03. Reencuentro efusivo
Oh Bitna
Salgo de la ducha ya vestida y secando el resto de agua de mi cabello húmedo. Ingreso a mi habitación y me siento frente a la pantalla del ordenador, en el escritorio, abriendo sesión para un nuevo archivo de Word.
Había olvidado que debo entregar un trabajo de investigación para el día de mañana a primera hora, así que trato de hacer dicho trabajo lo más rápido posible sin dejar pasar nada por alto al momento de indagar en las fuentes investigativas.
No tengo idea del tiempo que pasa, solo sé que pronto el trasero empieza a dolerme y que el hambre, a la cual no presté atención antes, ahora amenaza con destrozar mi estómago. Por ello no espero un segundo más y voy a la planta baja esperando encontrar algo para comer.
Mamá hoy día ha ido a reunirse con unas amigas y papá trabaja hasta tarde, por lo que me encuentro sola. En vista de que no me apetece comer de lo que hay preparado, busco algo en la alacena y en la refrigeradora, encontrando algo que me es de provecho.
Estoy con un pastel de arroz en la boca cuando escucho a alguien poner el código de casa desde afuera y luego la puerta siendo abierta. Asomo la cabeza por un lado de la entrada a la cocina y me sorprendo al ver a mamá ingresar con un bolso de mano y luego una figura un poco más alta y delgada que yo seguir sus pasos con una maleta mucho más grande detrás.
—¡Bitna! —grita al verme, su rostro reflejando una emoción palpable.
Dejo de lado lo que tenía en las manos y corro hasta donde se encuentra mi prima para, literalmente, arrojarme encima suyo.
—¡Hyeonji! —grito aún más emocionada que ella.
De la nada empezamos a dar brincos y gritos, tomadas de las manos, sin dejar de reír por volver a vernos.
—¡Tenía tanto tiempo sin verte! —dice en un grito.
—¡Lo sé! —hablo de igual forma.
—Par de niñas locas —suelta mamá pasando por en medio nuestro, interrumpiendo de esa manera nuestro terrible momento de euforia—. Ya dejen de gritar y hablen como personas civilizadas —ordena.
Tanto mi prima como yo reímos. Tomo el bolso que antes cargaba mamá al asegurarme que pertenece a mi prima y tiro de su mano para ir rápido a mi habitación.
Es lógico que va a quedarse un buen tiempo con nosotros, por lo que ni bien poner un pie dentro de mi espacio la ayudo a acomodar sus maletas.
Hacía tiempo que no la veía, solo lo hacíamos por video llamadas, pero me emociona tener la posibilidad de que se quedará un buen tiempo.
—¿Qué tiempo te quedarás? —pregunto una vez estamos sentadas en mi cama.
Duermo en una litera, pero ocupo la parte de abajo porque una vez intenté dormir en la parte superior y lo que conseguí fue besar el suelo, además de un golpe en la frente que no se borró hasta después de una semana.
—Mamá dijo que sería un mes, pero estoy segura de que será más tiempo —encoge los hombros.
—Bueno, en ese caso tendremos tiempo de sobra para pasar el rato hablando —sonrío a manera de apoyo.
A Hyeonji nunca le ha gustado que la tía viaje, pero comprende que su profesión lo requiere. Después de todo, un médico tiene que viajar en caso de ser necesario para poder recibir nuevas y buenas capacitaciones que les ayuden a desempeñarse muy bien en su labor, conocer de los nuevos avances médicos y demás cuestiones que solo ellos comprenden.
—Lo sé, pero ahora solo deseo dormir —dice arrojándose sobre su espalda.
La distancia entre la parte superior e inferior de la cama es la suficiente como para no recibir un mal golpe en la cabeza. También para que quien duerma arriba caiga, como fue mi caso.
Imito su acción y empezamos una charla en la que hablamos de todo un poco. Ella me platica de sus nuevas clases de repostería y la amiga que ha conseguido hacer en el curso, mientras que yo hablo de Jiah y su extraña manera de comportarse los últimos días.
—A lo mejor ha de estar atravesando alguna situación difícil —asegura.
—Puede ser —concuerdo con ella—. Pero me sorprende que no me haya dicho nada —frunzo los labios hacia abajo.
—Tal vez porque no quiera que te preocupes o porque simplemente intenta no darle tanta relevancia —intenta consolar—. Tranquila, ya vas a ver cómo ella misma va a buscar decirte, solo tienes que esperar a su tiempo.
Mi prima siempre ha sido buena escuchando y dando consejos a los demás, todo lo contrario a mí que en ocasiones suelo ser muy impulsiva y generalmente impido que las personas se acerquen a mí. En resumen, soy una apática asocial.
—¿Por qué no le escribes y le dices que venga? —propone volteando a verme.
—¿Crees que venga?
La duda en mi pregunta la hace mirarme con fijeza. Seguro se ha de estar preguntando dónde está la prima tan decidida que ella conoce.
—Nada se pierde por intentar —encoge los hombros—. Vamos, envíale ya un mensaje.
Asiento y le escribo, recibiendo su respuesta un par de minutos después.
—Ya viene —le digo con sorpresa.
—Perfecto —sonríe, se pone de pie y bajamos a la cocina.
A pesar de que pronto se harán las seis de la tarde, mamá nos permite preparar algunas botanas para recibir a Jiah.
*Total de palabras: 908.
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