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2. "Algo más que mimos."

Y vaya caos que hizo.

No sabe como terminó en esta situación, solo sabe que le daba algún penoso pero gracioso cosquilleo bajo el vientre, y no, no eran por los mimitos que él esperaba.

Jungkook se hallaba sentado en una de las bancas de los baños que usan los jugadores y con casi nadie en alrededor, todos despejaron el área de cambios hace diez minutos, absolutamente todos menos... menos la persona que se encuentra ahogando sus jadeos encima de él. Las piernas del enrojecido omega estando entre sus caderas, tan tímido y pequeño recibiendo los labios del alfa como si no llegaría el mañana a pesar de que sean más de las seis.

Sería un mal chiste no asumir que el alfa no estaba agradeciendo por los débiles movimientos que involucraba su cuerpo y el de Taehyung, además de que alguien ya cobró vida y exigía atención inmediata, un miembro tan familiar para el pelinegro. Pero en otra parte de su cabeza, la que usa para sus exámenes finales, le advertía con luces que era pésima e irrisoria la idea de tener ese tipo de acercamientos ahí y que debería obtener conciencia de ello.

Sin embargo, se dejaba seducir por el omega, aún así fuera un tanto de culpa, ahora solo el aroma rodeando su nariz era lo que movía sus acciones, y ese atrayente y dulce olor a durazno del rubio que lo mantiene en estado hipnótico desde el día en que lo vislumbró espiándolo en sus entrenamientos mientras se hallaba llorando sobándose en la cabeza. De seguro, confirmando el amor a primera vista.

Y aún lo recuerda, las hebras de Taehyung desordenadas. Esa imágen se habría quedado así en su mente, si no se hubiera reproducido del como le dió con el balón por un mal puntapié expulsando en dirección a la cabeza, causando minutos luego que este lloriqueara. Jungkook recuerda el susto que se llevó ese día, y las miradas curiosas del resto ya que, él se trata de un alfa gélido, alguien desalmado que jamás de los jamases se intencionaría a levantar a una sola persona del suelo por más que esta añorara su ayuda, cosa que no hizo con el omega al llevarlo cargado hasta la enfermería con un evidente temor.

No le importó los murmuros, no le importó nada en ese momento, con Taehyung al lado solo sentía tener una misión, y era hacer que ese omega parara de llorar como un bebé recién lastimado en la rodilla. Sonríe en medio del beso que le proporciona su novio. Ese recuerdo fue hace un año, justo un día antes de presentarse como el capitán oficial del equipo.

—Mmm... Kookie. Es tan... —jadea Taehyung, aún con los ojos cerrados.

Jungkook se estremece, ya ni recuerda el padre nuestro completo.

Padre nuestro blah blah blah danos el pan de cada día blah blah, panadero era el señor.

Él evita reírse al rimar eso, pero un dolor lo quita de su cuadro trasladándolo a la actualidad, ahí estaba su rubio favorito, regalándole minúsculos gemidos, alegando fricción mientras mecía la cintura, la cual estaba tomada por los dedos largos de su alfa. Y ahora que lo vuelve a pensar una vez más, aún atisbaba a Taehyung como alguien inocente y pequeño, a veces se llegaba a sentir mal, creía que podía ser demasiado rudo con el omega, y él no quería para nada en el mundo lastimarlo y que este llorase por ello.

En este mundo, todos deberían llorar menos su bebé.

Pero Jungkook recuerda las palabras de su padre, y drena todos esos pensamientos unos segundos. Sin saber que hacer, no estaba mal tener intimidad con tu pareja, lo que esta pésimo es aprovechar el desconcierto cuando la familia del futuro padre de tus cachorros es algo estricta respecto a la interacción de un alfa con un omega. Ahí el otro detalle que no recordaba.

Gruñe, esto es un desastre. ¿Taehyung yacía mojado o solo la humedad de el vapor que resguardó las duchas estaban entre sus piernas? Aunque el menudo chico se contenía en su regazo él podía sentir algo líquido. La respiración errática de ambos, y la improvisación de toques obscenos pero a la vez con cariño, lo ama. Lo ama tanto que decidirá echarse la culpa de cualquier lío que se arme por ganarse en cielo al lado de Taehyung.

Así que lo toma firmemente de la cintura para continuar besándolo con un poco más de intensidad, esperando con ansias a que este continúe con su misma constante acción que ha estado provocando, sin embargo, lo que Jungkook no esperaba era que su bebé se separe con unos labios hinchados de golpe para luego abultarlos como si fuera a llorar. Oh, algunas lagrimitas ya corrían sus orbes regalándole algunos brillos, el pelinegro toma alerta y para ¿Fue tosca con él acaso?

—¿Por qué lloras bebé? —lo toma de las mejillas, asegurándose a que este parara de estar triste, pero eso no resulta y su corazón se rompe en millones de pedazos al vislumbrar la primera gota resbalar por el pómulo del omega, muriéndose en segundos por el mentón.— Mi TaeTae, mi bebé, mi amor, mi principito ¿Te he lastimado, pequeño?

El rubio niega desfrenéticamente con la cabeza, y Jungkook se alivia en su interior.

—¿Entonces? —aún así, él estaba preocupado.

—M-me duele la barriga... —prosigue cerrando los párpados, el dolor lo golpeaba con un poco de fuerza, pero era tan delicado que se le hacía insoportable.— No sé porqué.

—¿Qué comiste en la mañana?

—Nada.

—¿¡Qué!? —grita exaltando al omega aún en su encima. Este traga saliva.— Lo... Lo siento TaeTae, pero no puedes dejar de comer cuando quieres, porque te puede rugir el estómago como ahora.

Reprocha y Taehyung baja un poco la cabeza con vergüenza. El pelinegro lo aparta de su regazo y lo sienta en la banca. Estaba tan cerca de ganarse el grito del año consigo mismo. Niega, y se coloca al lado del menor, posicionando su mano por el pequeño abdomen aun cubierto de tela, Taehyung jadea bajo por la satisfacción de las caricias que le proporciona su alfa, ahora se siente un poco mejor.

—¿Mejor, TaeTae?

—S-Sí.

Él esboza una tierna sonrisa agradecida, y Jungkook se la devuelve, fue la misma sensación como la primera vez que se vieron.

Al final terminó dándole mimos, y acerca de las siete, salieron hacia sus hogares, dejando a Taehyung en la puerta de su casa sano y salvo, para que él vaya a la suya. Mañana sería sábado, él y su omega saldrían a algún lugar, y obligaría al menor comer más de lo que hoy no lo hizo.

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