1. Nada que los dulces no solucionen
miren, esto sucedió el 10 de julio, i'm shocked
y esto el 16 de julio halwkwdj
disfruten el primer capítulo y no olviden darle amor!
JiMin odiaba los lunes.
Todos odiaban los lunes.
Era, por lejos, el peor día de la semana.
Y había muchas razones.
JiMin solía dormir tarde los sábados, ya fuera porque se desvelaba estudiando, viendo animes o dramas que le recomendaban sus mejores amigos, hablando con ellos, por estar en una fiesta o porque simplemente no conseguía conciliar el sueño.
Entonces cuando iba a dormir ya no era sábado sino que ya era la madrugada del domingo.
Por ende, si se dormía a las tres de la mañana de un domingo, ese mismo día se levantaría súper tarde de la cama. Y si el domingo se paraba tarde, luego por la noche no tenía sueño, y esto daría como resultado que el lunes se comportaría como un muerto viviente por no haber dormido lo suficiente.
Era una maldita cadena.
El resto de los mortales también detestaban los lunes. Era el día siguiente de tu descanso; cambiabas de tu rutina de vaguear durante el domingo entero a la rutina de labores o estudios del lunes.
JiMin se apiadaba de la gente que trabajaba los fines de semana.
Nunca había tenido la necesidad de buscar un trabajo porque sus padres cubrían sus gastos, consintiéndolo a pesar de tener veintitrés años.
El omega, de todas maneras, estaba sentenciado a recibirse de su carrera de economía para después formar parte del pequeño estudio de contadores que su padre administraba.
Su papá había esperado un alfa. Lo sabía porque su misma madre se lo había confesado en varias ocasiones. Deseaba un alfa y nietos.
Lo que obtuvo fue un omega, JiMin, y un beta, JiHyun, el más peque de la familia.
Pero a pesar de no haber sido del rango que su progenitor esperaba, el hombre les trataba y miraba con tanto cariño y protección, con tanto orgullo, que le daba jodidamente igual si no eran tontos alfas.
Porque sus dos hijos habían superado sus expectativas y lo habían llenado de puro orgullo.
Nunca se había sentido rebajado por parte de su familia por ser un omega que dirigiría el estudio de contadores. Estaba seguro de que en algún momento de su vida alguien le diría «No eres alfa, vete a casa a criar hijos», y JiMin respondería con un sincero y simple «Jódete».
Regresando a los lunes, si la gente estaba con un humor terrible, al omega se le contagiaba y le era inevitable sentirse decaído, quizá un poco gruñón.
JungKook se burlaba de ello y le decía que pronto debería comprarle una silla de ruedas y una tintura para las canas.
Ese alfa idiota.
Esa mañana de lunes, JiMin logró despabilarse luego de la tercera alarma. No había descansado ocho horas, estaba claro para su agotado organismo. Entre tropezones se quitó su pijama y se colocó la ropa que utilizaría en la facultad. Se vistió con una simple camiseta blanca y pantalones a cuadros de color mostaza junto con unas Chuck Taylor.
Salió de su habitación con su bolso y su teléfono móvil, revisando los mensajes que JungKook le había enviado hacía unos minutos atrás diciéndole que lo recogería en su coche. Le contestó con el emoticono del pulgar hacia arriba y guardó el celular en su bolsillo, adentrándose en la cocina.
Cuando pisó la cocina dando un fuerte bostezo, se murió de la vergüenza y deseó fuertemente que la tierra le tragara y le escupiera en Alaska.
"B-buen día." Murmuró con pena, recibiendo un casto asentimiento de cabeza y quedándose con las ganas de oír la voz de su compañero de piso.
Sip, compañero de piso.
¿Cómo JiMin, que solía vivir en un departamento solo que sus padres alquilaban para él, había acabado mudándose con otra persona?
Pues bueno, muy fácil.
El omega sentía que no merecía que su familia invirtiera tanto dinero en un departamento lujoso como lo era su anterior vivienda, por lo que buscó edificios cerca de la universidad con una renta más accesible y ayer terminó de realizar su mudanza. No había demorado más de un mes en encontrar un compañero de piso.
JiMin habría preferido convivir con otro omega para que las etapas de celo no se convirtieran en algo incómodo, pero la mayoría con los que había solicitado no tenían espacio.
Así fue cómo terminó mudándose con Min YoonGi, quien era, posiblemente, uno de los alfas más hermosos que JiMin había visto en sus cortos años.
Ese muchacho tenía una piel muy blanca, pálida, casi del color de la porcelana, parecía que nunca tomaba sol, unos ojos en forma gatuna de color negro al igual que su pelo, esa divina mata de cabellos azabaches peinada que le daba un aspecto divino. Su mirada era tan fría como un glaciar y sus labios rosáceos y finos, atractivos.
Por las pocas horas que habían convivido, le había visto vestir ropas de color negro o gris oscuro.
Y le quedaban estupendas, espléndidas, se veía precioso con ellas porque el negro provocaba que la palidez de su piel destacara.
Era una perfecta combinación de colores, como el yin y el yang.
Min YoonGi poseía la apariencia de un majestuoso ángel. Estaba dotado de sublime belleza, tanto así que Park JiMin creyó que ese alfa era solamente un perfecto sueño.
Ayer, cuando creyó que podría relacionarse con su compañero de piso, compartir la cena y charlar un rato para conocerse un poco más, se decepcionó bastante.
Min YoonGi únicamente se había dirigido a él cuando había llegado y fue para decirle un soso: «Bienvenido. No te olvides la contraseña porque no te la repetiré».
Y cuando le contó eso a TaeHyung, se había reído tanto que JiMin reconsideró la idea de vivir con un sujeto así de frío.
¡Es que Park era muy enérgico y alegre y el tipo era callado y serio!
JiMin le observó en silencio por unos cortos segundos.
Su cabello oscuro bien peinado, las gafas sobre el puente de su nariz que le otorgaban una apariencia más madura y los delgados labios sellados.
Estaba allí sentado en un taburete de la barra de la cocina con una taza de café(lo sabía porque la cafetera estaba encendida) y revisando algo en su teléfono sin prestarle atención al omega que le miraba a unos dos metros.
YoonGi traía pantalones negros que le llegaban por arriba de los tobillos, una camisa negra de seda bien abotonada que caía por fuera del pantalón y unos lustrados zapatos de charol. Sobre la barra de mármol, a un lado de la taza, se hallaba un maletín Gucci de color grisáceo.
"Uhm, hyung, ¿ya te vas?" Preguntó y recibió otro asentimiento de cabeza.
Acto seguido el alfa se puso de pie, metió el móvil dentro de ese caro maletín, se paró, llevó la taza al fregadero y salió de la cocina. JiMin le vio recorrer la sala hasta llegar a la entrada.
"Ten una buena..." La puerta se cerró y YoonGi desapareció tras ella. "... mañana." Finalizó en un susurro, su leve sonrisa desapareciendo de su rostro.
Bajó la mirada y dio un suspiro, ya tendría otra oportunidad de desearle un buen día.
Preparó un rápido desayuno y lo tomó con prisa. Bueno, si se podía llamar desayuno a un poco de té verde.
JiMin veía venir el regaño de JungKook cuando le recogiera para llevarle a la universidad.
El menor se preocupaba al igual que TaeHyung, pero con sus comidas el alfa era el más atento.
JungKook le alimentaba si no comía lo suficiente y se enfadaba si no cuidaba su alimentación. Realmente lo hacía.
El año pasado JiMin se salteó las comidas por un corto periodo de tiempo porque estuvo atareado y el alfa le ignoró por tres días.
TRES-PUTOS-DÍAS.
JiMin lloró por ello.
Y luego JungKook se sintió como el peor cabrón del mundo.
En fin, anécdotas.
Park no esperó por mucho tiempo a Jeon. Es más, justo dos minutos después de haberse cepillado los dientes, recibió un mensaje y esa fue la señal para salir del departamento y bajar por el ascensor del edificio, teniendo pereza de ocupar las escaleras.
"Buenos días, JiMin-ssi. ¿Cómo estuvo tu primer día viviendo aquí?"
JiMin le dedicó una sonrisa al gerente, que estaba tras su escritorio con un gesto amable y sincero.
Le había conocido los días en los que sus cosas eran transportadas poco a poco y ese beta había sido muy simpático con él.
Lo agradecía porque era muy bonita la sensación de recibir un lindo trato en un lugar en el que eras el nuevo.
"Buenos días, señor Im. Ha estado genial." Contestó y su sonrisa se ensanchó. "Gracias por preguntar."
"¿Cómo te ha tratado YoonGi?"
"Oh..." Su sonrisa decayó por una milésima de segundos, pero pronto la recuperó. "YoonGi hyung es... peculiar." Titubeó sin responder la pregunta.
«Sólo me habló para decirme que no me olvide la contraseña del apartamento porque no me la repetiría y hoy me dejó con el saludo colgando en la boca, pero hombre, me trató genial, siento que seremos mejores amigos», pensó.
"Si tú dices, JiMin-ssi. ¿Ya vas a la universidad?" Quiso saber y el menor asintió con su cabeza. "Vale, no te molesto. Ten una buena jornada."
"¡Gracias, señor Im, igualmente!"
El beta le sonrió por última vez y entonces se dispuso a salir del edificio, usando la tarjeta y empujando la gran puerta de cristal que era la entrada.
Allí, estacionado y reluciendo, estaba JungKook en su coche negro. JiMin no sabía nada de marcas, modelos, llantas o motores. No sabía nada de coches. Según su vista, era un auto negro bonito y ya. No había más.
JungKook le repetía una y otra vez que no era un simple automóvil, que tuviera respeto por «el amor de su vida», y le repetía una y otra vez que era algo más que un insulso auto.
"Te ves fatal." JungKook le dijo apenas JiMin se montó en el carro, en el asiento del copiloto con las piernas cruzadas y el bolso descansando en su regazo.
"Cuando tu opinión sea pedida, me la das." Contestó.
"Uh... qué humor, podríamos montarnos una fiestecita con esa actitud tuya, seguro asistirían muchas personas."
"Tú las espantarías con tu cara de idiota." Bufó. "Sin ofender." Agregó.
"Oh, claro, sin ofender. No hay problema." JungKook asintió con su cabeza. "Imbécil." Susurró luego.
"¿Dijiste algo?"
"Vamos, JiMinie, lávate esos oídos por lo menos una vez en tu vida." Sonrió y extendió un brazo para acariciar por encima la oreja del omega, quien le otorgó un manotazo.
"¿Lavarme los oídos para así escuchar las estupideces que salen de tu boca enorme?" Ironizó JiMin.
"¿Sabes qué más tengo enorme?" Inquirió Jungkook alzando la ceja derecha.
"La polla no, de eso estoy seguro." Rió nasal. "No te preocupes, JungKookie, que a lo mejor los esteroides funcionan en animales como tú."
"Rompes mi orgullo de alfa." Exageró con una expresión de dolor.
"Romperé tu cara si no avanzas." Amenazó.
"Aw, JiMinie, eres muy tierno. ¿Me das un besito de buenos días?" Preguntó girando las llaves pero con la vista fija en JiMin, quien se asustó al ver eso.
"¡Ya, JungKook, cuidado!" Chilló.
"Tranquilo, Minie. Después me das ese beso." JungKook le guiñó un ojo y JiMin colocó su dedo índice con el medio sobre su boca con la lengua extendida, indicando que vomitaría.
"En tus sueños te daré un beso."
"En mis sueños me das más que un beso." Confesó.
"¡Eres un sucio!" Gritó el castaño asqueado. "Mejor frena que pido un taxi."
"JiMinie, estás muy violento." reparó JungKook.
"Tu madre."
"¡Hyung!" Recriminó.
"¡Perdón, JungKookie!" Lloriqueó.
"¿Estás bien?"
JiMin le miró con cara de me-estás-vacilando- y JungKook comprendió que fue una estúpida cuestión.
"¿Qué sucedió?" Se corrigió.
"Mi compañero de piso..."
"Min YoonGi, el alfa, sí." Se adelantó. "¿Qué con eso?"
"¡Es como un cubito de hielo!" Gimoteó frustrado, luciendo adorable ante los ojos del muchacho al volante. "Ayer me dijo como quince palabras en todo el día y yo ilusionado con que podríamos llevarnos bien. No, para, ¿sabes qué es lo peor, peor, pero peor de todo?" JungKook negó con la cabeza y JiMin procedió. "Que es hermoso!"
"¿Eso es malo?" Interrogó sin comprender.
"¡Sí! Porque es precioso, te lo juro, pero es tan... distante. No lo sé, me sienta mal que sea así." Musitó con una mueca, frotando su mano en su pecho como si doliera.
"Eres Park JiMin, tú conquistas a todos. Tienes que intentarlo."
"Es verdad..."
"¿Por qué no tratas de acercarte?"
"¿Pero cómo? Si parece que ni le agrado." Dijo con cara de perrito mojado.
"Tú le agradas a todos, JiMinie." Le sonrió JungKook en busca de transmitirle un poco de calidez.
"A él no..."
"Bueno, a ver, ¿por qué no le compras roles de canela o una tarta?" Recomendó. "Nadie se resiste a la comida." Garantizó.
"¿No sería mejor que cocine?"
"Apestas en la cocina, aléjate de ahí para evitar incendios." Se burló.
"Lo sé." Sonrió sin gracia. "No es mala idea lo de los roles, ¿me llevas a la pastelería luego de clases?"
"¿Acaso soy tu maldito taxi privado?" Preguntó indignado.
"¿Sí?"
"Bien. Iremos a comprar esos roles para Min YoonGi."
"Gracias, Kook. Uhm, ablandaré su corazón, sí, ya verás."
"¡Así se habla!"
La mañana en la facultad fue un flash.
El tiempo pasó volando dentro del gran establecimiento, tiempo que consumió bebiendo café para no caer dormido y dando un inmenso esfuerzo para charlar con los profesores sin bostezar como un vago, misión que le resultó algo complicado pero que terminó siendo exitosa.
Ese día le habían entregado dos calificaciones (ambas buenas, no había de qué preocuparse) y traía un agradable humor, a pesar de que por dentro se desfallecía del sueño.
Pues sí, señores, JiMin necesitaba como mínimo unas diez horas para estar fresco como una lechuga, la lechuga más espléndida.
A eso de las doce del mediodía, había recibido consejos de estudio por parte de uno de sus profesores favoritos. El hombre le había aconsejado que explorara los métodos de aprendizaje, que fuera más allá de la lectura de un texto, que creara esquemas o redes, o mismo que creara tarjetas con la información a estudiar.
También le había recomendado que inventara sus propios exámenes y que se tomara todo el tiempo requerido, que no se apresurara o desesperara, y entonces las cosas le saldrían bien.
JiMin no quiso decirle que seguiría estudiando a su manera, pero sí le agradeció de todo corazón el que lo considerara para compartirle eso.
En esos momentos, tres horas después de haber terminado la jornada universitarias y una hora y media después de haber almorzado, JiMin se encontraba en una pastelería local siendo acompañado por JungKook.
El alfa sostenía undiminuto papel que marcaba el número sesenta y ocho. La cajera iba por el sesenta y seis, y a cada momento JiMin se emocionaba más por los postres deliciosos que había en las heladeras.
"¡Mira, hay pastel de tres pisos de chocolate!" Señaló presionando su dedo sobre la puerta del refrigerador, dedo que JungKook apartó para que no ensuciara el cristal.
"Lo veo, Minie, estoy a tu lado." Articuló con una sonrisa ladeada, resguardando su mano izquierda en uno de los bolsillos de sus pantalones jogger.
"Ya, pero..." Reincidió. "Se ve riquísimo."
"¿Quieres pedir una porción?" Consultó JungKook, mirando al omega frente a él que no despegaba la vista de las neveras repletas de esos postres con unas pintas muy apetecibles.
Era su mejor amigo, claro que conocía su debilidad por la comida dulce.
JiMin era el tipo de persona que prefería una tarta antes que un poco de carne.
Y JungKook de vez en cuando lo consentía y le preparaba pasteles.
Claro que también a TaeHyung porque sino Kim se enfurruñaba y actuaba como un niño de cinco años a quien no le compraron un juguete.
JiMin abultó sus labios, pensativo, pero terminó negando.
"Engordaré mucho si como eso." Se justificó antes de que el alfa pudiera preguntar la razón por la cual estaba negándose.
JungKook puso los ojos en blanco, hastiado de esa actitud e inseguridad por parte de JiMin. Era hermoso, debía verlo de una vez por todos, y unos kilitos extra no le harían nada a su delgado cuerpo.
¿Acaso no podía ver que era el omega perfecto?
"¿Y a quién le importa?" Bufó segundos después de haberse tranquilizado. "Valdrá la pena."
"Pero no quiero verme gordo." Tocó su abdomen con su mano.
"Cállate, hyung." Espetó JungKook con el rostro contraído en un gesto de exacerbación. "Siempre te preocupas por tu peso pero te olvidas de lo más importante: el bienestar de tu cuerpo y tu felicidad." Indicó.
"Mi cuerpo no estará muy contento si como esa monstruosidad llena de chocolate." Ladeó su cabeza, dirigiéndole otra mirada al pastel y formando una débil mueca. "Me caerá pésimo."
"No es eso lo que te preocupa." Negó JungKook y JiMin le echó un rápido vistazo, intrigado por escuchar sus palabras. "Minie, ¿en serio debo repetirte que estás mucho más delgado que hace unos meses y que no por ser flaco serás alguien mejor?" Casi gruñó y el nombrado se encogió.
"Uhm... no lo sé." Vaciló sin saber qué decir al respecto.
"Sesenta y ocho."
JungKook se acercó al mostrador no sin antes haber empujado suavemente a JiMin por la cintura, incitándole a avanzar a su lado para que ambos quedaran frente a frente de la beta que atendía siendo divididos por la barra.
"Aquí." Enseñó el número en el papel, posándolo sobre el mueble. La chica lo cogió y lo pinchó en un tipo de palillo de metal.
"Buenas tardes, ¿qué desean?" Interpeló con amabilidad.
"Hola." JiMin fue quien replicó con su típica sonrisa bella. "Queremos seis roles de canela, por favor."
"Muy bien, ¿algo más?"
"No, grac..."
"Y tres porciones de la tarta de chocolate de tres pisos." Interrumpió JungKook.
"Vale." La beta asintió sonriendo con los labios sellados. "Enseguida se los traigo." Informó y pronto desapareció para preparar lo ordenado.
"JungKook, no era necesario." Le recriminó JiMin, cruzándose de brazos.
"Sh." Calló. "Vinimos al mundo y disfrutaremos hasta los más pequeños detalles. Es lo mínimo que merecemos luego de pasar tanto sufrimiento diario. ¿Puedes creerlo? Tú estudias por muchos de años de tu vida y uno de los gustos que puedes darte es, literalmente, comer harina con chocolate." Resopló con gracia. "Pero es muy bueno, ¿no?"
"El chocolate tiene feniletilamina." Comenzó a explicar JiMin, viéndose como un ñoño a ojos de JungKook. Aunque deseó gritarle un «¡Nerd!», se lo ahorró y procedió a escucharle. "Es una sustancia que da un sentimiento parecido al de estar enamorado, tiene teobromina y eso nos hace sentir bienestar, y también tiene triptófano, que es lo que nos otorga la felicidad." Desarrolló, recordando cuando había mirado un documental en compañía de su hermano hacía unos meses atrás. "Por eso es un buen gusto, por el efecto del chocolate."
"Eso explica el porqué la gente lo regala..." JungKook por fin comprendió.
"Síp."
"Eres un sabelotodo, ¿ah?" No lo pudo evitar y terminó diciéndolo. "Tragalibros."
"Primero: lo saqué de un documental y segundo: aprendiste algo nuevo."
"Algo que no recordaré en mi vida." Rió nasal y JiMin bufó. "Hazte profesor de secundaria."
"No quiero formar parte de esa basura, el sistema estudiantil apesta." Afirmó.
"Lo hace." Coincidió JungKook.
"Ajam..." Susurró y de nuevo observó al alfa. "Compraste tres porciones porque una es para Tae, ¿verdad?"
"Obviamente." Confirmó y las comisuras de sus labios se elevaron. "Se pondría como loco si se enterara que comimos pastel y no le invitamos." Esta vez rió de verdad.
"Tienes razón." JiMin rió con él.
Y cuando creyeron que iban a permanecer en silencio, JiMin habló otra vez.
"Gracias, JungKookie."
Se derritió de ternura y le apretó una mejilla omega, quien jadeó de dolor.
Sip, JiMin era un sol.
Y esperaba que brillara por el resto de los días.
hola mis bellezasss<3
¿qué les pareció el primer capítulo? ¿bueno?¿malo?¿aburrido?¿mejorable?
quiero que sepan que en esta historia, jungkook es un personaje muy importante.
como pudieron ver, jimin es una persona muy serena pero que explota y puede llegar a ser brusca y hostil si se frustra/enfada.
jimin luce así
eso es castaño, a mí no me lo niegan
y yoongi se ve así porque mIN YOONGI CON ANTEOJOS NOS PUEDE A TODOS, AMÉN HERMANOS
son dos bebés, qué hice para merecerlos? :c
les prometo que los próximos capítulos serán mas movidos, aunque tampoco esperen mucho ya que la relación avanza con su debido tiempo
cómo están? espacio para que charlemos uwu
bueno, muchas gracias por haber leído, espero que hayan disfrutado del primer cap, no olviden dejar su voto que saben que me inspira a seguir escribiendo!
ya dije que les quiero mucho?😭❤️
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