Capítulo5/ Órdenes
Capítulo cinco
El soldado Leo, deja a su excompañera frente de la tía Verónica, ambos tienen planes sobre cómo derrotar a la líder de la división, el soldado conocía perfectamente a Gema: ella parecía verse inocente, alegre, distraída y de alta costura, pero muy en el fondo, ella era capaz de cometer atrocidades bajo la manga de Reltih. Solo Verónica le habla a ella, le explicó que el joven pelirrubio escapó de una prisión: este tenía menos de veinte años, en su cuello estaba atorado una araña metálica, está le hacía daño.
¿Sí les ayudo dejarán libre a mis niños? —Gema mira a Leo.—. Entiendo que me odies, te deje solo en la división.
—Fui esclavo por tres semanas, mis compañeros sufrieron graves heridas solo por qué se te ocurrió seguirla. —Leo sigue serio.
—¿Y? Vi a niños en Siria cerrar sus ojos en vida, ellos querían proteger a sus madres de morir a manos del enemigo... ¡era justo la división!
Eso hace enojar al soldado de piel morena, a la soldada de cabello color anaranjado le grita:
—¡Eso fue en Siria! No en Argentina... ¿era necesario cometer tales delitos en tres países diferentes? —El soldado de piel oscura no estaba de acuerdo con la joven.
—¿Queréis que ese puto grupo vuelva? ¿Las hienas? Fue mi responsabilidad su exterminio, debían morir.
Verónica vuelve a cruzar sus brazos, tiempo atrás países cómo: Siria, Afganistán, Nigel y de bajos recursos: fueron conquistados por un grupo de soldados que les arrebataron los derechos a las mujeres. Este grupo se apodó Las hienas.
—Banfield estaba pasando por una crisis social, te recuerdo que los casos de violencia intrafamiliar eran altos...
—Lo vuelvo a preguntar ¿Era necesario tales medidas? Gema, algunos hombres fueron inocentes.
"Esto no va a terminar bien" Verónica pensó.
— ¿Y sí dejan el pasado atrás? Debemos avanzar hacia el futuro.
Los dos soldados no están de acuerdo. La mujer de piel clara piensa en un nuevo plan.
—Lo... lo siento mucho.
...
Alguien llamada al celular de Reltih: ella contesta viendo una videollamada: dentro se ve a un hombre alto y fuerte atado a una silla, un joven pelirrubio con sus ojos vendados y por último una señora sin heridas. Gema aparece detrás de los sujetos sentados.
—¿Qué significa está escena?
—Te tengo una sorpresa, querida. —Gema habló un poco.
La señora con más edad se ve triste, mira a los ojos de la líder.
—Me rindo, creí que podría ganarte, pero, temo que no. — Habla Verónica. Se escucha un clic del arma —Sí no dejas libre a los prisioneros... me dejaré morir.
— ¿Segura? — Preguntó la líder sorprendida.
— Ella no miente, es desgarrador despertar en una cárcel sin que nadie tenga compasión de ti. — Un joven pelirrubio mira los ojos de la líder.
Gema le corta el cuello con una navaja afilada, su cuerpo cae al suelo inmóvil.
—Quiero el fin de la opresión, sí no soy libre aquí — Leo movió sus ojos directo a la cámara — ¿Al morir lo cerré? —. Cierra sus ojos, la soldada le dispara en el pecho
Reltih sigue mirando la escena con atención.
—Mujer, ¿Tan fácil te rindes? — Reltih se ve frustrada.
—La única familia que tenía era mi esposo y Henry, pero...— Verónica ríe nerviosa con lágrimas en sus ojos
—Era necesario la división...
—¡Te importó una mierda hacernos daño!... Él era un niño bueno. — Interrumpe Verónica a la líder.
Ella se veía temblando. Gema sonrió un poco y le disparó a la señora.
— Qué horrible. — dijo Cindy detrás de una oficial.
Gema desactiva la videollamada dejando un gran silencio entre la noche y el oscuro bosque. Algunas soldadas se asustaron: otras ignoraron el vídeo. A Cindy le dolió un poco su estómago, se le revolvió un poco ver a su amiga matando a tres personas sin remordimiento: no la conocía bien. La líder simplemente sonrió. Los minutos pasaron y alguien se veía regresar a los vehículos militares.
— ¿Te asusté? —Gema se acerca en silencio dejando ver su vestido amarillo sucio con manchas de tierra y sangre seca.
—Tú, debías atraparlos para mí... debo asegurarme que estén muertos.
—Quería ayudarte... alguien debía enterrarlos. — Gema enredó su cabello.—. Antes de matarlos: los grabé para ti.
— No llevaste armas. — Reltih es astuta. —. Es imposible que ellos se rindan así de fácil, nadie lo haría.
—Los obligué. Mis androides los golpearon hasta que pidieron morir. — Gema dio la señal dejando ver sus robots —. ¿Crees que alguien no lo haría en tu ciudad?
—Mi ciudad es perfecta.
Gema agachó su cabeza unos segundos y cruzó sus brazos.
—¡Para ti, obviamente... no para ellos! — Gema se acercó rápido levantando su cabeza.
Las dos mujeres comenzaron a discutir. Primero hablo Reltih, quien grita:
—¡Ellos querían matarme!... si llego a morir, no quiero que una sucia cuide la ciudad.
—¿Eso opinas de tu ejército? —Gema asqueada, observa a una soldada y luego a Reltih. —Deberías tener un heredero.
— No debiste dejar tu cargo, eras la mejor soldada. — Reltih le dio su espalda a Gema disgustada y la miró antes de subir al auto. — Traidora.
...
La soldada camina hacia su departamento: vive en un territorio de mujeres. Hace mucho que no trabaja para la Reltih. Abre la puerta de su hogar, lo primero que hizo es quitarse el sujetador de sus senos de silicona: después se dejó caer a su cama. No quiere luchar con nadie.
—¿Cómo pudiste? Mataste a tres personas en...
Gema interrumpe a su compañera.
—Lo sé.
—¿No sientes culpa? ¡Asesinar es un pecado! No entiendo cómo puedo estar viviendo con alguien así... dijiste que tu historial estaba limpio.
La soldada abre sus ojos y se sienta en la cama, observa a su compañera de cuarto: ella tiene una maleta de ropa en el suelo.
—En Argentina, claro... fuera del país. —dijo.
—¡Y para colmo lo admites!
—¿Quieres que mienta? No soy una persona horrenda... déjame explicarlo.
Cindy abre la puerta del departamento, no se despide de la soldada, sale sin despedirse. La soldada intenta dormir, su pecho comienza a doler un poco, sus brazos se mueven un poco. Se levanta de la cama: gira su cabeza hacia un frasco de pastillas, su cuarto se hace más pequeño, dentro de su cabeza comienza a escuchar lamentos de personas inocentes. Gema grita desesperada, luego ve a banderas de color verde oscuro con un puño ensangrentado, al medio y mujeres gritando mientras que detrás de ellas se escuchan disparos.
—Silencio, ustedes no deberían molestarme.
Las voces en su cabeza se hacen más fuertes, detrás de ella ve una sombra grande de color negro: esta se ve triste. Gira su cabeza hacia la izquierda y ve a su compañero Leo con un arma en manos, este no le dice nada. La soldada camina hacia el refrigerador: saca un yogur de proteínas y un frasco de pastillas. Lo come rápido: siente que alguien la abraza por detrás, escucha una respiración femenina... aterrada, tira el envase al suelo y grita con todas sus fuerzas.
—¡¡Ya basta!! —se arrodilla en suelo. —. Era necesario matar, eran crueles... tenía que defenderme.
Vuelve a recordar su vida en su país, su ciudad estaba lidiando con una de las peores crisis sociales: nadie podía luchar. Cuando el partido político de las Hienas llegó al país, les quitó los derechos a muchas personas. Era hora de pelear, sacar los machetes, de mostrarle al pueblo que debían derrotar al nuevo gobierno, sin miedo, con sudor y lágrimas lucharon contra los grandes líderes hasta que Reltih consiguió entrar al mando. Derrotó a sus enemigos ganándose el respecto de los habitantes: de esa manera todos creyeron que sería un ejemplo a seguir, incluyendo Gema... No fue suficiente poder, la líder quería gobernar más de un solo país.
...
Engañar a la muerte era el pan del territorio coronel Brandsen, sus habitantes eran mujeres y hombres que rechazaron el gobierno de Reltih. Allí viven niños y niñas libres, el lugar tiene como foco central una línea ferrocarril renovada, un hospital pequeño, pero eficiente, farmacias pequeñas y una feria de comerciantes que venden de dos veces a las semanas sus productos. Son pocos los que duermen en las calles, gobierna el pueblo unido. Verónica, una mujer no muy mayor, es la presidenta de esa provincia, a su mando tiene un soldado de argentina con el nombre Leo. Javier: un nuevo joven, quien fue liberado de la cárcel por soldados.
—Es primera vez que finjo mi muerte... fue aterrador—dijo la señora mientras se limpia la pintura de color rojo oscuro de su rostro arrugado.
—Estaban buscando al chico, no lo iban a dejar en paz así de fácil. —Leo le ayuda a limpiar la sangre de animal, fingir el suicidio frente a una cámara fue algo muy drástico para él.
—A pesar de que no tengo ese parásito en mi cuello, la herida sigue doliendo. —el chico peli rubio está cavando una tumba falsa.
Su compañero Leo bosteza un poco.
—¿Tú y Gema se conocen desde antes? —Verónica camina hasta su auto con una linterna en una mano.
—Sí, era una soldada antes que Reltih fuera una líder. —contesta Leo serio.
Verónica mira a Leo y le dice:
—Mi hijo Henry... ¿Puedes creer que encontró a una niña?
—¿Su hijo sabe que usted planea destruir el gobierno? —El chico peli rubio pregunta con dudas, termina de cavar, deja la pala a su izquierda.
—No quiero destruir a nadie, la cruel líder debe dejar el mando... eso es lo que quiero.
Ella y el soldado de piel morena están de acuerdo, menos Javier: él está seguro que ir en contra del gobierno es peligroso, fue a prisión por defender los derechos de varones jóvenes, derrotar a una persona de alto rango es complicado.
—Sí alguien cercano al estatus de esa mujer pudiera hablarnos, sería lo mejor.
Javier es el menor del grupo formado por Verónica, la tía de Henry, quién desea acabar con la líder. Javier sube a su bicicleta eléctrica y anda hasta llegar a una pequeña cabaña, donde duerme. A la mañana siguiente se junta con el hijo de Verónica, lo ve descansando en el sillón. Luego Javier le pregunta algunas cosas. Su compañero responde:
—Me gustaría volver atrás, saber que soy padre no es fácil de lidiar... mañana debo hablar con mi terapeuta.
—Cuando vas a terapia ¿Qué cosas le dices?
Henry lo mira feo;
—¿Tú qué crees?
Javier se queda en silencio, se siente incómodo por la respuesta tan seria, sigue hablando:
—Tu tía piensa en formar un grupo que detengan a Reltih, necesitamos a personas que estén dispuestas a luchar.
—Terminará mal.
—Tienes que escucharme, ayer casi la detuvimos, lo hubiera logrado, pero envío a una soldada a destruirnos. — Javier se voltea mostrándole su herida sana. —. Mira, ya no tengo ese parásito dentro de mí.
—Me alegro, no vuelvas a amenazar a la líder... ¡es peligroso!
—Lo sé, pero... ¡¿Y si hay una posibilidad de regresar a la normalidad?! Aún recuerdo el sol cálido de mi niñez, no tenía una mamá... pero
—Eras feliz.
El joven no se contuvo más, de sus ojos salieron pequeñas y redondas lágrimas: él nació dentro de un orfanato, su madre lo dejo allí abandonado. Desde muy pequeño solo tenía a su hermana mayor y las niñeras del lugar. Cuando la división inicio, dentro del orfanato iban a separar a niños de las niñas. La jefa de los infantes tenía otros planes: antes que llegaran las soldadas, dejo huir a todos los niños, niñas y jóvenes con otros cuidadores a otro orfanato.
—... lo siento, no quiero obligarte a unirte, es solo que...—El chico mira por la ventana unos segundos. —. Temo que el país de Argentina se vuelva un desierto, Reltih conquistó el continente de África y ahora Argentina.
—¿Tienes miedo que conquisté otro país?
—Si, las ciudades que no fueron divididas, están abandonadas y es lindo pensar que...—Javier mordió su lengua unos segundos. —La sociedad pueda volver a ser feliz, como antes.
—Esa época es un recuerdo lejano, dudo que vuelva.
El joven se limpia sus lágrimas, aún tiene la esperanza de una ciudad pacífica.
...
En el jardín de una cabaña, cerca de una línea de trenes, se ve a dos mujeres hablando. Una es madre y la otra también, hay una pequeña diferencia y es Livia, el nombre de la mujer más joven, tiene una hija que nació de su vientre, y verónica, quien a diferencia de la otra dama: adoptó a un niño como su hijo. Las dos hablan están hablando sobre sus diferencias, unión y resistencia. Livia fue la primera en dudar.
—¿No me odias? —Se pregunta ella insegura, la última vez que vio a Henry, este le dejo en claro que sentía asco hacia ella y que no pretendía verla.
—¿Por qué no le dijiste nada? Hablando de la pequeña, debiste decirle y explicarle también sobre su nacimiento.
—Las leyes están en mi contra, la encargada me amenazó con llevarse a Cera lejos de mí si hablo, adoro a esa niña. —Livia responde a la pregunta de la señora.
—¿La quieres, por qué? ¿La niña no salió de tu vientre? —Verónica espera respuestas mientras que Livia revuelve su helado.
—Quería darle un lugar seguro, desde que mi papá murió me pregunte sí puedo amar a alguien. —La madre más joven se abraza a sí misma insegura. —No quiero que ella viva lo mismo que yo, la cuide desde que tuvo los cinco años y...
—La quieres, eso te convierte en una madre.
—Aún no termino la prueba para ser calificada como mamá. —Livia se niega en aceptarlo.
—Cuando mi niño nació no hice ninguna prueba, esperé con paciencia hasta que dijo papá y fui tan feliz—dijo un señor sonriente.
Livia lo mira y pregunta:
—¿No está enojado conmigo?
—Estaba triste, eran buenos amigos... supongo que fueron tiempos oscuros. —dice el padre de Henry.
—Edward, tú lo dijiste, vivíamos en paz hasta que Reltih nos iba a separar. —Su esposa lo mira.
—Es increíble que ustedes dos sigan juntos a pesar de los problemas. —Opina Leo, un joven soldado alto que trae carbón en sus brazos, piel morena, ojos amarillos y cabello ondulado largo.
—¿Eres de Argentina? —Livia pregunta al verlo.
Leo tiene unos cuarenta y tres años, él y la mujer joven tienen la misma edad.
—Nací en Honduras, un gusto en conocerte. — Leo sonríe, deja el carbón dentro de los sacos y mira al anciano.—. ¿Otra cosa, Señor Edward?
—Compadre ve a descansar, gracias por ayudar a este señor de canas.
Verónica observa a su marido con una sonrisa pícara y juguetona y le susurra cerca del oído:
—Yo no te veo las canas... estás más joven que mis verrugas.
—Señora, dudo que Javier lo tome en serio, le dije que llegara temprano y aún no llega. —Leo suspira al revisar su celular.
—¿Hay más personas en este lugar tan solitario? —Livia es curiosa.
—Claro qué somos más, que no quieran unirse es diferente.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro