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capítulo 13 › Vorágine

Vorágine: Remolino de gran fuerza que se forma en el mar u otra extensión de agua por la acción de viento o las corrientes. También se refiere a una mezcla de sentimientos intensos que se manifiestan de forma desordenada.
Daniel

—No se que decirte —Jack siguió concentrado en el tatuaje que estaba haciendo en el muslo de Jin. Observé como hacía todo y principalmente como la aguja y entraba y salía con una velocidad que no parecía ser posible. Jin estaba parloteando sobre querer invitar a alguien a una cita.

—Tal parece que nunca hayas estado en una relación —le deje saber.

Jin no era una persona de relaciones, podía contar con los dedos de una mano con cuantas mujeres se había oficializado. Las demás eran solo ligues de una noche. Siempre le gustaba saciarse e ir a fiestas, buscar ligues y satisfacerse, pero claro, admiraba su parte al estar en una relación, se entregaba completamente a ello.

No lo admiraba porque nunca antes me haya entregado, lo hice con Harie. Le dí todo de mí. Pero ese balance que él logra en su vida es lo que necesito en la mía y definitivamente no tengo.

Cuando era pequeño iba al psicólogo debido a los constantes ataques de ansiedad que me daban. Llegué a detestar a las personas, odiaba salir a la calle. Sentía que me juzgaban cuando se me quedaban mirando, se me dificultaba respirar cuando habían demasiadas personas cerca y deseaba volverme invisible. Después de hacerme pasar una humillación, mamá comenzó a llevarme a citas. En la primaria de burlaban de mí, Jin era el único que me defendía, pero no me gustaba que por mi culpa saliera herido. Éramos pequeños pero Jin siempre había sido bruto y por una palabra ya le estaba dando una paliza al otro.

Habíamos sido él y yo contra todos.

Jack y Adam eran otros casos apartes que llegaron en la secundaria.

—Pero no estoy seguro. Todas con las que tuve noviazgo eran fáciles de convencer.

—Esta vez la tienes difícil amigo —Jack aludió.

—¡Eso dolió! —chilló mientras Jack lo tatuaba.

—Ajá. Regalale algo que le guste. Averígualo y organízate.

—Suena bien.

—No sé si siempre fuiste tan pendejo y es recién que me doy cuenta o la vejez ya te está empezando a afectar.

—¿Qué opinas, Daniel?

Dejé de divagar y reír a causa de los dos. Tomé el boceto de dibujos de Jack y comencé a verlos, amo sus diseños. En realidad mis tatuajes muy pocos tienen un significado especial. Le digo a Jack lo que deseo y donde, entonces él me hace un boceto.

—Deberias seguir las ideas de Jack. Averigua sobre sus gustos.

—Le gusta montar bicicleta —recordó de repente—. Cuando la conocí la suya estaba ponchada. Puedo llevarla a un paseo. ¡Jack, me está doliendo, marica!

—¡Si estuvieras quieto y dejaras de hablar tanto de ligues y moverte, carajo!

—No digas eso, ella no es un simple ligue. No te enojes, ya no me muevo, imbécil de cuarta.

En mi mano derecha tengo tatuado un micrófono, me gusta la música y fue el primero que me hice. Los demás no tienen mucho significado.

Una carita en mi dedo, y un reloj más en el antebrazo. En la izquierda solo tengo la frase "Let It Be". El último que me había echo había sido en la espalda. Amaba los bocetos de Yoongi. Todos eran hechos por el, dibujar nunca fue mi fuerte.

—¿Y Harie? —fue Jack quién preguntó esta vez.

—En París.

—¿Cuando vuelve?

—La semana que viene.

—¿Y mi amiga Melissa? —Jin saltó, todavía me sorprendia la pelea de aquel día en la universidad, pero estaba seguro que era la manera de Jin de molestar a los demás. En realidad si había podido pasar lo que el estaba comentando, pero no era necesario hacer un escándalo tan alto cuando verdaderamente no había guardia y el director tampoco estaba en la universidad por haber salido a una reunión en el Ministerio de Educación.

—Bien —mentí. No sabia de ella.

Dos horas después aplicó la vaselina en el tatuaje de Jin. Habiamos venido juntos y por eso lo dejé en su casa.

Los días consecutivos a ellos me limité a ir a la universidad y luego encerrarme en la penumbra de mi habitación. Terminé todos los trabajos que tenía pendiente e incluso había revisado las evaluaciones que no había pasado porque no tenía tiempo. Odio la soledad, no es que la odie completamente, estaba mintiendo, odio no tener a la esposa que tenía antes. Odio llegar a casa y sentir que al entrar solo me sumerjo en un río de depresión y ansiedad, odio no sentir emoción ya por un sentimiento embriagador. Aún así la sigo buscando y cuando sabía que no lo hacía desistia.

Hubieron salidas de por medio con mis amigos y me negué, tampoco estaba de humor y por las noches antes de dormir leía un libro, hacia videollamada con Harie y luego dormía.

Dormir en todo sentido de la palabra no, estaba inquieto, ansioso, daba vueltas en la cama y cuando lograba dormir despertaba como si no lo hubiera echo. Tomaba café antes de irme de casa para levantar los ánimos y que la cafeína me mantuviera despierto para impartir las lecciones sin problemas.

—Tenemos que hablar —David se escuchaba desesperado en la llamada.

—¿Todo está bien?

—No, necesito que hablemos los tres. Pasado a las dos mamá y papá van a estar en casa de sus amigos. ¿Puedes venir?

—Estaré ahí. ¿Diana ya te dijo que sí?

—Sí, la llamé primero. Sabes que Diana es trágica.

Una preocupación más sumada a la lista.

—No te ves para nada bien —Adam me interceptó en el camino a la salida de la universidad.

—David me acaba de llamar. Quiere que hablemos los tres.

—Seguro no es nada serio. ¿Estás así por Harie?

Estoy así por todo lo que pasa en mi vida últimamente, porque estoy cansado de seguir hundido en tanta mierda y comportarme como un imbécil.

—No te preocupes. Estoy bien.

Le dí un manotazo en la espalda. Pasé por el banco para pagar la factura de este mes.

Revisé mi teléfono cuando llegué a casa, nada, ni una llamada, ni un mensaje. Me estaba hundiendo y no era solo por Harie. Tomé otra taza de café. Limpié las habitaciones para entretenerme en algo y por último repasé el documento que mi hermano me había pedido ayuda de la empresa.

Mi límite llegó a su punto al otro día en la tarde. Furioso empujé a Jin sin medir mi fuerza y terminé tumbandolo en el suelo. Frustrado salí corriendo y me encerré en el auto. Respiré profundamente y lloré mientras tenía otro ataque de ansiedad. Cada día siento que me hundo más en el lodo y aunque ellos intentasen querer sacarme de ahí no lo podían lograr.

—Seguirás quejándote porque sabes cual es la solución a eso, pero parece que te da miedo —recordé.

Es sorprendente como la sinceridad puede lograr que estemos mal, elegimos la mentira para hacernos sentir mejor, pero solo intentamos tapar el sol con un dedo. Me había enojado por una cosa absurda cuando fui yo quien le pidió un consejo y ella me dio su punto de vista.

Es verdad, estoy rompiendo lo mínimo de esperanza que queda, pero tampoco quiero dejarla y no está en mis planes hacerlo.

Tengo orgullo, por eso no la llamaba y seguía esperando que ella lo hiciera, que me escribiera, que me dijera que me extraña, pero no lo va a hacer porque yo fui quien me equivoqué. Ni siquiera le daba la cara a Marcos, me siento avergonzado y todavía no tengo muy creible que era su hermano. Debí darme cuenta, se parecen en bastantes rasgos, como el azul de sus ojos.

Actué como la mierda que soy con ella que me ha entregado todo de sí.

Hubo un silencio en la línea y no supe si la llamada se había cortado o solo no sabia que decir.

—¿Daniel?

—¿Mal día? —su voz sonaba como si estuviera enfadada.

Suspiró—. No sabes cuánto —silencio—. Pensé que no volverías a llamar.

—Lo siento —solté, apreté con fuerza el volante con mi mano libre—. Actué mal.

—¿Para qué llamas?

—Quiero verte.

—¿Nos vemos a dos cuadras de mi casa?

—Como digas.

Solo me tomó siete minutos llegar al lugar acordado. Ella estaba sentada en la acera y le abrí la puerta del Mercedes-Benz. Tomó asiento a mi lado y ninguno nos saludamos como hubiera ocurrido en otros tiempos. El ambiente estaba tenso y mientras pensaba en cómo acabar con la tensión y soltar todo lo que deseaba decirle la escuche hablar sobre mi aspecto.

—No estás bien. Tienes un aspecto que grita que no has dormido ni comido bien en días. Daniel no puedes jugar así con tu salud.

—Eso no es lo importante ahora.

—Claro que lo es. No puedes permitirte descuidar tu salud.

—Se me olvida que lidio con una futura cirujana.

—Hablo en serio.

—Yo también, y por eso te debo una disculpa. Fui demasiado orgulloso como para no buscarte hasta una semana después de haberte dejado así en tu casa. Actué mal, no sé que me pasó, odio que me mencionen el tema del divorcio porque siempre huyo de él. Me dí cuenta que no llamarías y que yo me equivoque y aquí estoy.

Ella desordena mis pensamientos, las cosas que parecía que tengo claras se vuelven confusas y tanto como me asustaba lo que Melissa ocasionaba en mí, me gusta, me hace sentir vivo, y solo sentir. Como si la vida tuviera sentido y habría por quien luchar.

Extrañé sus ojos azules, extrañé el océano que traen sus ojos, extrañé verla en mi auto y todavía extraño sus toques y sus besos.

Me asusta como en estos cuatro meses parece haberse convertido en alguien demasiado importante. Me niego a dejarla ir, no ahora que me hace sentir así, no ahora que quiero mantenerla a mi lado y demostrarle que puedo ser más que esto y que la necesito, que puede ser la única que vea mis heridas.

—Reprobé una asignatura en un examen sorpresa. Papá me dio una buena reprimienda. Es de esas personas que todo tiene que ser perfecto, una familia perfecta, unos hijos perfectos, un trabajo perfecto, una imagen perfecta. Me siento insuficiente. Es lo único que logra con sus conceptos de perfección. Quisiera pegarle con una sartén en la cara y despertarlo para que se de cuenta que la apariencia no es lo único que importa.

—Una nota no te define por quien eres, tu inteligencia no te define, puedes ser mala en ciertas cosas pero tienes talento para otras. No dejes que eso te deprima.

—No me deprime reprobar, me deprime las cosas suyas de ver el mundo. Mañana tengo la recomprobación de biología celular. Si no lo apruebo estoy segura de que papá querrá rebanarme la cabeza.

—No te desgastes, ¿te interrumpí cuando te llamé?

—No, solo estaba en mi habitación pensando.

—¿Quieres que te ayude a estudiar?

—¿Qué?

—Bueno, eso no es mi fuerte, pero recuerdo algunas cosas de cuando Jack estudiaba y entre todos lo ayudabamos para sus tesis.

—¿De verdad? ¿Estás seguro?

No quise que mirara a alguien más como lo estaba haciendo conmigo ahora. Me sentí tan posesivo que hasta yo mismo me asusté de mí.

—Si.

—Pero en mi casa no podemos estudiar. Papá está ahí con mi hermano. Me da un poco de vergüenza aún —casparreo. Le debo una disculpa a Marcos, pero hasta lo evito en clases y le dije a Adam que le diera su repaso de el sábado pasado él solo. Mentí diciendo que tenía que resolver problemas familiares con David.

—Podemos ir a mi casa.

—¿Estás loco? ¿Quieres arreglar o empeorar las cosas?

—No. Harie está para París. Toda esta semana.

Reí cuando al salir corriendo del Mercedes-Benz tropezó y casi cae. Le dio una patada a la piedra y se disculpó cuando le cayó en el tobillo a una joven que estaba pasando. No tuve que esperar mucho hasta que la ví salir con su mochila de su casa.

Aparqué el coche en el garaje. Bajamos y le indiqué la puerta que te permitia entrar al interior de la casa por el garaje. Revisé que todo estuviera en su lugar y fue cuando me uní a ella.

—Ehm, no está todo muy organizado, lo siento.

Olvidé guardar todos los papeles de la universidad con los que estaba trabajando y los tenia encima de la mesa. Los papeles llenos de las estadísticas que me envió mi hermano también estaban apilados en un monto diferente. Guardé todo.

—¿Quieres tomar algo?

—Agua.

Tomé las pastillas cuando subí a la habitación. Todo el estrés del día me estaba pasando factura y por un momento sentí que me había perdido en el espacio. Todo se me tornó oscuro y no supe donde estaba. Comencé a asustarme hasta que de pronto la habitación volvió a ser mi campo de visión.

—¿Qué es eso?

—Un cuadro.

—Feo.

—Y horrible.

—Representa demasiado vacío. El dragón está luchando solo, perdido en un bosque sin salida. Todo a su alrededor se quema debido a las llamas que ha lanzado, no puede apagarlas y ahora solo morirá entre el propio desastre que él ha causado.

—¿De qué hablas?

—Estoy interpretando el cuadro a mi forma de ver.

—Entonces... El dragón podría volar.

—No quiere. Perdió sus amigos, está solo, se siente hundido. ¿Por qué querría volar? Tiene un ala rota —acercó su mano pasandola por el cuadro que Harie compró—, pero no le impide emprender el vuelo y huir de las llamas, pero prefiere quedarse y quemarse en lo que ha creado. En su desastre.

Terminó estudiando sola, no entendí nada y cuando pensé en llamar a Jack ella me explicaba el contenido, seguía sin entender pero ya era importante que ella fuera quien lo comprendiera.

Me dediqué a observarla cuando estudiaba. Fruncia sus labios tanto como hacia pucheros involuntarios cuando se concentraba.

Preparé ramen para los dos. Melissa se burló de que me hubiese tomado tanto tiempo preparar algo que según ella era simple. Yo no, Harie cocinaba antes y no me interesaba mucho esto.

Charlamos y jugamos en la sala de juegos. El pensamiento fugaz de desear no estar casado me invadió, así de alguna manera pudiera aceptar que esto está llendo más allá de una simple atracción sexual. Mis pensamientos siguen enredados en mi cabeza a medida que pasa el tiempo.

Me sentí invadido por la felicidad. Melissa es de las pocas cosas que me siento completamente feliz de tener en mi vida. Quiero que se quede conmigo, pero yo soy quien no va a poder quedarse.

La felicidad: esas palabras no tienen el mismo significado para todo el mundo.

—¡Daniel, dame mi zapato! —pero mientras la tenga a ella puedo definir que era mi felicidad.

El placer y el amor eran dos cosas totalmente diferentes. Pero si podía buscarse placer en el amor. ¿Qué haces conmigo? Siento tanto miedo que quiero alejarme. ¿Podría alejarme de mi felicidad?

Claro que la felicidad no dura siempre. Lo supe cuando al otro día Diana y David estaban en mi casa para tener la conversación seria de la que tanto alegaba David.

—¿Puedes acabar de hablar de una puta vez? David me tienes ansiosa desde cuando me llamaste —Diana no paraba de pasearse por la casa de un lado a otro.

Apretó sus labios en una línea.

—¿Es malo?

Asintió.

Mis problemas no paran, salgo de uno para entrar en cincuenta más. Pensar que las cosas pueden ir bien solo me hace sentir que voy para atrás.

—David... —mi hermana comenzaba a perder la paciencia. Lo noté en su manera de morder sus uñas.

—¡No lo presiones! —grité. Me hartaba, me ponía más nervioso a mi de lo que estaba.

—¡Me dará la ansiedad!

—Deja que organice las ideas. Coño, Diana, compréndelo.

Rodó los ojos. Tomó el agua de la nevera y le dí el tiempo a mi hermano.

—No sé como decirlo.

—El impacto será el mismo así que solo suelta la sopa —dije.

—Estuve llendo con mamá y papá a sus revisiones con el médico. Mamá está enferma.

—¿Enferma? ¿Grave? —Diana volvió a levantarse y a caminar desesperada por la casa. Intenté que no distraerme, todavía tenia esperanza de no ser nada grave.

—Tiene leucemia.

—¿Que coño es eso? —Diana preguntó.

—¿En serio, Diana?

No pude sostener a mi hermano. Mis brazos me fallaron y los dejé caer a cada lado de mi cuerpo.

—Un cáncer en la sangre.

—No es nada. No tengo muchas ganas de hablar y estoy algo estresado.

—¿Problemas?

—Cuando llegue su momento te diré.

—Mamá no quería que les contara, pero el cáncer parece avanzar —buscó una foto en su teléfono que nos enseñó—. El médico habló conmigo, todavía hay un tratamiento que podemos hacer.

—¿El qué? —yo no hablaba, Diana era quien hacía las preguntas. Luché por no derrumbarme delante de mis hermanos. David seguía firme exponiendonos sus ideas.

—Hay que hacer un trasplante de médula ósea. Estuve buscando información en Internet y he leído todo sobre los riegos que existen así como la efectividad, el médico igual me había explicado todo. Aún así quería que los tres nos hiciéramos una prueba para saber quien es compatible.

—He oído que son bajas esas posibilidades —argumenté.

—¿Y que hacemos, Daniel? ¿Dejar que mamá se muera y no mover un dedo? No se tú, pero estoy dispuesto a mover cielo y tierra solo para curarla, no me importa por encima de quien tenga que pasar ni cuanto tenga que pagar. Así quede mi cuenta en cero.

—Tienes mi apoyo. ¿Daniel?

—Ni siquiera tienen que preguntarlo.

—Tengo una cita con el doctor para este fin de semana, accedió a verme temprano en la mañana para explicarme todo. Quiero que vayan conmigo.

—¿Papá sabe? —preguntó Diana.

—Claro. Pero no quieren que ustedes sepan. Eventualmente les diré que saben. No les quiero ocultar nada.

Cuando las cosas parecen mejorar todo cae como una bomba arrasando con todo. No fui a la universidad ese día. Melissa me llamó para decirme que había aprobado el examen, que estaba segura porque lo hizo todo y estaba tal cual se lo había estudiado. Adam y Jin me llamaron para saber porque no fui y terminé disculpándome con Jin por mi mal comportamiento de ayer.

Seguí hablando con Melissa y no pude evitar sentirme mal, tuve ganas de llorar pero todavía no quería mostrarle esa debilidad a nadie. No se lo conté a los chicos cuando nos reunimos esa tarde, me lo guardé todo y solo en la noche, después de rechazar la videollamada de Harie me permití llorar llegando a puntos extremos que jamás pensé que podría llegar a cruzar.

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