Único
Ahhhh, toy chillando 😭🥺❤️ nuestro pequeño chihuahua marcó su primer gol.
El silbato final sonó, y el estadio entero estalló en un estruendo de aplausos y gritos, el nombre de Gavi resonaba como un eco interminable en el aire.
¡Gavi!
¡Gavi!
¡Gavi!
Las gradas estaban de pie, ovacionándolo, reconociendo el esfuerzo, la dedicación y la pasión que había puesto en el partido.
Pero para él, todo ese ruido se desvaneció en el momento en que vio a Hansi, el esposo de su papá Bojan, su padrastro, en la línea de banda.
Había marcado su primer gol tras meses de lucha, una lesión que parecía haberlo dejado fuera para siempre, una batalla diaria contra sus propios temores, y ahora estaba ahí, siendo celebrado como un héroe.
Hansi lo vio venir, sus pasitos eran rápidos, casi desesperados, Gavi corría hacia él con los ojos vidriosos, un niño pequeño en busca del abrazo de su padre, Hansi abrió los brazos justo a tiempo para recibirlo, y Gavi se aferró a él con fuerza.
No había palabras en ese primer momento, solo el calor del abrazo, la confirmación de que, finalmente, todo estaba bien.
—Lo hiciste, pequeño, lo hiciste.—Susurró Hansi, su voz era temblorosa mientras le acariciaba la cabeza.
Gavi no respondió de inmediato, solo se aferró más fuerte, como si temiera que dejarlo ir pudiera romper ese momento perfecto, su rostro estaba escondido en el hombro de Hansi, pero sus hombros temblaban ligeramente, dejando escapar un sollozo contenido.
—Estoy tan orgulloso de ti.—Continuó Hansi, sin poder evitar que sus propias emociones se desbordaran.
Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras lo mantenía cerca.
—No solo por el gol, Pablo, sino por todo lo que has superado, por no rendirte, por levantarte cada vez que caías.
Desde la tribuna, Bojan había estado observando todo, apenas el balón había cruzado la línea de gol, ya no pudo contenerse.
Se levantó de su asiento, sus manos temblando mientras aplaudía con fuerza, los demás alrededor hicieron lo mismo, creando una ola de aplausos y vítores.
Pero Bojan no podía quedarse ahí, no cuando su bebé estaba siendo ovacionado por miles.
—¡Ese es mi hijo! —Exclamó mientras bajaba a toda prisa las escaleras, casi tropezando en su apuro por llegar al campo.
Cuando finalmente logró atravesar las barreras y llegó a la línea, Gavi ya estaba separándose de Hansi, aunque seguía cerca de él, Bojan no dijo nada; simplemente lo abrazó con una alegría que le robó el aliento.
—Estoy tan orgulloso de ti, mi bebé.—Le susurró al oído, mientras las lágrimas corrían por su rostro.
—Papá… —Murmuró Gavi, con su voz temblorosa y rota.
Hansi observó la escena con una sonrisa cálida, dándoles espacio, él entendía lo mucho que significaba ese momento para ambos.
Pero cuando Bojan finalmente se apartó, su mirada se cruzó con la de Hansi, y le dedicó una pequeña sonrisa cómplice, como diciendo.
"Es todo tuyo ahora."
Gavi volvió a mirar a Hansi, con los ojos todavía húmedos pero brillantes, dio un paso hacia él, como buscando algo más que solo palabras.
—¿Viste cómo fue, Hansi? —Preguntó con un destello de orgullo infantil, era el mismo como cuando era pequeño y marca goles a sus cuatro años.
—Lo hice como me dijiste, apunté al palo largo.
Hansi rió suavemente, tomando su rostro entre las manos.
—Lo hiciste perfecto, Pablo, mejor de lo que podría haber soñado, cada segundo de entrenamiento, cada lágrima, cada duda… Valieron la pena, eres más fuerte de lo que crees, y hoy le mostraste al mundo quién eres.
Pablo se mordió el labio, intentando contener otro sollozo, pero fracasó, se lanzó de nuevo al abrazo de Hansi, y esta vez fue el hombre mayor quien sintió que sus propias lágrimas caían.
La ovación en el estadio no se detenía, los demás chicos también se unieron al coro, aplaudiendo y señalándolo con orgullo.
Pero para él, todo eso quedó en segundo plano, en ese momento, solo existían Hansi y su papá Bojan.
Su familia.
Cuando finalmente llegó el momento de regresar al vestuario, Hansi pasó un brazo alrededor de los hombros de Gavi, manteniéndolo cerca mientras caminaban juntos hacia el túnel.
Bojan los siguió de cerca, todavía emocionado, limpiándose las lágrimas con la manga de su chaqueta.
Justo antes de entrar, Gavi se detuvo, Hansi lo miró con curiosidad, inclinando ligeramente la cabeza.
—¿Qué pasa, pequeño?—Preguntó suavemente.
Pablo lo miró fijamente, su rostro era serio pero estaba tan lleno de emociones que apenas podía contenerlas, dio un paso hacia él y lo abrazó una vez más, con más fuerza que antes.
—Gracias… Papá.
Hansi sintió cómo su corazón se detuvo por un segundo.
Había esperado años para escuchar esa palabra salir de los labios de Pablo, siempre había querido que lo viera como más que su padrastro, pero nunca lo había forzado, y ahora, ahí estaba, dicho con sinceridad y amor.
Las lágrimas comenzaron a caer libremente por el rostro de Hansi, no intentó ocultarlas, no esta vez.
Simplemente abrazó a su hijo y dejó que las emociones fluyeran.
—Te quiero, Gavi.—Susurró con voz rota.
—Y yo a ti… Papá.
En ese instante, nada más importaba, el ruido del estadio, las luces, las cámaras… Todo desapareció.
Solo eran ellos tres, una familia imperfectamente perfecta, unida y amorosa celebrando el primer gol y la victoria del bebé de sus ojos.
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