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capítulo 12 › Eccedentesiasta

Eccedentesiasta: Persona que oculta su dolor a través de una sonrisa.
Jack

—¡Pero es temprano, tío Jackie!

Desperté a Lucas, mi hermano me había dejado mi sobrino a mi cuidado, hoy no podía quedarme a tiempo completo con él, tengo problemas y apenas ayer fue que pude ayudar a mi hermano.

—Si no te levantas en cinco minutos te dejaré durmiendo, faltaras a la escuela y mi hermano y la profesora te van a regañar.

—Pero tío-

—Pero nada —saqué su mochila del closet, le puse el uniforme en la cama—. Si no te despiertas me iré solo y a mi nadie me va a reclamar por la pereza de un enano de nueve años.

Se dió la vuelta, sé que se iba a levantar, porque le programé una alarma para dentro de cinco minutos y sabe que si no se levanta lo dejaré durmiendo como pasó la semana antes pasada y la pasada. No estaba para caerle detrás a mi pequeño sobrino. Estoy empezando a sopesar que no estoy hecho para cuidar niños, pero siempre tengo que hacer un sacrificio y aunque no lo demostrara mucho amo a ese pequeño.

Le preparé la leche con cereal.

—¡Lucas, tienes el desayuno en la mesa! —grité sin esperar respuesta.

Me dí una ducha de cinco minutos solo para refrescar y terminar de despertarme. Lucas terminó todo rápido, echó sus libros, libretas y lapiceros en la mochila con gran velocidad como si fuera a llegar tarde. Le dí la lonchera, le puse la mano en la espalda y lo guíe afuera de la casa. Tomé las llaves de la casa y de la moto. Tenía mi auto pero me daba flojera tener que sacarlo del garaje.

—¿Por qué en la moto? Me gusta el auto.

—Porque aquí se hace lo que yo quiera. Si no quieres ir en la moto vas a pie —le puse el casco sin esperar el reproche. Lucas sabe lo imbécil que soy en ocasiones y aun así sigue queriendo venir a quedarse conmigo, que lo ayude en las tareas, entrar a escondidas a mi habitación cuando no puede dormir, en obligarme a que le de el baño cuando esta en edad para bañarse solo perfectamente.

El motor rugió, Lucas subió con una mueca.

—Le diré a papá.

—Tu papá sabe lo hijo de puta que soy, no pienses que vas a resolver algo así.

—Igual, yo se que me quieres, solo eres así.

No le llevé la contraria. Lo dejé en la entrada de la escuela.

—¡Nos vemos, tío Jackie! Te quiero —me lanzó un beso en el aire y aunque quise mantener una imagen seria terminé sonriendo. No me fui hasta que no lo vi entrar y juntarse con sus compañeros de curso. Para su edad Lucas es bastante sociable, yo a su edad solo tenia a mi sombra.

Compré un ramo de flores. Los días como hoy no trabajo, no estoy en casa, no hablo con los chicos, me gusta estar solo sin preocupar a los demás o contarles el peso de las cosas.

Amo la velocidad, con mi sobrino no podía ir tan rápido si no quería ganarme una rabieta y lágrimas, pero siempre les decía a Adam, Dan y Jin que si un día moría por esto supieran que no me duele tanto porque estaba haciendo algo que me gusta.

El tiempo está hermoso, cálido, en comparación a como estaba mi corazón. Quiero huir de todo, escapar. La mentira más común es "estoy bien", y después de aquel día también se había convertido en mi mentira. "Estoy bien", "ni siquiera pienso en ello", "todo está en el pasado", "ya pasó". Vivo a base de mentiras, pero no deseo que ellos se preocupen por mí más de lo que ya lo hacen. Tienen bastante con tener que lidiar con sus catastróficas vidas para tener que soportar la carga de mis problemas.

Sé que somos un equipo, pero a veces hay que tomar decisiones solo por el bien del otro.

Si les contaba ellos me iban a escuchar porque entre los cuatro somos una pequeña familia.

El aire apenas frío debido a la temporada de invierno se estaba colando por entre la chaqueta que me había dejado, pero eso no fue suficiente para hacerme frenar la velocidad. Pasé por delante de tres autos y aumenté, aunque tuve que descender al llegar al semáforo.

En treinta minutos llegué al lugar. Aparqué, me quité el casco, retiré las llaves y le puse el seguro. Tomé las flores que había comprado y con el corazón en mano entré.

El cementerio es un lugar que ya conozco de memoria. Sentí mi corazón ser pisoteado con cada paso que daba adentrandome en el lugar, mis ojos quieren vaciarse de las lágrimas contenidas por todo este año y aquí es donde único me permito soltarlas. Un dolor se instala en mi pecho, recuerdo la primera y la última que la ví. Me paré frente a la tumba, mirando la lápida.

Diana Perales Trujillo
16 de marzo de 1990 al 8 de noviembre de 2016

Dejé las flores cerca de la lápida.

—Ya volví —me dejé caer en el suelo, a su lado.

El cielo estaba tan azul, tan hermoso. Diana siempre amaba el cielo así, siempre tirando fotografías. Ella no merecía eso.

—Ya hacen seis años desde que me dejaste —tragué el nudo de mi garganta y limpié la lagrima que descendió por mi mejilla—. Me siento tan solo sin tí.

Ella había sido mi primer y único amor.

—Ni siquiera estoy seguro de que me oigas, seguro estoy hablando solo, pero me hace sentir bien —alegué—. Todavía recuerdo el color café de tus ojos. Tu imagen cada vez parece ser más borrosa en mi mente y solo veo tus fotos con el miedo de llegar a olvidarte completamente —abracé mis rodillas, sintiéndome diminuto en aquellos momentos—. No quiero hacer eso. ¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? Fuiste una idiota —reí con un poco de amargura, y sin contenerme dejé salir algunas lágrimas.

Terminé el trabajo de biología celular. Me había instalado en la cafetería de la universidad para poder terminarlo. Era para hoy en la tarde pero a don pendejo, (o sea, yo) le gusta dejar todo para último. Dí un sorbo al café que había pedido dándole una última revisión para estar completamente seguro de que no me faltara ningún dato importante.

La silla delante de mí rechinó cuando fue retirada de su lugar y Adam se sentó delante de mí, estaba riendo y se ve radiante, como si le hubieran dado la mejor noticia de toda su puta existencia.

—¿Qué pasó? —pregunté, curioso.

—¡Deberías haber visto a Daniel pidiendole a Harie matrimonio! Fue tan lindo, insisto en que son la mejor pareja del puto mundo.

—¿De verdad?

—Si, hace unos minutos en el patio. No quisiste ayudarlo. ¿Por qué?

—Siempre te he dicho que no me cae de lo más bien Harie y nunca se lo he ocultado a nadie y mucho menos a Daniel. Es que ella tiene algo que... No sé, olvidalo. Después felicito a Daniel, ahora tengo un trabajo final que necesito aprobar sí o sí.

Adam dijo que no lo había ayudado. Mentira. Cuando Daniel no sabia como hacerlo fui quien le dio la idea y le ayude a decorar parte de la estructura. Solo no quería ver como le proponía matrimonio. Podia no estar de acuerdo con su decisión pero seguia siendo mi mejor amigo y lo iba a apoyar.

—¿Me estás hablando en serio, Jack?

—No se que coño quieres que te diga —alcé un poco la voz—. Sabes que soy un hijo de puta y lo sé, Daniel tiene todo mi apoyo, puede hacer con su vida lo que le plazca, pero no pienses que no voy a disimular cuanto ella me desagrada, no lo he echo antes, mucho menos ahora solo porque será la esposa de mi mejor amigo. Daniel fue quien dejó que le pongan la soga, así que no trates de ablandarme que eso no va a pasar.

—No seas tan malo, Jack.

—Las personas cambian, Adam. ¿Sabes por qué rompen la mayoría de los matrimonios?

—No. ¿Por qué?

—Yo tampoco lo sé, así que averigualo y me dices después.

Rió estruendosamente atrayendo la mirada de los comensales cerca de nosotros, pero me valia mierda.

—Mierda, olvide ponerle anexos al trabajo.

—Nos vemos luego, Jack. Me voy con Dan y Jin, ¿te nos unes cuando termines con los anexos, cierto?

—Si claro. Ahora voy allá.

Tecleé rápido buscando algunas fotos en Internet que me ayudarán en la exposición del trabajo. Al tenerlo completo guardé el documento, lo mandé a la profesora y pude relajarme en mi asiento.

Bien, una cosa por la que tenia que preocuparme de las cien que tenia pendiente.

Deje el dinero en la mesa por el café. Salí de la cafetería con la laptop en mi mano. Iba a la entrada de la universidad, Jin, Adam y Dan debían estar ahí para...

—¡Tú, el chico del sueter amarillo!

Si, ese soy yo. Una chica pelirroja me está mirando desde la entrada de la cafetería.

—¿Qué?

—Olvidaste el vuelto y —se acercó, tomó mi mano, puso el vuelto y seguido sacó del bolsillo de su abrigo un teléfono que dejó en mi mano. ¡Mierda, dejaba mi teléfono en la cafetería!

—Gracias.

—¿Gracias? ¿Como vas a ir por ahí dejando el teléfono donde quiera? Ten aunque sea un poco de sentido de la responsabilidad. Tienes llamadas perdidas de alguien agendado como "Harold". ¿Qué piensas hacer si no tienes tu teléfono y es importante? Los jodidos adolescentes hoy en día.

—Frena tu tren. Fue un error y a cualquiera le pasa, prospecto de humana.

—Igual, de nada. No te creas tan importante y no andes en el limbo en la calle. Aprende a no dejar las cosas tiradas por ahí.

Se fue, dejándome con la palabra en la boca. Se me ha amargado el día. Mi hermano me había llamado solo para poder quedarme con su hijo de tres años.

Mi ultimo tatuaje fue los ojos de Diana, lo hice basadome en una de las fotos que conservaba en mi teléfono. Había imprimido algunas y otras las había enmarcado.

El dolor de perder a un ser querido nunca se va, solo aprendes a vivir sin esa persona y te acostumbras a sentir ese dolor. Te resignas a ello. Llevo ocho años sintiéndome así y no hay un momento que no la extrañe. Justo como pasa con mis padres.

El pecho me arde, me siento débil y solo quiero lanzarme a llorar, patalear y pedir algo que sé que es imposible porque ya nadie puede devolverme a Diana. Me sentí como mi sobrino cuando quiere un dulce que mi hermano no quiere comprarle.

—A pesar del tiempo todavía te amo.

—Jack, debo dejarte algo claro. Se que nos conocemos hace poco y por esa misma razón quiero hacerte una propuesta.

—¿Una propuesta? —inquirí, dudoso sobre el que podría ser.

—Si. Seré directa y no estaré con rodeos.

—Esta bien.

—Me gustas, me llamas muchísimo la atención y quiero que comencemos a salir. Claro, si tu quisieras también, podemos ir conociéndonos y saber si lo nuestro puede llegar a algo más que amigos o nos quedaremos así, pero me gustaría que lo intentasemos.

—¿Tú-tú me estas pidiendo... Yo, no sé qué decir? —estaba quedando como un estúpido delante de ella—. ¿Quieres salir conmigo?

—Sí.

—¿Por qué?

—Porque me gustas. Duh.

—Ya, una pregunta idiota.

Limpie un poco la suciedad cerca de ella y me quedé un rato más, desmoronandome por dentro y por fuera. Estoy roto y no tengo cura. Me fui alrededor de las cuatro de la tarde. Aún cuando había abandonado el lugar seguía sintiendo ese nudo en mi garganta. No pude poner la moto a andar, me quedé allí, con el casco en mis manos y mi cara inundandose de lágrimas.

—Jack, prometeme que si algo pasa no te vas a estancar ahí. Seguirás adelante conmigo o sin mí.

—Diana... —iba a reprochar pero la voz me salio rota.

—Tienes que hacerlo por los dos, Jack. Debes prometerlo, yo siempre estaré para tí y me sentiré orgullosa.

—Te lo prometo —era una mentira, no sabia como iba a hacerlo sin ella.

Su cabello estaba seco y áspero. Sus labios pálidos casi sin color, su cuerpo demacrado y apenas podía mantener los ojos abiertos. Tomé su mano sabiendo que aunque quisiera decirle que todo estaba bien era una mentira y que si lo diría Diana iba a querer matarme por mentiroso e imbécil según ella.

Recordé cuando vimos el amanecer ese día, recordé su cuerpo inerte en mis manos, recordé como lloré y grité, queriendo que me devolvieran a Diana, como quise acabar con el maldito lugar y dije miles de cosas ofensivas a los doctores. Recordé como se le hacia difícil el respirar, como intentaba siempre sonreír cuando quería descansar, como fingía estar bien y alegre para que no nos doliera su partida, Diana es un ángel que fue demasiado para este mundo de porquería.

Ese día una parte de mí murió con ella.

La impotencia que me recorrió fue momentanea. Inserté las llaves y me puse a andar. Me importaba una mierda que me pusieran una multa por exceso de velocidad, solo grité con la garganta destrozada mientras iba por la carretera solitaria.

Nada había podido haber sido igual desde aquel día.

Sus "te amo" seguían en mi cabeza, todavía sentía su voz en mi mente y cuando sentía que la olvidaba escuchaba sus audios y los videos que hicimos juntos. Tenia tanto miedo de olvidarla completamente que lo hacía casi todos los días.

La vida era algo caprichosa, nos tuvo tanta envidia por ser tan felices que tuvo que arrebatarla de mi vida. Me detuve en un puente. ¿No era más fácil que me hubiera ido yo? El aire me daba despeinandome y provocando que él chaleco se subiera.

Miré hacia abajo y una emoción desconocida me embriagó.

—Te amo tanto, Jack. Haces que dejarte duela cada vez más y me culpo de ello.

Perdí lo más importante que tuve en años.

Cerré los ojos. Mi teléfono sonó en el bolsillo de mi pantalón. Jin.

¿Estoy loco? ¿Como voy a estar pensando en lanzarme de un puente? Los tengo a ellos, eran mi única familia en toda esta porquería. Habia echo una promesa a Diana y no podía romperla, no en este punto donde ni siquiera comprendo como he podido con el dolor emocional de haberla perdido.

—¡Lo siento! —grité al viento, como si ella pudiera oírme.

Una ráfaga de aire me envolvió erizandome los vellos debido a la frialdad, y como un susurró sentí—: Debes volver, ellos te esperan.

No iba a evitar dejar de llorar cada vez que viniera, un día estaría lo suficientemente bien para no hacerlo, hoy no quería ser fuerte. Éramos dos amantes cuyos la vida separó. Como dos vidas separadas.

—¡Tío Jackie, llevo treinta minutos esperando por tí! Todos mis amigos se fueron y tuve que quedarme en el despacho con la aburrida profesora.

—No te quejes y sube.

—¿Me llevas a comer churros?

—No. En la casa comes algo.

—Pero es que tú nunca tienes comida deliciosa. Solo comes pura burrada.

—¿Estás diciendo que soy aburrido, Lucas?

—Si.

—Sube. Iremos a un McDonald's.

—¡Ves, tío Jackie! Puedes ser un amor cuando quieres. ¡Te quiero, tío Jackie! —hizo un corazón con sus manos y me lanzó un beso como Jin le había enseñado cuando era pequeño para "que me molestara".

—Pequeño idiota —reí—. Aguantate fuerte. ¿Ya?

—Si, vamos, luchemos contra el mal. Tío Jackie y pequeño Lucas van a salvar el mundo.

—Cállate.

—Aburrido. Ahora me debes una vuelta por el parque. Mis amigos irán mañana en la tarde con sus papás. ¿Puedes ir conmigo, tío Jackie? Mi papá no va a poder ir conmigo. Trabaja mucho.

—Iré contigo.

—¡Ahora te quiero más!

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