza a esa persona. La verdad que ambos son dos partes de un todo, ambos no pueden vivir la una sin la otra, se atraen, son polos opuestos y hacen la química perfecta.
Inevitablemente mi mente se traslado a Daniel, pensé en él, en mi, en un nosotros que no existía.
—Compré este collar para mi otra hermana —cambió la conversación, sin notar lo pensativa que me había dejado—. ¿Te gusta?
Le dí el visto bueno.
—A tu hermana le va a encantar.
—Eso espero —lo guardó en la cajita que lo traía y lo dejó en la jaba junto con los tacones—. ¿Ya nos vamos o compras algo más?
—Esperame unos cinco minutos.
Cinco minutos se volvieron quince mientras seguía pensando si lo hacía o no. Mi cerebro me indicaba algo, pero mi corazón se empeñaba en darle la contraria y fue cuando empecé a temer por no saber sobrellevar bien este juego.
Compré los collares y los escondí en el bolsillo de mi abrigo. No sé para que compré algo que nunca seré capaz de darle. Sigo siendo cabezota y pendeja.
Salimos del centro comercial. Caminamos hasta llegar a sentarnos en una banca.
—Gracias por haberme acompañado —sonrió.
—Me gustó tu presencia.
—Gracias a Dios todo ha salido bien —no respondí a eso.
Jugué con el borde de mi abrigo.
—¿Te acuerdas cuando me preguntaste si tenía novio y te dije que no me gustaba nadie?
—Claro.
—Lo hay.
—Eso es genial. A mi me gustaba una chica de mi curso, pero me di cuenta de que no estoy echo para esas cosas ahora. Tengo demasiados problemas encima como para dedicarle tiempo a alguien —hizo una mueca apenado—. ¿Le quieres mucho?
¿Lo quería? Sí. Daniel tiene una maldición que es capaz de volverme la vida al revés, de hacerme extrañarlo tanto y desear su cuerpo junto al mío.
—Sí. Lo quiero.
Cada vez que llama, respondo. No importa que estuviera haciendo, me preocupo y cada vez que viene a mí, en su estado depravorable solo tengo ganas de abrazarlo y ayudarle con esa carga.
Lo sé, mis reglas se han ido bien a la mierda. Y no se si es culpa de Daniel por mostrarme algunas de sus heridas o la mía por ser tan sensible y menos hija de puta.
Daniel y yo no somos nada. Las palabras tienen un sabor amargo en mi boca, odio como se sienten.
Nos despedimos, fuimos por caminos diferentes. Guardé los collares en la gaveta una vez llegué a casa. Sé que hice un gasto innecesario porque yo nunca se lo daré y en caso contrario el no tiene motivos para aceptarlos. Estaba confundiendo su trato amable. Solo quería que llenara el vacío que su esposa dejaba. En el momento en que ella se entere no querría perderlo, cambiaría, eventualmente el me dejaría. Mi hermano no estaba en casa y apostaba que yacía con Ernesto.
Yo:
Voy a salir más tarde.
Necesito que me ayudes
con mamá.
Marcos:
¿A dónde vas?
Yo:
Saldré con Daniel :)
Marcos:
Entiendo. Diré que te llamó
tu amiga para resolver alguna
tesis o algo así. Llega temprano,
por favor.
Yo:
Intentaré.
Me dejé caer en la cama víctima del cansancio. Me dolían los pies y la noche anterior no había descansado bien, justo ahora me estaba pesando.
Desperté por el ruido proveniente de abajo. Mi hermano discutía con mi madre y lo que hizo que cayera sentada en la cama fue sentir el impacto de un vidrio contra el suelo. Mi teléfono vibraba en la mesita de noche. Tres llamadas perdidas y una entrante. El número era desconocido, lo cogí sin emoción alguna.
—¿Qué?
—¿Mal carácter? —fruncí el ceño.
—Si me dijeras quien eres, aparte de un humano, te respondo la pregunta.
—Jack para tí, señora de Dan.
—No tengo mal carácter. ¿Qué pasó?
—El móvil de Daniel murió. Te vamos a pasar a buscar ya. ¿Que hacías que no veías mis llamadas?
—Estaba durmiendo.
Volvió a sentirse el mismo ruido abajo. Me asusté.
—¿Que fue eso? —Jack preguntó.
—No lo sé. Nos vemos luego.
Bajé de prisa. Mi hermano estaba recogiendo los vidrios rotos y me pidió que tuviera cuidado porque aún no había limpiado completamente la zona.
—¿Qué pasó?
—Problemas con mamá. Se molestó muchísimo.
No me quiso decir. Dejamos el tema allí y yo me fui a esperar a Jack a dos cuadras de mi hogar. Confiaba en que Marcos se haría cargo de mi desastre y estaba inquieta pensando en que mi madre había llegado a la magnitud de haber roto un vaso de la cocina y un cuadro de la sala.
Un KiaStonic estacionó frente a mí, inspeccioné el auto con la mirada hasta que Jack asomó la cabeza por el asiento del conductor y gritó—: ¿Subes o te quedas ahí como vagabunda?
Le hice una mueca y entré en el asiento del pasajero. Adam se hizo de lado para que lograra posicionarme en medio suyo y de Jin. Cerró la puerta con fuerza y en el camino estuve a punto de quedarme dormida (varias veces).
—¿A dónde vamos?
—¡A la granja! —Adam se notaba demasiado emocionado.
—¡¿Qué mierdas?!
—Es emocionante —Jin afirmó—. La familia de Jack tiene una granja, solemos ir algún que otro fin de semana. Daniel nos preguntó si podíamos llevarte y ¿Por qué no? Eres de la familia —decía eso con seriedad, como si le importaba una mierda todo lo que estaba diciendo. Creo que no le caigo del todo bien.
—Odio las vacas.
—No mames —Jack rió de mi comentario para nada gracioso y completamente serio—. No se comen a nadie.
—¿Y eso qué? Las odio, en las ciudades no tengo que ver vacas. Como otro contra hace frialdad, en una granja la temperatura debe estar más helada y ya quiero verte congelado hasta las pelotas.
—Nos calentamos. Deja de quejarte o te abandono aquí mismo en la calle.
—Ignoralo. Jack no seria capaz de eso —Adam me codeó. Creo que es el más simpático de todos.
—No me pongas a prueba, Adam.
—A mi me podés abandonar en una gasolinera pero a Melissa no la toques, es nueva y se nos pierde. ¿Prefieres cargar con ella o con el enfado de Daniel por meses? Da miedo aunque no lo creas.
Daniel estaba serio todo el camino, ni siquiera me miraba, no hablaba, me pregunté varias veces si podía ser que el cansancio le haya vencido pero cuando Jack le hablaba para preguntarle cualquier burrada me daba cuenta de que no. Estuvimos aproximadamente en camino una hora. Me dormí en el hombro de Jin y desperté cuando me llamó, estábamos a punto de llegar y traté de desesperezarme en ese tiempo.
Jack aparcó y nos bajamos en la carretera. Dejamos que fuera a guardar el auto y escogí seguirle el paso a Adam. El lugar es espacioso —me dí cuenta cuando entramos—, se veian animales a la distancia y unas casas más para arriba niños correteando de aquí para allá. Según mi madre Marcos y yo no podíamos hacer eso porque era cosa de gente pobre que no tiene dinero para comprarle juguetes a sus hijos. Habían establos y ¡amo los caballos! La casa frente a nosotros no era muy grande y empezaba a dudar de que todos cupieramos allí.
Sostuve el brazo de Adam cuando casi caigo al tropezar con una piedra.
—¿Cómo van los estudios? —preguntó.
—Bien. Estudiar medicina agota un poco porque debes estudiar demasiado, requiere esfuerzo y dedicación, pero estoy segura de que lo voy a lograr.
—¿Qué rama querés?
—Cirujana.
—Impresionante. No sé como le hacen Jack y tú. Yo veo sangre y caigo desmayado como si fuera un espaguetis.
—No estoy segura, pero me gusta.
—Eres sádica.
—No compartimos la misma opinión. En ocasiones ver sangre nos produce cierta tu impresión y todos no lo captan igual. O simplemente no te gusta, o no estás acostumbrado, o en otro aspecto puede que vos tengas algún síncope que haga que te desmayes como consecuencia de ver sangre.
—¿Eso existe?
—Claro. Síncope Vaso Vagal es un ejemplo. El factor más común de desmayo es la presencia de sangre.
—Cuando te gradues serás mi médico personal. Espero que sepas de todo.
—Ajá ajá. ¿Sabes por qué Daniel está tan serio y callado?
—De verás de veritas que no lo sé. Desde hace unos días está como apagado. Pensé que verte le haría bien pero sigue igual. Pueden hablar luego. Estoy segura que si le ofreces tu hombro a ti no te lo va a negar.
Daniel es como el Yin, yo era su Yang. Jugábamos en las sombras de lo prohibido y lo amábamos, nos encantaba apoderarnos de nosotros. Éramos un secreto que solo cuatro chicos (contando a mi hermano ahora) más sabían.
—Bienvenidos seaís de nuevo a la granja Cruz.
Marcos:
¿Melissa dónde andas?
Mamá esta furiosa, es
tarde y aún no has llegado.
Yo:
No llegaré hoy.
Marcos:
¡¿Estás loca?!
Me pides que te cubra
la tarde, no todo el día.
Marcos:
Deja de pensar con
el coño y ven.
Yo:
Estoy con Daniel y sus
amigos. No quiero dejarlos.
Inventa la excusa de que
tuve que quedarme hasta
mañana por una tesis.
Yo:
Olvidalo, llamaré a mamá
y le diré.
Se estaba haciendo tarde. La abuela de Jack me recibió con besos y abrazos, no preguntó quien yo era, me aceptó rápidamente y aunque no quise me puse incómoda. Jack preguntó por su primo y recibió una respuesta negativa. Me fui con Jin a dar un paseo por la granja después de llamar a mamá y lidiar con sus peleas. Eran absurdas. Sus ojos avellanas me miraban curiosos, como si quisiera decirme algo pero en todo el camino se mantuvo en silencio.
Dimos de comer a los pollos juntos y luego pasamos a limpiar el establo, me hubiera gustado que Daniel hiciera presencia con nosotros pero todo el maldito tiempo la pasó con Jack y la abuela de este. Adam se nos unió también y estuvimos riendo cuando Jin cayó de culo sobre un montón de excremento. Corrimos cuando comenzó a perseguirnos.
Pueden tener más de treinta años, pero su mente en ocasiones era la de un niño de tres. Jin se dió un baño y luego de eso los cinco salimos de la granja hacia el monte, subimos una loma donde Adam casi cae, se sostuvo de mí y logró que cayera de cara a la tierra. Jin rió y procedió a ayudarme dejando a Adam tirado.
—¡Eh, que yo también existo, marica!
Nos sentamos allí. Daniel comenzó a molestar a Jack con una pequeña hoja que había arrancado de alguna planta haciéndole cosquillas. Ambos rieron cuando Jack le dio un manotazo y caí en cuenta de que era la primera vez que lo veía reír desde que llegamos.
—Podría hacer esto todos los días –Adam se recostó hacia atrás acomodándose en la yerba.
Lo imité. Seguía sintiéndome cansada a pesar de haber dormido suficiente por hoy. El aire frío nos comenzaba a pasar factura pero aún seguimos establecidos en el mismo lugar. Muy pronto la puesta del sol se vió. El cielo se tiñó de naranja y los últimos rayos del sol estaban ocultándose dándole paso a la noche.
—¿Cuándo creen que será la primera nevada? —Jin interrumpió el silencio.
—Debe ser a fines de este mes —Jack insinuó.
—Ah, sería tan perfecto que si nevara en mi cumpleaños —imaginé que estarían todos y la cara de idiota que Jin tendría.
—¿Cuando es tu cumpleaños? —pregunté.
—El diez de diciembre.
—Ya. Pronto.
Justo en ese momento caí en cuenta que no sabía el de Daniel. Podría haber pasado o estar por pasar cerca de estas fechas. A diferencia de mí él seguía sentado en la yerba mirando frente suyo, como si estuviera pensando algo intensamente. No sé nada de él como él tampoco sabe nada de mí.
¿Entonces como podía ser posible que me sintiera así por él? Es una persona solo para satisfacer necesidades sexuales, o en eso quedamos cuando impacto mis reglas.
—¿Cuando cumples, Melissa? —Adam me devolvió a la realidad y aunque noté la mirada de Daniel sobre mí y quise hacer contacto visual con él, lo hice con Adam.
—¿Yo? Doce de marzo.
—¡No falta tanto! Unos cuatro meses máximo.
—Si gracias, no ayudas.
Algo que nos diferencia a Marcos y a mí es nuestro cumpleaños, él ama celebrarlo, contrario a mi que solo me da igual. Lo hago para darle el gusto, pero siempre Marcos se encarga de todo, las compras, organizar, decorar, junto con mamá, claro está. Otra lunática fanática de los cumpleaños donde "hay que agradecerle a Dios por un año más de vida" y nos obliga a rezar.
Marcos y yo no lo hacíamos, encontraba eso absurdo, ya he dicho que no comparto las mismas creencias que mi madre y solo asisto a las misas por darle el gusto ya que no nos exige ir con ella a la iglesia los miércoles ni viernes.
Otra ráfaga de aire nos caló los huesos y decidimos que era hora de volver a la granja. En lo personal me sentí helada y agradecí que Jin y Adam permanecieran a mi lado, Adam me abrazó frotandome los brazos y Jack se burló. El cuerpo de Adam temblaba y supe que buscaba tener un poco de calor.
—Cuando estemos en la granja nos calentamos. Deja de temblar —Jin regañó.
—No seas tan pendejo —le dije—. Tu también estas temblando pero lo intentas disimular, muy mal.
—Ay, esta guanaja —me apartó de Adam que no se quejó y le ayudó a levantarme, me sostuvo por los brazos y Adam por las piernas.
—Con ustedes el famoso cerdito.
—¡Jin, Adam, bajenme pendejos!
Me soltaron y caí de espaldas al suelo. Un par de piedritas se enterraron en mi espalda e internamente juré matarlos.
—¡Mal nacidos! —Daniel les dijo y se acercó a ayudarme. Me sacudió la ropa y me cargó en su espalda.
—¡Que bajo caes, Daniel! —Jin hizo un ademán de estar decepcionado.
Me sostuvo fuerte y le dio un tropezón a Jin que terminó cayendo de cara al suelo.
—¡Por pendejo! —le grité. Le saqué mi dedo de en medio y cuando se levantó furioso Daniel corrió hasta la casa conmigo encima mientras huimos de la furia de Jin.
—Me gustan las películas de terror, deberíamos ver una.
Estábamos en la cocina. Reservé todo tipo de comentarios al respecto.
—Estoy de acuerdo.
Cuando pensé que mi comentario no iba a importar, Jack me preguntó—: ¿Qué dices?
—Está bien.
Odio las películas de terror. A ellos no les importa y por eso tampoco dije nada esta vez.
—¡La sala, duermo entre Daniel y Jin!
—¿Y Jack? —pregunté.
—Patea mucho en la noche —me susurró Adam.
—Y tú roncas —se defendió.
—Eso es mejor que hacerse pipí en los pantalones cuando duermo.
—¡Cállate, Adam! Eso solo pasó una vez y estaba ebrio. Daniel y Jin también estaban y son testigos de la sinceridad de mis palabras.
—Fueron tres veces, Jack.
—¡Adaaaaaam! ¡Tenía veinticinco y estaba ebrio, puta madre!
—Veintiséis –corrigió.
—¡Es la misma mierda!
El rostro pálido de Jack estaba rojo ahora. Siguieron sacándose algunos de sus trapos sucios y yo tomé asiento en medio de Jin y Daniel.
—Claro, ¿quién fue la persona que te buscó en medio de la noche cuando a él insolente se le trabó el pie en una alcantarilla abierta?
—Fue sin querer. Tú también me llamaste una vez para que te sacara el pie de una cubeta.
—Eso demuestra que limpio mi casa más que tú.
—¿Ahora hablaremos de la limpieza de la casa? ¡No, Jack, pon otro escenario donde tenga elementos para poder defenderme!
—¿No limpias tu casa? —pregunté.
—No lo hace, su hermano sí.
—Oh —solo dije. Es... Sorprendente.
Ayudé en la cocina con Adam. Más tarde llegó un primo de Jack que solo cenó y luego subió a su habitación alegando que estaba cansado. Discutimos cuando la abuela de Jack se fue a descansar para ver quien iba a fregar los platos y votar los residuos de comida. Adam y Jack se encargaron de esa tarea y yo, junto con Daniel y Jin me encargué de fregar. Abrí el grifo y maldecí por lo helada que estaba el agua. Daniel se rió y terminé mojandolo ganandome una protesta por el estado frío de la misma.
—¿Por qué has estado tan serio en todo el día? —pregunté.
—Solo estaba pensando. Suelo encerrarme así en mis pensamientos y me vale verga el mundo cuando pasa.
—¿Puedo saber en qué?
—No —declaró sin más. Secó todo lo que yo fregaba y lo guardaba en su lugar. Jin limpió la meseta y organizó todos los calderos dejando reluciente la cocina—. ¿Terminaste?
—Falta solo esto.
Terminamos y nos besamos un poco en la cocina después de que Jin se fuera dejándonos solos. Lo había extrañado mucho. Daniel es una droga para mí. No tenía ni idea de lo que creía que sería como una vieja costumbre acabó siendo la peor adicción de todas.
Salí unos minutos después de él, cuando dejé los paños guardados en sus respectivos cajones. Me sentí extrañamente feliz. Viéndolos a todos juntos en aquella sala, jugando y molestandose uno a los otros me hizo darme cuenta de lo sola que estaba. Cuando todo con Daniel acabará también perdería esto.
Nunca pude ser lo que mis padres esperan de mí, pero ellos me aceptan así, con mis errores y mis defectos. Ellos no me dicen que cosas que no puedo hacer solo por ser mujer, no me obligan a tener que aprobar con la máxima calificación los exámenes, me dejan ser yo y no se alejan por eso.
Quisé que, ahora mirando a Daniel y su sonrisa cuando Jin tiró su pie encima de su hombro, lo nuestro nunca acabará y fuera más que una relación de amantes.
—¡Melissa, ven acá, estamos esperando por tí!
Esas palabras es algo que normalmente diría un amigo, pero yo no tengo. No confío en las personas como para eso, y Daniel me había demostrado que si había quienes nos brindan su confianza, en que si existen personas fuera de la familia que llegan a formar parte de nosotros. Ellos cuatro no necesitan a más nadie, porque se tienen entre ellos.
Ven la película como si nada estuviera pasando, comiendo palomitas. Me cubrí la cara con la colcha sin poder evitarlo. ¡El hombre está decapitando a otro!
Me destapé cuando una mano se posó en mi hombro—: Ya pasó.
—No tengo miedo.
—Estás que tiemblas. No tiene nada de malo que no te gusten las películas de terror.
—Si me gustan, pero ahora ando cansada y-
—No deberías verla si no lo hacen. ¿Por qué?
—Odio que sepan mucho de mí, no me gusta, es como si supieran como darme en un punto débil.
—¿Lo han hecho?
—No.
La primera vez que ví a Daniel estaba ebria, pero no pude evitar analizarlo. Acababa de salir del baño y él estaba allí, en el suelo recostado a la pared. Se notaba tan solitario que me llegué a preguntar cuál era el mal que lo atormentaba. No se veía como los estúpidos chicos malos, al contrario, se veia inofensivo. Pero cuando me acerqué a él y ví en sus ojos negros todo el dolor que cargaban sentí el impulso de hacer algo para hacerlo sonreír. Todos necesitamos que nos saquen una sonrisa así sea en nuestro peor momento. No conté con sus acciones y Daniel estaba muy bueno para dejarlo pasar. Sus amigos eran de otra categoría. Jack parece ser solitario pero esconde alguna historia, Jin, Adam, todos lo hacen. Sus almas se entienden y la mejor cura entre ellos es su amistad.
Sé que os dije que no me gustaba analizar a las personas porque no quiero idealizarlas y crearme un concepto erróneo, sé que internamente todos siempre tenemos alguna lucha, pero yo ya conocía a Daniel, estaba segura de poder hacerlo porque no iba a equivocarme, en cuatro meses he aprendido mucho sobre él, a pesar de no saber nada en referencia de las cosas básicas, y de saber que cuando quiere se encierra en su mundo y crea esa barrera para que nadie cruce, se lo carga todo y no habla con nadie.
Sus ojos están tristes, se ve desorbitado, perdido. Un grito se emitió por el televisor y conteniendo mi impulso de gritar me volví a tapar con la colcha. Agradecí internamente que todos estén demasiado centrados en el asesino antes de estar mirándome cagada del miedo por una simple película de terror.
Todos menos Daniel.
—Ya se fue.
—¿Pasó completamente la escena? —pregunté en un hilo de voz.
—Sí.
Era bueno que no duermo sola hoy. Trataría de aferrarme a Daniel o a Jack lo más que pudiera.
Jin se quedó dormido en el hombro de Adam, Daniel seguía firme mirando la pantalla y yo cada vez más me apegaba a él haciéndolo reír.
—Deberías dormir.
—No tengo sueño.
Pasó su mano donde estaba su anillo por mi cabello. Un gesto tan simple y sentí que todo yo temblaba.
—Mira —me enseñó la cortada que tenia en la mano, se veia reciente, como de hace un par de horas—. Estaba cortando las verduras y me corté. ¿Que dice la experta en medicina?
—Que eso te pasa por estar pensando en otras cosas en vez de concentrarte en lo que estas haciendo. Estás atormentandote.
—Está bien. ¿Cómo le haces?
—Tus movimientos te delatan. ¿Qué enfermedad tienes?
—¿Enfermedad?
Todavía no podía sacarme la conversación de su esposa de la cabeza, la mención de algunas crisis.
Me ignoró y cuando aquel monstruo salió en pantalla grité. Coloqué mis manos en mi boca atrayendo todas las miradas y Daniel volvió a pasar su mano por mi espalda haciéndole señas a los demás de que siguieran en lo suyo.
—Dije que durmieras, nunca haces caso. Eres rebelde —picó mi frente con sus dedos.
—¡Ah! Pero yo quiero ver en que acaba.
—No veas algo que no te guste.
—Cállate.
—No-
—Cállate o te doy —no le dí tiempo a replicar.
—Pareces mi mamá.
—Si fuera tu mamá ya hubiera dejado unos puntos claros. Te casaste muy joven y tampoco te hubiera dejado, te fuiste de casa, te hubiera obligado a que te mantuvieras solo y pagaras tus estudios tú mismo para que te des cuenta cuánto uno se desvive para que tengas una buena educación en la vida. ¿Tú mamá no lo hizo, fue peor o mejor?
—Deja de analizarme y hablar como si lo supieras todo de mí vida.
Tapé mi cara otra vez para evitar pasar vergüenza y daba un pequeño brinco en mi lugar cuando sentía algún que otro ruido horroroso.
Me acosté cuando Jin ya estaba durmiendo. Jack y Adam nos separaban por medio. Sentí una mano acariciar mi cabello, pero no me preocupé por ver quien era, solo quise cerrar los ojos y dejarme llevar por el sueño. Pasaba de odiar ese día a sentir que fue bonito.
Lo hice y me deje llevar al mundo de los sueños. Raros acontecimientos de la mente donde podríamos vernos en otra situación. Los sueños son una válvula de escape del inocente.
—Descansa, corazón de melocotón.
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