06. Semana deportiva
Oh Bitna
Finalmente la semana deportiva llegó y todo era un caos. Los encargados de cada salón tuvimos que andar de un lado a otro comprobando que nada estuviese fuera de lugar, mientras los profesores se encargaban de que las salidas de emergencias e implementos de seguridad se encontraran todos en orden.
Al inicio de la mañana estuve con todos los ánimos y energías del mundo, pero ahora mismo, casi cuatro horas después, ya cuando el evento está por comenzar, me arrepiento incluso de haber despertado esta mañana.
Jiah, dejando una caja a mi lado, palmea mi hombro, como si intentara darme ánimos.
—Tranquila, antes de que te des cuenta ya todo habrá terminado —la algarabía resonante en el campus central dice todo lo contrario—. ¡Tú puedes!
Levanta las manos en puño a lo que con desgano y un leve levantamiento de comisuras imito su acción.
—Sí~
Mi mejor amiga se aleja y se ubica con nuestros compañeros. Me doy vuelta y reviso la caja que ha traído, y justo en ese momento Min Yoongi decide hacer acto de presencia.
—Esta es la última —dice tras un suspiro—. ¿Si está todo completo?
Echó un vistazo a las hojas que dejé en una de las mesas y asiento, dándole una respuesta afirmativa a su pregunta.
—Si, todo completo y en orden.
—Genial. ¿Vamos?
Empiezo a caminar y el chico Min no tarda en seguirme el paso.
—¿Piensas participar en algo?
Me sorprende que intente entablar conversación, pero más sorpresa me genera el no estar rechazandole, como suele ser mi costumbre.
—No. Sabía que iba a estar cansada, así que hablé con el profesor Nam y quedamos en que no sería obligatoria mi participación.
—Qué bien —le miro, mi ceño fruncido—. Quiero decir, qué bien que no te haya impuesto el participar ya que obviamente todo esto es cansado.
Asiento.
—¿Tú participarás?
—Desafortunadamente, sí.
Miro directamente los ojos caídos del vicepresidente y entonces no puedo evitar decir lo que pienso.
—Tienes un severo problema, Min Yoongi.
—Lo sé, Oh Bitna. Lo sé.
Llegamos junto a los demás y me acerco al maestro Nam para indicarle que no quedó nada fuera de lugar. El señor Lee, que está a su lado, elogia mi compromiso y dedicación mientras le dice a nuestro tutor que ha tenido suerte este año al tener una clase como la nuestra; luego escucho cómo se lamenta ante lo problemática que es la suya.
Como empiezo a cansarme de sus quejidos y lamentos, me despido con una reverencia y regreso a mi grupo. Allí Jiah ya me espera con una botella de agua abierta, lo cual le agradezco.
—Pronto será tu turno, ¿cierto? —ella asiente—. ¿Practicaste?
—No. Pero tampoco creo que sea tan difícil, es solo mantener el equilibrio y fijar bien los pies —me sorprende la seguridad con la que habla, aunque es muy propio de ella cuando se trata de realizar algo físico. No por nada es la mejor de la clase en Gimnasia.
—Ya veo —desvío la mirada un par de segundos y frunzo el entrecejo al encontrar una mirada fija en mi amiga—. Oye, ¿ese es Kim Seokjin?
Su rostro gira con tanta rapidez que casi siento que está por dislocarse el cuello por la acción tan brusca que realiza.
—Simplemente ignóralo —dice al cabo de unos segundos en que puedo notar una batalla silenciosa entre sus miradas.
No, mi hermana, eso es imposible de ignorar.
—¿Se conocen? —intento saber, sin embargo mi mejor amiga se apega mucho a su decisión de no hablar al respecto—. En algún momento tendrás que decirme.
—Pero no ahora.
Acepto su decisión un poco disconforme. Doce minutos después, es su turno de participar así que le deseo suerte.
—Esperemos que esta vez me acompañe.
No entiendo a lo que se refiere pero miro con mucha atención y emoción cómo obtiene el primer lugar en la competencia de salto. Siento que es la mejor cuando se trata de ello. Luego, regresa y esperamos juntas por la última competencia, la de la carrera de doscientos metros en donde Min Yoongi representará a nuestra clase.
—Dios, mira la velocidad con que se mueve —comenta mi amiga, y tiene razón, aunque la carrera es literalmente corta y se resume a cuatro vueltas completas a la cancha, él es muy bueno en ello.
Aunque, claro, jamás declararía algo como eso en voz alta. No, señor, primero muerta.
Al final, nuestra clase se ha llevado ponderaciones importantes y el señor Nam, por lo que puedo ver, ha quedado muy complacido.
*Total de palabras: 754.
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