03
Había pasado una semana desde el "incidente" con Tzuyu, Sana se encontraba recogiendo sus cosas en la oficina para retirarse a su... Hogar.
──¡Hey, Sana! ──se acercó Jeongyeon, una compañera del trabajo, sonriente y con su bolso a un lado.
Los ánimos de la japonesa seguían por los suelos, pese a que hacia todo esfuerzo por no demostrarlos, sin embargo, temía porque Yoo no se diera cuenta y le comience a hacer preguntas.
──Hey... ──dijo simplemente y Jeongyeon se extrañó por ello, Minatozaki se caracterizaba por su burbujeante personalidad y ese "hey" tan seco no le gustó para nada.
Sana notó su error, lo primero que se decía y era lo primero que hacía.
──Uh... ¿Sucede algo? ──preguntó Jeongyeon.
La menor negó, con el mismo ánimo.
──N-no... ¿Para qué me necesitas?
Oh, sus preguntas estaban siendo algo duras, desconcertando más a la coreana.
Si su saludo bastaba con un "hey" y sus respuestas iban por el tono serio, lo mejor era evitarla, pero Jeongyeon supo que algo andaba mal con su amiga.
No le iba a persistir más.
Optó por hablar a lo que en un principio vino.
──Quería invitarte a comer con las chicas un poco de Tteokbokki, ¿Quieres? Será rápido.
──Uhm... ──Sana lo pensó unos segundos, ¿Estaría bien alejarse un rato? Es decir, debía ir a casa, capaz Tzuyu ya había llegado de su turno y debía cuidarla para que no caiga nuevamente, aunque le cueste el mal genio de su novia. Pero pensar en aquello también le agobiaba la mente y era tan estresante, que la idea de ir a comer unos minutos parecía no tan mala.
──¿Y bien...? ──replicó la coreana alzando sus cejas con una sonrisa.
Bueno, a veces hay que hacer ciertos sacrificios para el bienestar propio.
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